Trump, incapaz de cosechar un alto el fuego ruso, hace cuentas y evalúa enviar armas a Ucrania, pero pagadas por Europa. Moscú utiliza el ‘impasse’ para intensificar sus avances.
06/07/2025. Las conversaciones que el presidente estadounidense, Donald Trump, mantuvo esta última semana con los líderes de Rusia, Vladímir Putin, y Ucrania, Volodímir Zelenski, reiteraron la incapacidad de la Casa Blanca para detener la guerra y evidenciaron que en el futuro del conflicto van a primar los intereses económicos de Washington y los geopolíticos de Moscú. La integridad territorial de Ucrania parece ya una quimera ante el lento, pero inexorable avance ruso y Europa se desespera para mantener el apoyo a Kiev con más armas compradas a Estados Unidos, el gran beneficiario de la contienda.
Putin ha impuesto sus reglas de juego en la guerra ayudado por la nueva percepción estadounidense del conflicto. Trump quiere a toda costa convertir la contienda de Ucrania en una fuente de ingresos y superar así las multimillonarias ayudas a fondo perdido de los primeros años de la conflagración, con su predecesor en la Casa Blanca, Joe Biden, como primer abastecedor mundial de dinero y armas para combatir a Rusia.
Gracias a la presión a Zelenski, Trump se ha hecho con la concesión para explotar los minerales estratégicos ucranianos. Pero mientras que llega la paz y se pueda acometer esta empresa, Trump hace cuentas y nada mejor que sacar pingües beneficios de las armas que los europeos compren a empresas estadounidenses para enviarlas a Ucrania.
Rusia acelera el ritmo bélico mientras las armas no llegan a Ucrania
Armas que en principio no parecen suficientes para que Rusia pierda el dominio del tablero bélico, incluso aunque ya suenen las alarmas sobre la fragilidad de la economía de guerra rusa. De momento, gracias a las oscilaciones de Trump, unas veces cariñoso y otras agrio con Moscú, el Kremlin puede aguantar el tirón económico de la guerra y mantener a un año vista la amenaza de recesión. Su prioridad es ante todo blindar su posición de cara a unas eventuales negociaciones que, en la cúpula de poder rusa, no consideran tan lejanas.
Ahora mismo, Rusia combate en un frente múltiple, manteniendo en jaque a las fuerzas armadas ucranianas. En el este, el ejército del Kremlin intenta rodear los bastiones ucranianos que resisten sin ceder un metro en el oeste de Donetsk. Si hasta ahora Moscú había lanzado sin éxito oleadas de ataques frontales contra Pokrovsk, la nueva táctica apuesta por rodear este cinturón de fortalezas, aislarlas y obligar a la retirada de las tropas ucranianas.
Al tiempo, sigue la presión rusa en el norte, en las regiones ucranianas de Sumi y Járkov. Tras recuperar la parte de la región rusa de Kursk tomada por tropas de Kiev el verano pasado, ahora las fuerzas rusas avanzan en esa zona septentrional de Ucrania, con más de 600 kilómetros cuadrados ya bajo su control en junio. Es aquí donde el ejército ruso podría presionar más este verano, como ya avisó Zelenski el mes pasado. Todos los regimientos que desplace Kiev hacia Sumi dejarán menos protegido Donetsk, objetivo prioritario ruso.
Oleada tras oleada de drones rusos
Aunque se plantean muchas dudas sobre una ofensiva terrestre rusa a gran escala, por su elevadísimo coste, sin embargo, los ataques aéreos se han intensificado. En la noche del viernes se batió el récord de la guerra y más de 550 drones cayeron sobre Kiev acompañados de una decena de misiles. Uno de los objetivos de este ataque era debilitar las defensas antiaéreas ucranianas y aumentar la demanda de sistemas antimisiles, armas que EEUU ya no está tan dispuesto a proporcionar gratis.
Esta estrategia está acabando con la paciencia de Trump. Si hasta hace muy poco sus simpatías hacia Moscú eran manifiestas, el líder republicano ya se ha dado cuenta de que Putin va a su propio ritmo y que opta por ganar tiempo, un tiempo que la Casa Blanca no tiene. Por eso, cuando Trump habló con Putin este jueves, el resultado de la conversación fue decepcionante, según reconoció el mandatario estadounidense.
Diálogo atascado entre Rusia y EEUU
Era la sexta llamada entre los dos líderes y se esperaba que anunciaran una nueva ronda de negociaciones directas sobre la guerra. Pero esta vez Trump reconoció que el diálogo está atascado. “Tuvimos una llamada. Fue bastante larga y hablamos sobre muchos temas, incluido Irán. También conversamos de la guerra con Ucrania y no estoy contento sobre eso, no lo estoy”, afirmó el presidente de EEUU. En una posterior conversación con Zelenski, Trump afirmó en cambio que había sido “muy estratégica”, pero igualmente reconoció que la situación en Ucrania era “muy complicada”.
No era para menos el descontento con Putin. El líder ruso, según informó poco después el Kremlin, no se mostró contrario a hablar las veces que fueran necesarias con la Casa Blanca, pero dejó claro que Moscú tiene unos objetivos y que no acudirá a las negociaciones de paz con Ucrania antes de haberlos cumplido.
Entre esos objetivos está la conquista total de las regiones anexionadas en la invasión –Lugansk (prácticamente ya en poder del ejército ruso), Donetsk, Zaporiyia y Jersón-, además de la creación de zonas de contención en las fronteras con Ucrania y siempre en territorio tomado a los ucranianos.
Esta complicada conversación ha añadido más tensión a las diferencias que en los últimos meses han erosionado las relaciones entre Trump y Putin. Si en un principio la Administración Trump estaba dispuesta a reconocer incluso la partición territorial de Ucrania y la pérdida del 20% del territorio del país en manos rusas, ya no está tan clara la posición del mandatario estadounidense.
Suspensión del envío de armas de EEUU a Ucrania
Esta semana ya concluida, el Pentágono anunció la suspensión del despacho a Ucrania de determinados tipos de armas, algunos de ellos claves. Según Washington, la decisión de frenar la entrega a Ucrania de sistemas antimisiles, proyectiles de artillería de precisión, cohetes para los cazas F-16 y otras armas de última generación, estaba orientada a reevaluar las reservas militares estadounidenses, pues algunos de esos paquetes de armamento, como los sistemas antiaéreos Patriots, son caros de fabricar y EEUU no anda sobrado de ellos. “Joe Biden vació todo nuestro país, dándoles armas. Tenemos que asegurarnos de tener suficientes para nosotros”, aseveró Trump el jueves.
Según la subsecretaria de prensa de la Casa Blanca, Anna Kelly, la decisión de frenar los envíos de armas a Ucrania, incluso algunos de los que estaban ya en tramite de ser despachados, “se tomó para priorizar los intereses de Estados Unidos después de una revisión del Departamento de Defensa sobre el apoyo y la asistencia militar de nuestra nación a otros países del mundo”.
En este sentido, la reciente miniguerra de doce días contra Irán y el apoyo estadounidense a Israel, que la Casa Blanca considera prioritario, dejaron claro que la contienda de Ucrania está en un segundo plano de los intereses estratégicos estadounidenses, que puede ser resuelto de otras formas, esto es, con el peso económico de tal abastecimiento recayendo sobre los hombros europeos.
El jueves, Trump habló por teléfono con el canciller alemán, Friedrich Merz, sobre la guerra de Ucrania y sobre la situación de la seguridad en Europa y el resto del mundo. Alemania es uno de los países europeos que ha apostado más por el rearme del viejo continente para contener a Rusia.
Alemania ofrece comprar las armas ucranianas a EEUU
Si hace un par de años Berlín se comprometió a incrementar en 100.000 millones de euros el presupuesto bélico alemán ante el supuesto avance ruso, ahora ya empieza a concretar su apuesta por el militarismo y la carrera de armamento. En la reciente cumbre de la OTAN en La Haya abogó como pocos por el incremento hasta el 5% del PIB de los aliados en gastos de defensa, y ahora, ante las dudas crecientes de sus socios para aumentar el apoyo a Ucrania, Merz subraya su compromiso con Kiev. Eso sí, con armas estadounidenses.
Así, el viernes, el Gobierno alemán anunció que está negociando la compra a EEUU de sistemas antiaéreos Patriot con la intención de enviarlos a Ucrania. Tal y como indicó Stefan Kornelius, portavoz del Gobierno, “hay intensas conversaciones al respecto” con EEUU, pues “el problema es urgente”. Kornelius puso de ejemplo ese ataque ruso contra Kiev en la madrugada del viernes con medio millar de drones.
Está previsto que el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, viaje a mediados de julio a Washington para reunirse con el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, y evaluar la celeridad con la que se puede adquirir y después enviar a Ucrania las armas precisas.
Los demócratas denuncian el maquiavelismo de Trump
Precisamente en el contexto de la guerra de Ucrania, Hegseth ha acabado en el centro del huracán de una polémica con el opositor Partido Demócrata de Estados Unidos. Los demócratas acusan a Hegseth de frenar el envío de armas a Ucrania bajo el pretexto falso de que el arsenal estadounidense se estaba agotando.
La orden de detener el envío de armas a Ucrania tomó por sorpresa al Departamento de Estado, a miembros del Congreso tanto demócratas como republicanos, al Gobierno ucraniano y a los aliados europeos de Kiev.
Sin embargo, un análisis militar de los stocks armamentísticos realizado después del anuncio del Pentágono de suspender determinados envíos de armas remarcó que la entrega de este paquete de ayuda no habría puesto en peligro el suministro de municiones al propio ejército estadounidense. Según el congresista demócrata Adam Smith, miembro del Comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, EEUU “no está en un nivel de reservas (de municiones) más bajo que en los tres años y medio que dura el conflicto de Ucrania”.
Según los críticos con la decisión del Pentágono, parece evidente que la intención era otra. Hace unas semanas la respuesta habría sido que Washington trataba de presionar a Kiev para que aceptara su claudicación ante Moscú. Pero ya no está tan claro y actualmente prevalece la teoría de que el doble juego de Trump y Hegseth simplemente pretende lanzar un mensaje a Alemania y otros socios europeos comprometidos con el abastecimiento militar de Ucrania para que se apresuren a comprar y sufragar los carísimos equipos estadounidenses destinados al ejército ucraniano.
El resultado es más dinero para el complejo militar estadounidense y más oportunidades para que el Pentágono redefina sus intereses de seguridad, deje de una vez de lado a Ucrania y apunte con más armas y recursos hacia la prioridad estratégica de Trump, esto es, la región de Asia Pacífico, con China como rival principal.
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