El 13 de enero, más de 13 millones de votantes depositaron su papeleta en unas elecciones presidenciales y legislativas celebradas en Taiwán. Lai Ching-te, del Partido Democrático Progresista (PDP), una fuerza conocida por defender la soberanía e identidad taiwanesas, ganó la presidencia con el 40 % de los votos. Centrados en las cuestiones geopolíticas, muchos medios internacionales interpretaron el resultado como una reprimenda a la República Popular China, en lo que la BBC ha calificado de “acto que enfurece a Pekín”.
La victoria de Lai podría entenderse más correctamente como un voto a favor de la estabilidad, al menos por parte de una amplia minoría de votantes. El candidato vencedor prometió mantener el statu quo en las relaciones de Taiwán con la República Popular China (RPC), evitando cualquier avance hacia la independencia formal o una confrontación armada.
Ahora bien, el mandato de Lai es menos sólido que el de su predecesora. El descontento del electorado con la política interior crece potencialmente, en particular con respecto a asuntos socioeconómicos. El 13 de enero, el candidato Ko Wen-je cosechó una proporción sustancial de votos entre un sector desafecto, deseoso de un cambio. Parece que las cuestiones internas seguirán teniendo prioridad sobre las relaciones con Pekín en la evolución de la democracia taiwanesa.
¿Qué dicen los resultados?
La elección de Lai confirma el tercer mandado presidencial consecutivo del PDP. Esto no es lo habitual en Taiwán, donde el cansancio con el gobierno saliente hace que el electorado opte a menudo por la oposición en vez de volver a elegir el mismo partido. Desde que Taiwán pasó de un régimen autoritario de partido único a un sistema democrático, ningún partido ha ocupado la presidencia durante más de dos legislaturas consecutivas.
Es posible que la división de la oposición favoreciera a Lai. En su periodo democrático, Taiwán ha estado gobernada por el PDP o el Kuomintang (KMT), pero en las últimas elecciones apareció además un tercer candidato, Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (PPT), una formación relativamente nueva. En 2014, Ko, quien había ejercido de cirujano, fue elegido alcalde independiente de Taipei, un cargo que históricamente ha sido un trampolín para llegar a la presidencia. En 2019 creó el PPT, esperando disputar la victoria a los dos grandes partidos como opción de centro ajena al establishment. Antes de aquellos comicios, Ko propuso al candidato del KMT, Hou Yu-ih, formar una candidatura de oposición conjunta. Esta alianza estuvo a punto de cuajar cuando se frustró a raíz de una disputa pública y más bien bochornosa sobre quién encabezaría la lista y quién ocuparía el segundo puesto. A pesar de todo, Ko obtuvo el 26 % de los votos.
Fue un resultado impresionante, incluso teniendo en cuenta que a finales de 2023 Ko había superado a sus rivales en las encuestas durante un breve periodo. Para un candidato propenso a las meteduras de pata y a las declaraciones misógenas, era sin duda un resultado mejor de lo esperado. ¿Cómo se explica este éxito? Ko cuenta con muchos apoyos entre las personas menores de cuarenta, segmento en el que aventaja de lejos, en los sondeos, a sus dos oponentes. Las y los votantes encuentran que Ko es más auténtico y pragmático y en general más original que sus adversarios. Para mucha gente, la política se ha anquilosado en torno a las posiciones de los dos partidos tradicionales en materia de identidad y relaciones con Pekín. Pero la juventud se enfrenta al aumento del coste de la vida, un magro incremento de los salarios y un mercado inmobiliario descorazonador. La percepción de que ni el KMT ni el PDP están interesados en los problemas de la vida cotidiana y ambos han frustrado las esperanzas de una generación de votantes.
El principal partido de oposición, el KMT, no capitaliza este descontento. Pese a que actualmente forma parte del sistema democrático, esto no siempre ha sido así. El KMT fundó la República de China en 1912 en la China continental, y de 1947 a 1987 gobernó Taiwán bajo la ley marcial en un Estado autoritario de partido único. Mucha gente asocia el KMT a sus brutales abusos de los derechos humanos y sus campañas de terror del pasado, pero para sus bases representa los valores chinos tradicionales, una política exterior pragmática y una gran vitalidad económica.
Bajo el gobierno de KMT, de la década de 1950 a la de 1990, Taiwán experimentó un milagro económico que mucha gente que le apoya frecuerda muy bien. En la anterior elección presidencial, hace cuatro años, el candidato del KMT, Han Kuo-yu, apostó en su campaña por la nostalgia evocando el auge económico del país en la década de 1980, cuando los ingresos de la clase media y alta aumentaron rápidamente. Desde entonces, la política del KMT tiende a favorecer a las empresas y el comercio y la inversión lucrativa en la RPC.
Últimamente parece que la plataforma tradicional del KMT flaquea. Sus dos últimos candidatos presidenciales, Hou y Han Kuo-yu, tan solo cosecharon un 33 y un 38 %, respectivamente. Esto es inquietante para un partido que nunca ha estado más de ocho años sin ejercer la presidencia de la República. En 2020, Han Kuo-yu entonó un lenguaje populista sobre la solidaridad obrera y el nacionalismo, calentando a la base pero espantando a muchos votantes moderados. Encima, su campaña coincidió con la brutal represión de Pekín contra las manifestaciones masivas en Hong Kong, de manera que su política prochina se convirtió en un lastre.
La apuesta de Hou Yu-ih en 2024, en cambio, era la de presentarse como una campaña moderada que apelara al centro y robara votos al PDP. Como policía de carrera, y últimamente alcalde de la ciudad de Nueva Taipei, Hou simboliza el alejamiento del populismo de Han. Sin embargo, a pesar de su programa centrista, concebido para recuperar el centro, Hou ni siquiera llegó a igualar el resultado de Han. ¿Cómo queda el KMT después de esto?
El KMT todavía se diferencia del PDP ante todo en una de las principales líneas de falla de la política taiwanesa: China. La RPC, que reclama la isla como territorio propio, favorece el trato con el KMT a expensas del PDP, que está más por la independencia. A cambio, el KMT exhibe su acceso a altos cargos del gobierno de Pekín. Alega que sus relaciones amistosas con la RPC le permiten negociar con ella en beneficio de Taiwán, y que esto es una menra más pragmática de asegurar la paz.
Pese a que el potencia militar de la RPC y sus amenazas impactan en Taiwán, más importante que esta amenaza exterior es la cuestión de la identidad: saber si la población taiwanesa es china. Con los años, la proporción de personas que se sienten chinas ha ido disminuyendo y hoy en día la mayoría se consideran únicamente taiwanesas. No obstante, el KMT sigue alardeando de sus raíces históricas como el partido de la República de China y como protector de la cultura y del patrimonio chinos. Hou Yu-ih no siguió a su predecesor Han por el camino de la nostalgia y del populismo, pero tampoco ha trazado una trayectoria nueva. Aparte de la identidad y la política exterior, la política económica del KMT favorece a las grandes empresas y los lazos con el continente, que no benefician directamente al votante medio. El resultado ha sido la tercera derrota consecutiva del KMT.
El KMT puede consolarse con una pequeña victoria: la pluralidad del órgano parlamentario, el Yuan Legislativo. Los resultados de las elecciones legislativas suelen reflejar la dimensión infraestructural de las campañas en determinadas circunscripciones, donde el KMT conserva su ventaja de décadas de creación de vínculos en algunas comunidades. El PDP ha perdido 10 escaños, quedando con 51 de un total de 113 diputadas y diputados. El KMT ha logrado 52 escaños, lo que asegura la pluralidad.
Mientras que durante los dos mandatos de la presidenta saliente, Tsai Ing-wen, el PDP controló tanto la presidencia como la mayoría parlamentaria, Lai ha de contar ahora con un órgano dividido, lo que otroga al KMT cierto margen de maniobra. Mientras, el tercer partido en discordia, el PPT, tiene en sus manos el fiel de la balanza gracias a sus ocho escaños, lo que le permiten buscar una coalición alternativamente con el PPD o el KMT, convirtiéndose en una hacedor de reyes con influencia sobre los dos grandes partidos.
El futuro de Taiwán
Para el KMT, este éxito legislativo supone cierto alivio, en la medida en que demuestra que la maquinaria partidista todavía funciona, sin duda bastante bien, al menos a escala local y en algunos rincones del país. Ahora bien, la derrota de su candidato presidencial suscitará cuestiones arduas. La posición moderada de Hou no atrajo más que un tercio de los votos. El KMT cuenta con caras más jóvenes, como Wayne Chiang, el actual alcalde de Taipei, quien dice ser descendiente de Chiang Kai-shek, el dictador que gobernó Taiwán durante tres décadas. La política de Wayne Chiang se ha distanciado de la plataforma tradicional prochina del KMT. Por ejemplo, ha intentado cambiar el Consenso de 1992 ‒defendido siempre por el KMT‒, un acuerdo informal con Pekín que permite a uno y otro construir relaciones en torno a una versión moderada del principio de una sola China. El caso es que dicho acuerdo se centra en una idea de la chinidad que la mayoría de la población taiwanesa ya no comparte.
La nueva pluralidad en el parlamento ha permitido elegir nuevo presidente del mismo al excandidato presidencial Han Kuo-yu. Al optar por Han, parece que la dirección del KMT ve el futuro del partido en la movilización de sus bases en torno al nacionalismo en vez de desplazarse hacia el centro. Sin embargo, a medida que las generaciones más jóvenes se distancian cada vez más de una identidad china y se enfrentan al creciente desempleo y el estancamiento de los salarios, es dudoso que esto le reporte suficientes votos en las próximas elecciones.
Algunos observadores dudan ahora de que el PPT pueda desbancar al KMT como principal partido de oposición. Su presencia parlamentaria con ocho escaños es mejor de lo esperado y le brinda la posibilidad de competir de nuevo por la presidencia dentro de cuatro años. ¿Podrá aprovechar su condición de hacedor de reyes para incrementar su peso institucional y construir una sólida base de votantes? No cabe duda de que al PPT le encantaría robarle votos al KMT, pero parece que a los y las votantes más intransigentes del KMT no les agrada Ko y se aferran a la plataforma nacionalista de su partido. Además, la participación electoral de la juventud, que en las encuestas se inclina por el PPT, sigue siendo baja en comparación con la de los segmentos de más de 40 años. Elegir a ocho disputados es una cosa, pero ganar la presidencia exigiría cobrar mucho más impulso.
En cuanto al PDP, se unirá tras Lai Ching-te como nueva cara visible del partido después de ocho años de liderazgo de Tsai Ing-wen. Sin embargo, los tibios resultados de Lai pueden indicar que la estrategia central del PDP de levantar la bandera de la soberanía y la identidad taiwanesas está perdiendo resonancia si implica postergar las cuestiones socioeconómicas. Durante el mandato de Tsai, el salario mínimo solo aumentó modestamente, muy a la zaga de los niveles internacionales. A pesar del crecimiento económico general de los últimos años, fruto de la excelente gestión de la pandemia de covid-19, la clase trabajadora en gran parte no se ha beneficiado.
Tsai no esbozó una visión clara para abordar la creciente desigualdad. Si a Lai y al PDP les preocupa el crecimiento del PPT, deberían priorizar la lucha contra la desigualdad en sus politicas. Tradicionalmente, el PDP se ha alineado con los sectores progresistas en materia de protección medioambiental, los derechos LGTBQ, la inmigración y las cuestiones laborales. En efecto, algunas de las necesidades más urgentes de Taiwán tienen que ver con el clima y la demografía, que están estrechamente entrelazadas con esas cuestiones. Si Lai logra comenzar a abordar esos problemas, su partido podrá recuperar a una parte de los votantes del PPT.
Para el electorado taiwanés, estas elecciones muestran que su democracia todavía funciona, aunque sea imperfecta. Las informaciones falsas y las coacciones de Pekín no han empujado a los votantes hacia el partido preferido de China, el KMT. Incluso la campaña de Hou Yu-ih aludió a menudo a la importancia de mantener la democracia de Taiwán frente a la RPC. Muchos y muchas votantes creen que las políticas de Tsai hacían merecedor a su partido de un tercer mandato consecutivo. Y a pesar de que ganara Lai, el avance de Ko como tercero en discordia revela que el descontento en torno a las cuestiones internas sigue importando. Lai tendrá que abordar esto en su primer mandato, afrontando problemas como la desigualdad social y el descontento de la juventud y dándoles prioridad si quiere evitar unza victoria potencial del PPT en 2028.
A pesar de sus problemas, el sistema democrático de Taiwán ha asegurado una gobernanza estable incluso haciendo hincapié en sus propias deficiencias. Mantiene vivo un legado construido durante décadas de oposición al régimen autoritario y llevando finalmente la voz de las masas y de los sectores oprimidos a los pasillos del poder.
05/02/2024
Traducción: viento sur
James Lin es historiador especializado en Taiwán y profesor adjunto de estudios internacionales en la Universidad de Washington.
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