“Martillo y yunque”

Paz Total, la mayor y más esperanzadora promesa del gobierno que lidera Gustavo Petro, quedará para la memoria nacional como simple promesa, ahogada en las tormentosas aguas de la realidad colombiana. Ya no hay tiempo para materializarla y, cuando más, cediendo a unos u otros de los grupos armados y bandas urbanas, podrá presentar para la audiencia más fiel unos pequeños desarmes rurales, así como cifras que certifican la reducción de homicidios y la disminución de la violencia en determinadas ciudades que albergan a quienes, arma en mano, controlan todo tipo de economías ilegales y han firmado acuerdos transitorios de no agresión mutua.

Es la dictadura del tiempo lo que determina los resultados, más los límites de la gobernanza cuatrienal, que ya suma más de dos años y medio. Es ese tiempo límite entre cuyos pliegues se filtran los ecos de reclamos entonados en todos los rincones del país de parte de voces anhelantes de la efectiva realización del programa de gobierno, así como de otras tantas promesas lanzadas al aire en discursos pronunciados aquí y allá por quien lo encabeza. Es una realidad que también le condiciona sus pasos y marca fronteras en su acción, realizaciones y más realizaciones que el ‘gobierno del cambio’ deberá materializar si aspira a que su legado tenga proyección en quien asuma las riendas de gobierno el día 7 del mes 8 del año 26.

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