Luego de 11 elecciones desde 1998, en las tres últimas que ganó: reelección (2006), elección de alcaldes (noviembre-2008) y referendo por la reelección (febrero-2009) –en 2007 perdió un referendo–, la diferencia entre Chávez y la oposición disminuye en votos. Un descenso-ascenso opositor, que GIS XXI, encuestadora oficial, pronostica para hoy: 52,6 por ciento para el chavismo, 47,4 de oposición. Entre 2006-2009, el chavismo rebajó 114.198 en Caracas y 39.613 en Táchira. Sin La victoria estratégica1 –como en Cuba– y en capítulo inédito de una revolución institucional, los resultados del 26 de septiembre traerán sorpresas. En extremo, 49-48-3 pudiera ser el porcentaje entre los diputados elegidos.
A 13 días de las elecciones, marca ¡sólo 5,2 puntos de diferencia! en la intención de voto2, con el talón herido de una economía en recesión, con la incógnita de un 0,5 por ciento de crecimiento del PIB para este año; con una inflación del 30 por ciento, en cifras no oficiales; el salario mínimo cubre un 43,7 de la cesta alimentaria, y una corrupción con jugosas manifestaciones3; ya no cunde como ayer la consigna ¡…con hambre y desempleo, con Chávez me resteo! Contraseña que cruzó el NO de victoria en el referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004. Sin un viraje notorio, desde mediados de octubre de 2009, preocupado, con ruta hacia estas elecciones para la unicameral AN, el presidente Chávez comenzó campaña.
¿Dónde estaba el pueblo? preguntó durante tres discursos seguidos. Con referencias a la muerte de Bolívar y sus victorias, enunció que hacia esta elección y la reelección en 2012 vendría la ‘Campaña Admirable’ y luego el triunfo en 2019, fecha de la otra contienda presidencial.
“¡Cuidado!, aquí nadie puede decir que somos invencibles…”
…Pueden darnos una sorpresa. […] Nos estamos jugando la vida, dijo el presidente Chávez luego de encabezar una caravana electoral del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), en Maracay, capital del estado Aragua, el pasado 31 de agosto. Al terminar el acto, argumentó la necesidad… para la Revolución de mantener… la mayoría hegemónica en la Asamblea Nacional. Ese mismo día, Aristóbulo Istúriz, jefe del comando nacional de campaña y candidato a la AN por el Distrito Capital, ratificó que en estas elecciones “está en juego el destino del proceso revolucionario […] se necesita tener la mayoría calificada de la AN (…) de lo contrario habría confrontación, estamos en el momento más difícil del cambio y hacerlo en paz, en democracia, sin sangre y sin presos políticos, requiere tener la hegemonía social y parlamentaria” (Ver Últimas Noticias, miércoles 1º de septiembre, pág. 18, artículo “PSUV: Comicios tienen rango presidencial”. Por Cecilia Caione). En la AN, la mayoría simple precisa de 83 diputados, la calificada de 110, necesaria para aprobar o modificar las leyes orgánicas que “mandan más que las ordinarias”.
Con un sistema mixto que viene del pasado, la elección para la AN suma dos mecanismos:
– El uninominal (por nombre y apellido). En 87 circuitos o circunscripciones que eligen 110 diputados4. La nueva ley (ver adelante) incrementó su cupo, al 70 por ciento del total de los diputados. Así, margina la representación de las minorías que participan por lista. En caso de que una sola fuerza política saque el 51 por ciento en todos los circuitos, domina con el ciento por ciento de los diputados nominales y por ley deja sin un diputado al 49 por ciento restante que votó.
– El de candidatos por lista. Elige 52 diputados en 24 circuitos regionales –más tres especiales indígenas. En el Distrito Capital, Miranda, Zulia y Carabobo, hay cupo para tres diputados en cada uno. En el resto de estados, sólo dos: el ganador de una lista y la cabeza de la siguiente –se supone, oficialismo y oposición tradicional–, con perjuicio de otras minorías cuyos votos valen sólo si ganan o quedan de segundos en cada estado.
Esta década sin funciones de vigilancia y control del gasto público por parte del poder legislativo (AN) está por concluir. Y el campo electoral revolucionario y social ya no es unánime. Resultó en fractura. Por la orden de disolver el MVR y conformar un “partido único de la Revolución” (PSUV) –sin acato definitivo del partido Patria Para Todos (PPT) y parcial del Partido Comunista (PCV). ‘Partido único’ con base, poder y núcleo de ‘la fracción militar’ –con oficiales despedidos, en retiro y activos–, de los golpes nacionalistas y antioligárquicos contra Carlos Andrés Pérez, del 4 de febrero de 1927 de noviembre de 1992.
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