Home » Así contaron nuestros votos

Así contaron nuestros votos

Así contaron nuestros votos

Crónica del después de las 4:00 p.m. en 2da vuelta presidencial

Relato pedagógico de cómo funciona el sistema electoral en Colombia

 

Domingo, 19 de junio de 2022. Hoy Colombia elegirá al presidente número 48 en toda su historia. Es la sexta vez que, desde que se instauró para elecciones presidenciales la instancia de segunda vuelta, la contienda se ha ido a este segundo ‘round’. Bogotá amanece enorme, como siempre. Y en un rincón de la ciudad capital, que lleva por nombre Corferias (un recinto ferial de más de 50.000 metros cuadrados), hoy se sufraga. Se cuentan votos por miles. Y una vez cerradas las urnas se da casa y cobijo a todos y cada uno de los votos de la ciudad. Se cuentan y se cuentan y se vuelven a contar. El día trajo a decenas de miles de votantes y luego se los llevó. Y después de las 4 la democracia es un ciempiés de colombianos trabajando para hacer valer lo que usted depositó en la urna.

 

Es mediodía y la gente empieza a votar aún sin haber llegado: a cuadra y media del inmortal arco que custodia la entrada del complejo ferial, en la esquina donde el pentágono-ciudadela que es Centro Nariño forma uno de sus vértices, una mujer anuncia los esferos que vende “por si las moscas” para la afluencia de ciudadanos. Qué tal que no haya con qué votar adentro.

Acuciosa, honesta, ofrece a los compradores un pedazo de cartón para que prueben los clásicos Bic® negros que vende a $1.000 pesos. Y la gente hace rayones y, también, escribe Rodolfo, Petro. La esquina del ‘voto temprano’, y la de al frente, trazada por el Parqueadero Verde, son el umbral que anuncia el ejercicio democrático: calle adentro se despliega la pasarela de votantes llegando a sufragar.

Un umbral que los vendedores ambulantes y un carrito de Crem Helado® llenan de colores, de sabores y de vida: capas de lluvia a $3.000; mazorcas de varios precios según tamaño; pinchos de carne, pollo o mixtos coronados de papa salada; porciones a $4.000 de mango en tiras, de patilla, de papaya, de coco; salpicón con o sin queso y crema de leche; ¡cholao caleño!: una torre exuberante de raspao, esencia de vainilla, piña, lulo, maracuyá, guanábana, Milo® y galleta; tapabocas a $2.000 para los sacrificados que todavía se los aguantan; manzanas acarameladas a $3.000 (2 por $5.000); algodón de azúcar. Suena una algarabía bella, sin escándalo, asordinada por la calma de una mini Colombia alegre.

 

 

 

Molly, una perrita Shih Tzu con capul de mechones cogidos con cauchos verde menta y un moñito rosado de medio lado, ya votó y viene dentro de la chaqueta de su dueño tiritando de frío; ya votó y viene de salida. También viene de salida caminando al pie de su amo Trisus, un enorme mastín napolitano. Y entrando viene un montón de gente. “Hombres a la izquierda, mujeres a la derecha”, vocean los patrulleros al pie de los dos caminos vallados que conducen a la entrada de Corferias; al arco bogotano donde se espera hoy triunfe la democracia.

 

 

Ahora son las 2:18 de la tarde y hay una moderada afluencia de votantes que, faltando una hora y cuarenta y dos minutos para que se cierren las votaciones, van camino a ejercer su derecho al voto en uno de los 3 pabellones habilitados para que el potencial de 335.883 sufragantes –159.892, mujeres y 175.991 hombres– que pueden votar en las 282 mesas instaladas en Corferias acuda a elegir.

Pasada la entrada, afuera, Noticias Caracol pone la Sony® HDC 1500 que, elevada unos cuantos metros en una grúa para cámara y cubierta por una sombrilla azul, hace las tomas del arco y las banderas que Colombia verá por televisión a lo largo del día mientras se muerde las uñas. Noticias Caracol pone allí, también, el cronómetro en pantalla gigante que cuenta el tiempo en reversa porque, no: si son las 4:00pm y se está en fila, adiós al voto; sólo se puede sufragar si para las 3 y 59 minutos con 59 segundos y 99 centésimas de segundo, el votante ya ha puesto su cédula de ciudadanía en la mano de un jurado de votación.

 

 

No faltan las mujeres. No faltan los hombres. No falta el que, pensando que en Corferias podía votar cualquier colombiano que no tuviera inscrita la cédula en ninguna parte, se vino hasta acá y se tuvo que devolver a la casa terriblemente frustrado: en Corferias pueden votar quienes no tengan la cédula inscrita en ninguna localidad o puesto de votación, sí, siempre y cuando la cédula haya sido expedida en Bogotá entre el 1º de enero de 1988 y el 7 de enero de 2003. Nadie menor al que cumple 37 años en 2022, por ejemplo. A excepción de los que se equivocaron, faltan, por ende, los más jóvenes.

El censo electoral de Corferias cabe en el primer piso de dos pabellones estándar, sumados al área completa de uno de esos pabellones tipo galpón (más pequeños) que no tienen segunda planta: el #4. Tres recintos. Doscientas ochenta y dos mesas. Mil seiscientos noventa y dos jurados de votación.

Tic. Tac. Tic. Tac. Tictac. Llegan las 4 y el lugar se vacía de votantes, pero no de personas. Corferias en esta ocasión es, además de puesto de votación, el lugar que hospeda tres de los procesos que hacen parte del conducto regular que deriva en la proclamación oficial del nuevo presidente: el Escrutinio de Mesa, el Preconteo, y el Escrutinio en Comisiones. Bienvenidos a El arte de contar.

 

 

 

El escrutinio de mesa: Votos contantes y sonantes; jurados contentos

 

Hubo el que le quería tomar foto al voto. El que llegó a votar a las 3:56. El votante que se equivocó y ejerció su derecho a solicitar otra tarjeta electoral (como es llamada técnicamente la hoja color beige sobre la que los colombianos hoy eligen). Votó la señora de edad que en voz alta se encomendó a Dios pidiendo que ganara “el mejor”. Votó, también, la persona en condición de discapacidad que en silla de ruedas ejerció su derecho a escoger entre Rodolfo Hernández y Gustavo Petro, o entre ninguno de los dos. El Registrador, acompañado de una comitiva de diez o doce personas, fue visto hacia las once de la mañana echando un vistazo aquí y otro vistazo allá.

Y ahora, que los relojes marcan las cuatro de la tarde, mientras toda Colombia está pegada del techo esperando resultados, en el pabellón #4 se escuchan muchos aplausos que son uno solo: los jurados -seis por mesa, siempre mayores de 18 años y menores de 60-, cansados pero contentos de haberle cumplido a la democracia en primera y segunda vuelta, inician, bajo la mirada vigilante de los testigos de votación, la faena del Escrutinio de Mesa. Una lata de bebida energizante Monster® por aquí. Un vaso de tinto de Tostao® que ya no es vaso sino batiburrillo de cartón y cuncho por allá.

 

“Acaban de anunciar que aumentaron las votaciones una hora”, bromea un jurado de votación que recibe risas reprobatorias de sus compañeros. “Estoy hiperventilando”, dice otro, emocionado, y un “tengo ganas de ir al baño, pero al de mi casa”, se escucha por ahí. Rondan el lugar observadores del Consejo Nacional Electoral que pasan por las mesas chequeando lo que pasa y haciendo preguntas. Lizeth García, del equipo de prensa de Registraduría, y Juliana Villanueva, la periodista de Rtvc, son las más elegantes del lugar: Lizeth, de conjunto negro y zapatos de plataforma, inicia transmisión en vivo; Juliana, de sastre lila y tacón puntilla morado, se alista y se acomoda la pinta con micrófono en mano.

Lo primero es el E-11: el formulario -hoja tamaño oficio estándar- que todo el que fue a votar firmó con huella. Es el acta de instalación y el registro general de votantes. Los jurados hacen, sobre este formato, una enumeración consecutiva para determinar el total de votantes que acudieron y efectivamente votaron en la mesa.

Lo segundo es romper. Se rompen todos los votos no marcados y todos los certificados electorales no entregados y se depositan en una bolsa negra que hace parte del ‘kit electoral’. Luego se rompe (con una llave, con la mano, con un esfero, con lo que haya), la etiqueta que sella las urnas de cartón cuadradas.

 

 

 

Lo tercero es sacar los votos y desdoblarlos

 

Y lo que sigue es contar. Para hacerlo, lo mejor es arrancar por hacer una pila con todos los votos depositados, volteados en dirección del envés. Luego separar los votos por candidato cuidando, por su puesto, que los votos en blanco, los votos nulos y los no marcados tengan cada uno su propio montón (sí, hay gente que pide el tarjetón, se va al cubículo de votación a echar globos y a pensar en los memes electorales y en los huevos del gallo, hace que vota pero no vota, y deposita el voto virgen -o en su defecto marcado por fuera de la casilla asignada a cada candidato- en la urna).

“Petro, Rodolfo. Rodolfo, Petro, Petro. Rodolfo, Rodolfo, Rodolfo. Petro, Petro, Petro, Petro, Petro. Rodolfo, Petro. En blanco. Petro. Rodolfo, Rodolfo, Rodolfo, Rodolfo, Rodolfo, Rodolfo. Petro, Petro”. El jurado contador de la mesa, designado por unanimidad, canta los votos conforme los va clasificando en el montón correspondiente a cada candidato mientras los otros jurados observan atentos. Y luego cuenta los votos propiedad de cada candidato.

Una vez contados los votos, los jurados deben comparar que el número de votantes enumerados en el E-11 coincida con el número total de cédulas de ciudadanía que fueron señaladas con resaltador amarillo en la Lista de Sufragantes para llevar un control de quiénes y cuántos son los sufragantes del día: el E-10. Si coincide, si en el E-10 y en el E-11 hay consignado exactamente el mismo número de personas, significa que, como no hay discrepancias, la mesa está “equilibrada” o “balanceada”.

Típico caso de voto nulo, el que lleva todas las casillas marcadas: las de las dos fórmulas presidenciales más la del voto en blanco. Casos especiales, mil, como uno en que hay una clara marcación convencional de casilla, pero, adicionalmente, una equis por fuera de ésta. En un caso así los jurados toman una decisión con base en la intención de voto que la marcación expresa y hacen la anotación, anotación que, sin falta, es un pasaje al otro planeta del conteo: las Comisiones Escrutadoras. Un planeta que queda río abajo de esta narración.

 

Formularios E-14: Los Tres Mosqueteros

 

“Los jurados y testigos electorales le pueden tomar foto a los E-14”, dicen los funcionarios de La Registraduría que pasan rondando el lugar, acompañando un proceso en el que doscientos setenta jurados de votación hacen el escrutinio de cuarenta y cinco mesas. Los célebres, los famosos formularios E-14, son los documentos que, técnicamente, se denominan el Acta de Escrutinio de los Jurados de Votación. Los E-14 son los tres mosqueteros electorales de la democracia en Colombia que hacen muchas cosas, pero sobre todo una: llevar la noticia de cuántos votos tuvo cada candidato en cada mesa.

 

 

Los E-14, son tres ‘hojitas’ rectangulares, con apariencia de factura de supermercado, iguales en en todo menos en dos cosas: los rótulos que tienen en la parte superior y los identifica con el rol que cumplirán, y el color de los mismos.

Así entonces: el formulario rotulado sobre dos casillas negras dice E-14 Transmisión; el formulario rotulado sobre dos casillas vinotinto dice E-14 Delegados, y el formulario rotulado sobre dos casillas aguamarina dice E-14 Claveros. Vienen como un solo pliego con líneas desprendibles. Una vez diligenciados se separan y se despiden los unos de los otros, pues no van para el mismo lugar.

Quienes habitan este formulario de registro de resultados esta vez (repleto de casillas que totalizan categorías), son Marelén Castillo, Francia Márquez, Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Allí están. Sonrientes. Expectantes. Impacientes. Los jurados anotan en la casilla de totalización reservada a cada fórmula presidencial el número de votos obtenidos en la mesa.

“Bueno, ¿quién va a ser el valiente hoy?” pregunta el jurado de votación de una mesa que ya metió todo el material roto en las bolsas grises que suministra la Registraduría, y que procede a meter los votos en una bolsa blanca sellable que viene con el ‘kit electoral’.

Su pregunta tiene sentido: aquí no es como llenar un formato de afiliación a EPS en el que si se cometió un error le dan al cristiano que lo está llenando uno nuevo. A pesar de que los E-14 tienen un espacio en el que, si se cometen errores se pueden registrar observaciones, es mejor no arriesgarse y ocasionar una angustia electoral cuando ya todo el mundo está agotado y se quiere ir a descansar. Luego de diligenciados, los seis jurados van firmando, uno a uno con nombre y cédula, cada uno de los tres ejemplares del E-14.

En el diligenciamiento de los E-14 aparecen otros notables protagonistas: los asteriscos. Son usados para llenar los espacios en blanco en caso de que los números totalizados no estén contenidos en centenas, pues la distribución estándar de potenciales votantes agrupados por mesa es un total de 400 cédulas secuenciales dentro de las cuales están incluidas las que no lo son: las de los seis jurados a quienes, por supuesto, no se les pide votar a las seis de la mañana y atravesar en dos trayectos Bogotá desayunando a la carrera para llegar a las ocho a trabajar.

La Registraduría indica a los jurados de votación que los E-14 deben ser llenados en ‘formato espejo’, es decir de manera exactamente igual. Y llega entonces el final épico; el momento de meter en las dos bolsas restantes que vienen con el ‘kit electoral’ lo que ya casi “se va”: el conjunto de los llamados pliegos electorales. Está, por un lado, la bolsa blanca sellable en la que se meten los votos, y, por el otro, una bolsa sellable aguamarina en la que se meten: la bolsa blanca, el E-10, el E-11, y el E-14 Claveros. El E-14 de Transmisión y el E-14 Delegados quedan por fuera de la bolsa aguamarina: tendrán otro destino.

La bolsa aguamarina será hogar seguro de los votos por el tiempo que se demoren en llegar al otro planeta del conteo. Es el resguardo del trabajo denodado de todo un día de los doscientos setenta jurados de votación que se van para casa con la satisfacción del deber cumplido. “Se cumplió la labor. Lo que pase de aquí pa’llá ya no es responsabilidad nuestra”, dice alguien. “Ojalá nos quede país qué volver a escrutar”, dice alguien más.

 

 

El preconteo: un país que antes de las 5 ya tiene presidente

Mientras los jurados de votación en el pabellón #4 van dejando poco a poco el lugar, van sucediendo dos labores tan bonitas y admirables, como ocultas:

Por una parte, dos mujeres, que además son madre e hija, recorren sin parar de aquí para allá y de allá para acá el inmenso pabellón-galpón (tan grande como un parqueadero para seis buses articulados de TransMilenio), recogiendo de las mesas los E-14 de Transmisión (de rótulos negros). Las llaman «patinadoras». La madre, de 46 años, se llama Rodulfa, y se refiere a su trabajo, sonriente: “de una vez uno hace deporte y quedo con energía, gracias a Dios”. La hija es Thalia: tiene 19 años, aretes con dije de espada, gargantilla negra de cuero que le regaló el novio, botas de terciopelo hasta la rodilla, y maquillaje con cat eye.

Thalia y Rodulfa recogen los E-14 de Transmisión de cada una de las mesas y se los llevan a tres mujeres que, sentadas en mesas Rimax®, empiezan a hacer llamadas desde teléfonos fijos Panasonic® para que Colombia, tipo 4:50, ya sepa quién es el presidente que acaba de ser elegido. Todavía en 2022 se usan líneas fijas, y son seres humanos en el teléfono quienes transmiten la información de las votaciones de un país, cual telegrafistas de la Primera Guerra Mundial. Sí: gracias a ellas, las transmisoras, es que Colombia puede seguir con ansiedad, miedo, devoción, (¿desesperación?) los boletines informativos que a través de la plataforma InfoVotantes dan a conocer los resultados de la Colombia que votó a lo largo del día.

Ellas son: Karen, Dora, y su compañera, que terminó de primeras y se fue a descansar, razón por la cual no fue posible preguntar de manera oportuna su nombre para este relato. E-14 de Transmisión en mano, estas tres mujeres llaman por el teléfono fijo a otro teléfono fijo usando, claro está, el indicativo para teléfonos fijos en Bogotá que desde hace poco cambió y aún confunde: 601. Así, pues, marcan al 601 – xxx xxxx para pronto encontrarse con una persona al otro lado de la línea.

Las transmisoras del pabellón #4 de Corferias (el puesto que en la zonificación electoral es el #1) llaman a los receptores, que están en tres edificios en algún lugar secreto de Bogotá recibiendo la información de los resultados de cada mesa, cada puesto de votación, cada zona urbana para alimentar InfoVotantes, de donde beben los medios de comunicación y los sufragantes.

Nada más les contestan, los receptores les preguntan una clave. Es la clave que garantiza que las que están llamando sí son las transmisoras oficiales, y no alguien haciendo suplantación. Resulta que esta clave no es un número. Es una palabra. Una palabra que, como cualquier otra, existe en el diccionario. Las transmisoras dan la clave. Luego, los receptores suministran su código de receptores. Después, las transmisoras dan su código: el propio. Acto seguido, dictan el código único del E-14 que tienen en mano: el de cada mesa. Por último, dictan los resultados de cada E-14.

Arrancan las transmisoras, entonces, a dictar los resultados de cada E-14. A continuación, transcripción del principio de una llamada de Karen que da cuenta de la zonificación electoral: «“Buenas tardes. [Da la clave]. [Silencio].[Anota el código del receptor]. [Dicta su propio código]. [Dicta la referencia de la mesa que está dictando: “Departamento 16, Municipio 1, Zona 90, Puesto 1, Mesa 5”]. [Dicta el código del E14: “5-67-92-14”]». Así pues, Cundinamarca es el Departamento 16; Bogotá es el Municipio 1; Corferias es el Puesto 1 y queda en la Zona 90.

Sobre el E-14, de arriba hacia abajo, la primera casilla –la 1– es la de Rodolfo Hernández y Marelén Castillo, y, debajo de ésta, está la de Gustavo Petro y Francia Márquez -la 2-. El registro de votos para candidatos tiene tres casillas contiguas la una a la otra y de izquierda a derecha en el papel están distribuidas así: Primera de izquierda a derecha: casilla que enumera las dos opciones: #1 y #2. Casilla de la mitad: fotos, nombre y logo de la fórmula presidencial (esta vez, se sabe, dos presidentes y dos vicepresidentas). Última casilla de izquierda a derecha, la de totalización de votos: la que los jurados llenaron con el número total de votos que obtuvo cada candidato en cada mesa.

Es por esto que, para dictar los votos de cada candidato, las transmisoras usan la mano con la que no están sosteniendo el teléfono igual que los rockeros vitoreando a su banda favorita en un concierto: con el meñique y el índice por fuera y guardando en el puño los demás dedos. Así, el meñique cae en la casilla que otorga número a cada fórmula presidencial, y el índice en la casilla que totaliza los votos de cada una, y de esta manera pueden ayudarse visualmente para su tarea de dictado de votos y resultados.

Las transmisoras abrevian lo que dictan para que sea más rápido: en vez de decir “Rodolfo” o “Petro”, los identifican con el número asignado en la primera casilla que, según se indicó acá tres párrafos arriba, está distribuido así: casilla #1 pertenece a Rodolfo y Marelén, y casilla #2, a Petro y Francia.

Continúa la transmisión de Karen: “1 con 160; 2 con 125; votos en blanco con 7; votos nulos con 2; votos no marcados con 0”. Así pues, en esta mesa, la número 5 del pabellón #4 de Corferias, Rodolfo Hernández obtuvo 160 votos, y Gustavo Petro, 125. Gana el 1: gana Rodolfo Hernández. Gana y estos resultados podrán ser consultados por cualquier colombiano en breve: los funcionarios de la Registraduría se llevan el E-14 de rótulos vinotinto -E-14 Delegados- para ser escaneados y subidos a la página de la Registraduría como parte de la divulgación de resultados.

 

 

Los transmisores están sujetos a auditoría de llamadas y en el proceso de capacitación se les advierte que si llega a haber alguna discrepancia entre lo que había en el papel y lo que dictaron, se inicia debida investigación con Fiscalía por presunto fraude, y hasta podrían ser enviados a polígrafo. En cada puesto de votación en Bogotá hubo de 1 a 3 transmisores, y para Bogotá trabajaron un aproximado de 400 receptores consolidando los resultados en algún lugar secreto de la ciudad.

Son las 4:40pm. Dora, una mujer joven de 32 años y dos hijitos de 3 y 4 años, oriunda de Timaná, Huila, recién acaba su transmisión y se alista para irse. Hoy ha llovido mucho y ha hecho un frío tenaz, y Dora no ve la hora de tomarse un tinto con pancito.

Los resultados del Escrutinio de Mesa y de las transmisiones constituyen el denominado Preconteo que, en esta etapa del proceso electoral, tienen sólo un valor informativo y carecen de carácter jurídico; a pesar de que ya los ‘papelitos’ fueron contados por los jurados de votación, y a pesar de que InfoVotantes, la radio, la televisión y las redes sociales ya cerca de las 4:50 proclaman presidente, los resultados que acaban de ser transmitidos a todo un país y que proclaman presidente menos de una hora después de cerradas las votaciones, aún tienen un camino largo por recorrer antes de que oficialmente puedan ser declaradas las elecciones.

Son las 4:55pm. El pabellón #4 de Corferias queda completamente vacío. Afuera un camión está siendo cargado con todo el material sobrante: papel, cartón, bolsas. La plazoleta de Corferias recibe, nublada y lloviznosa, a las pocas personas que quedan en el lugar. Hoy votaron acá 66.908 personas.

Anochece lentamente. Anuncia El Espectador en redes sociales que Gustavo Petro, con el 89.35% de las mesas informadas y un total de 10’075.836 votos, es el nuevo presidente de Colombia. Al otro día ese diario titularía así portada: CAMBIO HISTÓRICO.

 

Llegan los votos itinerantes

 

Corferias es el lugar al que llegan todos los votos de Bogotá para la nueva etapa del conteo: el Escrutinio Zonal a cargo de las Comisiones Escrutadoras Auxiliares. Son las seis de la tarde y en Corferias comienza un nuevo ajetreo. Ya su pasado de puesto de votación quedo atrás y empieza el ‘corre corre’ de la llegada de los votos de las 20 Localidades de Bogotá, distribuidas en 22 zonas y 901 puestos de votación. Llegan en 586 carros incontables lonas blancas llenas de votos: lonas que cargan las 14.935 bolsas aguamarina provenientes de las 14.935 mesas instaladas en la capital.

Este lugar parece un aeropuerto. Las entradas de los tres pabellones donde estarán instaladas las 131 comisiones que escrutarán los votos bogotanos del día son las dársenas que reciben sin parar las mini vans blancas que van circulando por las entradas de los pabellones 1, 7 y 8. Entre ellas se destaca una que tiene los logos médicos del báculo de Esculapio: es un vehículo de transporte de pacientes.

Los votos llegan en los puestos de atrás, en el del copiloto, en los baúles. Liberni, un ciudadano venezolano nacido en Maracaibo, corpulento, negro, de 1.98, regula el tráfico con pito en mano para que la descarga de los votos sea ágil. Regula el tráfico y, con un equipo de varios funcionarios de logística que portan chaleco verde fosforescente, baja los votos de los carros. A la altura de las 6:42pm han llegado los votos de 586 de los 901 puestos, y sólo faltan seis vehículos por llegar.

Bajan los votos de los carros, también, Marisol –mamá de dos hijos–, Harver –20 años, estudia en el Sena Ingeniería en Software y Mantenimiento–, Edison –27 años–, Daniel –19–, Jonathan Ríos –38–, Humberto Liévano –el jefe del equipo–, Edward Quintero –que no se quita por nada del mundo el tapabocas de tela negra-, Duván González -que coordina y reparte a sus compañeros botellitas de agua–, Esteban Pinto –uno de los más jóvenes–, Leonardo –24, estudia psicología en La Pedagógica–, y Harold –entrado en los cuarenta, marabino también–. La mayoría de ellos son brigadistas contraincendios.

Bajan los votos y los ponen en los carros zorra que los arrastran a la entrada de los pabellones, en donde los funcionarios de la Registraduría que los custodian y los traen en los carros desde cada localidad, zona y puesto de votación, hacen fila para entrarlos.

“No ha salido Sumapaz por temas de invierno”, anuncia a las 8:13pm por radioteléfono el Jefe de Seguridad de la Registraduría Distrital, que esta vez pudo dormir la noche anterior y llegar ‘fresco’ a la labor de coordinar que los carros atraquen para descargar los votos (en primera vuelta le tocó seguir derecho de viernes a domingo). A esa hora Léiber, un muchacho jovencísimo, descansa y espera a que llegue Sumapaz sentado en un carro de golf que está parqueado afuera de uno de los pabellones. Ya casi es hora de irse a casa para los que, sin descanso, descargaron los votos. Misión cumplida.

Un observador internacional europeo, que pidió no ser identificado, fuma absorto a las afueras del pabellón que auditará. Comenta su sentir y se conmueve hasta las lágrimas diciendo lo que es cierto: que Colombia es un país en el que hay mucha miseria. Él, que vio y vivió de primera mano la precariedad de un hospital en una región recóndita del país porque allí fue atendido, no oculta que el resultado electoral del momento presente le significa esperanza.

Sumapaz termina llegando, desde la lejura, desde el límite sur del casco urbano, a las 9:22.

 

Comisiones escrutadoras: un solo propósito, varios protagonistas.

 

En efecto, todas las lonas blancas van a parar al interior de los pabellones, y ahora arranca la noche y arranca, también, bajo la luz blanca de los pabellones de Corferias, la actividad en las Comisiones Escrutadoras Auxiliares instaladas por el Consejo Nacional Electoral en stands, al interior de los pabellones 1 y 8.

Un nuevo conteo. Una nueva instancia que garantiza la transparencia de estas elecciones. Dos pabellones de personas que, igual que todas las personas expuestas por esta narración que hasta acá han gravitado en torno a los votos a lo largo del día, trabajan como hormiguitas por la democracia mientras medio país celebra, y la otra mitad llora.

Las Comisiones Escrutadoras que hacen en audiencia pública el conteo, consolidación, verificación y clasificación de los resultados que arrojó el Escrutinio de Mesa están agrupadas por localidades. Hay localidades que pueden tener más de una Comisión Escrutadora, dependiendo de qué tan grandes son; dependiendo del número de puestos de votación que tengan. Así, por ejemplo, está la Comisión Rafael Uribe Uribe 18.6: el 18 corresponde al número de la localidad, y el 6 a la numeración de las comisiones por localidad cuando son más de una. Son, en total, 131 comisiones.

Son 131 y entre ellas está, por supuesto, la que cuenta los votos de la Zona 98 que incluye específicamente los votos de las cuatro cárceles de la ciudad: La Picota, La Modelo, El Buen Pastor, y la Cárcel Distrital. En los cuatro penales votaron un total de 775 ciudadanos privados de la libertad, pues los presos que tienen sentencias ejecutoriadas, por perder los derechos políticos, no pueden votar, pero sí los sindicados que tienen inscrita su cédula en el respectivo centro penitenciario.

A esta hora ya inició el «Plan Puntilla»: una vez hecha la Transmisión, la Registraduría, que recogió de cada puesto de votación los E-14 de Transmisión, los pega con chinches en las paredes de tela de cada comisión para revisión y consulta de los testigos de escrutinio. Lista la cartelera. Lista la tarea. Rondan por doquier las cosas de papelería que esta noche se necesitan en la oficina: lápices, clips mariposa, marcadores, resaltadores, grapadoras, bisturís, Colbón®, almohadillas dactilares, cauchos, clips normales.

Ahora las Comisiones Escrutadoras, compuestas cada una por un variado puñado de funcionarios y ciudadanos, cuyos intregantes son designados por el CNE y por el Tribunal Superior del Distrito Judicial diez días hábiles antes de la fecha de la elección, trabajan en audiencia pública mientras en el Movistar Arena el júbilo estalla. Trabajan en lo escondido escrutando cada una de las 14.935 bogotanas.

En distribución de género completamente al azar que no excluye ni a mujeres ni a hombres de ningún cargo, por cada comisión hay:

  1. Un Juez de la República
  1. Un Notario
  1. Tres Claveros -los custodios de las bolsas aguamarina-:
  2. 1 delegado proveniente de alcaldía local
  3. 1 juez auxiliar
  4. 1 funcionario de la Registraduría
  1. Un aproximado de dos a tres testigos de escrutinio (entre abogados y ciudadanos de a pie) delegados por las dos candidaturas, debidamente acreditados
  1. Un delegado de Registraduría: el Registrador Auxiliar que funge como Secretario de la Comisión (y es el mismo clavero)
  1. Un digitador que transcribe los resultados de los E-14 físicos al registro digital
  1. Un equipo de archivo de la Registraduría conformado por cuatro o cinco personas (por lo general mujeres)
  1. Un Procurador Judicial (delegado, por supuesto, de la Procuraduría)
  1. Un funcionario de soporte técnico encargado, más otro de backup (por lo general hombres)

*(Puede haber pequeñas variaciones en la configuración de las comisiones escrutadoras, como que en vez de un juez y un notario haya 2 jueces como escrutadores).

 

En la Comisión Ciudad Bolívar 19.3 se están escrutando cinco puestos de votación: Pasquilla, México, San Francisco, Santo Domingo, y Bella Flor, para un total de 112 mesas. Están de testigos de escrutinio, sentados delante de la mesa que ocupan el juez, el notario y la digitadora, una chica de 27 años y un chico de 26: Julie y Juan. Podrán eventualmente hacer solicitudes de reclamación en caso tal de que evidencien inconsistencias en la contabilización de votos de su candidato.

Juan es abogado. -Moreno, pelo crespo hasta los hombros-, lleva gafas de marco delgado, chaqueta de cuero negra y, sobre ésta, un pin de Maggie Simpson y otro del Conejo de Alicia en el País de las Maravillas. Decidió inscribirse como testigo de escrutinio porque siente como suyo este proceso de vigilancia; de garantizar que ningún voto quede mal contado; de poner un granito de arena para lo colectivo. Dice que en parte también hoy vino por salud mental; por no quedarse en la casa muriendo de ansiedad esperando unos resultados delante del televisor.  

Julie es directora de arte de proyectos audiovisuales. Tiene varias argollas en sus orejas, y el piercing del septum. Decidió inscribirse como testigo de escrutinio para volverse salvaguardia de votos. Viene porque se rehúsa a permanecer indiferente: “¿que porque yo sí tengo el pan en mi casa y la otra persona no, entonces me importa un rábano, o no me importa y no hago nada? No. No hacer nada me molesta un montón”, dice.

 

 Mesa leída, mesa escrutada

 

“Bolsa en buen estado”, declara a las 8:49 pm en la Comisión Kennedy Américas 8.10 la clavera-juez alzando una de las bolsas aguamarina que hace un momento permanecía en el arca triclave: una caja-cubo de madera pintada de blanco en la que podrían caber siete dichosos niños de preescolar jugando a las escondidas. Las arcas triclave son el depósito de las bolsas aguamarina que llegan de las localidades en las lonas blancas. Se llaman «triclave» porque tienen tres candados que custodian su contenido. Y sólo tienen las llaves los tres claveros.

Son los claveros, en efecto, los tres funcionarios designados para recibir las lonas blancas y hacerse responsables de su contenido, garantizando que se lleve a buen término la cadena de custodia que arranca desde que el delegado de puesto de la Registraduría recibe en cada puesto de votación las bolsas de todas las mesas y las ‘empaca’ en los carros oficiales. Los claveros sacan de las lonas blancas las bolsas aguamarina, las introducen en las arcas triclave, y tienen la responsabilidad de custodiarlas y velar por su seguridad a lo largo de la noche mientras se van sacando una a una para ser escrutadas.

En esta comisión las claveras son todas mujeres. Bolsa aguamarina que sacan, bolsa aguamarina que le pasan al notario para que la abra, extraiga el E-14 de rótulos aguamarina, y se proceda con la verificación de que lo que quedó consignado por los jurados de votación en el E-14 de Claveros es 100% coherente con las matemáticas que el formulario aporta para verificar que el Escrutinio de Mesa hecho por los jurados no tenga ninguna inconsistencia, y para digitalizar los resultados.

A las 8:49, entonces, en esta comisión la clavera le pasa la bolsa aguamarina al notario, y éste sentado en una mesa junto al juez, la clavera juez y la digitadora, saca el E14 que recién respira aire para pasárselo al juez, y entonces el formulario va a parar al escáner Kodak E1035 que en breve mostrará en el telón de proyección (de tamaño estándar) ubicado delante del video beam, los resultados consignados a mano por los jurados. Y entonces el juez, E-14 en mano, procede a leerlo en voz alta:

«Mesa 21, puesto 2.

292 sufragantes.

292 votos en la urna.

No hubo recuento.

0 votos incinerados.

6 firmas de jurados.

Rodolfo: 100

Gustavo: 166

Votos en blanco: 21

Votos nulos: 5

Votos no marcados: 0

[Para 292 votos].

Repito:

Rodolfo: 100

Gustavo: 166

Votos en blanco: 21

Votos nulos: 5

Votos no marcados: 0.»

El juez dicta los resultados de la mesa mientras la digitadora de la comisión los va pasando al computador bajo la mirada atenta de los testigos de escrutinio y de todos los presentes, que ven que lo que teclea la digitadora corresponde a lo que lee el juez, y que esto, así mismo, corresponde a lo que en el video beam se muestra como lo consignado a mano por los jurados.

A propósito: un voto se incinera en etapa de Escrutinio de Mesa cuando por alguna razón en la urna aparecen más votos que el número de votantes registrado al final del día. En estos casos, el deber de los jurados es sacar de la urna un voto al azar y quemarlo. Así la mesa queda balanceada de manera completamente justa e imparcial de cara a los candidatos.

Es en esta instancia cuando el juez revisa las observaciones respecto del voto dudoso que más temprano en etapa de Escrutinio de Mesa los jurados no supieron clasificar debido a que tenía marcación sobre casilla de fórmula presidencial y adicionalmente una equis por fuera: en algún rincón de estos dos pabellones en este momento un juez está revisando el E-14 de esa mesa y tomando la decisión de si se anula o no.

Una vez se escanea, verifica y digitaliza el E-14 Claveros, la bolsa aguamarina abierta es entregada al equipo de archivo de la Registraduría         que está detrás de la mesa de escrutinio: en esta comisión está compuesto de cuatro mujeres de distintas edades cuyo trabajo es separar los formularios E-10, E-11 Y E-14 de cada bolsa, clasificarlos en diferentes pilas encima de una mesa ubicada detrás de la mesa de escrutinio, y meter las bolsas blancas que traen los votos sellados en unas nuevas bolsas: una por mesa. Son grises. En adelante, en ellas estarán guardadas de manera absolutamente incorruptible las tarjetas electorales.

El notario se ausenta de la comisión por un rato, dejando a la clavera-juez encargada de sus funciones: fue por perros calientes y gaseosa para todos. A su regreso, el olor dulzón y feliz de la kétchup mezclada con piña llena el recinto, y todo el mundo come en feliz y agradecido silencio.

Conforme avanza la noche se escuchan, por turnos, ovaciones que rompen con el ambiente de circunspección: es la celebración de las comisiones que acaban el escrutinio; que ya le cumplieron a la democracia y se pueden ir a descansar. (Y a soñar con números, probablemente).

De errores, reconteos y finales

Ahora son las 9:40pm y en la Comisión Kennedy Américas 8.10, que escruta un total de 113 mesas provenientes de seis puestos de votación (Roma, María Paz, Manuel Cepeda, Centro Comercial Ciudad Tintal, Colegio Distrital Jackeline y Codema), por segunda vez en la noche se hace necesario abrir, proveniente de una de las bolsas aguamarinas que trae los pliegos de cada mesa, la bolsa blanca que contiene los votos: se evidencia una inconsistencia en el E-14 de Claveros. Hay cansancio, pero atender el asunto es una prioridad inexorable.

El sistema, conforme va recibiendo los datos, advierte inconsistencias basándose en las sumatorias. Si el número de votos y votantes que se ingresó al principio cuando el juez dictó el número de sufragantes y el número de votos en la urna no coincide con la sumatoria de los votos obtenidos por Gustavo Petro + los votos obtenidos por Rodolfo Hernández, inmediatamente se evidencia una inconsistencia que es urgente atender.

Sólo ante este tipo de escenario se procede a abrir las bolsas blancas que contienen los votos, pues es necesario hacer reconteo de lo que ya habían contado los jurados en el escrutinio de mesa; el escrutinio en esta instancia, por conclusión, no sólo se fía altamente del conteo de los jurados y de lo que consignaron en el E-14 Claveros, no sólo basa sus resultados en ello, sino que, también, respeta por completo el fuero del grupo primigenio del conteo: los jurados de votación; la ciudadanía.

Más temprano, cuando en la comisión fue necesario abrir por primera vez una de las bolsa blancas proveniente de otra mesa, se evidenció otra inconsistencia: en el E-14 Claveros se consignaron 261 sufragantes, pero 262 votos en la urna. Al hacer el reconteo de las tarjetas electorales se evidenció que los jurados se habían equivocado en el registro a mano, y que sí había habido 261 votos en la urna; no 262, y que debido a esto el conteo por candidato había sido incorrecto. Corregida la inconsistencia; resuelto el misterio.

En este reconteo de las tarjetas electorales a cargo del notario salen a saludar un par de votos pintorescos: en uno la casilla de la fórmula presidencial marcada rezaba “esperemos que sí sea”, y en el otro la marcación era una carita feliz. Aunque no se recomienda tanta creatividad al votar, y la equis es por excelencia el vehículo del voto, ambos votos son válidos, pues la Registraduría considera que mientras esté dentro de la casilla correspondiente, cualquier símbolo que expresa intención de voto es, en efecto, marcación de voto válida.

Y ahora, para este segundo reconteo, el notario se ajusta sus gafas magnéticas que en el entrecejo hacen click para funcionar y procede (no sin antes humedecer sus dedos en la cera rosada para contar Pelikan®), a contar las tarjetas electorales. Sólo el notario y el juez tienen permitido tocar los votos: son los escrutadores oficiales de la comisión; los únicos que tienen voz y, -valga la redundancia-, voto; los directores y garantes oficiales de la objetividad en el proceso.

 

 

“Uno, dos, tres, cuatro, cinco (…) Doscientos tres, doscientos cuatro, doscientos cinco”, cuenta el notario en voz alta. Se acaban los votos y finaliza retacando contra la mesa el fajo de tarjetas electorales. He aquí la inconsistencia: los jurados anotaron por error 1 voto más para uno de los dos candidatos: escribieron 206 y eran 205. Inmediatamente se corrige el error en el sistema, dejando la observación pertinente.

Salen a saludar los votos de nuevo, entre ellos uno que en la casilla correspondiente a la fórmula presidencial del Pacto Histórico marcó sólo la cara de Gustavo Petro. “Es un voto chistoso, pero válido”, apunta Angélica, la única testigo de escrutinio presente en la comisión, quien se apresta a comentar, también, respecto de un voto que en la casilla de una de las dos fórmulas presidenciales tiene dibujado un corazoncito: “esa persona votó con amor”.

Angélica es una joven abogada de treinta años que se dedica a asesorar comunidades y territorios indígenas en derechos étnicos. A esta hora ya tiene ojos cansados: un testigo de escrutinio básicamente no le quita la mirada en toda la noche al telón de proyección, cerciorándose así que todos y cada uno de los votos del candidato que audita sean consolidados y digitalizados sin error alguno. En caso de presenciar una irregularidad en el escrutinio, los testigos pueden formular reclamaciones que las instituciones electorales deberán atender. Angélica está cansada, sí, pero está, también, contenta y serena.

Tic. Tac. Tic. Tac. Tictac: a las diez de la noche pasadas se acaban las bolsas aguamarina en el arca triclave. Ya todos los votos fueron depositados por el equipo de archivo en las 113 bolsas grises que ahora inundan el piso, y ahora el juez, el notario y la registradora auxiliar, se disponen a firmarlas con un Sharpie® negro en los espacios marcados para tal fin.

El juez se sienta en el suelo, se espernanca y luego se inclina sobre cada bolsa ejecutando su firma igualita a un cisne. El notario se sienta de medio lado (también en el suelo), y, estirando sus piernas, deja su firma sobre el plástico gris una y otra vez: parece un tren de muchas emes hermanadas. La registradora auxiliar aún no ha empezado a firmar: está súper atareada con la digitadora y los chicos de soporte técnico imprimiendo las actas y cerrando toda la digitalización.

Esta instancia acaba aquí con la expedición del formulario E-24, llamado, también, Cuadro de Resultados de Votación: en él constan los resultados del escrutinio en esta pequeña casa del conteo que escrutó 113 mesas de Kennedy Américas. En él se detallan, por su puesto, los totales por candidato y las sumatorias de votos nulos, votos en blanco y tarjetas no marcadas.

“Doctor, ¿me regala huella por favor?”, le dice la registradora auxiliar al juez. Los accesos al sistema para la consolidación de resultados requieren identificación biométrica de juez, notario, y registrador auxiliar. Todos han estado poniendo su huella a lo largo de la noche, pero a esta hora hasta las huellas de los índices derechos están cansadas y para cerrar el consolidado final ya la huella del juez no coge, pero llega a salvar la patria un funcionario de la registraduría que pasa de visita y da el truco para que funcione: frotar la huella contra la nuca.

Las huellas dactilares, sello de identidad único de cada persona, presentes en la piel de los seres humanos y de todas las especies de primates, son crestas de la epidermis que llevan los poros de las glándulas sudoríparas de la piel. El truco que llega a esta hora de la noche a la comisión escrutadora sirve debido a que con el calor y la humedad de la nuca, el acto de frotar hace que los poros se dilaten. Al dilatarse los poros, las crestas se definen y se pronuncian más, y esto permite que el lector biométrico pueda detectar la huella con más facilidad.

“El tiempo es el único que puede mirar por el retrovisor. Y es el único que se acuerda, porque a nosotros se nos olvida”, cavila en voz alta el notario mientras acaba sus 113 firmas, refiriéndose a la bomba con la que el narcotráfico destruyó las instalaciones del diario bumangués Vanguardia Liberal en 1989, cobrando la vida de tres de sus trabajadores. Decide traer ese recuerdo aleatorio al terminar su tarea; el recuerdo de un diario que, sin embargo, se imprimió al otro día del atentado titulando así el editorial: «¡Aquí estamos!».

El equipo de la Registraduría, encabezado por los diligentes chicos de soporte técnico, imprime actas de entrega de los archivos consolidados, y juez, notario y registradora auxiliar proceden a firmarlas. La registradora auxiliar asume con solemnidad en este tramo final sus responsabilidades: echarle ojo a los formularios electorales que quedaron clasificados sobre la mesa de trabajo del equipo de archivo, y supervisar el cierre del sistema.

El Procurador Judicial (serio, low profile durante toda la noche), pide una copia de los resultados en CD. Es el representante del Ministerio Público ante las Comisiones Escrutadoras; vigila la probidad de los funcionarios públicos en el escrutinio y eventualmente podría denunciar irregularidades y/o fraudes.  

Inundan el piso del stand las bolsas grises: éste, a punto de quedar desierto, es ahora todo él el arca triclave. Salen de último los chicos de soporte técnico después de haber empacado en cajas el computador de la digitadora, los enredijos de cables, el escáner y el video beam. Afuera está esperándolos la registradora auxiliar. Cierra con llave la comisión, pegando transversal a la línea donde se unen la puerta cerrada y el marco que la recibe, el formulario E-21 en posición horizontal: la calcomanía blanca tamaño E-14 para sellar el arca triclave, atenta a delatar a un eventual, torvo y, se espera, muy improbable intruso.

 

 

Ahora son las 12:03 de la noche. Afuera la plazoleta está desierta. El lugar parece un cansado parque de diversiones que pide “no me hablen por favor que ya me voy a dormir”. Un grupo pequeño de funcionarios de Corferias (chaqueta roja) entra a recorrer los pabellones para asegurarse de que no queda absolutamente nadie adentro. Al salir cierra con llave las puertas, y pega en ellas de manera exactamente igual a los adhesivos E-21 las calcomanías cuyo trabajo es delatar, también aquí, potenciales intrusos.

Los tres pabellones que hoy alojaron a las comisiones escrutadoras serán custodiados por miembros de la fuerza pública: patrulleros de la Policía Nacional. En el pabellón 8 cuida la puerta del segundo piso un patrullero cordobés de 26 años: Javier. La puerta del primer piso está a cargo de la patrullera Dayana: 21 años, guapísima, aún perfectamente maquillada y peinada a pesar de la hora.

Javier y Dayana no votaron, pero no porque no quisieron: los miembros de la fuerza pública no pueden hacerlo mientras permanezcan en servicio activo. Esta noche su esquema de trabajo es: hacen guardia dos horas y descansan una. Serán relevados a las siete y media de la mañana. A diferencia de los votos, esta noche no podrán dormir.

Lo escrutado en las 131 Comisiones Auxiliares es declarado entre esta noche y mañana en el Escrutinio Distrital ante la Comisión Distrital alojada en el pabellón 7, y todo este preciado, ímprobo e inmenso trabajo de domingo, llega a su fin. Está listo para seguir su curso. Ya casi. Ya casi se sabrá si quienes celebraron la victoria vespertina de hoy pueden avalar el triunfo jurídicamente. Faltan cuatro días.

 

 Epílogo

 

Así sucedieron el Escrutinio Zonal y Distrital en Bogotá la noche del 19 de junio de 2022. Cada una de las 131 comisiones alojadas en stands de Corferias escrutó los votos de las 22 zonas de la capital, y, a diferencia de lo que pasó en primera vuelta, no hubo que escrutar al otro día; todo el mundo acabó antes de medianoche.

Así sucedió simultáneamente el escrutinio en los otros once distritos del país, que por tener más de 500.000 habitantes están, igual que el Distrito capital, zonificados: Barrancabermeja, Barranquilla, Buenaventura, Cartagena, Medellín, Mompox, Riohacha, Santa Marta, Turbo, Tumaco y Cali.

Y así sucedió en simultáneo, también, el Escrutinio Municipal en los 1110 municipios de Colombia en cuyas comisiones escrutadoras, por ser circunscripciones electorales pequeñas no zonificadas, los claveros son directamente el alcalde, el juez municipal y el registrador municipal. En pueblos y corregimientos la cadena de custodia va escoltada por miembros del ejército.

Luego vino la siguiente instancia, que consolidó los E-24 resultado del Escrutinio Zonal, Distrital y Municipal, agrupando así los resultados de los 32 departamentos del país más Bogotá, que se cuenta aparte: el Escrutinio General o Escrutinio Departamental a cargo de delegados del Consejo Nacional Electoral. Lo último que llegó al CNE, por razones de compleja geografía que incluyen transportar votos en chalupa, fue Norte de Santander y Nariño: los resultados llegaron el miércoles 22 a eso de las 6am. Como era lo único que faltaba y ya el resto del trabajo estaba adelantado, para las 12 del mediodía la consolidación de resultados estuvo lista y debidamente consignada en un nuevo formulario: el E-26.

Por último, el CNE, luego de haber escrutado los puestos de votación de embajadas y consulados en el exterior (972.764 colombianos estaban habilitados para votar fuera del país); luego de haber consolidado estos resultados con los del Escrutinio Departamental, efectuó en audiencia pública el Escrutinio Nacional, consolidando así los resultados finales a partir del E-26. Para este proceso en sala plena, la identificación de los magistrados por biometría es clave: para el enrolamiento en el sistema de los resultados del Escrutinio Departamental, cada magistrado ingresa su huella para que no haya suplantación o fraude. Consta en el acta que en dicha audiencia no se presentó reclamación o petición alguna por parte de testigos, apoderados y/o candidatos.

En esta instancia, los nueve magistrados del Consejo Nacional Electoral y el Registrador Nacional del Estado Civil declararon con su firma el 23 de junio de 2022 (cuatro días después de los comicios de segunda vuelta), mediante la Resolución No. 3235, que para el período constitucional 2022-2026, Gustavo Francisco Petro Urrego es el nuevo presidente de Colombia, y Francia Elena Márquez Mina es la nueva vicepresidenta: la fórmula Petro-Francia, inscrita por la coalición Pacto Histórico, obtuvo una votación de 11’292.758 votos, convirtiéndose en la más votada de la historia de Colombia.

La resolución declara que en las elecciones de segunda vuelta de Presidencia y Vicepresidencia de la República de Colombia, período constitucional 2022-2026, celebradas el 19 de junio de 2022, de conformidad con el formulario E-26 votaron 22’689.034 colombianos que constituyen el 58.17% del censo electoral actual de este país, que es de 39’002.239 de colombianos. Es el porcentaje de votación más alto desde 1998: la abstención para los comicios de segunda vuelta fue del 41.8%, registrando así la más baja de los últimos 24 años.

La votación válida fue de 22’397.483, debido a que se contaron 270.090 votos nulos y 21.461 votos no marcados. Hubo un total de 500.069 votos en blanco y un total de 10’604.656 votos por la fórmula de Rodolfo Hernández y Marelén Castillo, inscritos por el Grupo Significativo de Ciudadanos Liga de Gobernantes Anticorrupción.

Llenó el aire un redoble de tambores y por fin llegó el momento: la resolución del CNE ordenó la entrega de credenciales como presidente y vicepresidenta a Gustavo Petro y Francia Márquez, y, antes del consabido y solemne final de acto administrativo “publíquese, comuníquese y cúmplase” que precedió a las 10 firmas, puntualizó: “contra la presente decisión no procede recurso alguno”.

Quienes estuvieron recibiendo los datos del escrutinio de mesa de los transmisores de todas las mesas del país el domingo 19 de junio estuvieron instalados en doce puntos, cada uno con un aproximado de 400 receptores. En los municipios más apartados de la geografía colombiana las transmisiones se hacen por celular y no por línea fija.

Oficialmente la Registraduría declaró que la diferencia entre el escrutinio y el preconteo fue del 0,1%, arrojando así un grado de efectividad en el preconteo frente al escrutinio de votos del 99,9%. Es el menor margen de error en la historia de las elecciones presidenciales de Colombia.

Hoy en día, más de un mes después de aquel domingo en que casi veintitrés millones de colombianos fuimos a las urnas a elegir presidente, es posible para cualquier ciudadano saber con pelos y señales cómo votó Colombia: es justamente gracias a los E-14 Delegados vinotinto que existe una cartelera virtual con los resultados de todas y cada una de las mesas de votación en los 32 departamentos, 1 Distrito Capital y 67 países habilitados para que votáramos.

Para consultarla basta con ir a la página web de la Registraduría y acceder a la plataforma interactiva donde se pueden personalizar los motores de búsqueda de manera tan detallada como para ver los votos de cualquier lugar, puesto de votación y mesa.

En esta plataforma se puede constatar, por ejemplo, que los colombianos en Egipto le dieron la mayoría a Petro; que en Inglaterra ganó Rodolfo; que en India los votantes en Nueva Delhi les dieron un ecuánime empate a los dos candidatos; que en Brasil se impuso Petro; que en los siete países de Centroamérica ganó Hernández; que en Nueva Zelanda Petro dobló la votación de ‘El Ingeniero’.

Navegar esta plataforma con el objetivo de buscar los resultados electorales es, también, una tremenda clase de geografía para descubrir municipios recónditos del país cuyos maravillosos nombres hacen dar ganas de convertirlos en ‘monas’ para un Álbum Panini® de municipios de Colombia:

Angelópolis (Antioquia); Dolores (Tolima); Pana Pana (Guainía); Ovejas (Sucre); Agrado (Huila); Confines (Santander); Mercaderes (Cauca); Distracción (La Guajira); La Uvita (Boyacá); Santa Rosalía (Vichada); Planeta Rica (Córdoba); Circasia (Quindío); Puerto Rondón (Arauca); Puerto Alegría (Amazonas); Ariguaní (Magdalena); Manatí (Atlántico); Soplaviento (Bolívar); Tibirita (Cundinamarca); El Doncello (Caquetá); Magüí Payán (Nariño); Lloró (Chocó); Chimichagua (Cesar); Maní (Casanare); El Cairo (Valle del Cauca); Papunaua (Vaupés); La Celia (Risaralda); Colón (Putumayo); Bucarasica (Norte de Santander); Calamar (Guaviare); Lejanías (Meta); Pensilvania (Caldas). Y Providencia y Santa Catalina Islas, uno de los dos únicos municipios en que está dividido el único departamento insular de Colombia.

Los pliegos electorales de estos comicios vivirán en puntos de archivo de la Registraduría durante todo el período presidencial recién electo por si durante el período 2022-2026 hay alguna reclamación de un juez, y será sólo hasta un año después de vencido que la entidad podrá, según la ley, proceder con la incineración del material. Hoy en día, sin embargo, el material no se incinera: se pica y se recicla.

Y así acaba la historia de cómo se contaron uno a uno los votos de las 103.364 mesas de votación en los que sufragamos los colombianos; de cómo, para garantizar la precisión y transparencia de las elecciones presidenciales, se volvieron y se volvieron y se volvieron a contar los votos que terminaron eligiendo al primer presidente de izquierda y a la primera vicepresidenta de raza negra en la historia de Colombia. Se lució la ciudadanía. Se lució la institucionalidad.

Agradecimientos especiales a Ricardo Sampedro y a Marcela Ulloa, del departamento de prensa de la Registraduría y del Consejo Nacional Electoral –respectivamente–, sin cuya ayuda y asesoría técnica habría naufragado en este cometido; gracias a ellos este relato está lleno de certeros datos curiosos que sustentan mi reportería. Agradecimientos especiales, también, a Lizeth García porque, de no haber sido por nuestro providencial encuentro a las 3:30pm, me habría quedado por fuera de la gigantesca “Sala VIP” de los secretos electorales que deambulé la tarde y la noche entera para poder venir a contar esta historia.

 

Ah, y por supuesto, agradecimientos especiales a Mr. Burton, el más elocuente y desopilante Juez de la República que debe existir, quien en primera vuelta me acogió en su comisión escrutadora, se comió el durazno que le regalé, y calmó mi angustia de no entender nada. Por poco no sobrevivimos para contar el cuento: cuando esa noche acabó la jornada y me estaba llevando a mi casa, después de haber recorrido toda La 30 a tan altas horas de la noche nos dimos cuenta a la altura de la Clínica Reina Sofía que íbamos sin luces.

 

Ruta para consultar los E-14 en la página web de la Registraduría

 

1.     En la parte superior de la página, en los menús desplegables que están sobre un fondo horizontal blanco, debe ubicarse el cursor en la 3º opción de izquierda a derecha: Electoral.

2.     Una vez allí, se debe seleccionar la 2º opción de arriba hacia abajo: Elecciones 2022 Presidencia.

3.     Sobre la página nueva (portal de resultados Elecciones Presidenciales 2022), se debe fijar la atención en las opciones que aparecen en la parte superior de la página sobre fondo blanco, desplegadas de manera horizontal.

4.     Se debe poner el cursor sobre la 2º opción de derecha a izquierda: Resultados Elecciones 2022.

5.     Al hacer click sobre esta opción, se mostrará un menú desplegable. Sobre éste se debe seleccionar la opción 2da Vuelta.

6.     Sobre la nueva página que el sistema abre se debe seleccionar la opción que aparece en el centro, debajo del logo grande de Elecciones Presidenciales 2022 Segunda Vuelta: Divulgación E-14 (ícono rectangular de letras azules sobre fondo blanco).

7.     Se abrirá entonces, en una pestaña emergente, la plataforma interactiva para consultar, personalizando distintos campos por departamento, consulado, ciudad, municipio, zona, puestos de votación y mesa, los E-14 de todas y cada una de las 103.364 mesas habilitadas para los votantes colombianos el pasado 19 de junio de 2022.

* Inés Elvira Lopera.
Periodista y escritora independiente
Instagram: @ineselvatica

Ilustración: Chuleta Prieto
Instagram: @chuletaprieto

Información adicional

Autor/a: Inés Elvira Lopera
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.