En el debate del lunes la mandataria preguntó a su rival ecologista cómo habría de conciliar su promesa de continuar con las políticas sociales iniciadas con Lula con una política económica orientada a la reducción del gasto.
Desde Brasilia
Dilma politizó la campaña y contuvo al “huracán” Marina: esa es la síntesis de lo descripto por dos encuestas donde la presidenta brasileña mantuvo su favoritismo con vistas al primer turno electoral, del 5 de octubre, y redujo su desventaja en el prácticamente seguro ballottage a celebrarse tres semanas después.
Banqueros y propietarios de medios apenas disimularon su frustración frente a los números de las consultoras de opinión pública Ibope y Datafolha, en los que Dilma Rousseff aparece primera con el 37 y el 35 por ciento de las intenciones de voto, respectivamente, ante la ambientalista Marina Silva, que recogió el 33 y 34 por ciento.
Desde el lunes diarios y sitios de información política comenzaron a publicar rumores según los cuales la representante del Partido Socialista Brasileño, Marina Silva, iba a superar en los sondeos a una Dilma tan desconcertada como sus compañeros del Partido de los Trabajadores.
Al comienzo de la semana la Bolsa de Valores de San Pablo volvió a subir entonada con el esperado y rumoreado avance de la dirigente co-evangélica, pero esto no ocurrió.
Las dos encuestadoras informaron, en la noche del miércoles, que Rousseff continúa en la delantera gracias a un moderado avance que comenzó a gestarse en los últimos días cuando pasó del 34 al 37 por ciento según Ibope y del 34 al 35 por ciento en Datafolha. Paralelamente Marina, que había trepado 13 puntos entre el 14 y el 28 de agosto, cuando alcanzó una intención de voto del 34 por ciento, se estancó en ese índice de acuerdo con Datafolha.
Las razones de este inesperado repunte petista son varias –algunas aún no descifradas–, entre ellas la nueva estrategia elaborada por Dilma, el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva y el PT. Luego de analizar el ascenso vertical de Marina tras la muerte del anterior candidato socialista, Eduardo Campos, concluyeron que frente a su retórica vaga (“voy a gobernar con los buenos, con los mejores de cada partido”) había que presentar argumentos políticos fundamentados.
Fue lo que hizo la mandataria el lunes pasado cuando preguntó a su rival, durante un debate televisado, cómo habría de conciliar su promesa de continuar con las políticas sociales iniciadas en 2003 por Lula con una política económica ortodoxa orientada a la reducción del gasto público.
La respuesta de Marina contuvo varios adjetivos y algunos adverbios a lo largo de los tres minutos que le concedió el moderador del debate, pero no aportó ningún dato consistente sobre qué va a hacer para financiar los programas como Bolsa Familia o Brasil Sin Fronteras, dejando el terreno fértil para la réplica de Dilma.
“Candidata (Marina), usted habló bastante pero no dijo nada concreto sobre lo que le pregunté.” Sin darle respiro la presidenta y ex ministra de Minas y Energía dijo estar asombrada sobre la política petrolera prometida en el programa de gobierno de su adversaria, quien rebatió hablando sobre las virtudes de los combustibles no fósiles y la importancia de diversificar las fuentes de energía, pero gambeteó el nudo del asunto. Una omisión posiblemente percibida por el público ya que la cuestión petrolera siempre tuvo importancia electoral.
El autoabastecimiento de crudo alcanzado en 2006 fue argumento de la campaña para la reelección de Lula (en un aviso del PT lo mostraba con overol anaranjado de Petrobras) y el descubrimiento de reservas gigantes en aguas profundas fue incluido en la propaganda que desembocó en la victoria de Dilma en 2010.
En general se observa que el discurso urbi et orbi con el que Marina conquistó corazones y mentes de los teleespectadores, desde los funerales de su correligionario Eduardo Campos, fallecido en un accidente aéreo el 13 de agosto, comienza a descascararse. O a dejar flancos vulnerables.
Marina, abanderada de la “nueva política”, se ve en figurillas cuando le preguntan qué sabía del dinero presuntamente ilegal destinado a alquilar el avión privado, valuado en 8 millones de dólares, donde viajaba Campos el día de la tragedia.
Igual cara de desconcierto le surge cuando la indagan sobre su defensa del matrimonio igualitario planteada el 29 de agosto, y la anulación de ese postulado ocurrida el 30, después de haber recibido reclamos de pastores evangélicos.
De todos modos, a pesar de su estancamiento en las encuestas sobre la votación del 5 de octubre, Marina sigue perfilándose como la favorita para vencer en el segundo turno del 26 de ese mes, dado que según Ibope tiene el 46 por ciento de respaldo ante el 39 de la mandataria y Datafolha le atribuye el 48 por ciento contra el 41 de la petista.
La principal fuente de votos que le permitiría superar a Dilma en el segundo turno proviene del candidato socialdemócrata Aécio Neves, ubicado tercero con el 14 por ciento de acuerdo con Datafolha, cuyos seguidores suelen volcarse hacia cualquier postulante que sea antipetista.
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