En pasadas entregas del periódico desde abajo se trató la situación de los jóvenes a partir de su condición socioeconómica. A su vez, se hizo un seguimiento histórico a las políticas de juventud desde sus inicios hasta la actualidad (ver números 83, 84 y 85. Libardo Sarmiento). Ahora queremos aportar algunas ideas sobre la situación de los jóvenes desde un punto de vista cultural. Es necesario ir más allá de la cifra y tener en cuenta el sistema de símbolos y valores de las personas que socialmente se les reconoce como jóvenes. En últimas es una pregunta por la construcción de identidad.
Quienes decidieron las políticas de juventud no han sido precisamente los jóvenes sino personas que creen saber que piensan ellos. El interés por los jóvenes esconde intenciones para incluirlos en la población electoral para votar.
¿Qué es ser joven?
El concepto de juventud nace como una concepción del periodo cronológico que antecede a la madurez. Sin embargo, con el tiempo se tomaron otros aspectos más relevantes que la edad; tales como sicológicos, culturales y sociales. “En este sentido, no habría una determinación directa por la edad en la consideración del ser joven, sino de diversas formas de realización del hecho de acuerdo con los contextos sociales, económicos y culturales que se vivan; no existe una juventud, en mayúscula, resultado de la cronología, sino muchas “juventudes” resultado de las culturas”2. De ahí resulta difícil visualizar a la juventud como un sector social concreto; porque no existe, lo que existen son sujetos en su diversidad cultural. Frente al sistema capitalista que cada vez más le niega un sentido de vida, la configuración de su identidad en el joven es algo dinámico, es una constante búsqueda de insignias culturales3 para conformar su personalidad y en ocasiones contradictorio, pasa por la relación con otros en búsqueda de diferenciación pero también de afinidad.
Históricamente la juventud tenía un interés en el sentido de su vinculación a instituciones como el matrimonio, la milicia o la iglesia. Con el surgimiento del capitalismo fue su disposición para el trabajo. Después de los años sesenta y con la irrupción de la juventud como una fuerza rebelde y revolucionaria el objetivo era de inclusión, cosa que lograron a través del consumismo. Desde entonces las políticas gubernamentales que se han llevado a cabo para la población juvenil han sido para controlar los fenómenos de suicidios, homicidios, pandillismo, consumo de drogas y embarazo temprano. Ahora el interés por los jóvenes esconde intenciones electorales.
Educación y trabajo
Desde un punto de vista socioeconómico, el desempleo es uno de los fenómenos que más afecta a la juventud. Esto ha generado un cambio en las prácticas culturales, es así que algunos encuentran en el comercio informal una forma de resistir y de encontrar los suficientes recursos para vivir. Artesanos y vendedores buscan el sustento cada día con esperanzas de que todo mejore en un futuro cercano.
Otra problemática es lo referente a las expectativas de formación. Con el proceso de privatización de la educación los costos, la cobertura y la calidad son las trabas frecuentes para que los jóvenes ingresen y permanezcan en las instituciones educativas.
Pero lo más preocupante es la transformación del sentido de la educación. Pasó de ser posibilidad de superación personal y oportunidad de movilidad social (cambiar status social), a formación para el trabajo, convirtiéndose ahora en la capacitación para buscar trabajo, es decir la Empleabilidad. Desarrollar competencias, con base en estándares permitirá a los jóvenes más competentes para la consecución de un empleo o entrar con el espíritu a los círculos de calidad del outsourcing1 y las frecuentes pruebas de ISO 9000. Haciendo el problema del desempleo no estructural sino de incapacidad personal.
Aun así los jóvenes también resisten apostándole a cooperativas, granjas autosustentables, escuelas de formación y círculos de estudio entre otros que constituyen para ellos realización personal, lo que debe ser la educación.
Nuevas identidades
La resignificación de instituciones como la familia, la escuela y el desplome de la noción tradicional de ellas, han comenzado a dar resultados en las identidades de los jóvenes. Cada vez más la función de la familia y la escuela como entes socializadores primarios se ha perdido y esto ha tenido consecuencias en los individuos. En la actualidad son, en gran parte, los medios de comunicación los que preparan a los neófitos para su socialización.
Existen nuevos escenarios particulares donde el joven se encuentra, comparte y relaciona; han dejado atrás otros espacios, los cambios en el mundo del trabajo y el mundo de la política, ha llevado a los seres humanos y en particular a los jóvenes al ensimismamiento o al fraccionamiento.
Los elementos que siguen aglutinando a los jóvenes son: música, baile, televisión e Internet pero en multiplicidad de formas; entre un estilo y el otro, existen muchos matices diferentes. Y en cada uno de esos elementos se evidencia una pugna, tal vez inconsciente, entre ser alienados y resistir de varias maneras, entonces los son elementos de dominación también son elementos de lucha, un ejemplo es la Internet.
Los estudios modernos sobre las agrupaciones juveniles vienen de la tendencia norteamericana, de ahí que la noción de pandillas todavía se utiliza para hablar sobre ellos. Esto no es casual, pues permite darle un carácter policial a la problemática juvenil o en el mejor de los casos de ‘rehabilitación’. No todos los ‘parches’ o ‘combos’ son agrupaciones para delinquir, ellas tienen otros significados. Es evidente que la investigación sobre culturas juveniles se enfocó en el consumo de drogas psicoactivas y el pandillismo y dejan de lado la multiplicidad de la noción joven.
Los nuevos estudios influenciados por la antropología social introducen el término de tribus urbanas junto al de contracultura, pero aun se quedan cortos para comprender fenómenos sociales como los neopunks, squaters, skinheads hasta los habituales metaleros, raperos y ñeros que si bien todavía delimitan un espacio físico y simbólico, no es claro que son: un fenómeno aislado producto de la sociedad moderna o la vanguardia contestataria de un movimiento juvenil en ciernes.
En cuanto a la identidad y orientación sexual existe más libertad y tolerancia en nuestro país, pero aun se mantiene el tabú y la visión únicamente a través de códigos moralistas que no permiten una sociedad y una juventud madura sexualmente. Una familia desmembrada, la difícil situación económica de los países pobres y el bombardeo de contenidos sexuales y pornográficos de la industria cultural, han generado el aumento de la prostitución infantil en sus diferentes formas y el embarazo prematuro de adolescentes. Y aunque muchos desde la administración pública consideren que pueden prevenir una maternidad temprana con información en métodos anticonceptivos, la realidad es mucho mas extendida y compleja, como lo muestra los altos índices de mujeres adolescentes con hijo en los países industrializados, EEUU (22%) y Reino Unido (13%)4.
Queda claro que la exclusión es el motor de la violencia y una de las manifestaciones más concretas de ella es la vinculación de jóvenes desempleados, tanto urbanos como rurales, para formar parte de las filas de los grupos armados, incluidas las instituciones militares y el Estado colombiano es cómplice por acción u omisión de esto.
Políticas tibias
En Colombia experiencias como la Escuela de democracia del Instituto Luis Carlos Galán –cuyo objetivo era brindarles un apoyo a los nuevos ciudadanos– no quedó más allá del simple taller, sin continuidad. El viceministerio de la juventud solo sirve para alimentar más la burocracia estatal. Los fracasados Concejos Locales de Juventud institucionalizados, sin un sentido claro y sin piso legítimo (fueron electos con una abstención de más de dos tercios de la población). Esto indica que las políticas públicas que buscan en los jóvenes un empoderamiento sobre sus propias concepciones de mundo y aquello que los afecta, no han tenido el apoyo del conjunto de la sociedad y mucho menos del Estado o su apoyo es marginal.
El debate sobre el futuro y la participación de los jóvenes está abierto; han sido otros quienes se han pronunciado, falta que ellos lo hagan.
Notas:
- Es la nueva tendencia industrial de reducir la planta contratando o asociándose con pequeñas compañías prestadoras de servicios dentro de la misma empresa, algunas pueden ser temporales pero otras son empresas apartes encargadas de realizar determinada función. Con esto la empresa se desentiende de cierto personal y se ahorra el gasto sin reducir cantidad y calidad en la producción
- Serrano, José Fernando “La investigación sobre los jóvenes, estudios de ( y desde) las culturas” en “Cultura, medios y sociedad” CES Universidad Nacional Bogotá 1998 pág. 276
- Insignias culturales son símbolos o significantes semióticos que dicen de una función y otorgan un valor de sentido a quienes lo portan.
- Para ampliar información consultar “Maternidades precoces” Le Monde diplomatique diciembre 2003.
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