Moscú advierte de que la adhesión de Ucrania a la OTAN supondría la guerra contra Rusia. Mientras, China pide un acuerdo urgente y apoya la mediación húngara.
Las relaciones entre Rusia y Occidente se encuentran en uno de sus peores momentos y el choque de trenes parece ya solo cuestión de tiempo. La semana pasada, la OTAN proclamó en Washington que es “irreversible” la adhesión de Ucrania. Este miércoles, Rusia advirtió de que tal paso supondría una declaración de guerra. China y Hungría intentan mediar, pero la Unión Europea reprueba la proximidad entre Pekín, Budapest y Moscú, mientras se abre una grave crisis en su seno.
Esta vez fue de nuevo el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvédev, uno de los halcones de Vladímir Putin, quien disparó bajo la línea de flotación. Si el domingo quien fuera jefe de Estado ruso entre 2008 y 2012 vaticinaba que el expresidente estadounidense Donald Trump vencerá en las elecciones del 5 de noviembre, aupado por el atentado sufrido el sábado, Medvédev pedía este miércoles a la OTAN que renuncie a incorporar a Ucrania a sus filas si quiere evitar que el planeta “se rompa en pedazos”.
En la cumbre celebrada en Washington del 9 al 11 de julio, los 32 miembros de la OTAN cerraron filas en torno a Ucrania en su guerra contra Rusia, prometieron más armas y apoyaron a Kiev en su “camino irreversible hacia la plena integración euroatlántica”. No obstante, no dieron ninguna fecha para la membresía.
Una declaración de guerra
En una entrevista con la publicación Argumenti i Fakti, Medvédev aseguró que la integración de Ucrania en la OTAN supondría algo más que una amenaza directa a la seguridad de Rusia. “En esencia, sería una declaración de guerra”, aseveró el político ruso. Para Medvédev, ese paso completaría las acciones que los adversarios de Moscú acometieron desde los años 90 con la ampliación de la Alianza Atlántica, que, afirmó, “han llevado a la OTAN a un punto sin retorno”.
“No es casualidad que el secretario general de la OTAN, (Jens) Stoltenberg dijera recientemente y de forma abierta que la entrada de Ucrania en la Alianza bien pudiera ocurrir en el año 2034. Pero eso es como decir que jamás entrará”, explicó.
Según el miembro del Consejo de Seguridad ruso, por entonces “los actuales mandatarios de la OTAN no estarán en sus puestos y algunos ni siquiera estarán en este mundo. Es más, es posible que ese país (Ucrania) ya no exista”, sentenció.
China llama a la calma
Ante esta escalada de tensión, China ha lanzado un mensaje de calma y ha llamado al consenso entre la OTAN y Moscú para evitar que esta crisis descarrile.
El ministro chino de Exteriores, Wang Yi, instó a las partes a bajar la tensión con urgencia. Wang habló en la noche del martes con su homólogo húngaro, Peter Szijjarto, y destacó el papel “constructivo” que Budapest está realizando en la crisis ucraniana, a pesar de su descalificación por los colegas de Hungría en la UE.
“Todas las partes deben llegar a un consenso lo antes posible sobre los principios de no expansión del campo de batalla, de no escalada y no avivar las llamas, para crear las condiciones de un alto el fuego y reanudación de las conversaciones de paz”, propuso Wang.
El jefe de la diplomacia china hizo un anuncio importante en este sentido. Indicó que Pekín está listo para cooperar con Hungría y “reunir a más fuerzas que apoyen la paz” y así “avanzar hacia una solución política” de la guerra.
Una nueva cumbre de paz, con asistencia rusa
Este mensaje llega justo cuando el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, está recabando apoyos para celebrar una nueva Cumbre de Paz, como la que se reunió en Suiza a mediados del pasado mes de junio. Entonces no fue invitada Rusia, pero, según el propio mandatario ucraniano, en esta ocasión, en noviembre, sí se le brindaría esa oportunidad. El Gobierno húngaro ya ha mostrado su apoyo a tal posibilidad, al igual que China.
La diplomacia china es uno de los pilares que podrían allanar el camino a una mesa de negociaciones entre Rusia y Ucrania. A raíz de la guerra, las relaciones entre Moscú y Pekín se han reforzado, en el ámbito económico, sobre todo, pero también en materia de seguridad.
Esta situación no gusta nada a la OTAN ni a la UE, pero es una realidad aplastante. Si se quiere avanzar hacia una posible paz, habrá que contar con China y su peso, no solo en Asia, sino en el llamado Sur Global de países emergentes, cada día más recelosos de los intereses europeos y estadounidenses en Ucrania.
El juego húngaro
También será preciso contar con Hungría, cuyo primer ministro, Viktor Orbán, defiende contra viento y marea la apertura de canales de diálogo con Rusia. Aunque su ideología ultraconservadora y simpatías hacia Putin le han alejado mucho de los países de la UE, en estos momentos Orbán podría ser la bisagra necesaria para abrir la puerta de un eventual diálogo, que no será en breve, dada la situación bélica.
Hungría, además, ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea desde el 1 de julio. Orbán no se lo pensó dos veces para aprovechar la coyuntura y tomar la iniciativa sin contar con el resto de los socios comunitarios ni con la Comisión Europea o el propio Consejo Europeo. Sin avisar a nadie, el jefe del Gobierno húngaro visitó este mes Kiev, Moscú y Pekín para apostar por una salida negociada a la guerra y ello desató todas las críticas en el seno de la UE.
En China, por ejemplo, Orbán se reunió el 8 de julio con el presidente chino, Xi Jinping, a quien le pidió que interceda para que la comunidad internacional cree “las condiciones para un diálogo directo” entre Moscú y Kiev.
Bruselas desautoriza a Orbán
Esta enérgica iniciativa húngara no ha gustado nada en Bruselas. En una carta difundida esta semana, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, remarcó que el respaldo de la UE a Ucrania es “inquebrantable” ahora y “durante el tiempo que sea necesario y con la intensidad que sea necesaria”.
Lo que estaba diciendo Michel es que la UE en estos momentos no ve otra salida a la guerra que alimentándola con el suministro de armas al ejército ucraniano. Esta actitud llevó a Orbán a calificar la estrategia de la UE como “probélica” y a vaticinar que la intensidad de la contienda “aumentará radicalmente en el futuro cercano”.
En su misiva, Michel desautorizó la iniciativa de Orbán y subrayó que la presidencia rotatoria del Consejo Europeo “no desempeña ninguna función de representación de la Unión en el escenario internacional”. También resaltó que Hungría “no recibió ningún mandato del Consejo Europeo para actuar en nombre de la Unión”.
Michel afirmó que el camino “más directo hacia la paz” es “la retirada de todas las fuerzas rusas de Ucrania y el respeto de Moscú a la integridad territorial ucraniana”. La guerra, sin embargo, apunta en otra dirección, con el ejército ruso avanzando en varios frentes sin que Ucrania apenas pueda hacer nada.
Orbán seguro de que Trump parará la guerra
El primer ministro húngaro no se ha amilanado ante la reprimenda de la UE, ni mucho menos, y ha optado por seguir metiendo el dedo en la llaga. Por ejemplo, señaló que Donald Trump, con quien se reunió también, tiene “planes bien fundamentados” para poner fin a la guerra de Ucrania. Según Orbán, si gana las elecciones, Trump demandará inmediatamente la celebración de conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Estos movimientos europeos tienen lugar justo cuando se han conocido los resultados de una encuesta realizada en Ucrania sobre la posibilidad de abrir vías de negociación. Según esa consulta encargada por el medio ucraniano ZN y publicada esta semana, un 44% de los habitantes de Ucrania cree que ha llegado el momento de comenzar a negociar con Rusia el final de la guerra.
En mayo de 2023, solo un 23% de los encuestados era favorable a negociar con Rusia. Ahora, en el sur de Ucrania, hasta un 60% de los habitantes querría el diálogo.
El momento clave para saber si habrá negociaciones o no, será el 5 de noviembre. Si Trump ganara las elecciones, al menos encontrará en el Kremlin fuerzas más favorables que el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden.
“Putin y yo nos llevábamos bien”, dice Trump
Este miércoles, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, subrayó que durante la presidencia de Trump en Estados Unidos (2017-2021), aunque se dieron sanciones y presiones de Washington hacia Moscú, al menos “hubo diálogo” entre los dos países.
Peskov comentaba así unas declaraciones de Trump a la agencia Bloomberg en las que reconocía la buena sintonía con el presidente ruso durante su mandato. “Putin y yo nos llevábamos bien”, afirmó.
También ha manifestado su posición favorable al fin de la guerra de Ucrania, el senador estadounidense J. D. Vance, elegido por Trump como su vicepresidente en caso de que gane las elecciones de noviembre.
Vance hizo saltar todas las alarmas a los aliados europeos cuando en febrero manifestó en la reunión anual de laConferencia de Seguridad de Múnich su rechazo a la ayuda militar a Ucrania y pidió que Washington contribuyera mucho menos a la defensa del viejo continente.
En Múnich, Vance afirmó que Putin no suponía ninguna “amenaza existencial” para Europa y que era imposible que Estados Unidos y sus aliados europeos pudieran suministrar suficientes municiones como para derrotar a Rusia en Ucrania.
La apuesta de Vance respecto a Ucrania es, si cabe, más contundente que la de Trump: hay que poner fin a la ayuda militar a Kiev y negociar con Rusia. Al fin y al cabo, señala, los intereses de EEUU están en la región de Asia Pacífico y en la confrontación allí con China.
17/07/2024
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