El 10 de febrero en Rusia celebramos el Día del Diplomático, la fiesta profesional de todos los funcionarios diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores de nuestro país. La fecha está relacionada con la historia del establecimiento de la Cancillería rusa: al 10 de febrero del año 1549 se remonta la mención documentada más antigua del primer departamento de política exterior de Rusia, el llamado “Posolskiy Prikaz”, constituido por decisión del zar Iván IV. No obstante, la diplomacia rusa tiene una historia mucho más larga, porque ya en el siglo IX los Príncipes rusos concluían acuerdos con Estados vecinos.
Con el paso del tiempo, se creó el Ministerio de Asuntos Exteriores. Cambiaban las tareas y los métodos de trabajo de los diplomáticos, pero el objetivo siempre ha sido el mismo: defender los intereses nacionales de nuestro país y nuestros connacionales en el exterior, así como contribuir al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.
Como he dicho antes, la diplomacia rusa tiene una larga historia y ha acumulado ricas experiencias. Históricamente, nuestro país siempre ha sido actor clave en la resolución pacífica de crisis regionales y globales, restructuración de orden internacional y creación de nuevos organismos y normas jurídicas en este ámbito. Los diplomáticos soviéticos hicieron una contribución invaluable en la constitución de la coalición antihitleriana durante la Segunda Guerra Mundial y más adelante en el establecimiento de la ONU y la creación de la Carta de esta institución, cuyos principios sirven de fundamento para las normas de derecho internacional y el mantenimiento de paz y seguridad a nivel global.
Hoy en día el mundo vive tiempos muy turbulentos: el sistema de las relaciones internacionales nuevamente está atravesando una grave crisis. La razón para ello es el hecho de que los EE.UU., el Reino Unido y la UE no acepten que el orden unipolar, en el que gozaban de hegemonía durante un cierto período de tiempo, se está transformando en uno multipolar. El auge de nuevos polos de poder, como son los BRICS, países de América Latina y África, es la principal tendencia que guía este proceso de reformateo de las relaciones internacionales. Muchos países ya expresan abiertamente su deseo de no depender completamente de EE.UU. y desarrollar sus relaciones con Rusia, China, Brasil y otros Estados potentes que ofrecen alternativas mutuamente beneficiosas en lo que se refiere al intercambio comercial, económico, científico, técnico y en otros ámbitos. A Washington no le queda otro remedio que recurrir a un chantaje abierto, a amenazas arancelarias y otras prácticas que efectivamente no tienen nada que ver con la diplomacia. El occidente colectivo trata de frenar estos procesos objetivos, intentando preservar el arcaico status quo.
Cabe destacar que la reestructuración del orden internacional corresponde plenamente a los intereses de la Mayoría Global, que aboga por una distribución más equitativa de los bienes globales y por una democratización coherente de la vida internacional.
En la diplomacia, el diálogo es esencial para alcanzar acuerdos. Por desgracia, se han olvidado de esto los líderes occidentales. Todos ellos hablan de la necesidad de acabar con el conflicto en Ucrania lo antes posible; sin embargo, inicialmente incitaron a que Kiev incumpliera los acuerdos de Minsk (la base jurídica para una solución pacífica en Donbass, que fue reconocida internacionalmente), y ahora lo único que hacen es echar leña al fuego enviando cada vez más armas y recursos financieros para continuar el conflicto militar. Hasta el momento no han hecho caso a la argumentación de la Federación de Rusia sobre las razones reales y las causas profundas de la crisis actual. Entonces, no se ha tratado del diálogo, sino más bien del monólogo, que no podía resultar en ningún tipo de acuerdo. Al fin y al cabo, simplemente no deseaban sentarse a la mesa de negociaciones para abordar los problemas que conllevaron la crisis actual. Aparecen en los medios señales de que Washington y Kiev tienen una intención de reanudar negociaciones con Rusia. Esperemos que esta intención se cristalice en unos diálogos encaminados a lograr una solución justa y pacífica de la crisis actual, tomando en cuenta los intereses nacionales de nuestro país. El resultado de un diálogo recíprocamente respetuoso siempre será un equilibrio de intereses, un sostenible equilibrio que permita mantener la paz y seguridad en todo el mundo y continuar desarrollando las relaciones entre los países en beneficio de la humanidad.
Aprovechando esta ocasión, quiero hacer recordar también que este año Rusia y Colombia celebran el 90 aniversario de sus relaciones diplomáticas. Fue en 1935 cuando los dos Gobiernos decidieron establecer y consolidar de manera formal sus lazos bilaterales. En este sentido, abrigo la esperanza de que podamos dar un nuevo impulso a nuestras relaciones con Colombia, promoviendo una cooperación mutuamente beneficiosa en los ámbitos de comercio, cultura, educación y otros.
*Embajador de la Federación de Rusia
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