Hoy es posible pensar que realizar una lectura de la sociedad contemporánea implica en cierto sentido dejar de lado una mirada meramente teórica de los fenómenos que día a día allí se desarrollan. Puesto que es el impulso emocional y el beneficio capitalista los elementos que estructuran gran parte cada una de las decisiones que se toman e inclusive de los caminos que se abordan desde el desarrollo tecnológico y científico.
Cada vez se está más cerca de dar un mayor manejo a las células madre en busca del rejuvenecimiento del cuerpo, buscando prácticamente una vida en eterna belleza física; sin embargo, cuando se habla del abordaje que los laboratorios ofrecen para el tratamiento de las enfermedades llamadas “huérfanas”, no deja de ser común la respuesta de una baja rentabilidad de dichos procesos.
Así pues, no existe una idea general del bienestar humano en función de la racionalidad, por el contrario, lo efímero aquí rodea principalmente aquello que puede ser masivo, rentable, económicamente importante. Si bien un ejemplo de ello es el manejo de las células madre y el desarrollo farmacológico, así es posible hallar otros tantos fenómenos en los que la banalidad triunfa sobre la razón, definiéndose así como una razón meramente instrumentalizada para la producción de valor, riqueza y algo de estupidez.
Ahora bien, ¿Qué lectura teórica se le puede dar a una sociedad impulsada por la emoción y el impacto de la moda en toda su expresión? ¿Será posible aplicar las lecturas psicoanalíticas de Freud o Lacan? ¿Pueden los teóricos del pasado afirmar la existencia de una patología mental común a todo aquél que se siente cómodo en el capitalismo? Muchos intentan comprender la razón de lo que ocurre, pues dicha inquietud hace parte de la naturaleza de algunos, sin embargo, la naturaleza de la mayoría parece fundamentarse en existir sin realizarse la más mínima pregunta a lo largo de su vida y en esto parece que falló rotundamente Descartes, no es “pienso luego soy”, en la actualidad pareciera ser “posteo, recibo like, luego soy”, la duda metódica ya no puede ser más el fundamento de la razón, en el estado en el que se encuentra la sociedad ha de existir una nueva mirada que instaure el valor de la existencia virtual, el valor del like, el empoderamiento del cuerpo ya no a través de la mente sino de las tetas y el culo como continentes de la silicona.
Así parece que la teoría está mandada a recoger, los discursos elaborados, comienzan a perder popularidad frente a la cantidad de likes que puede tener un cuerpo transformado a la luz de unas miradas estéticas antinatura. Pues la belleza eterna es más buscada que ls verdad y el saber se configura como relevante en función del valor económico que pueda tener. En definitiva la banalidad de la existencia humana está llegando a niveles que ni el más hedonista de los griegos hubiera podido imaginar. Todo se reduce a que una imagen vale más que mil palabras.
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