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La paradójica contradicción del covid-19 en las cárceles de Colombia

La paradójica contradicción del covid-19 en las cárceles de Colombia

De penal en penal, el virus de moda sume en pavor a los doblemente confinados en Colombia. Su ritmo es infernal, aunque contradictorio: del penal de Villavicencio, donde la multiplicación de infectados cubrió a más de 800 de las personas allí encerradas, con un muerto, al de Cali, donde suman 601 de quienes allí purgan en antihumano hacinamiento el castigo judicial –como es la norma en todos los penales del país–, pasando por la de Cartagena donde el reporte es de 562 afectados, o la de Tumaco con 81, para seguir por otras 14 centros de encierro donde en menor número otros cientos de condenados o sindicados ven como, además del encierro tienen que afrontar el riesgo de muerte como efecto del fatal covid-19.

Es una evolución de contagios contradictoria toda vez que sin atención médica ni oportuna ni adecuada, sin alimentación bien balanceada, sin la tranquilidad requerida por todo tratamiento médico, en pocas semanas cientos de los contagiados han dejado de estarlo, de tal manera que en Villaviencio, por ejemplo, ahora solo reportan 31 infectados. Según el secretario de gobierno de Cartagena, David Múnera –aludiendo al contagio que sufren las mujeres presas en el penal de mujeres de aquella ciudad, así como no menos de 8 trabajadoras del personal de custodia y administrativo: “todas son asintomáticas”. ¿Será la constante por todas las masmorras del país?

 

Cuadro contagiados por covid-19 en cárceles de Colombia

 

Situación contradictoria y paradógica ya que durante todos estos meses de confinamiento las autoridades responsables de salud en el país y el mundo, así como las cabezas de gobierno nacional y municipales no dejan de enfatizar en el riesgo fatal por este contagio, llamando a conservar la distancia entre personas, así como otra serie de precauciones, pero resulta que ahora, precisamente en cárceles que relucen por hacinamiento superior al 50 e incluso al 100 por ciento, el virus resulta ser algo inofensivo, como dice un cuestionado jefe de Estado: “una gripecita”.

Algo no encaja en todo esto: o el virus no es tan letal como nos han dicho, o la situación que padecen los internos e internas es más grave de lo que ahora resulta ser. ¿Quién miente? ¿Quién manipula?

Un reporte sobre el covid-19 en las cárclees claramente paradógica y que tiende sospecha sobre las autoridades responsables de los penales, más aún cuando el decreto 546 que pretendía deshacinar las cárceles, como lo reconoció Margarita Cabello, ministra de Justicia, no cumplió con su cometido –deshacinar–. Entonces, con las cárceles igual de copadas, con presos conviviendo cuerpo a cuerpo, con toses por pasillos y calabozos, sin aireación adecuada, sin acceso a agua de manera constante para el aseo requerido, sin secciones de salud bien construidas, sin personal médico adecuado en cantidad y calidad, sin respiradores, sin nada de ello, ¿cómo es que el virus no causa estragos en la humanidad de quienes padecen el castigo del encierro?

¿Quién aclara esta paradógica contradicción?

 

Información adicional

País: Colombia
Región: Suramèrica
Fuente: desdeabajo

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