Andrés Rincón, activista de la Federación Universitaria Nacional (FUN, Comisiones), y Óscar Aponte, activista de Rebeldía Estudiantil Organizada (REO), conversan sobre el significado, la experiencia, las lecciones y los retos que deja la lucha contra la reforma de la Ley 30, y por el derecho a la educación.
da.: Para acercarnos a la coyuntura que vive el movimiento estudiantil, y en sentido histórico, ¿encuentran ustedes relación entre la experiencia vivida en 1971 y la que ahora transcurre?
AR.: Es importante analizar los diferentes momentos del Movimiento Estudiantil para poder entender el valor de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane), sus alcances, logros y limitaciones. En este sentido, es básico conocer el Movimiento Estudiantil de 1971 y sus logros con el Programa Mínimo de la época, que fue una suerte de hoja de ruta convertida en derrotero de las luchas estudiantiles de esa época.
Aquel Programa Mínimo condensó un conjunto de reivindicaciones en el terreno financiero, político y de autonomía universitaria. Más allá de estos logros, aquel movimiento impactó las estructuras de la universidad pública con el cogobierno, el cual permitía que estudiantes y profesores pudieran hacer parte de los órganos colegiados de la Universidad. Esta fue una gran conquista –temporal– con respecto a la autonomía universitaria.
Además, hay un logro que no es muy tenido en cuenta, y es la salida de la iglesia católica de la universidad pública colombiana. Hay que recordar que en los Consejos Superiores de las universidades había un representante de aquélla. También tenían asiento en los consejos universitarios los representantes de las multinacionales, política que obedecía a las directrices del plan Atcon. Estos logros permitieron plasmar una nueva idea de universidad.
Otra conquista de gran importancia es cultural, porque se plasman nuevas formas de entender y hacer la política, lo que permitió permear el ejercicio político en los contextos urbanos. Los actuales logros del movimiento estudiantil se deben, en buena medida, a lo sucedido en aquella época.
OA.: Tanto en el movimiento del 71 como en el actual, encontramos la construcción de un programa mínimo que contiene elementos como financiación, autonomía y democracia universitaria. Podemos evaluar que en ambos casos estos movimientos se mueven en el ámbito nacional de las luchas sociales y tienen incidencia en ellas, como sucedió con el paro de 1977. También podemos señalar que estos movimientos cuestionan siempre la orientación de la política, como sucedió con los gobiernos de Carlos Lleras Restrepo y de Misael Pastrana. Hay que tener en cuenta que para cada momento las luchas tienen sus particularidades: no es lo mismo la lucha antes y después de la Ley 30.
da.: ¿Se puede decir que, así como el 71 fue un eco tardío de lo sucedido en el 68, el año 2011 es un eco simultáneo de lo que está sucediendo en varias regiones del mundo?
OA.: Es necesario hacer una interpretación de nivel global del sistema para entender lo que sucede en cada uno de estos lugares. Vemos que desde 2008 el modelo vive una crisis que se manifiesta de distintas maneras pero con un solo centro: el dominio del sector financiero. La crisis lleva a los defensores mundiales del sistema dominante a profundizar o potenciar el neoliberalismo. Las respuestas de la sociedad no se han dejado esperar y las contradicciones se agudizan. Con la crisis, vemos que el imperialismo, en procura de nuevos nichos de acumulación de capital, se expande a espacios que antes no eran factores dinámicos de tal acumulación, como el ánimo de lucro en la educación y la salud. La respuesta de los estudiantes de Chile da cuenta de esta situación. De igual manera, la Primavera Árabe tiene que ver con el reacomodamiento del capitalismo en busca de salidas a su crisis.
AR.: Con respecto a las protestas en Europa y el Norte de África, no se puede considerar que estas se generaron simplemente porque alguien las convocó desde Facebook. Si miramos la realidad de estos países, encontramos que desde hace tiempo allí se libran luchas como las protestas obreras en Egipto, desde hace tres años, y lo mismo sucede en Grecia. Todas estas protestas se dinamizan a partir de la crisis de 2008, lo que necesariamente nos ha influido. No es una casualidad. Lo mismo ocurre en Chile, aunque allí hay unos antecedentes de desarrollo de políticas neoliberales en la educación. Las diversas luchas tienden a agudizarse en todo el mundo, y no es un problema sólo de América Latina sino que lo es de la crisis del sistema capitalista.
da.: En el 71 había una lucha social en auge: campesinos con tomas de tierras, obreros movilizados, ligados al sindicalismo independiente. También había una lucha global por el cambio (Vietnam y países africanos por la descolonización), de alguna manera algo muy parecido a lo que hoy sucede. ¿Qué se puede analizar desde aquí, teniendo en cuenta que en Colombia hoy no tenemos una lucha social en auge, como en el 71?
AR.: En Colombia, a pesar de lo golpeado que ha sido el movimiento social, podemos ver que en los últimos tres años se presenta una reagrupación que se ve en el Congreso de los Pueblos, la Marcha Patriótica y el escenario incipiente que es Comosocol, todo lo cual permite alimentar el movimiento estudiantil, algo imposible si el movimiento social estuviera acabado. Guardadas las proporciones, vemos que para ambos momentos históricos el movimiento estudiantil logra convertirse en un referente de las luchas sociales.
OA.: La guerra sucia contra el movimiento social, expresada en el genocidio contra la UP, ¡A luchar!, y otras organizaciones, dejó un gran vacío que precisamente es lo que está empezando a superar el reagrupamiento en el Congreso de los Pueblos y la Marcha Patriótica. En este contexto, y con respecto al movimiento estudiantil, éste logra empezar a dar el salto hacia la movilización social.
da.: Respecto a la actual lucha del movimiento estudiantil, ¿qué balance se puede hacer?
OA.: Lo primero es en términos organizativos, porque los intentos unitarios y gremiales son de los estudiantes históricos, incluso desde la FUN de 1960, que agrupó a gran parte del estudiantado. Lo conseguido hasta el momento por la Mane permite recoger todos estos intentos históricos de organización y plantearse el horizonte unitario y gremial. Esto nos va a permitir avanzar en lo organizativo y también en términos de propuesta política para sacar el movimiento estudiantil del coyunturalismo. A pesar de todos los problemas que tiene la Mane, ha logrado que los estudiantes tengan el imaginario de una organización gremial, unitaria.
En segundo lugar, la movilización, porque haber logrado coordinar un paro nacional en la mayoría de universidades públicas, con protestas en parte de las privadas, le da un fuerte impulso a la movilización callejera, precisamente en el sentido de que su principal objetivo es ejercer presión política. Hemos logrado interiorizar dentro del estudiantado que es necesaria la lucha callejera para avanzar a escenarios más elevados de la misma. En un primer momento logramos esto a través del paro, se realizaron jornadas semanales de protesta y tuvimos una gran marcha nacional el 10 de noviembre. La movilización ha sido ese músculo que le permitió avanzar al movimiento estudiantil.
En tercer lugar, lo relacionado con el Programa Mínimo, que contiene más de lo que en algún momento llegamos a pensar. Allí se sintetizan reivindicaciones históricas del movimiento estudiantil. Grandes banderas como alcanzar la gratuidad de la educación o que el dinero para la educación venga de acabar las exenciones tributarias que tienen las multinacionales en nuestro país. Estos elementos han aportado en la agitación, como también ha sido clave con la apuesta de articulación.
AR.: Este movimiento estudiantil logra detener la consolidación de un modelo de educación superior neoliberal en Colombia. Vimos como Uribe y Santos afinaron esa propuesta. Gracias a la movilización estudiantil, el gobierno se vio obligado, por ahora, a retirar la propuesta de reforma a la Ley 30. Si esto no hubiera sucedido, hoy en Colombia tuviéramos una educación superior totalmente neoliberal.
En segunda instancia, el movimiento estudiantil logró abrir una puerta para discutir en Colombia la educación como derecho. Hoy, en términos políticos, el pueblo colombiano tiene la posibilidad de plasmar este modelo de educación entendido como derecho. Otro elemento de gran importancia: el pueblo colombiano entendió que es válido luchar, que al Estado hay que exigirle. Se empieza a salir, así, del letargo en que estábamos. Creo que ni el propio movimiento es consciente de que logró sembrar la semilla para que mucha gente en nuestro país se plantee cambiar las cosas. Esto es un cambio profundo en el terreno de la lucha en Colombia, que en unos años lograremos ver con total claridad.
OA.: Para insistir. Esta no es únicamente una lucha entre el movimiento estudiantil y el gobierno sino que asimismo es la posibilidad de sopesar la propuesta de éste y la que está construyendo el estudiantado en compañía de algunos otros sectores sociales, para luego, de cara a la sociedad, discutir la propuesta de educación que necesita el pueblo colombiano. Esto le da un nuevo carácter a la lucha.
da.: ¿Han hecho un balance de por qué los medios de comunicación le dieron realce a la lucha?
OA.: Hay un punto que no se ha tenido muy en cuenta: cuando vieron que esto agarraba fuerza, los medios de comunicación pretendieron conducir la movilización estudiantil callejera. Por ejemplo, pasaban a la Ministra de Educación, que decía: “No está mal que marchen, pero que sea pacífico”.
AR.: En parte es eso, pero creo además que la fuerza que agarró el movimiento logró remover esas estructuras del poder que hay en Colombia. La fuerza del movimiento les hizo una exigencia a los medios de comunicación. Para éstos, a pesar de estar manejados por el poder, les es difícil abstraerse totalmente de su realidad inmediata. El protagonismo que generó el estudiantado obligó a los medios a estar muy atentos de los principales aspectos políticos en el escenario de la opinión pública; la fuerza de los hechos los fue llevando a eso. Particularmente vimos que el periodista de a pie estaba con nosotros. Los medios no podían abstraerse de movilizaciones gigantescas, de las decisiones de la Mane, porque sabían que ahí estaba el quehacer y el futuro inmediato del movimiento.
da.: ¿Hay balance respecto a las formas que utilizaron para expresarse, para comunicarse?
AR.: Una de las principales características por resaltar es que se trata de un movimiento amplio y diverso, lo cual ayuda a que la expresión política en el terreno cultural lleve un mensaje que sea entendido, que llegue a la sociedad y que la gente se lo apropie. En este sentido, se logra que lo cultural tenga un asiento, pero más allá de esto es que el movimiento tiene una multiplicidad de actores de todos los órdenes: se manifiesta lo artístico, lo clandestino, lo radical, lo político, lo gremial, etcétera. El movimiento tuvo la capacidad de ganarse el corazón de la gente y de llevar la lucha a otros escenarios.
da.: Una pregunta que no podemos dejar de lado: ¿A pesar de que el tema ya pueda ser conocido, cómo surge la Mane?
OA.: La Mane se viene pensando desde hace tiempo, por lo menos dos años, a propósito de la necesidad de consolidar la organización gremial del movimiento estudiantil. Desde esta idea, se empezó a discutir la necesidad de aglutinar al movimiento estudiantil alrededor de algo más que una marcha, que un encuentro, es decir, más allá de la coyuntura. Es así como se fueron decantando elementos hasta que en el primer encuentro del ENEU (primer semestre de 2011) se decide que se va a crear la Mane y que se va a convocar a una sesión de concreción de lo que ésta debía ser. Así se produce la primera reunión de lo que hoy es la Mane, donde se decanta qué es, quiénes la integran, cómo se va a desarrollar organizativamente en las diferentes universidades, en lo local y en lo regional. Pero, además, al preguntarse por el eje articulador surge la necesidad del programa mínimo. Otro elemento fue la relación con la coyuntura que ya se veía venir y que fue su prueba de fuego.
AR. La Mane no es coyuntural. Si se rastrea al movimiento estudiantil, nos encontramos en 2004 con la Coordinadora Nacional Estudiantil Universitaria (CNEU), coordinadora que pretendió, producto de la iniciativa de diferentes sectores políticos, que el movimiento tuviera articulación y orientación nacionales. Tampoco podemos olvidar los intentos coordinadores vividos en 2002 y 2003, lo cual nos permite decir que por lo menos durante una década el movimiento estudiantil vivió intentos de aglutinación nacional, particularmente el proceso de la CNEU, que por varias dificultades terminó en 2006, momento a partir del cual se realizaron varios encuentros estudiantiles, de emergencia, para mirar el tema de coyuntura, y hace dos años –en Manizales– surge la idea de la Mane, la idea de aglutinarnos. Los tres ejes fundamentales que discute hoy la Mane (lo organizativo, lo programático y la movilización) son los mismos que discutíamos en 2004.
da.: La propuesta de reforma gubernamental de la Ley 30 fue un elemento catalizador. ¿Cuál es el aspecto que ayudó a consensuar con relación al programa mínimo?
AR.: Un aspecto es la necesidad de frenar la reforma impuesta por Santos, y el otro es que dentro del movimiento estudiantil hay conciencia sobre la necesidad de construir una propuesta propia. El movimiento logra adquirir conciencia de que debe salir del No y proponer; tiene conciencia de que necesita aglutinarse para construir una propuesta de educación como derecho. La necesidad de los contenidos hizo urgente construir la propuesta de un Programa Mínimo que ayudara a definir un derrotero para el movimiento. Tal programa tiene como referente el de 1971 y la necesidad de unas propuestas que no sean cortoplasistas.
da.: ¿Qué balance se puede hacer sobre los puntos del programa mínimo?
OA.: Recordar, antes que nada, los puntos del programa: financiación, autonomía, democracia universitaria, bienestar universitario, calidad académica, libertades democráticas y relación Universidad-Sociedad. Llamar la atención de algo importante: más que puntos, son ejes que aglutinan diversidad de elementos en torno a un tema en concreto. Ahora, el balance del Programa Mínimo es que ha servido, primero, como elemento de agitación entre los estudiantes. A pesar de no haber tenido la propuesta ya desarrollada la educación necesaria para el pueblo, el Programa Mínimo nos permitió llegar a universidades, facultades y carreras, diciendo “este es el Programa Mínimo sobre el cual construir una propuesta de educación”. Mientras el gobierno presentaba su propuesta, los estudiantes no nos quedamos sólo en lo contestatario; pusimos nuestro granito de arena al llegar a todos los estudiantes con una propuesta.
El segundo elemento es preguntarnos sobre la validez social, histórica y política que en este momento contienen los elementos que contiene el Programa Mínimo. ¿Son efectivamente la base necesaria para la construcción de la propuesta de educación? Esto nos lleva a que debemos revisar las discusiones anteriores –como las de Manizales– porque el programa mínimo, en efecto, aún no es la propuesta de educación, es la base de ella.
AR.: El programa mínimo logra condensar o sintetizar unas banderas de lucha del movimiento: por ejemplo, el tema de gratuidad, que terminó convertido en bandera central de lucha del mismo, incluso no sólo como consigna sino también como propuesta. Aquí viene la discusión: ¿Es posible en Colombia la gratuidad para los 500.000 o 600.000 estudiantes que tiene la educación superior? Y, para un Estado que se presume democrático, es fundamental darle respuesta positiva al interrogante, pues para el caso de la Universidad Nacional tal gratuidad no supera, por año, los 70 u 80 mil millones de pesos. Si comparamos estas cifras con las exenciones tributarias que ese mismo Estado le garantiza a una multinacional, entonces pensar en ese dinero no sería descabellado.
Otro ejemplo es el tema de autonomía universitaria, que pone en discusión la esencia de la universidad colombiana. Si vemos tal autonomía como lo que permite que la Universidad sea un centro de debate e ideas, esto controvierte el modelo de Universidad-Empresa. Dentro de este tema podemos hablar de extraterritorialidad, y vemos los abusos de la policía contra el estudiantado, y así cada elemento se va desarrollando en el entramado político que es la Universidad. Hoy, el Programa Mínimo va a ser la plataforma para el desarrollo de la propuesta de educación.
da.: ¿Sienten que hubo apropiación y comprensión del programa por parte de los estudiantes?
OA.: Sí. Un elemento que así lo evidencia fue la agitación, que se fue desarrollando poco a poco en las universidades y ganando más aceptación en su mensaje. También vimos cómo los medios de comunicación aludían cada vez más al Programa Mínimo. Pero, además, la base de todos los encuentros estudiantiles desarrollados durante 2011 descansa en el Programa Mínimo.
da.: A partir del retiro de la propuesta de ley del gobierno, ¿qué escenario se constituye para el movimiento estudiantil?
AR.: El principal escenario es desarrollar la Mane en sus tres aspectos: movilización, organización y construcción de propuesta. Este último aspecto es el más importante en el actual momento; allí el movimiento encuentra las bases de su desarrollo. En la última reunión de la Mane –Huila– se desarrolló una metodología para lo nacional, lo regional y lo local. Esta metodología debe permitir tres cosas: 1. Tener una idea de Universidad o educación que se relacione claramente con una apuesta de país, lo cual debe quedar muy claro en la exposición de motivos de la propuesta de ley que se va a generar; 2. El movimiento debe desarrollar cada uno de esos ejes en sus contenidos políticos, en el tema de financiación, que es uno de los más difíciles; tiene que precisar cómo es ese modelo de financiación desde el sector social y popular; 3. convertir su propuesta política en articulado. Para 2012, el escenario es el desarrollo de propuestas en compañía de la movilización.
OA.: Hay que ver lo que se viene para 2012. En 2011 tuvimos un momento de presión a través del paro, pero ahora estamos en otro momento político, en un momento de construcción de propuesta. Esta construcción tiene varias discusiones. La primera: lo organizativo, lo cual tiene que ver con las características de los objetivos que se levantan, más cuando se está hablando de un espacio gremial. La gran apuesta es lograr unas formas organizativas desde lo local hacia lo nacional, y desde lo nacional hacia lo local, que sean operativas en términos de construcción de propuesta, y que todo esto le permita a la Mane tener un funcionamiento fluido. La segunda: un replanteamiento táctico que viene acompañado de esa nueva fase de la lucha y lo que implica la construcción de propuesta. Hay que precisar cuánto tiempo requerimos para la construcción de la propuesta, aspecto que se planteó en la Mane del 3 y 4 de diciembre en Neiva. ¿Cuáles van a ser los elementos políticos generales, el plan de acción y los tiempos para el período de lucha que se viene? Eso implica preguntarnos por el carácter de la movilización, porque no es lo mismo lo que ha sucedido hasta ahora que lo que se viene. Un tercer momento es cómo avanzamos en la articulación política con otros sectores, para que tal articulación no se quede reducida al mero acompañamiento en la movilización.
da.: ¿De acuerdo al Programa Mínimo, se puede pensar que en este momento el elemento relevante es la relación Universidad-Sociedad?
AR.: Este elemento termina siendo transversal. En la Mane hemos discutido que el primer paso para ponernos de acuerdo y avanzar son las ideas de Universidad, educación y país. Si no logramos ponernos de acuerdo en estos aspectos, podemos hacer muchas propuestas de financiación, autonomía universitaria, pero no tendrían el mismo efecto. El reto de elaborar una exposición de motivos le implica al movimiento estudiantil entrar en una relación más clara con la sociedad, lo que permitiría tener proyección de lucha y tener más claro a qué se enfrenta cuando se enfrenta con el Gobierno. El gobierno tiene su idea de país y de Universidad; los estudiantes, cada vez que salgamos a la calle, al barrio, a la fábrica, debemos tener clara nuestra idea de Universidad y de país.
da.: ¿En la reunión de Neiva se pensó metodológicamente en foros y otras actividades para construir con la sociedad la idea de Universidad?
OA.: Uno de los objetivos de la reunión de Neiva fue empezar a decantar los elementos de la metodología. En un primer momento empezar la construcción de la exposición de motivos desde la comunidad universitaria, y desde allí lanzar foros regionales que se sistematicen y se hagan foros nacionales que permitan la participación de diferentes sectores organizados del pueblo, Incluso, hay sectores que ya tienen avances en las propuestas, como es la educación campesina y la educación étnica.
da.: ¿Hay un calendario para este trabajo o está por elaborarse?
AR.: Hay un calendario que contempla encuentros regionales y dos encuentros nacionales. La idea es que, finalizando el primer semestre de 2012, se tenga un buen camino recorrido en términos de construcción de propuesta.
da.: ¿Cualquier universidad, localmente, puede tomar la iniciativa y citar a un debate que considere pertinente?
OA.: El escenario de construcción principal va a ser lo local. En Bogotá está el ejemplo de la Universidad Católica, que un día llegó a la Mane diciendo que las discusiones que habían desarrollado les permitían acercarse a este espacio de discusión y descisión nacional.
da.: ¿Y con los intelectuales…?
AR.: La idea es que se pueda constituir un espacio que hasta ahora hemos pensado como una comisión de expertos. El movimiento entiende que sólo no puede; que necesita que los profesores y los intelectuales se vinculen. Los espacios naturales de la academia son claves, como las carreras, las facultades, las sedes, etcétera. Estos espacios no se deben desligar de la construcción de propuesta porque, de lo contrario, no tendría la misma profundidad.
da.: ¿Qué otros aspectos se decidieron en Neiva?
OA.: Lo programático, de movilización, y lo organizativo, este último el más candente en el debate, discusiones sobre el carácter de la Mane para poder avanzar, sobre lo que significa una mesa local, la Mane hacia el futuro, cómo se toman las decisiones, etcétera. Todas estas son discusiones que se abordaron y no lograron decantarse, y por eso se proyectó un encuentro organizativo el 28 de enero, bajo la idea de cómo vamos a organizarnos para la construcción de propuesta. Hay unas fechas clave: el 15 y 16 de abril en Cartagena. No sólo en torno a la construcción de la propuesta sino también como protesta por la presencia del presidente Obama en la Cumbre de las Américas, y por la aprobación del TLC.
AR.: La idea es que cada mes, a partir de febrero, discutamos de cara a la sociedad sobre uno de los ejes del Programa Mínimo, y para debatirle al gobierno. La primera discusión es la relación Universidad-Sociedad, y la del mes de abril girará alrededor del tema de la financiación, y por qué el movimiento estudiantil no está de acuerdo con el TLC.ν
Bogotá, miércoles 14 de diciembre de 2011
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