El Pacífico del Valle del Cauca se encuentra dentro de la región del Chocó biogeográfico, que es reconocida como una de las regiones con mayor diversidad de flora y fauna en el mundo, donde además existe una gran riqueza cultural y un relacionamiento ancestral con el entorno por parte de las comunidades indígenas y afrodescendientes que habitan.
Esta región se extiende desde la provincia del Darién en Panamá, incluyendo el golfo de Urabá en el Caribe colombiano, hasta Manabí en el sur de Ecuador, entre el océano Pacífico y la vertiente occidental de la cordillera de los Andes. Una de las particularidades del Chocó biogeográfico es su alta humedad y precipitación, convirtiéndola en una de las regiones más húmedas del mundo. La intensidad de sus lluvias da origen a un gran número de ríos y quebradas que atraviesan una intrincada red fluvial, que alberga uno de los grupos de vertebrados que a pesar de no ser el más diverso en esta región, al compararse por ejemplo con las aves, tiene elementos de gran valor por su rareza, uso y distribución algunas veces restringida a unas cuencas o áreas geográficas reducidas.
En general, los peces de los ríos del Pacífico colombiano, son poco conocidos no solo por la comunidad en general, sino también por la científica, debido esto, no solo a la dificultad para acceder a esos entornos, sino también a que la mayoría de las especies de esta región son de pequeño tamaño, con hábitos crípticos (permanecen ocultos entre la vegetación y el sustrato), por lo cual pasan inadvertidos incluso para los pescadores y habitantes de la región.
Estos desconocidos, se encuentran representados por un considerable número de especies, con las más diversas formas y hábitos, pero lo más importante es que mantienen una estrecha relación con el bosque a pesar de ser organismos acuáticos y su sobrevivencia depende de la preservación de este. A diferencia de los ríos de la cuenca del Magdalena-Cauca, Amazonía u Orinoquía, los del Pacífico presentan una baja productividad que se asocia al arrastre y dilución de los nutrientes por las altas precipitaciones, además de la ausencia de ciénagas y lagunas al ser ríos cortos y caudalosos lo que impide el establecimiento del plancton, de ahí que la base alimentaria de la que dependen la mayoría de los organismos acuáticos de la región, sea del aporte del material vegetal y animal de los bosques ribereños que caen al agua.
El Pacífico vallecaucano lo tiene todo
Los ríos del Pacífico vallecaucano no solo son paisajes y aguas transparentes, sino que también atesoran verdaderas joyas naturales. Cada vez que se realizan estudios, se reconoce que aún se requieren más esfuerzos para llegar a ese número de especies que represente realmente la diversidad de peces de la región, de ahí que con cierta frecuencia aparezcan nuevos hallazgos como las dos especies descritas como nuevas para la ciencia en los últimos cinco años (Characidium tatama, Sturisomatichthys varii), además de al menos cinco que se encuentran actualmente en ese proceso.
En estos ríos, donde se incluye la cuenca del río San Juan que sirve de límite con el departamento del Chocó, se tienen registradas aproximadamente 107 especies entre las dulceacuícolas primarias (78), secundarias (17) (que provienen de linajes de peces marinos o estuarinos que se han adaptado a vivir en aguas dulces sin desligarse completamente del agua salada) y las de origen marino o estuarino (12), que penetran las aguas dulces, aprovechando las dinámicas de las mareas y la oferta de recursos que ofrecen los ambientes estuarinos.
Se estima que alrededor del 25 por ciento de esas especies no se encuentra en ningún otro lugar del mundo, presentando adaptaciones morfológicas y de comportamiento a los requisitos específicos de su entorno, por lo cual tienen una distribución que se reduce a ciertos lugares. Algunas de ellas como la mayoría de las especies de las familias Astroblepidae y Trichomycteridae (Fotografía 1), se restringen a ambientes específicos de bajas temperaturas y altas concentraciones de oxígeno disuelto en el agua, de ahí que se encuentren adaptadas a vivir en las partes más altas de los ríos. Otras en cambio, como los culi culi (Rhamdia saijaensis) viven en pequeños drenajes en las zonas bajas de los ríos muy cerca al mar, en ambientes particulares conocidos como manguales, que se caracterizan por sus aguas rojizas, acidas y con bajas concentraciones de oxígeno, que son condiciones donde solo unas pocas especies logran establecerse.
Los acuarios naturales como espacios de educación e interpretación
En un trayecto relativamente corto desde la ciudad de Cali al puerto de Buenaventura, se puede apreciar a lo largo de la carretera, una gran cantidad de quebradas que drenan sus aguas al río Dagua que, ubicado de manera paralela a la vía, acompaña gran parte del recorrido desde su parte alta en el municipio homónimo, hasta llegar a la bahía de Buenaventura donde se une al océano Pacífico.
En ese recorrido, el río y sus afluentes presentan una serie de ambientes y hábitats que se forman dependiendo de la altura, la pendiente y los tipos de sustratos que predominan. Por ejemplo, las zonas altas son lugares donde hay mayor velocidad de la corriente debido a la inclinación del terreno y el sustrato está conformado principalmente por rocas y piedras de gran tamaño, siendo ambientes saturados de oxígeno y la temperatura del agua es más baja. A medida que se va descendiendo, disminuye la velocidad del agua, formándose pozas o charcos donde la profundidad es mayor y el sustrato es arenoso o lodoso con depósitos de material vegetal.
A partir de la observación subacuática, es posible reconocer como los peces responden a las características de esos ambientes y como presentan adaptaciones que se manifiestan en su forma, color, comportamiento e incluso por el tamaño de los ojos o la posición de la boca. De acuerdo a esas características cada especie ocupa un lugar determinado en el cuerpo de agua en el que se encuentra y en un período de tiempo (día o noche). Así hay algunos viven en el fondo en zonas de corriente fuerte y requieren bocas o aletas pélvicas fusionadas con forma de disco adhesivo para sujetarse a las rocas como es propio de los corronchos, guacucos y viudas; mientras otros tienen cuerpos en forma de torpedo que son altamente hidrodinámicos optimizando la propulsión en el agua como lo hacen las sabaletas y nayos (Fotografía 2).
Sin embargo, una particularidad que puede estar presente en algunos grupos de peces, es la reducción del tamaño de sus ojos, que se asocia a los hábitos nocturnos. Un grupo muy interesante que es posible apreciar en las noches con el apoyo de una linterna, es el de los peces conocidos como viringos (Gymnotiformes), los cuales tienen órganos “eléctricos” que pueden producir descargas que se conocen como “tonos” y “pulsos” que les sirven para comunicarse entre sí, buscar alimento y desplazarse en su medio. En los ríos del Pacífico del Valle del Cauca habitan cuatro de esas especies y como dato curioso, destaca que cada una tiene aspectos únicos que determinan su propia frecuencia eléctrica o espectro de on
Los viajeros incansables
Además de esos peces que son propiamente dulceacuícolas, en los ríos del Pacífico se encuentra un grupo particular, descendientes evolutivos de especies marinas, que presentan una estrategia de vida que involucra migraciones entre las corrientes de los ríos y el mar, donde los adultos viven en aguas dulces, pero sus larvas después de salir de los huevos derivan con la corriente aguas abajo hasta el mar, para después de un período de tres a cuatro meses realizar un viaje de retorno aguas arriba como postlarvas, para completar su desarrollo y empezar de nuevo el ciclo. Algo similar a lo que ocurre con los salmones en Norteamérica y Europa, pero, al contrario, ya que, en ese caso, los salmones retornan como adultos a los ríos a reproducirse, pero su desarrollo ocurre en el mar.
Entre estos viajeros sobresalen las culebrillas (Pseudophallus starksi) y viudas (Sicydium hildebrandi) (Fotografía 4). Las primeras de las cuales, debido a su pequeño tamaño, pasan desapercibidas a los ojos de la mayoría de quienes frecuentan los ríos de la región, sin embargo, al pertenecer a la misma familia de los caballitos de mar (Syngnathidae), se han convertido en los últimos años en un referente al momento de realizar campañas de sensibilización y educación ambiental como las realizadas en la Reserva Forestal Protectora Nacional de los Ríos San Cipriano y Escalerete (RFPN de los ríos San Cipriano y Escalerete), convirtiéndose en una especie carismática por su forma y comportamiento, en el que los machos llevan en su vientre los huevos ya fecundados, además de ser una especie que requiere de ambientes conservados que garantizan que esta pueda encontrarse.
Por otro lado, las viudas pueden desplazarse hasta 180 km río arriba desde el mar, alcanzando a llegar a sitios como la desembocadura del río Bravo al Calima a una altura aproximada 900 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en un incansable nadador que remonta las corrientes. Estos pequeños góbidos, son abundantes en los ríos y quebradas de aguas transparentes. Los machos exhiben hermosos colores naranjas y azules brillantes que junto al comportamiento territorial que realizan sobre las piedras y rocas en el fondo, los convierten en un potencial atractivo para los observadores de peces.
Tesoros amenazados
A pesar de la importancia de la región del Pacífico del Valle del Cauca en cuanto a su multiplicidad de peces continentales, esta se encuentra fuertemente amenazada por diferentes presiones, entre las que se encuentran la extracción forestal, la minería ilegal, la expansión de plantaciones forestales y agrícolas, así como el aumento de cultivos ilícitos, además de los proyectos de desarrollo sin tener en cuenta las consideraciones ambientales, lo que ha generado que algunas cuencas presenten alta carga de sedimentos, pérdida de cobertura vegetal, contaminación por aguas residuales y combustibles, así como la modificación de los lechos y cauces.
Lo anterior, sumado a la distribución restringida de algunas especies hace que estás sean particularmente vulnerables a las presiones y amenazas, lo que podría llevar a posibles extinciones, debido a la dificultad que tienen en adaptarse a otras condiciones. Esa situación se ve reflejada en que algunas especies como la sardina de poza (Tetragonopterus daguae) (Fotografía 5) cuya distribución se limita a unas pocas quebradas de la zona baja de los ríos Anchicayá y Dagua, o el viringo pintado (Gymnotus henni) endémico de los ríos del Pacífico de Colombia y Panamá, se incluyeran en la lista roja de especies amenazadas como en peligro (CR) y vulnerable (VU) respectivamente, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn).
Oportunidades para la conservación
En los últimos años la belleza paisajística de los ríos de esta parte del país ha cobrado interés para visitantes que buscan contacto con la naturaleza y ratos de esparcimiento. Por la antigua vía al mar en la cuenca del río Anchicayá se destacan lugares como Aguaclara, el Danubio, San Marcos y Sabaletas, mientras que por la carretera Loboguerrero Buenaventura, la cual funciona como una divisoria de aguas entre las cuencas del Calima y Dagua, se pueden visitar sitios de gran interés turístico como las quebradas Pepitas, la Vibora, Pericos, San Cipriano y el Venado, afluentes del río Dagua y recientemente, las veredas la Esperanza y Sierpecita, donde se accede a los tributarios del río Calima. Todos ellos con algo en común, la transparencia de sus aguas, el estado de conservación de los bosques, la diversidad que se puede admirar y la cantidad de agua que se puede disfrutar en forma de charcos, cascadas, chorros y pozas, con diferentes tonalidades de azules y verdes.
Nadar en estos ríos y quebradas es una experiencia única y fascinante. Pocos lugares ofrecen las condiciones para poder observar fácilmente la fauna acuática, entre las que sobresalen las tortugas, camarones y cangrejos de agua dulce, así como peces de variados colores, formas, comportamientos y tamaños. Es precisamente en estos ríos que la oportunidad de disfrutar de la observación de peces cobra valor, convirtiéndose en una actividad recreativa que puede llegar a ofrecer no solo alternativas económicas para la región, sino también puede aportar a la conservación de estos lugares, ya que a partir del cuidado de los ambientes acuáticos se garantiza la presencia de las especies que son apreciadas por los observadores, así como de aquellas que tienen roles ecológicos a diferentes escalas.
Vale la pena destacar en la cuenca del río Dagua las iniciativas que se vienen realizando en la Rfpn de los ríos San Cipriano y Escalerete, así como en el sendero Venado Verde en la quebrada el Venado (Fotografía 6), donde fundaciones de base comunitaria están apostando por explorar opciones de turismo científico y de naturaleza, que no solo buscan conservar el recurso hídrico como eje articulador, sino que también apoyan la investigación desde los saberes locales y tradicionales como una manera de fortalecer la generación del conocimiento de la biodiversidad en los territorios, en este caso particular de los peces y las formas de uso.
No obstante, es importante tener en cuenta que ese aumento de visitantes a zonas naturales, puede interferir en el equilibrio e integridad de los ecosistemas y de esta manera disminuir la diversidad de especies. El incremento de turistas y visitantes sin control aumentan el nivel de estrés de la fauna, genera cambios en los comportamientos, trae enfermedades y disminuye las poblaciones. Es por eso que se requieren estudios de capacidad de carga, incentivar a las comunidades locales en cuanto al valor de los atributos naturales que se encuentran en sus territorios y promover el conocimiento de esa vitalidad con el fin fortalecer emprendimientos dirigidos a la educación ambiental, turismo de naturaleza y la conservación de los ríos y sus peces, como alternativas que fortalezcan el empoderamiento y la apropiación local. Lograr que esa iniciativa y dinámica no transciende a las comunidades, recayendo en manos del mercadeo de medianas y grandes empresas del turismo, es un reto inmenso. Lograrlo es condición fundamental para que un potencial natural para la vida de sus pobladores no termine siendo su misma maldición.
* Administrador Ambiental – Ictiólogo. Corporación para la Gestión Ambiental – Biodiversa
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