Una luz en la noche

Lo habían anunciado en La Habana el pasado 9 de junio, al dar por concluido el tercer ciclo de las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y el Eln: el 3 de agosto iniciaría el cese de fuegos entre las partes por seis meses, prorrogables si así lo determinan las partes. Los dos ciclos anteriores, como habían tenido como sedes a Venezuela y México, y el cuarto ciclo retomará como sede a Venezuela. El silencio de sus armas es un inmenso reto para las partes.Un desafío, para disponerse a cumplir con lo pactado.

En este rumbo, la delegación negociadora de la insurgencia recorrió los diferentes frentes de guerra y así pudo explicar de qué se trata lo acordado y la manera de implementarlo. Por su parte Nicolás Gabino (histórico comandante de este grupo insurgente, quien por motivos de saludo debió renunciar al mando) y Antonio García (actual comandante), en sendos mensajes trasmitidos por video, explicaron en breves palabras lo acordado y dieron la orden a las fuerzas elenas de no llevar a cabo operaciones ofensivas contra  las tropas del gobierno colombiano.

Por su parte, el Gobierno tiene el reto de neutralizar la acción paramilitar y de otros estructuras insurgentes, a su vez. de neutralizar el asesinato de líderes sociales y de excombatientes de las Farc, impidiendo así que el Eln se vea envuelto en combates con otras organizaciones armadas que disputan el control de territorios donde las tropas rojinegras tienen presencia.  Para facilitar tales propósitos, un cese multilateral de fuegos a todas luces ideal, está lejos.

Por ahora, y para certificar el cumplimiento de lo acordado, se estableció un equipo integrado, además de la representación gubernamental y guerrillera, por la Misión de Verificación de la ONU.

Con ese fin, el miércoles 2 de agosto el Consejo de Seguridad aprobó la ampliación de su mandato y señaló que “la Misión de Verificación monitoreará y verificará la implementación del cese el fuego establecido en el Segundo Acuerdo de Cuba entre el Gobierno de Colombia y el ELN y, a tal fin, autoriza un incremento de hasta 68 observadores internacionales adicionales en la dotación actual de la Misión”.

Este mecanismo de monitoreo y verificación estará encargado de observar y constatar cualquier violación del cese el fuego pactado y, en caso de que se detecten tales violaciones, la Mesa de Diálogos será la encargada de abordar la situación y determinar las consecuencias correspondientes. Este mecanismo contará con una sede nacional en Bogotá y otras nueve en Arauca, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Medellín, Pasto, Quibdó, Soacha y Valledupar, además de 22 puntos locales en varios municipios. Como parte de todo lo así dispuesto, la ONU entregará periódicamente, o bajo petición expresa de la Mesa de Diálogos, informes sobre el estado de cumplimiento del cese el fuego.

Paralelo con este avance, y como parte sustancial de la visión del Eln sobre un acuerdo de paz, que los trasciende como fuerza insurgente según su particular manera de leer el conflicto armado que vive el país, el día dos de agosto se instaló en Bogotá el Consejo Nacional de Participación, instancia que tiene la misión de diseñar y organizar la Convención Nacional, un encuentro nacional reivindicado por el Eln como instancia popular para diagnósticar el país real que hoy existe, y diseñar el conjunto de medidas por implementar para el país necesario por construir. Con tal propósito, un total de 81 delegados de 30 sectores sociales, entre organizaciones, movimientos, gremios e instituciones, discutieron el miércoles 2 de agosto sobre cómo contribuir a la construcción de la paz.

Al día siguiente, y con presencia del Presidente Gustavo Petro, de las delegaciones gubernamentales e insurgentes que encaran el proceso negociador, además de delegaciones procedentes de diferentes coordenadas del país, con vocerías agrarias, indígenas, sindicales, de guardias comunitarias –indígenas, afro y cimarronas–, así como académicos y periodistas, el Consejo Nacional de Participación tuvo lo que pudiera interpretarse como su primera sesión, aunque no deliberativa sí de comunicación con el país.

Todos estos sucesos, a pesar de su significancia no decisoria para el presente y el futuro del país, no alcanzaron a ser apreciados por el gran público ya que, como el desagüe que arrasó con Armero, las denuncias sobre recepción ilegal de dineros por parte de Nicolás Petro Burgos, infectando con ellos la campaña electoral del Pacto Histórico y el mismo triunfo electoral del hoy Presidente del país, llenaron la agenda informativa. Los medios de comunicación dedicaron la mayoría de sus emisiones a informar sobre este suceso, el que más afecta la gobernabilidad del actual mandatario, sin valorar en debida forma el evento que estaba ocurriendo en las instalaciones de Corferias en Bogotá y que marca el presente del país, abriendo una rendija y ruta nueva para la “solución política y el futuro mejor para toda Colombia. ¿Comunicación manipuladora o expresión de correlación de fuerzas que reina hoy en el país?

En este contexto, la organización guerrillera ve disminuida el impacto de sus propuestas y disposición de paz, con un modelo de participación decisoria de la sociedad, un silenciamiento que le indica de manera nítida el inmenso despliegue humano que tendrá que realizar para atraer la mirada del país sobre su propuesta de paz y la particular manera de hacerla real; a la par que al gobierno le corresponde sobreponerse a este cerco mediático y disponer todas sus energías para abrirle suficientes espacios a su propuesta de ‘Paz Total’, que también implica la inclusión de la sociedad en su concreción, en tanto no es factible hacer realidad tal apuesta sin tocar y transformar la estructura social y económica del país, algo que no es posible concretar por medio de un decreto o de un directriz que emite un ente central. Dura es la realidad.

Estos retos, con inmensas potencialidades para el presente y el futuro del país, y más allá de los buenos deseos de las partes, encuentran menor margen de realización en un gobierno que debe dedicar buena parte del tiempo a defenderse, a la par que maniobrar para no verse arroyado en las próximas elecciones regionales.

Toca recordar, en todo caso, que más allá de estos avances, aún falta mucho camino por recorrer para alcanzar los propósitos que enmarcan toda negociación de paz. Kilómetros y más kilómetros en los cuales deben superarse diferencias de enfoque y propósitos para el corto, mediano y largo lazo de este diálogo, como quedó evidente en el escenario de los discursos pronunciados el 3 de agosto. Allí se escuchó, queda en el aire el discurso del Presidente que llama al Eln “a desarmarse por la vida” y luego las palabras de Pablo Beltrán que llaman a encajar “qué hay de común” entre la propuesta del Eln, la del Estado-Gobierno y la del conjunto de la sociedad. Y esa insistencia de la organización insurgente, en este como en otros eventos, recordando que hubo unos motivos para alzarse en armas y mientras ellos no dejen de existir no hay razón para dejar las armas.

Una realidad que permite preguntar: ¿logrará este proceso de paz, y como parte del mismo la Convención Nacional por realizar en un futuro cercano, despertar el ánimo y la imaginación nacional para luchar por un modelo social, económico y político diferente al hoy reinante? ¿Logrará este proceso de negociación crear las condiciones para que el Eln de por satisfechas las demandas sociales motivo de su alzamiento y ver realizadas con ello las condiciones para pasar a una nueva fase de lucha política, esta vez no armada?

Información adicional

Colombia, proceso de paz Gobierno-Eln
Autor/a: desdeabajo
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: desdeabajo

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