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Crisis 2009. ¡Del miedo al pánico!

Crisis 2009. ¡Del miedo al pánico!

En el mundo real y globalizado, las malas noticias difícilmente pueden ocultarse. En las crisis estalla en explosiones violentas la contradicción entre la producción social y la apropiación capitalista. En efecto, las bolsas de valores de los principales mercados han caído en lo corrido de 2008 en un 40 por ciento; el petróleo se encuentra con el precio más bajo de los últimos 20 meses (US$ 56 el barril); la estanflación se manifiesta con fuerza en todas las economías del orbe (inflación unida a la contracción de la producción y la demanda); en el mercado laboral internacional, entre enero de 2008 y diciembre de 2009, se perderán 20 millones más de puestos de trabajo, afirma la OIT, con lo cual el número de desempleados aumentará de 190 millones en 2007 a 210 millones al finalizar 2009; producto del alza en el precio de los alimentos, el hambre afecta, según la FAO, a 80 millones de nuevas personas; el Banco Mundial estima que habrá 40 millones de pobres más en el mundo (de 480 millones de personas que viven bajo situación de pobreza se pasará a 520). En paralelo, las monedas de los países periféricos presentan fuertes pérdidas de valor frente al dólar; el crédito internacional se restringe, la financiación externa es más costosa y los proyectos de inversión se aplazan de manera indefinida.

En picada. Las previsiones de los organismos multilaterales (FMI, BM, OIC) están conduciendo a los agentes económicos del miedo al pánico. El miedo es la perturbación angustiosa del ánimo ante un riesgo o un daño, real o imaginario; el pánico es el terror producido por la amenaza de un peligro inminente, con frecuencia colectivo y contagioso.

Realidad mundializada y efectos locales negativos, así no lo quiera aceptar el Ejecutivo ni su Ministro del Ramo. Contrario a lo que expresa el alto gobierno, el reciente informe de la Junta Directiva del Banco de la República sobre la inflación en Colombia no deja dudas sobre la gravedad de la situación (septiembre de 2008, ISSN-1657-7973). Para este año, el rango meta de inflación establecido fue de 3,5 y 4,5 por ciento; en septiembre, la inflación anual se ubicó en 7,6 por ciento. No sólo la inflación era diferente de lo esperado; todo el panorama macroeconómico refleja las malas perspectivas de crecimiento mundial, y los indicadores domésticos le dan fundamento al pesimismo.

La crisis internacional

En el frente externo, la burbuja especulativa que venía inflándose durante la última década estalló a finales de 2007. La incertidumbre generada por los “bonos tóxicos” del mercado hipotecario estadounidense terminaron infectando todo el sistema económico, provocando la pérdida de confianza entre las entidades financieras. El pánico financiero mostró las carencias de liquidez y las excesivas necesidades de capital de estas entidades, tanto en los Estados Unidos como en Europa y Asia, gestando la peor crisis financiera desde la gran depresión de 1929. La quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers desencadenó el estrés financiero desde el 15 de septiembre, seguido de Goldman Sachs y Morgan Stanley, entre otros. Esta explosión en cadena dio fin a la era de la banca de inversiones independiente de Wall Street. La quiebra del gigante mundial de los seguros, American International Group, acabó de enturbiar el panorama, y el pánico se extendió a las economías europeas, asiáticas y latinoamericanas. La estrategia del gobierno de Estados Unidos de un plan de salvamento por US$ 700 mil millones tuvo resultados nimios: no se logró restablecer los canales financieros ni que disminuyeran los costos de los endeudamientos.

Efectos desastrosos. En lo corrido del año 2008, Estados Unidos ha perdido 1,2 millones de empleos. Los estadounidenses han recortado 7.741 empleos diarios. La tasa de desempleo de octubre, 6,5 por ciento, superó los registros de la recesión de 2001 y es la más abultada desde marzo de 1994. En total, 284.000 empleos fueron eliminados en octubre. Las pérdidas fueron generalizadas. Las fábricas eliminaron 90.000 empleos, las empresas constructoras 49.000, las detallistas 38.000, y el sector de servicios profesionales y empresariales 45.000, mientras el financiero restó 24.000, y el sector del turismo y el entretenimiento 16.000.

En general, las cifras sobre el crecimiento económico mundial muestran una recesión que se extiende más allá de las primeras manifestaciones de la crisis financiera. El crecimiento real de la economía mundial fue de 5,1 por ciento en 2006; 5,0 en 2007; 3,9 en 2008, y se proyecta que con dificultad alcanzará el 3 en 2009. Para 2008, las economías estadounidense y europea crecerán ligeramente por encima del 1 por ciento, y para 2009 la recesión se expresará con fuerza al mostrar cifras negativas cercanas a 1 por ciento. Al final del año 2008 los gobiernos de la Unión Europea reconocieron que sus economías entraron el recesión con una caída anual del 0,2%.

La crisis doméstica

La caída de las bolsas internacionales ha hecho cambiar la idea de que países como Colombia están blindados frente a la crisis mundial. Durante 2008, el índice general de la bolsa de valores de Colombia ha caído en 40 por ciento y se estima que puede alcanzar a una pérdida del 70 en 2009. Los cuatro canales de transmisión de la crisis internacional se presentan a través de: i) contagio por choques globales (cambios que afectan a la economía como un todo: menor crecimiento, crisis financiera, caídas en los precios de los bienes básicos –commodities–, modificaciones en la postura monetaria de los países industrializados); ii) contagio por vínculos comerciales y de competitividad (ataques cambiarios); iii) contagio por flujos financieros directos (caída de la inversión extranjera directa, baja de remesas de trabajadores y elevación de tasas de interés de financiación externa); iv)cambio en el comportamiento de los inversionistas (pánico financiero, pérdida de confianza, incremento de la aversión al riesgo, lo cual termina generando ataques especulativos sobre las monedas y los activos de los países que experimentan la salida de capitales).

La economía colombiana, que creció a una cifra espectacular del 7,7 por ciento en 2007, un año después caerá a menos de la mitad: 3,5 por ciento, y el Banco de la República pronostica que en 2009 esta desaceleración se mantendrá en 1 por ciento. Los principales supuestos en los que se sustentan los pronósticos del Banco de la República son: i) una caída marcada en los precios de los productos básicos de exportación; ii) un menor ritmo de expansión en los socios comerciales, incluyendo una contracción económica en los Estados Unidos, Venezuela y Ecuador; iii) una reducción en la remesa de los trabajadores (los cuatro millones de migrantes envían remesas anuales cercanas a los 4,5 millones de dólares, utilizados para financiar el gasto corriente de los hogares); iv) un gasto público (gobierno central y gobiernos locales), tanto en consumo como en inversión, altamente incierto.

Los efectos se sienten. La recesión de la economía colombiana ha impactado negativamente a los trabajadores. En 2008, la tasa de desempleo se elevó a 11,4 por ciento, cambiando la tendencia descendente que traía desde 2007 (en 2006, esta tasa fue de 12,7 en el nivel nacional, y en 2007 de 10,9), sustentado principalmente en el empleo no asalariado, en especial los cuenta propia. Cada punto en la elevación de la tasa de desempleo significa un aumento de más de 200.000 personas desempleadas. La caída pronosticada de la economía colombiana a 1 por ciento en 2009 causará una elevación de dos puntos en la tasa de desempleo, llegando a 13 por ciento, esto es, que durante 2008 y 2009 se perderán alrededor de 600.000 empleos (ver gráfico). Lo más preocupante es que la informalidad no cedió ni siquiera durante los años de ‘bonanza’: ésta se mantuvo alrededor del 55 por ciento, y por tanto se trata de una economía que genera poco empleo, y en condiciones de inestabilidad, precariedad y sobreexplotación. Hay que subrayar que en la actualidad, Colombia es el país sudamericano que registra la mayor tasa de desempleo, por encima de Ecuador, Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Argentina y Chile, que presentan tasas por debajo del 8 por ciento. Además, los trabajadores asalariados presentan una permanente pérdida de participación en relación al PIB, con una disminución acumulada de 11 puntos porcentuales entre 1980 y 2008: a principios de 1980, los salarios representaban un 43 por ciento del PIB, y en 2008 sólo participan con el 32 por ciento.

Es importante señalar que en gran medida la caída que presenta la economía colombiana, por el lado de la demanda, se debe en especial a factores domésticos y no sólo a los choques globales. El cuadro  (Evolución consumo) deja ver serias disminuciones en el consumo de los hogares (producto del sobreendeudamiento, el desempleo y la caída en los ingresos), del consumo del gobierno y la inversión, y un déficit comercial creciente que debe financiarse con crédito externo, ahora costoso y escaso. A diferencia del resto de América Latina, Colombia tiene un déficit en cuenta corriente alto (4 por ciento del PIB), por encima de la media regional. Si la crisis externa se acentúa y desemboca en un encarecimiento del crédito, Colombia, que lo necesita para financiar este déficit, pudiera sufrir más que otros.

Por el lado de las oferta, la crisis se explica por un modelo económico que ha privilegiado la especulación, el rentismo, las ganancias de las transnacionales y las actividades poco generadoras de empleo. El sector financiero, por ejemplo, ha crecido a un ritmo cercano al 7 por ciento durante los últimos tres años; a la par, la explotación de minas y canteras elevó su crecimiento de 3,2 por ciento en 2006 a 7,6 en el segundo trimestre de 2008. Al contrario, los sectores reales muestran un lánguido y negativo crecimiento: mientras la agricultura crece al 3,6, la industria ha registrado un verdadero descalabro al caer en un 9 por ciento en el tercer trimestre de 2008, razón por la cual viene destruyendo puestos de trabajo desde mayo de 2008 (en agosto, los ocupados disminuían en 2,8 por ciento) y ya no se concentra únicamente en el empleo temporal sino que también abarca al permanente.

Así vamos, de mal a peor. Cada crisis general precipita la destrucción masiva de capitales más débiles y ataques reforzados contra el trabajo, lo cual contribuye a restaurar la acumulación aumentando la centralización y la concentración, y elevando globalmente los beneficios. Tales son los mecanismos ‘naturales’ de recuperación del sistema. Los sectores dominantes buscan descargar el peso de la crisis sobre los trabajadores y los sectores populares. El conflicto social estalla y el conflicto de clases se exacerba.

Evolución consumo

 
 

1. Consumo final      
  1.1 Consumo de los hogares       
  1.2 Consumo del Gobierno       
   2. Formación bruta de capital       
    Demanda Final Interna      
    Exportaciones totales       
    Importaciones totales      
    Producto Interno Bruto      

2007
6,5 
6,7 
5,9
20,6
9,7 
11,9
19,0
7,7 
2008
2,8
3,0
2,9
8,5
4,2
6,7
8,3
3,5

Fuente: Dane (proyectado).


Crisis sistémicas del mundo capitalista

Desde 1825, año en que estalla la primera crisis general, no pasan 10 años seguidos sin que todo el mundo industrial y comercial, la producción y el intercambio de todas las metrópolis y de los países periféricos, se salga de quicio.

De 1825 a 1890, la historia se repite seis veces. La crisis de 1870 a 1890 fue la más profunda y larga del siglo XIX. La segunda gran crisis ocurrió en el lapso 1929-1944. Estas dos últimas crisis tuvieron alcances exclusivamente intercontinentales. La primera de las señaladas afectó tan solo a Europa Occidental; la segunda, que fue de alcances más amplios pero apenas intercontinentales, impactó, además de Europa y Estados Unidos, a los países asiáticos, como Japón.

La tercera gran crisis en el desarrollo del capitalismo moderno es la de mayores dimensiones geoeconómicas. Se inicia con la crisis estructural global del sistema del capital en los inicios de los 70, y, con algunos ciclos intermedios, estalla con fuerza desde finales de 2007. Esta crisis es de alcances propiamente mundializados. Se presenta como una triple crisis ambiental, energética y de acumulación con graves consecuencias sociales, políticas y culturales.

El capitalismo implementó tres agresivos mecanismos de contratendencia para contrarrestarla y apuntalar su poder planetario: i) la configuración neoliberal del Estado, ii) la derrota con el “libre comercio” de los monopolios defensivos que edificaron las economías periféricas, y iii) la revolución tecnológica, absolutizando la subordinación capitalista del proceso de trabajo. Derrota, crisis, tragedia. Solamente un movimiento de masas socialista, reconstituido radicalmente, puede afrontar el gran desafío histórico que tenemos que encarar frente a esta crisis estructural global del sistema mundo capitalista.

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