Este artículo está basado en una entrevista realizada a Jorge Larrosa* en el marco del Encuentro Nacional “Formar en Futuro Presente” de los programas “Elegir la docencia” y “Aprender enseñando”, del Área de Desarrollo Institucional, del Instituto Nacional de Formación Docente**.
La idea de experiencia en el discurso pedagógico
Desde los años 60 el campo pedagógico está atravesado por dos tipos de discursos: El discurso teórico que intenta pensar la educación como una ciencia aplicada, que sería sobre todo la jerga de los expertos, los psicopedagogos, los didactas, los tecnólogos de la educación y luego la educación desde el punto de vista de la relación entre la teoría y la práctica. El discurso crítico de los últimos años está un poco basado en eso. Toda esa jerga de la reflexión sobre la práctica, la educación como una práctica reflexiva, ese tipo de cosas.
Entonces lo que hemos tratado de hacer es introducir en ese discurso, otro par diferente de de conceptos: experiencia/sentido. Pensar la educación más como una experiencia que no como una práctica.
La idea de experiencia fue muy importante en el discurso pedagógico del siglo XIX. El discurso sobre la formación que se desarrolla en el idealismo alemán, está fundamentado sobre la idea de experiencia que desaparece a partir de los años 50 porque hay un triunfo del pragmatismo en la educación, todo se piensa como una práctica.
Y entonces la palabra experiencia suena como más cerquita de la palabra vida, o sea, la vida no es una práctica, como el amor no es una práctica, como el viaje no es una práctica, como la lectura no es una práctica, pero sin embargo el amor, el viaje , la vida lo que sí que son, son experiencias, son experiencias acerca de vida, acerca de existencia; entonces, parece que es importante recuperar esa idea de que la pedagogía tiene que ver con la vida, con niños y por lo tanto la educación que también obviamente es una práctica, además de ser una práctica puede ser una experiencia. Eso puede ser interesante: tratar de volver a introducir en el campo pedagógico una manera de abordar las cuestiones que esté cerca de las cuestiones vitales.
La experiencia con la literatura, la filosofía y la educación
Pensé un tiempo que los filósofos se dividían en tres clases, independientemente de las teorías que sostuvieran sobre el mundo: los filósofos que solo leían filosofía, los filósofos que leían novelas y los filósofos que leían poesía. Entonces tuve la sensación –es un olfato de lector un poco idiota- de que los filósofos que leían novela tenían como una capacidad de captar aspectos existenciales y que tienen que ver con la textura de la vida, diferente a esa filosofía más abstracta, más especulativa, más sistemática, con más pretensiones conceptuales. Entonces, no sé porqué me gustaban los filósofos que leían novelas y hablaban de novelas; claro, los que leen poesía, ya están directamente locos, porque la poesía ya no tiene nada que ver con el relato y los seres humanos sensatos, somos seres humanos que relatamos. Cuando pierdes el relato, pierdes hasta la sensatez.
La vida no es como en los libros, pero se parece más a unos libros que a otros. Creo que la vida se parece más a las novelas que no a los libros de teoría de la educación. Profundizando un poco más sobre esa línea, una de las cosas que he intentado hacer es buscar un repertorio literario de textos que tengan que ver con la infancia, porque habría como una idea filosófica de la infancia, podríamos trazar un poco su genealogía y sus lugares principales, habría como unas teorías pedagógicas y psicológicas de la infancia, pero sin embargo la singularidad de la infancia, la experiencia de la infancia, o sea, cómo percibe el mundo un niño, cómo vive un niño en el mundo, esa idea, ni la psicología ni la filosofía es capaz de capturarla; sin embargo la literatura y a veces el cine sí.
Entonces el hecho de tratar de hacer un repertorio de películas y novelas que tengan que ver con la infancia, y de poemas que tengan que ver con la infancia, no se da solamente de buscar imágenes bonitas o textos bonitos, sino que realmente revienta la idea misma de la infancia, o sea, los niños tal como son mostrados en determinados textos artísticos, no se ajustan para nada a lo que los psicólogos dicen que son los niños, a lo que los filósofos dicen que son los niños. Entonces esa idea de que la infancia viva tal como está contada en algunas artes visuales o literarias, es capaz de desbordar cualquier categorización de infancia que se haga; y lo mismo podríamos decir de la novela de formación.
La idea de formación es una idea que se elabora en la filosofía, pero sin embargo donde se trama narrativamente y por lo tanto vitalmente, es en la novela. La novela no es otra cosa que el relato de cómo se constituye una persona, de cómo alguien se convierte en lo que es; entonces la textura vital, la textura concreta, contingente, provisional y vital de ese proceso, se percibe de una forma mucho más nítida y mucho más transparente en la novela que no en la filosofía o la psicología o las teorías del desarrollo cognitivo, esas cosas que dicen los psicólogos que nunca entenderemos bien qué son.
Los viajes como aporte de sentido
El viaje es uno de los lugares clásicos de la experiencia. De hecho la idea de experiencia es pedagógicamente fundamental en el siglo XIX, y es fundamental también en el viaje pedagógico. De hecho la novela de formación se articula ahí; en los países Centroeuropeos, los hijos (as) de casa bien, terminados sus estudios y antes de incorporarse a la vida profesional, hacían un viaje de formación, clásicamente a Italia, con la idea de adquirir un poco de mundo, un poco de soltura vital. Es interesante ver cómo se puede recuperar esa idea de salir de casa, de ir a ver lo que pasa ahí fuera, enfrentar un mundo desconocido, cómo se puede recuperar desde una idea de experiencia un poquito más moderna que esa idea clásica y también cómo se puede recuperar una cuestión muy interesante: cómo se puede leer un texto sin que nadie te lo explique.
Unos amigos organizan lo que ellos llaman viajes de estudio de lectura de ciudad. Una ciudad extraña, exótica, preferentemente de la cual no conozcas la lengua, de la que está prohibido tener información previa, de manera que uno no llegue a una ciudad ya leída, donde nadie te la va a explicar ni a decirte en qué sitio estás, y entonces enfrentar la práctica de entender la ciudad como un texto y ver qué es lo que a ti te dice, qué ves, sin que nadie te lo explique.
Es muy interesante porque lo que hace fundamentalmente es bloquear los automatismos del lenguaje. Los seres humanos llegamos a un lugar diferente y enseguida opinamos sobre el lugar, construimos una idea previa del mismo. Cuando uno llega a sitios como Kinsaza en el Congo Belga o como Belgrado o Tirana, capital de Albania, son lugares sin historia, sin una gran tradición cultural, de la que no entiendes una palabra de la lengua, etc., la primera sensación es que uno no comprende nada y además que uno no sabe decir nada sobre lo que ve. Entonces es una sensación de mudez, muy interesante, porque tienes que caminar muchas horas preferentemente en soledad, tratando de tomar algún registro escrito de lo que ves, piensas, se te ocurre, de lo que sientes, pero sin ninguno de los elementos que te facilitarían esa tarea.
Es la experiencia de cada uno. Sé que soy muy impreciso, pero se trata de experimentar la idea de experiencia, es decir: ¿Se puede viajar sin llevar la propia casa consigo? ¿Se puede viajar sin llegar a un sitio que de alguna forma ya sabes cuál es? ¿Se puede leer algo que no has leído? ¿Se puede aprender de algo que uno no sabe? ¿El mundo te puede decir alguna cosa que no sea una proyección de ti mismo? Ese tipo de cosas son las que se intentan experimentar ahí. Hay algo en la realidad que no sea lo que tú pones en ella?
Está muy conectado a esa idea existencial de experiencia que además tiene algo de ejercicio espiritual, de aventura espiritual en el buen sentido, tiene que ver con algo que comprometa el cuerpo y el alma, que comprometa al pensamiento de una forma radical. Es como ver si algo parecido a una aventura espiritual, es todavía hoy, posible.
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