La historia de Occidente fue, distintivamente, la historia de la razón, la cual adoptó, en momentos y en niveles distintos, dos expresiones o traducciones: la filosofía y la ciencia. Para el caso, son aquí equivalentes. El arte ocupó siempre un lugar secundario en la historia de la civilización occidental y el lugar destacado que hoy podemos reconocerle es apenas una historia reciente, a partir del siglo XVIII y XIX. Difícilmente antes. La cultura siempre a la zaga.
Historia de la razón, resumida
La civilización occidental es la historia de la razón: logos, que en griego significa tanto palabra, como número y pensamiento. Pues bien, lo primero que hace la razón es poner las condiciones de su propia existencia y de sus propias posibilidades. Eso se llamó, la política, la educación, la filosofía, lógica, la matemática, y en general todos los sistemas de control y regulación –del conocimiento y de la vida. En otras palabras, la historia de la humanidad occidental consiste exactamente en el proceso mediante el cual ella misma pone límites a su área, pero se permite ampliar el perímetro, siempre, sólo de manera gradual, provisoria, tentativa; esto es, con cautela y temor.
En otras palabras, el progreso del conocimiento, en cualquier sentido o acepción de la palabra, debió suceder siempre de manera acumulativa.
Paltón, lo primero que hace es expulsar a los poetas de su República. Y Aristóteles le sigue excluyendo a los artistas en general. Con ambos, Occidente cree que hay formas mejores y más acabadas de conocimiento. Lo cual, en realdad, social, ética y políticamente significa que hay unos seres humanos mejores que otros; justamente los que poseen y dominan los conocimientos llamados mejores, excelsos o superiores.
Toda la historia de Occidente fue la historia de jerarquías de conocimiento, lo cual, traduce exactamente, jerarquías de todo tipo: políticas, culturales, religiosas, teológicas, antropológicas y demás. Una historia de violencia, como se aprecia sin dificultad; violencia abierta, física o simbólica.
Así, si la filosofía fue la forma excelsa de conocimiento en la Grecia antigua y la teología en la Edad Media, en la modernidad se convirtió en la física, en las matemáticas, y en la ciencia en sentido amplio pero preciso. El arte hace su emergencia social y culturalmente en el Quattrocento y en el Cinquecento, pero se trata aún de una forma inferior de vida, y manifiestamente, para nadam una forma de conocimiento. El artista encuentra un estatus social apenas a partir del siglo XVIII hasta ña fecha. Sin embargo, se trata de una historia de muchos altibajos. El título genérico de estos altibajos es exactamente el del lugar de las humanidades en la esfera social, en sentido amplio.
Las artes emergen como una dimensión propia
Las artes no aparecen, no emergen, simplemente: irrumpen en el escenario social gracias –hay que decirlo– al nacimiento y el triunfo de una nueva clase social, la burguesía; primero, con la revolución francesa (triunfo político), y luego también con la revolución industrial (triunfo económico). Evidentemente que puede hacerse referencias al estilo gótico, a la música gregoriana, a las chaconas y saltarelos del Renacimiento, a la pintura y a la escultura, al teatro shakesperiano y siempre a la poesía.
Tradicionalmente el estudio y aprendizaje de las artes era un asunto privado y personal. Pero una vez que se cran escuelas de arte de acceso abierto y masivo, las cosas cambian. Los artistas mismos empiezan a tener un espacio social propia a lo cual contribuyen recitales, conciertos, impresiones y museos de acceso amplio y colectivo. Las artes y los artistas cobran un valor social y culturalmente perfectamente distinto al que siempre tuvieron.
El arte siempre va por delante
El mundo y la realidad fueron siempre experimentados, comunicados y vividos en la forma del arte y como expresión estética, antes como pensamiento y argumento. La danza y la música, la poesía y los relatos, la pintura y la arquitectura cumplieron originariamente una función explicativa. De hecho, el mito no significó jamás algo como irracional; simple y llanamente, el mito quería decir: relato cantado. Fue posteriormente, con el tránsito, en Occidente, de la Grecia arcaica a la Grecia clásica, que se impuso la prosa y el relato narrado, no cantado ni musicalizado.
El arte y la estética son comprensiones del mundo y de todas las cosas. De hecho, la primera forma de conocimiento es a través de la percepción, o mejor aún, a través de los sentidos y los sentimientos. Los sentimientos y los sentidos son ya actos cognitivos. El problema es que Occidente hizo creer –de manera unilateral y reduccionista–, que el conocimiento era distintivamente racional o intelectual. En esta diferencia se ubica exactamente la frontera entre Occidente –la hibridación entre Atenas, Roma y Jerusalén–, y las civilizaciones anteriores (y las posteriores, como es el caso de los pueblos mesoamericanos).
Para Occidente, por así decirlo, verdad mata a belleza. Y lo importante en la vida y en el mundo es la verdad de las cosas, punto. Esto es cierto única y exclusivamente al interior del marco de esa civilización que tiene alrededor de 2500 años.
Sin ambages, el mundo se volvió verdadero y certero, pero feo y vulgar. Es exactamente toda la historia del poder, de la propiedad privada, de las jerarquías, en fin, de la violencia cada vez más sistémica y sistemática. Hasta el cielo, se dijo, está estructurado en términos de jerarquías.
La existencia consiste en sentir siempre primero las cosas, y luego, eventualmente, también en pensarlas. Ya desde las bacterias y los virus, desde los parásitos y los hongos, la primera forma de comunicación y de relación con el mundo entero es la sensación; técnicamente es llamada el quorum sensing. La naturaleza opera de entrada sobre sensaciones y afectos (= afectaciones). Sólo los seres humanos –en realdad, una parte de los seres humanos–, creen que lo verdaderamente importante descansas en la reflexión y el conocimiento abstracto: conceptos, ideas, categorías, argumentos, demostraciones, experimentos.
Y entonces, claro, se introdujo frontalmente la idea de que las pasiones debían ser eliminadas, y el entendimiento debía controlar la existencia. Todo el sistema de educación, de política, de religión y de economía se definió por esta creencia.
En cualquier caso, la experiencia del mundo siempre ha sido de entrada estética, y entonces, artística por derivación. Histórica, epistemológica, experiencialmente, siempre hemos entendido el mundo en la forma de las artes primero. La ciencia y la filosofía han sucedido a las artes, y ello a pesar del propio estatus social de las artes. La cultura, en contraste, siempre va a la zaga.

La imaginación, primero, la “realidad” luego
La comprensión estándar de la realidad y lo real en Occidente se funda, implícita o explícitamente, en una comprensión basada en creencias social y culturalmente reforzadas. Es lo que genéricamente se llaman ideas y conceptos. Vehiculadas a través del lenguaje.
Hay que decir, por lo demás, que la imaginación no constituye un rasgo exclusiva o distintivamente humano. Hace ya tiempo ha quedado establecido suficientemente que ya las plantas tienen la capacidad de imaginar y de simular escenarios y comportarse consecuentemente*.
Los sistemas vivos imaginan el entorno, esto es, elaboran imágenes y anticipaciones del mismo a fin de poder desarrollar comportamientos adaptativos. De esta suerte, la mejor condición que tiene la vida frente a los cambios y las vicisitudes del medioambiente consiste en anticiparse a sus dinámicas, impredecibles e inciertas por definición. Más exactamente, los sistemas vivos, no simplemente conocen el entorno y entonces se adaptan a él; mucho mejor, lo imaginan, antes de que un acontecimiento pueda tener lugar.
Pues bien, en el caso de los seres humanos, siempre el arte –ya sea en la forma de la pintura o el dibujo, de la literatura o la poesía, de la música o de la danza y el baile se han anticipado a las explicaciones y comprensiones de la ciencia, dicho en general.
Unos pocos ejemplos pueden ser suficientes: Rembrandt y Vermeer descubren la óptica, los jugos de luz y de sombra y los cromatismos, mucho mejor y mucho antes que Newton; Shakespeare se anticipa con mucho a A. Smith a D. Ricardo, a Montesquieu o a Marx en su comprensión de los fenómenos humanos; Bach se anticipa con mucho a la mecánica clásica de Newton, y en muchos aspectos la supera; en fin, la historia de América latina –Abya-Yala– se descubre, manifiestamente, mucho antes en la literatura que en la historiografía, la sociología, la antropología o los estudios políticos. Numerosos otros ejemplos se podrían mencionar. Un texto sobre la forma y los casos en los que el arte se anticipa a la ciencia, tanto como a la filosofía sería el objeto de otro espacio aparte.
Los rezagos de la cultura
Etimológica, semántica, existencial, psicológicamente, la cultura significa espacios y formas de comportamientos conservadores. (En este sentido, es un contrasentido hablar de una cultura de la paz, o de una cultura de la vida). La cultura se funda en y tiene como finalidad sedimentar hábitos, costumbres, tradiciones. Mantener las cosas; nunca cambiarlas. La cultura consiste en atavismos, costumbres, ritos –es decir, repeticiones–, mucho refuerzo, y el rechazo de cualquier novedad. Al fin y al cabo, la existencia humana es extremadamente frágil, y es función de la cultura proteger la existencia contra cualquier “cuerpo extraño”.
En el plano de la educación, de la ciencia y la filosofía, del arte y de la política las innovaciones tienen lugar a pesar de la cultura; no gracias a ella.
De esta suerte, frente a las novedades en general, la cultura va siempre a la zaga. Llega, como el Búho de Minerva, cuando ya la tarde ha caído y comienza la noche. Entonces, lentamente, tiene lugar el proceso de socialización de (la punta de) el conocimiento; todo, mientras la ciencia y particularmente las artes, ya van muy delante. Jamás existe una simetría entre arte, ciencia y cultura. Un problema al mismo tiempo epistemológico, psicológico, y de corte educativo y político.
De manera tradicional, la educación siempre va atrasada con relación a la investigación, científica, filosófica o artística, para mencionar las tres áreas centrales del conocimiento. La razón estriba en la libertad creativa de las artes en general. Al arte en general no le interesa fundamentalmente la realidad; mucho mejor, lo suyo consiste en crear otras realidades, imaginar por distintos medios otros mundos. Este fue exactamente la razón por la que Platón era extremadamente conservador, también con relación a las artes. Platón se negaba a que hubiera una dimensión de la existencia que quisiera –y lograra– superar la realidad, lo dado, lo existente.
De manera general, a la ciencia le interesa lo real, lo que existe, lo que está a la mano, lo que acaece. La ciencia en general consiste en una invitación a enfrentarnos a lo real y a comprenderlo y explicarlo. De manera puntual, a la filosofía le es propia la invitación a cambiar de actitud frente a lo real. Numerosos aspectos técnicos podrían mencionarse en este punto. Pues bien, mientras todo ello tiene lugar, la cultura en general se entera ex post, acerca de las novedades, innovaciones y creaciones, debido a que está inmersa e invita a todos y a cada uno, a sumergirse en lo que denomina ingenuamente “la realidad”; esto es, la vida cotidiana y sus preocupaciones, los avatares económicos y sus preocupaciones, en fin, las peripecias emocionales y afectivas y sus altibajos, por ejemplo.
Lo anterior no es de sorprender en absoluto. Ni es verdad ni es tampoco necesario que los tiempos de las artes, los de la ciencia y la filosofía, y los de la cultura se correspondan uno a uno, ni que sean simétricos. Esta asimetría de tiempos, y por consiguiente de estructuras mentales imprime complejidad a la sociedad en general –a la educación, a la política, y demás.
En cualquier caso: no es evidente para nada que la mejor comprensión del mundo, en cualquier acepción de la palabra, provenga del lado de la ciencia; o de la filosofía. Muy por el contrario, las artes aportan siempre la primera forma de relacionamiento, de experiencia, y de comprensión de las cosas. Ciertamente no en términos de un lenguaje predicativo –esto es, el lenguaje del tipo S es P–, pero sí en lenguajes inmensamente más ricos que el lenguaje de la cultura y el de la filosofía y la ciencia. Se trata de la música –tonal, atonal, sinfónica o dodecafónica, popular, temperada o no-temperada, por ejemplo–; de los cromatismos de todo tipo, en fin, de la metáfora, la anáfora, la hipérbole y la ironía, por ejemplo.
Ya va siendo tiempo que situemos en su lugar a la ciencia y a la filosofía, importantes como son, con respecto a las artes. En otras palabras, entender el mundo simple y llanamente con base en la filosofía o en la ciencia es una mala comprensión; requerimos, además, de las artes para entender las cosas.
* Baluska, F., Mancuso, S., Volkmann, D., (2006). Communication in Plants. Neuronal Aspects of Plan Life. Springer Verlag
No instrumentalizar
Las políticas públicas son fragmentarias, parceladas, cercenadas, de manera necesaria. Tal es el carácter mismo del Estado. Una política de vida implica integrar segmentos, parcelas, competencias particulares. De esta suerte, debe ser posible una integración, en el marco de este artículo, de las políticas sociales, la de medioambiente, de educación, de cultura, de ciencia y tecnología, por decir lo menos. Una integración semejante permitirá cualquier cosa menos una instrumentalización de la cultura; o bien, situar a la par, a la educación y a la ciencia y la tecnología, por ejemplo. Si es cierto que, en el Gobierno del Cambio se aboga por una profunda transformación institucional –lo cual es a todas luces necesario y muy bienvenido–, este giro institucional puede convertirse en el catalizador de cambios sociales y, más significativamente, variaciones estructurales e históricas. En todos los casos, las políticas públicas quedan sujetas o sometidas, absolutamente, a políticas de vida, en toda la extensión de la palabra y con toda la carga que ello comporta.
Foto principal: Orionpozo, “Rembrandt”, https://www.flickr.com/photos/orionpozo/6832823127/
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