El próximo 24 de enero es el día elegido por ciberactivistas para llevar a cabo una protesta en Colombia, la primera del año, motivada en esta ocasión por las más recientes medidas económicas del gobierno nacional. Muchos dudan de la efectividad de esta convocatoria no ligada a partidos políticos, otros desconfían de la misma.
La convocatoria: expectativas, inquietudes
A una jornada de protesta ha convocado un grupo de ciberactivistas para el próximo 24 de enero del 2016. La han llamado “Paro Nacional Colombia”. ¿El objetivo?: desarrollar una jornada de movilización para levantar la voz en contra de la crítica situación que se avecina gracias a las nuevas medidas tributarias anunciadas por el gobierno colombiano, entre las que se encuentran el posible incremento del Iva al 19 por ciento, el gravamen de nuevos productos/servicios, además del pobre incremento del salario mínimo para el presente año, así como la venta de Isagen al capital privado, entre otros motivos.
La crisis económica cuaja, el descontento y los ánimos se caldean en el país, pero aún no existe ninguna agenda conjunta de movilización, tampoco hay consenso entre agremiaciones para protestar, ni consenso frente a este tipo de liderazgos de nueva estirpe, expresión de los tiempos que corren.
Mario Fernando Hurtado, Editor Jefe de Semana Educación se refirió a esta convocatoria el pasado 14 de enero en un artículo titulado “¿Quién se inventa un paro un domingo?” (1) en los siguientes términos: “Un paro es una protesta en la que se paralizan las actividades laborales por diferentes motivos. En algunos lugares se les llama huelga y, si se convoca de forma nacional, se asume que pararán las actividades empresariales, los sindicatos salen a las calles, se cierran comercios y las instituciones públicas lideradas por varias asociaciones sindicales detienen las actividades. ¿Cómo es que estamos replicando y convocando un paro el domingo? Alguien nos toma del pelo. Y lo más triste es que la gente cree y comparte todo lo que aparece en Internet como si fuera cierto. Caemos en cadenas sin soporte. Al indagar quien convoca el paro no aparece nadie. Hasta el momento ninguna central obrera se ha manifestado frente a la convocatoria para un paro y ¡menos un domingo!”.
Aunque la Revista Semana no tiene una historia de interés por las movilizaciones sociales en contra del gobierno nacional, la posición de su editor jefe parece condensar una de las inquietudes que han expresado con más frecuencia en las redes sociales a propósito de la jornada de movilización propuesta. “Es bastante evidente que no se tratará de ningún paro pues a pesar de lo masiva que puede ser la convocatoria, el domingo 24 el país ya estará parado: miles luchando contra la nociva ferocidad del guayabo, otros sumergidos en la modorra dominical, millones de trabajadores descansando de su ardua y mal paga jornada semanal, intentando vivir el domingo la vida que trabajaron durante la semana”.
Existen suficientes motivos para sustentar la movilización, no hay duda: el país se desbarranca por la crisis económica más grave de los últimos años, propiciada en esta ocasión por la confluencia de factores como la caída del precio internacional del petróleo, la devaluación del peso, el incremento desbordado del precio de alimentos ( http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/27476-en-la-puerta-de-los-hogares.html ) y productos de la canasta básica familiar, el incremento de la inflación y con ello la disminución de la capacidad adquisitiva de los colombianos, el tímido comportamiento de algunos sectores de la economía, el pírrico incremento del salario mínimo para el 2016, (http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/28029-colombia-2016-un-salario-injusto-e-inconstitucional.html ) además de las medidas tributarias que se avecinan y con las que el Estado piensa solucionar su iliquidez.
Existe, además, consenso frente al panorama de crisis inminente que amenaza la estabilidad económica de los colombianos, sin embargo centrales obreras como la CUT, CGT y CTC, aunque sin fuerza ni poder para convocar una jornada similar, sí han apoyado a través de sus voceros la manifestación del 24 de enero, sin unirse plenamente hasta el momento a la misma. Similar situación ocurre con organizaciones estudiantiles que hacen presencia en las principales universidades públicas y privadas del país, algunas de las cuales se han expresado a favor de esta iniciativa, sin emitir hasta el momento pronunciamientos alguno en el sentido de integrarse como organización a la movilización convocada. No sobra recordar que en la mayoría de universidades aún los educandos están vacacionando.
Hay desconfianza. La memoria siempre presente del control, seguimientos y persecuciones del Estado colombiano (http://www.desdeabajo.info/sumplementos/item/27298-el-ojo-vigilante-del-estado-en-colombia.html), plantea serios desafíos para quienes deciden movilizarse y protestar. Además de las reticencias políticas, ideológicas que puedan existir entre sectores de izquierda frente a esta convocatoria, también debe tenerse en cuenta que no han sido pocas las ambigüedades mostradas por los organizadores de esta propuesta. Por eso se desconfía; se sabe muy poco, incluso, de la identidad de los promotores de la movilización nacional. Por ello, aunque las causas se compartan, hay ciertos reparos, pues la convocatoria la impulsan desde perfiles de la red social sin que pueda comprenderse fácilmente la lógica de su citación, ni las relaciones entre los organizadores, ni quien asumirá las responsabilidades de la jornada.
Las nuevas movilizaciones
Una nueva generación de activistas parece emerger del seno mismo de las redes sociales. Se caracterizan por participar activamente en el mundo on-line y buscar con esta participación movilizarse o contribuir a movilizar grupos en la vida social material. No pertenecen o han pertenecido a movimientos políticos en la vida material, tampoco parecen estar interesados en hacerlo a través de los mecanismos habituales de participación. La movilización es concebida e impulsada por activistas dotados de una gran capacidad de convocatoria que nace del hecho de que los movimientos que lideran se estructuran desde el plano de las múltiples interacciones entre sujetos virtuales; a diferencia de las movilizaciones clásicas, en este nuevo tipo de protestas la información, las decisiones, la simbología, la logística de las actividades a desarrollar, no se gestionan por un organismo especifico, en una dirección determinada, con unos objetivos y procederes delimitados. El nuevo tipo de movilización ha dinamitado la centralidad de las orientaciones que moldeaban sus ejecuciones.
Disrupción. El fenómeno que se presenta plantea varios interrogantes sobre la idoneidad de estas propuestas que para muchos son excesivamente plásticas, susceptibles de ser deformadas por intereses particulares que ambicionan capitales materiales, políticos o simbólicos cosechados en el seno mismo de estas nuevas propuestas. La volatilidad de los textos y discursos que las respaldan hacen que las responsabilidades sean difusas, que el mismo movimiento de individuos, aunque masivo, se torne políticamente voluble, que no sea fácil de conducir ni ser conducido hacia apuestas programáticas de movilización social. Algunos de los interrogantes aluden el plano de la comunicación: ¿cómo hacer que dialoguen este nuevo tipo de movilizaciones con las convencionales que muy posiblemente serán convocadas en los próximos meses? ¿Deberán ser las primeras cooptadas, instrumentalizadas, incorporadas en las segundas? Las tensiones que vendrán, o ya están presenten, ganan cada vez más cuerpo.
Es posible que la adhesión de nuevos actores y organizaciones a este tipo de convocatoria espontánea pretenda incorporar sus potencialidades y posibilidades a un calendario de movilización más ambicioso que parece estar incubándose en el seno de sindicatos, organizaciones campesinas, políticas y estudiantiles. Pero serán prudentes, mandarán a sus representantes a disputar espacios y ganar visibilidad el próximo 24 de enero, a conquistar terreno dentro de un escenario de movilización que ofrece potencialidades y riesgos desconocidos, pero al que poco están acostumbrados y sobre el que tienen cierto recelo.
Se espera que las reflexiones mutuas conduzcan a los activistas por el sendero de la unidad sobre las causas que alientan las movilizaciones. No será fácil descubrir que están fundamentalmente de acuerdo, que comparten similares preocupaciones y expectativas, pero que los dividen opiniones respecto a la organización y alcance de las actividades que se proponen en todos los municipios y países donde se lleven a cabo. En esta oportunidad, la movilización del día 24 de enero, aunque no sea paro, aunque pueda ser voluble, puede sacar a las calles a miles de colombianos que se manifestarán de manera espontánea en cada uno de los espacios a los que están siendo convocados. Más allá de los objetivos inmediatos de esta convocatoria, los acontecimientos del próximo 24 de enero servirán para medir la temperatura del descontento nacional ante la situación adversa que golpea a las familias colombianas. Esta jornada será un piloto para las movilizaciones en gestación, en las que unos y otros esperan que activistas de diferentes estilos interactúen en la protesta, porque Colombia se está cayendo a pedazos por acción del mazo de las mismas políticas gubernamentales en boga.
1 http://www.semana.com/educacion/articulo/el-paro-del-24-de-enero-es-real/456580-3
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