Miami: Fútbol, traquetos, inmigrantes y estampida

Los aficionados colombianos se vieron envueltos en escándalos en la Copa América en EEUU, en los estadios en Charlotte, Carolina del Norte y en Miami, los partidos de Colombia con Uruguay y la final ante Argentina. Para unos “una vergüenza el vandalismo”, muestra de la incultura del colombiano; para otros la expresión de la narcocultura y de la cultura del “más vivo”, pero al final de cuentas parece que no fue solo eso. ¿Qué sucedió? Aquí algunas opiniones.

Las imágenes en redes sociales, así como en la tv de todo el mundo, mostraron fenomenal estampida de aficionados colombianos que querían entrar “a la brava” y sin boleta al partido de la final de la Copa entre Colombia y Argentina, en el Hard Rock Stadium de Miami, mezclados con los que tenían boleta, tanto colombianos como argentinos y de otras nacionalidades. Según se estima, habían boletas para el aforo de 66.000 personas y afuera del estadio más de 50.000 colombianos y de otros países, que no alcanzaron a comprar boleto.

Su presión era mucha, y pasándose toda norma, rompieron las puertas de acceso, los torniquetes de control, se metieron por los ductos de ventilación, saltando las bardas, intentaron romper el suelo para hacer un túnel para entrar a los túneles del estadio, destrozaron las escaleras eléctricas que comunican los tres niveles del escenario deportivo, cientos de ellos coparon los pasillos de acceso a restaurantes y baños, y asientos ya comprados: “de malas, está desocupado”, “el que se va para Barranquilla pierde su silla”, algo nunca visto en los estadios de ese país. Hubo heridos, así como desmayadas y desmayados por el calor y la dificultad para respirar, y como para variar muchos robos de celulares donde estaba la boleta electrónica.

En esas condiciones, el partido que debía iniciarse a las 7pm comenzó a las 8 y 15 minutos, retraso que para los jugadores fue una eternidad por la ansiedad del partido y la preocupación por sus familiares. Fuera de eso la norma es un descanso de quince minutos en el entretiempo, que esta vez –por el concierto de Shakira– se alargó a veinticinco minutos, afectando el estado físico y emocional de los jugadores.

Las y los periodistas colombianos, para consolarse, decían “pero eso también pasó en la Eurocopa, y los ingleses trataron mal a los españoles”, como si con esos comentarios justificatorios arreglaran las cosas. El hecho es que la asonada pasó. 

En los Estados Unidos, con cifras no muy claras, viven 2 millones de colombianos, y de ellos, según varios cálculos, 700.000 son inmigrantes ilegales; en Miami habitan 700.000, la ciudad donde más viven  connacionales. Para entrar a ver un partido de la selección debía pagar, mínimo, 1.000 dólares, más o menos 3.800.000 pesos, y para  la final los precios rondaban, incluso, los 15.000 dólares, algo así como 50 millones de pesos, imposible para un inmigrante ilegal  que  recibe  1.900.000 pesos mensuales, e incluso para uno con permiso de trabajo que recibe en pesos colombianos 2.2 millones al mes. 

Este fue uno de los factores que dio lugar a la estampida: miles de colombianos querían ver el partido “gratis”, porque “tenían derecho a colarse” según decían, algo verdaderamente absurdo. Entonces, 1. el factor de la boleta costosa estuvo presente, 2. el factor de la reventa de boletas que fue otro detonante, hasta cinco boletas del mismo puesto; 3. el factor  del colombiano ilegal; 4. el factor emocional y, 5. el “patrioterismo”, estimulado por la prensa hegemónica y las grandes empresas, como El Tiempo, Caracol y RCN, y los sponsor de la selección Colombia, Águila, Mapfre, Cola y Pola, Homecenter etcétera, que hicieron explotar de ira a los aficionados cuando cerraron las puertas del estadio para “controlar los desmanes”.

Y un 6 factor muy importante, los traquetos de Miami, amigos, de Iván Duque, AUV, la señora Cabal, Vicky Dávila y demás “gente de bien “que organizaron una estampida con la idea de sabotear el partido con la consigna “fuera Petro”. Unos tipos, entre ellos uno conocido como Diego Santos y otro como Arizabaleta, se aprovecharon de los ilegales, les dieron boletas falsas, a otros les dieron plata, trago, todo con el propósito de armaran el tropel y se metieran al estadio a sabotear el partido. Hicieron sobrevolar el estadio a una avioneta con la consigna “Fuera Petro”, al tiempo que fuera del estado había personas con banderas colombianas con igual consigna. La “coincidencia” de todos estos factores deja claro que lo ocurrido no fue casual, estaba previsto.

Manipulación

Miami es la ciudad base de la derecha y el fascismo colombiano, bastión de los traquetos que quisieron usar el partido para sus perversos fines políticos, que, como puede verse, no lograron sabotear el partido. Los llamados de la señora Cabal de “todos unidos bajo una sola bandera”, además de ser un llamado de vulgar patrioterismo, era la manera de buscar “tirarse” la final de la Copa América.

Hubo manifestaciones verdaderamente fuera de todo control, por ejemplo, ¿que tenía que ver que unos colombianos saquen los puestos de venta de maíz pira (o críspelas), echárselo encima –como si fuera harina– y luego lo pisotean, como se ve en un video? ¿Borrachos y drogados? ¿Qué sentido tiene destruir todo a su paso: las gradas de las escaleras eléctricas, las materas de las entradas, los torniquetes de acceso? ¿Odio al gringo por no poder entrar? ¿La desesperanza del ilegal, como dicen algunas y algunos? ¿O eran los pagados por los traquetos de Miami? ¿O ellos mismos?

Y entonces, con relación a lo sucedido unos días antes, ¿qué decir de los reguetoneros y de Maluma, dedicados a insultar a los familiares de los jugadores de la selección de Uruguay, promoviendo una especie de encerrona contra los familiares que llevaron a la respuesta de los jugadores, y las trompadas y las quejas de Bielsa y demás, en el partido que los uruguayos perdieron con los colombianos en Charlotte, Carolina del Norte.

En el fútbol, que es muy pasional, hay mucha violencia, y como es un gran negocio exacerba la violencia. La gente que fue a los estadios en la Copa América tenía medios para hacerlo, dentro de ellos traqueto, pero también aquellos conocidos como “gente de bien, que en medio de los tragos quisieron demostrar lo que significa para ellos ‘ser colombiano’, atropellando a los demás”. Una muestra, el show del presidente de la FCF Ramón Jesurum, y su hijo, que armaron pelea a la seguridad del estadio y terminaron detenidos, pagando fianza, citados a próximo juicio, eso sí blanqueados por periodistas de RCN, pues respondió por “instinto paternal”, un “abuelito” que “defiende la familia”.

La culpa de todo este despelote se la han achacado a los negociantes –no deportistas– de la Conmebol, responsables de organizar el campeonato, y estos a la policía local, así como a los administradores del estadio, pero si se mira con cuidado lo sucedido, si bien policía y organizadores pueden haber errado en sus procederes y forma cómo organizaron y trataron de controlar la fase final del campeonato, lo determinante recae en los factores inicialmente relacionados.

En EEUU, como en la mayoría absoluta de países, la gente no entra a los estadios por medio de estampidas, ni colándose. No. Ese proceder no fue consecuencia, con lo que dice el “analista” Piter Albeiro, al argumentar que lo que pasó es “que la seguridad eran mayores de edad, que no saben controlar”. Olvida es su decir, que ese estadio –Hard Rock– ha recibido los 65.000 espectadores en cinco Súper Bowl de fútbol americano, dos series mundiales de béisbol, dos series de básquetbol, el Miami Open de tenis, un campeonato universitario de fútbol, la fórmula 1, conciertos, y en ninguna de estas ocasiones se vieron ante incidentes como el relatado. 

Todo esto nos permite concluir que los seis factores anotados fueron los aspectos determinantes y los que deben tenerse en cuenta para entender lo sucedido, más allá de que la idiosincrasia del colombiano es ser un truhan, “vivo”, con cultura traqueta, “vándalos”, “sociopatas”, producto de un país en guerra , descompuesto en su tejido social, y moralidad. De eso hay mucho, pero en el trasfondo de lo acaecido, la predeterminación política de sectores políticos y económicos de elite, que pretendieron usar la presentación de la selección Colombia para su propio protervo beneficio. Hoy los que critican a los “violentos desadaptados”, son los mismos que los promovieron.

17/07/2024                           

Información adicional

Autor/a: Pedro Miguel Tapia
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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