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Hugo Chávez: “Se me va la vida…”

Hugo Chávez: “Se me va la vida…”

La brisa marina lamía como siempre la piel suave y gris de las palmas reales; altas, gráciles y de torneados troncos, con sus más de veinte metros, que son el árbol nacional de Cuba. Sus penachos de hojas largas adornan las avenidas de acceso y las vías y alrededores del Centro de Investigaciones Médicas y Quirúrgicas (Cimeq) en La Habana, hospital a donde llegó Hugo Chávez tras otro diagnóstico con un más alto escalón de gravedad y con el pecho aprisionado por sus presentimientos.

 

Con protección personal de guardia curtido en seguridad y tareas internacionalistas, en una de las salas con lámparas y tecnología de punta para biopsias, cirugías y cuidados intensivos, reposa y cavila el presidente Chávez: “Los médicos me han dicho hoy que me quedan, máximo, dos meses de vida. Sus rostros estaban serios, sombríos, pero con expresión sincera. Hay pesar, hay dolor notorio en todo el equipo. Han luchado sin descanso para vencer la enfermedad que me consume desde hace dos años. Por meses, a través de la mirada electrónica en todas y cada una de las tres operaciones practicadas, y la cuarta que por razón de Estado me acaban de realizar a todo riesgo –no practicable ni considerada para un paciente común–, con sus diagnósticos positivos, las radioterapias y quimioterapias, parecían lograr victoria, controlaban el cáncer, pero al final no pudieron. Este 11 de diciembre, luego de una operación que tomó más de seis horas, en la cual me tuvieron que reanimar varias veces por culpa de una hemorragia interna que complicó la operación, los médicos hallaron que las células portadoras del cáncer siguen y llegan hasta los pulmones.

 

“Esta lucha entre la salud y la enfermedad, entre la vida y la muerte, ha sido dolorosa, compleja. Por momentos sentí la imposibilidad de soportar los dolores, pero he resistido. Todo se hace y se puede por el pueblo y el poder como instrumento. El poder y el liderazgo en cuya lectura y estudio de los textos clásicos he dicho, tomé ventaja a los demás alféreces de mi curso en la Academia Militar.

 

“El equipo médico se dedicó de tiempo completo a mi atención, aplicaron todo el saber y tecnología acumulada por la sociedad cubana, con amor y persistencia, confiados en que saldríamos adelante, aunque sin dejar de ser realistas, ante las sorpresas que podría traer la enfermedad, y al final, heme aquí, postrado, escuchando su voz triste, aunque sincera. Cumplen así mi exigencia: ‘no me oculten nada que esté sucediendo con mi cuerpo’.

 

“Cala, como hielo hay un frío que recorre tu cuerpo cuando escuchas esas palabras: ‘máximo dos meses de vida’. Hay frío y hay tristeza porque ahora se que no podré realizar todos los sueños, todos los proyectos necesarios para hacer de Venezuela una potencia y una patria llena de justicia.

 

“Ahora toca arreglar todos los detalles de gobierno, de la Fuerza Armada y del PSUV para garantizar que la revolución que iniciamos con el triunfo electoral del 6 de diciembre de 1998 permanezca, se ahonde, llenando de esperanza y bienestar a nuestro pueblo. Organizar los detalles de todo aquello que dependa de mi para que la patria de Bolívar continúe liderando la integración continental, por soberanía, en lucha contra sus enemigos.

 

“Los compañeros cubanos, Fidel, Raúl, enterados de la noticia del equipo médico, han venido y con su experiencia en tantas batallas preguntan por mi voluntad: ‘¿quieres seguir aquí o deseas regresar a Venezuela?’ No tuve dudas en el instante de responder: ‘deseo regresar y pasar estos últimos días en mi patria’. Y así se hizo. El 18 de febrero, tras 70 días en el Cimeq, con toda la disposición médica requerida, regresé.

 

“Ahora estoy en Caracas, en el hospital militar Dr. Carlos Arvelo. Aquí, los recuerdos agolpan mi cerebro. Viene uno y otro y otro. ¡Qué bella y fértil fue mi vida! ¡Qué batallas lideramos! ¡Cuántas satisfacciones!. El ejército, el amor a mi pueblo, no volver las armas contra él, servir como un soldado, volver a las raíces, luchar como Bolívar, llenos de dificultades pero superándolas”.

 

Recuerdos. “Llega hasta mi aquel Samán de Güere, bello e inmenso árbol de nuestra identidad nacional, protegidos por su sombra, apenas siendo capitán, junto a mis compañeros Felipe Acosta Carles (†), Jesús Urdaneta Hernández, Rafael Baduel, cuando el 17 de diciembre de 1982, en memoria del Libertador, juramos seguir luchando por la patria, liberarla de sus opresores. Allí fue que constituimos el Movimiento Bolivariano 200, nuestro primer esfuerzo por articularnos en forma conspirativa dentro del ejército, asesorados y con el estímulo de los compañeros del Partido de la Revolución Venezolana (PRV) y su experiencia guerrillera y clandestina.

 

“Han transcurrido solo 31 años desde aquel bello momento, y ¡cuánto hemos logrado! Hoy la patria es otra, y los sueños siguen, son vigentes, y se realizarán, ya hay un pueblo movilizado para hacer la obra”.

 

“Trato de no desaprovechar estos últimos días de vida. Ahora, en Caracas, he podido recibir de manera más recurrente los informes del equipo de gobierno. Doy mis opiniones y en algunos casos continúo decidiendo, pero lo que más afana es cómo dejar todo, cada detalle del gobierno, claro, definido, no sea que algunas decisiones indispensables queden sin tomar por falta de información o indicaciones precisas.

 

“Pero más allá de mi disposición y voluntad, luego de varios días en Venezuela, la enfermedad me ataca una y otra vez, unas veces en los pulmones, ahogándome, otras en los riñones, otras en el corazón. Una infección respiratoria me ahoga, y no logran controlarla. No hay descanso para mi equipo médico que trata que estos días finales sean suaves, sin dolor. Mi cuerpo resiste, cansado, pero todavía aguanta.

 

“Hay amor en todo lo que hace el equipo médico. Hacen todo lo que pueden, y yo trato de organizar los por menores de gobierno necesarios para que al final mi ausencia no sea traumática. ¿Hubo exceso de liderazgo? Ahora el equipo de gobierno está más unido y cohesionado, ahora tienen que hablar y organizar entre ellos todos los detalles de la vida del país para que los enemigos no puedan romper lo que hemos construido”.

 

Recuerdos. “Las imágenes de nuestro hacer durante estos años se agolpan una y otra vez. Vuelvo al cuartel, a las discusiones con mis compañeros del MB-200, discutiendo el alzamiento contra Carlos Andrés Pérez que ha asesinado al pueblo. Veo a Miraflores y nosotros allí, tratando de romper su defensa, con ese tanque sin municiones. La operación fue bien diseñada pero fallamos al no lograr que las armas llegaran al pueblo. Perdimos en la acción militar pero vencimos en la acción política. Allí quedó sembrada la rebeldía y la esperanza. Y cumplimos. Volvimos y vencimos. ¡Qué derrota les propinamos el 6 de diciembre de 1998, no la esperaban, sorprendimos.

 

“Y desde esa fecha, cuanto aprendí, cuánto fue necesario maniobrar para cambiar el Estado, para ajustarlo a las necesidades de nuestro pueblo. En 1999 le propinamos una y otra derrota: primero vencimos en el referendo, si o no, para citar a la Asamblea Nacional Constituyente; luego los derrotamos en las votaciones para elegir los dignatarios de la Asamblea, donde conseguimos 120 delegados de 131 posibles. En pocos meses se diseña la nueva Constitución, aprobada finalmente el 30 de diciembre. ¡Que final de año, ese!

 

“Una y otra vez los sorprendimos. Bolívar vivió de nuevo y llenó la patria de energía. ¡Que satisfacción! Empezamos el año con la Cumbre de la Opep en Caracas, y la mejora en los precios del petróleo. Un año después Alí sería aceptado como su Secretario General. En las megaelecciones del 2000 volvieron a probar el polvo de la derrota: soy reelegido y quedamos con mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. En las gobernaciones también vencimos, aunque con algunos lunares.

 

“La gestión de Alí fue importante. Los dineros fluyeron en mejor cuantía y permitieron mejorar los salarios de los trabajadores. Fueron días de inmensas satisfacciones. Empezamos la construcción de nuestra agenda internacional, plural, antiimperialista, con Rusia, China e Irán como países fundamentales para consolidarla. Pero al tiempo que avanzábamos empezaron las componendas golpistas. El 2001 mostraron sus intenciones, aunque fracasaron. Casi un año después lanzan su paro patronal, bloquean Pdvsa, me secuestran, se declaran dueños del gobierno, pero el pueblo los derrotó y, para su sorpresa, me puso de nuevo en Miraflores.

 

“¡Qué batalla la que dio el pueblo en aquellos días! ¡Y cuánto aprendimos! Una vez en Miraflores no ahorré minutos, pedí explicaciones de todo lo sucedido, revise videos, pregunté por los soldados y oficiales que más se movieron para derrotar el golpe, y tomé medidas para formar una guardia personal sin vicios, que pudiera formar directamente yo”.

 

“¿Cuánto tiempo ha trascurrido desde que regresé a la patria? ¿Estoy despierto o sueño? Ahora vuelven los médicos, me explican que la infección pulmonar no cede y que tendré que respirar a través de una cánula traqueal. Me siento cansado, los sedantes alivian el dolor pero me agotan de manera intensa. Acá veo a mis hijas y madre. Tratan de disimular su tristeza al verme cada vez más impedido, pero no alcanzan a ocultar esa sombra de tristeza que cubre sus miradas. No doy muestras de vencimiento. Resisto”.

 

Recuerdos. “Logramos revivir el odio contra el imperialismo, y cuánto les dolió esto. Sus planes fueron derrotados una y otra vez, y en Mar de Plata, en ese noviembre de 2005, logramos el cénit de esta lucha, cuando quebramos el Alca, el corazón de su agenda de control y sometimiento regional. Vendrían después el Alba, Unasur, la aceptación en Mercosur y la Celarc, tras la Patria Grande. Uno a uno pilares para una integración como la soñó Bolívar. Integración solidaria, aplicando una agenda abierta y desinteresada con todos los países necesitados de nuestro brazo hermano, en especial Cuba, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Nicaragua, Honduras, Haití. ¡Cómo les duele que la solidaridad sea sincera, abierta, sin condicionamientos ¡El capitalismo no entiende de eso!”

 

Sueños y realizaciones. “Ahí quedan los proyectos por desarrollar, el socialismo del siglo XXI, el poder comunal, el multilateralismo, el fortalecimiento del nuevo poder que supere al del capitalismo, para lo cual es necesario estrechar acciones y proyectos con Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Argentina, Brasil. Ningún país por sí sólo puede quebrar al capitalismo, ninguno., pero sí podemos mostrar senderos, como lo hicimos durante varios años cuando recuperamos para el pueblo la empresa de teléfonos y comunicación, la de energía, la de acero, las de televisión e información, algunos bancos, y muchas otras. Recorrimos nuestro propio camino, cimentamos una nueva institucionalidad, pusimos a andar las misiones, acercamos el Estado a los barrios, a la gente, a los siempre negados, aunque no tuvimos capacidad para, en forma colectiva, quebrar la parsimonia de la burocracia, el amiguismo, el clientelismo, la corrupción, sin los cuales los logros de la Revolución Bolivariana hubieran sido más evidentes. Tampoco logramos quebrar el poder, la hegemonía del capital financiero, lo que nos impidió profundizar aún más la revolución. Ni tampoco pudimos quebrar su poder corruptor, con el dólar paralelo y todos sus estragos económicos y sociales. El afán consumista que no cede en nuestra sociedad, ni el derroche de energía, sin consideración del medio ambiente. Revolución cultural, he ahí un reto al que no se le puede dar mucho tiempo. Será otra batalla por dar, pero que la tendrán que liderar otros”.

 

“Qué difícil es estar inmóvil, cómo te duele todo el cuerpo, hasta que el mismo dolor te adormece los músculos, y te sientes un poco más tranquilo. Sueños, sueños, trato de vencer la pesadez de mi cuerpo, pero la droga me adormece.

 

“¿Cuántos días habrán pasado desde que regresé de Cuba? ¿Cuántos me quedarán de vida? Hoy logré discutir con Maduro y Diosdado, a través de un iPad’s que me facilitaron, las medidas a tomar por estos días en el campo político, cómo prepararse para las elecciones que vendrán, cómo profundizar la relación cívico-militar, cómo tensionar todos nuestros equipos, y cómo motivar aún más a nuestro pueblo para esta nueva batalla que se acerca. ¿Existirá algún otro país que haya experimentado tantas elecciones en tan poco tiempo? Difícil que exista, pero nosotros hemos dado la talla, y de nuevo la daremos cuando Maduro lidere la campaña presidencial que vendrá. Vencerá, marcará la pauta de la transición.

 

“La última campaña electoral, de tres meses, fue dura. Mi cuerpo me pesaba pero había que someterlo a la dura prueba de las manifestaciones y el duro trabajo que implica toda su preparación, analizar las maniobras de la oposición, estudiar los planes de los enemigos, hacerle seguimiento a las encuestas, en fin, tensionar cuerpo y cerebro para poder entender y actuar ante los sucesos, y salir airosos. Y lo logramos. No importó el agua ni el sol, ahí estuve, dispuesto, soportando fuertes dolores que por momentos me impedían hablar con mayor énfasis y extensión, como siempre lo hice, y moverme con mayor ligereza, alegrando cada acto donde el pueblo concurría confiado en el triunfo. Y así fue, los vencimos, de nuevo vencimos, pero la exigencia me dejó deshecho. De nuevo el cáncer atacó, y tuve que regresar a los tratamientos a Cuba.

“Los médicos me habían advertido de los riesgos de una nueva recaída, pues mi cuerpo ya estaba desgastado por tanta cantidad de corticoides, de cirugías e intervenciones complementarias, por eso tuve que designar a Maduro, por eso se tomaron previsiones, aunque afanados por los sucesos, que impidieron que la sorpresa final, la agonía y la muerte, nos llevaran a una parálisis y a un desmoronamiento de la base radical del pueblo. Ahora todo está decidido y puedo morir sin la tristeza de la derrota. Soy soldado, me he batido, y he vencido, aunque también he quedado en el campo de batalla”.

 

Para su memoria y biografía interna desde los versos sencillos de Martí queda para Nuestra América …Yo tengo un amigo muerto / Que suele venirme a ver / Mi amigo se sienta, y canta, / Canta en voz que ha de doler.

 

Información adicional

Autor/a: Anibal Sánchez
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