Las remesas que envían los colombianos en el exterior representaron la tercera fuente de ingresos para el país en el primer trimestre de este año.
En el año 2017 las exportaciones colombianas totalizaron 37.800 millones de dólares, siendo el petróleo el principal producto de exportación, con 13.046 millones de dólares; seguido por el carbón, con 7.390 millones de dólares; y el turismo, que logró el año pasado ingresos récord por 5.787 millones de dólares, ubicándose en el tercer lugar, mientras que las ventas de café escasamente ascendieron a 2.513 millones de dólares.
Entre enero y abril del año 2018 las remesas que enviaron los casi 5 millones de colombianos que viven en el exterior sumaron 1.896,2 millones de dólares, según lo informa el Banco de la República.
Si la dinámica se mantiene, las remesas podrían alcanzar al final del año una cifra que supere los 6,120 millones de dólares, casi 20 billones de pesos, constituyéndose en la tercera fuente de ingresos del país, después del petróleo y el carbón.
El Marco Fiscal de mediano plazo del Gobierno presenta como un éxito económico el crecimiento de las remesas, pues considera que el país ha logrado diversificar las fuentes de divisas para reducir el déficit de las cuentas externas. Pero la exportación de mano de obra, es decir, la migración de colombianos al exterior, más que un logro representa un completo fracaso de la política económica.
Las remesas crecen porque cada vez hay más colombianos migrando a otros países para buscar las oportunidades laborales y de ingresos que en nuestro país no pueden conseguir, y esto no puede llenarnos de orgullo. Al contrario, es una vergüenza nacional, que expresa el creciente empobrecimiento de nuestra nación.
De hecho, entre más pobre es un país más dependiente es de las remesas, como lo muestran casos como Haití, la nación más pobre de América Latina y a la vez la más dependiente de los giros externos. En el año 2017 recibió ingresos de los que han migrado al exterior por 2.772 millones de dólares, que representaron el 33,6% de su PIB, lo que supera las participaciones de todo el sector agrícola (21.9%) y de toda la industria nacional (20.8%).
Las remesas que recibió Honduras en 2017 sumaron 4.331 millones de dólares, que representaron el 19,5% de su PIB, 6 puntos más que la contribución del sector agrícola.
El Salvador tuvo ingresos por remesas en 2017 por 5.021 millones de dólares, lo que equivale al 18,3% de su PIB, cifra superior al 11% de participación de todo su sector agrícola, y es similar a la totalidad de las exportaciones de bienes primarios.
Las migraciones en todo el mundo tienen dos causas: la pobreza y las guerras. Esto explica por qué crece la migración de colombianos hacia otros países. Por una parte, está la política económica neoliberal, que se va a profundizar con el “nuevo” gobierno de Iván Duque, como lo deja entrever su equipo económico, encabezado por Alberto Carrasquilla, Ministro de Hacienda en el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez, neoliberal puro, vinculado a los escándalos de los “Panamá Papers”. Y por otra parte está el ambiente político de retroceso en los Acuerdos de Paz pactados entre el Gobierno Santos y las FARC, y la violencia contra líderes sociales y de oposición, que viene creciendo.
Pobreza y violencia seguirán presionando la exportación de mano de obra, o sea la migración de nacionales hacia el exterior. Probablemente las remesas seguirán creciendo, y la tecnocracia neoliberal sacará pecho porque ya no solo exportamos petróleo y carbón, sino también personas.
El problema de los flujos migratorios de hoy, es que no solo están en crisis los países exportadores de personas, sino también los receptores. Las remesas que llegan a nuestro país provienen en un 45,1% de Estados Unidos y en un 23,6% de Europa, regiones donde se vienen endureciendo las políticas anti-migratorias por las dificultades fiscales, sociales, de desempleo y de precarización laboral de las que adolecen.
El desastre de los refugiados en Europa, así como la crisis de los “inmigrantes ilegales” en Estados Unidos, solo se pueden resolver si se superan los problemas de pobreza causados por los programas neoliberales y de ajuste fiscal que organismos supranacionales como el FMI y el Banco Mundial les imponen a los países del sur; y si cesan las guerras y las agresiones militares promovidas por brazos imperiales como la OTAN, de la cual ya hacemos parte por medio de nuestro ingreso a la OCDE. Parece que ahora también nos tocará exportar soldados para librar otras guerras a nombre de otros imperios.
Por: Carlos Julio Díaz Lotero. Analista ENS
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