El control de la ciudad pasó a manos de paramilitares y fuerzas del gobierno de Ortega; 10 madres detenidas
El ataque comenzó poco antes de las seis de la mañana en Ticuantepe, a 14 kilómetros de Masaya. Ahí se encontraba la primera barricada que conecta a Managua con esa emblemática ciudad. Ticuantepe está a mitad de camino y ahí comenzaron los trancazos entre antimotines, paramilitares y los resistentes del otro lado de la barricada. Con vehículos pesados y a punta de bala el obstáculo fue derribado y la tropa gubernamental siguió su paso hacia Masaya.
La mañana se saldó con seis civiles muertos y más de 30 heridos, según reportaron organismos de derechos humanos de Nicaragua. Masaya fue rodeada y a primeras horas de la tarde unos atacaban con armas de fuego letales y los otros con tirachinas y morteros caseros que son más ruido que nueces. El control de la ciudad pasó a manos de las fuerzas gubernamentales y paramilitares.
Esas organizaciones reportaron más tarde la detención de 10 madres en Masaya por elementos de la Policía Nacional. Otras 62 personas fueron también levantadas por las fuerzas policiales. Al cierre de esta edición se desconocía su paradero.
El operativo gubernamental fue encabezado por un legendario militar sandinista, Glauco Robelo, ex jefe de inteligencia del Ejército Popular Sandinista. El dato es que este conocido ex guerrillero hace tiempo que está jubilado, al menos oficialmente. Su presencia en Masaya lo convierte automáticamente en jefe de jefes de fuerzas oficiales y de paramilitares.
En medio de la trifulca llegó a Managua el embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, con la intención de entrevistarse con Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja que horas antes ordenó la ofensiva sangrienta contra Masaya.
El Diálogo Nacional que debió reanudarse esta mañana quedó en el limbo cuando la Conferencia Episcopal dijo que primero el gobierno debía enviar las cartas-invitación a los organismos de derechos humanos de la ONU y de la OEA para que llegaran a este país a la brevedad. Cero diálogo y balas y muertos de sobra. Esta es la situación en Nicaragua 64 días después del inicio de las hostilidades.
Lejos, muy lejos de que las aguas se aquieten, el ambiente que se vive en el país es más denso cada día. El gobierno necesitaba demostrar su fuerza y lo hizo este martes, a medias, en Masaya. Y fue a medias porque el despliegue militar sobre esa siempre rebelde y combativa ciudad está muy lejos de la capacidad militar que tiene a su mando el binomio Ortega-Murillo.
Todas las vías carreteras estratégicas del país están cortadas. Dicen que a los puertos mercantes ya no llegan barcos y que, por supuesto, los camiones de mercancías que llegan eventualmente a esta capital son una rara especie. El turismo se ha desplomado y no son pocos los hoteles que han cerrado sus puertas, y los que se mantienen abiertos, han reducido su personal al mínimo porque la ocupación es insignificante.
Restaurantes y lugares de ocio han resentido también con crudeza los efectos de la situación. No hay nadie que abra sus negocios en la noche. Es más, esta capital es un cementerio después de las ocho. Pocos son los que se atreven a salir a la calle, así sea en carro. A esas horas la vida vale un carajo.
Más allá de las conversaciones entre los gobiernos de Trump y Ortega-Murillo, analistas locales sostienen que la otra clave está en el Ejército, en su Consejo Militar, ahí donde se toman las decisiones que luego se elevan al presidente en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Podría suceder que, ante el cariz de los acontecimientos, la cúpula militar decidiera no seguir a su jefe, algo que desencadenaría el punto final del orteguismo.
Para Francisca Ramírez, reconocida líder campesina, el futuro inmediato es diáfano: levantaremos cada barricada que destruyan. Y esta mujer de arrestos une como nadie a estudiantes y campesinos, los dos sectores más abiertamente inclinados a que Ortega y Murillo abandonen el poder y el país a la brevedad, mejor ayer que mañana.
Los más conciliadores y prudentes, y es un decir, apuestan por una transición ordenada. Son las iglesias, sobre todo la católica, Washington y un sector del empresariado. En una de esas, estudiantes y campesinos recibirán las gracias por los servicios prestados y serán marginados de la negociación final.
Si eso llegara a suceder, lo que nadie sabe es cómo reaccionarán esos sectores orillados a la orilla.
Al final es evidente que la oposición no está lo suficientemente estructurada para presentarse como un bloque sólido ante el poder del Estado.
Pero es obvio que en este país requerirá de una enorme operación cicatriz, tal y como sucedió cuando el sandinismo revolucionario y la contrarrevolución organizada y financiada por Estados Unidos pusieron en práctica tras firmar la paz, un proceso que culminó en 1990 con la pérdida del poder sandinista vía electoral.
Y entre que son peras o son manzanas, las oficinas de Migración en Managua son invadidas cada día por ciudadanos que buscan su pasaporte para abandonar el país. Los destinos de esos potenciales viajeros son los mismos que cuando la insurrección y toma del poder por el sandinismo: Estados Unidos y Costa Rica.
Josetxo Zaldua
Enviado
La ciudad de Nicaragua que se declara “libre” del régimen de Ortega
Organizaciones de derechos humanos registran al menos tres muertos y más de treinta heridos en Masaya, que resiste desde hace dos meses
Por Carlos Salinas
El País
Managua 20 JUN 2018 – 01:32 COT
Cuando el reloj marcaba las 22 horas en Masaya, un grupo de vecinos retomaba el megáfono para enviarle un mensaje al comisionado Ramón Avellán, jefe de la Policía de esta localidad en Nicaragua, encerrado hasta este martes junto a un grupo de sus oficiales en los cuarteles policiales, debido a que la población alzada contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega no le dejaba que saliera. “¡Buenas noches, comisionado Avelláaaan!”, le gritaban los vecinos en una estrategia que persigue cansar a los policías y presionar para que se rindan. “¿Ya cenó, comisionado Avelláaaaan?”, se mofaban. El comisionado ha sido liberado este martes tras una fuerte intervención policial que ha dejado al menos tres muertos y más de treinta heridos, según las organizaciones de derechos humanos. Algunas barricadas también han sido destruidas, pero la ciudad sigue resistiendo.
Durante 13 días estos vecinos le presentaron su “comunicado” nocturno al poli: mujeres, homosexuales, médicos, artistas, cada noche un gremio diferente. Hasta el presidente Donald Trump, en voz de un masayense, le había pedido la rendición. “Buenas noches, comisionado Avellán. De parte de la comunidad de Masaya le hacemos llegar el comunicado desde Estados Unidos de Norteamérica. A continuación la voz del señor presidente Donald Trump: “Te vas a ir a la verga, como se va a ir a la verga tu patrón [Ortega] que te manda a asesinar. Buenas noches”, espetó el falso Trump arrastrando las erres.
Esta catarsis de los habitantes de Masaya con sus comunicados a Avellán mantenía la atención de toda Nicaragua cada noche. El país seguía cada comunicado desternillante a través de vídeos colgados en las redes sociales, como siguió el lunes la declaración de “liberación” de esta ciudad asediada durante dos meses por las huestes del Frente Sandinista y la Policía Nacional y que ha llorado al menos 13 muertos durante la protesta. También se registran decenas de heridos.
En un comunicado leído en el barrio de Pancasán, los vecinos advirtieron que no reconocen a las autoridades locales, que la ciudad no cuenta con un gobierno que satisfaga las necesidades de la población, por lo que decidieron nombrar una junta de “autogobierno”. La respuesta del régimen fue brutal. La mañana del martes envió a sus huestes y fuerzas policiales a atacar la ciudad, donde se han levantado unas doscientas barricadas. Las fuerzas gubernamentales y los grupos armados irregulares que avanzaban hacia Masaya desatando el terror. En uno de los vídeos que recorren las redes sociales se podía ver a mujeres que salieron de sus casas sonando cacerolas en Ticuantepe, localizada a unos 16 kilómetros de la entrada de la heroica Masaya.
En las venas de los habitantes de esta ciudad corre la resistencia. Hace cuarenta años Masaya también había resistido el asedio de la dictadura somocista, a un alto costo de muerte y destrucción, cuando el Frente Sandinista luchaba, barricada tras barricada, para liberar a Nicaragua de la tiranía. Como en aquel tiempo, la solidaridad de los vecinos ha sido clave: reúnen comida en las parroquias para alimentar a los jóvenes que cuidan las barricadas. Las mujeres de la ciudad se organizan en turnos para cocinar en fogones improvisados enormes ollas de arroz, frijoles y cocinar el maíz para preparar tortillas. También se hacen colectas de dinero para comprar los “morteros”, bombas artesanales con las que se defienden las trincheras. Esos morteros eran detonados cada noche tras el comunicado al comisionado Avellán.
“Estamos armados con la razón”, dijo la autonombrada Resistencia Cívica de Masaya en un comunicado. “Estamos auxiliándonos de barricadas, piedras y morteros, en desigualdad evidente y notoria con las tropas cobardes y asesinas de la dictadura”, explicaron. “El dictador Ortega y Murillo no han cumplido con desarmar sus fuerzas parapoliciales, sino más bien, ha convocado a viejos combatientes, exreservistas, y su militancia sandinistas, que fuertemente armados imponen el terror y la muerte en todo el territorio nacional”, agregó la Resistencia, que exigió el fin del régimen: “La única manera de recuperar la confianza y seguridad ciudadana es con la renuncia de la pareja presidencial, la cual exigimos inmediatamente, y exigimos también que se conforme una junta de salvación nacional de cinco miembros de los sectores beligerantes y representativos de la nación, que haga reformas institucionales y legislativas que permitan organizar elecciones libres y transparentes en un plazo máximo de 180 días”.
La valentía de esta población golpeada por la violencia del Ejecutivo de Ortega ha traspasado las fronteras de Nicaragua. El martes, mientras la ciudad era ferozmente atacada, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, se solidarizó con sus habitantes. “El pueblo de Masaya ha demostrado su heroísmo en las páginas más oscuras de la historia de Nicaragua. Condenamos cualquier tipo de ataque que atente contra la vida y al seguridad de los habitantes de Masaya”, escribió Almagro en su cuenta oficial de Twitter. Para los nicaragüenses, atacar Masaya es atacar el corazón de un país cansado, pero que resiste desde hace dos meses la peor crisis de los últimos cuarenta años, que ya ha dejado 180 muertos.
Ortega incumple acuerdos
El Diálogo Nacional mediado por la Iglesia y que pretende encontrar una salida a la crisis nicaragüense entró nuevamente en crisis el lunes, cuando miembros de la opositora Alianza Cívica –que reúne a representantes de los estudiantes, sociedad civil, empresarios, campesinos y académicos– denunciaron que el Gobierno no había enviado las cartas de invitación a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Unión Europea, para que visiten Nicaragua y constante las violaciones en las que ha incurrido el régimen durante la represión de las manifestaciones. Los representantes de la Alianza se levantaron de la mesa de negociación en protesta por el incumplimiento de este acuerdo, firmado por el Gobierno el fin de semana. Las negociaciones quedan interrumpidas hasta que Ortega envíe las invitaciones a esos organismos, dijeron representantes de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
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