En el olvido de la opinión pública y los medios de comunicación quedó la privatización de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), una de las enajenaciones de bienes públicos más grande de la década de los noventa. La reciente venta de Isagen reabrió la puerta a un nuevo carnaval de privatizaciones que amenazan con extinguir las empresas públicas administradas por el Estado. Una versión poco conocida del proceso de privatización de la EEB narrada por integrantes de Sindiredes, proporciona argumentos para oponerse a las nuevas ventas.
La “capitalización” (Ver “Saquear, quebrar y luego vender”) de la EEB fue una de las privatizaciones más grandes efectuadas en la década de los noventa ¿El argumento? La supuesta “inviabilidad económica” de una de las mayores empresas de producción, comercialización y distribución de electricidad del país. Durante años el proceso ha sido usado como artefacto retorico para sustentar las privatizaciones gracias a los réditos obtenidos en su venta. Miembros del Sindicato Red de Empleados de Energía y Servicios Públicos Domiciliarios (Sindiredes) (Ver “O nos defendemos o morimos…”) proporcionan un análisis de los impactos derivados de este proceso, particularizando en sus incidencias en el ámbito laboral, así como sus implicaciones técnicas en el servicio de electricidad (Ver “Una historia que continúa repitiéndose”).
Adiós al trabajo decente
Accidentes como caída de alturas, pérdida total de extremidades por electrocución, incineración del rostro, afectaciones en la columna o hasta la misma muerte, son algunos de los riesgos más comunes a los que están expuestos los trabajadores de Codensa, empresa encargada de comercializar y distribuir el fluido eléctrico en Bogotá.
Lo sufrido por José Bernardo Henao Walteros, ex trabajador de Codensa contratado a través de la Unión Temporal Andel, es uno de estos casos. El pasado 29 de noviembre, cumpliendo órdenes superiores, en horario nocturno, se encontraba instalando equipos inteligentes (SZ) encargados de posibilitar el manejo desde el centro de control a las fallas presentadas en la red de electricidad, cuando recibió una descarga eléctrica por poca visibilidad. La incapacidad duró unos días para finalmente, como claro ejemplo del terrible manejo que estas empresas tercerizadoras de Codensa dan a sus empleados, fue despedido el 21 de enero al ser responsabilizado adrede de las órdenes emitidas por sus superiores quienes, a pesar de que el trabajador debía desempeñarse en línea no energizada, le asignaron trabajos propios de línea viva (Ver “Reporte oficial).
Luis Piñeros trabajador y dirigente sindical comenta: “La empresa misma hace el estudio, usted se accidenta y a los cinco minutos está el reporte en los computadores con una hoja técnica: nombre, edad, estado civil, hijos. Culpable: el trabajador […]. Tenemos testimonios de trabajadores que nos dicen que llegaban ingenieros de la empresa y decían: venimos a analizar un accidente, nadie puede decir nada […]”. ¿Cómo es que la responsabilidad por estos sucesos siempre recae de los trabajadores? Si incluso se acepta esta fatídica determinación, la lógica indica que debería preguntarse el por qué.
Noel Santos, contratista de Codensa y miembro de Sindiredes, es tecnólogo en supervisión de redes, en la actualidad se desempeña como operario en línea energizada (línea cargada entre 1.0kva y 34.5Kva). Él nos habló sobre algunas situaciones determinantes en el incremento de los riesgos y la accidentalidad en la empresa: “Hay personas que tan solo con ocho días de ser contratadas, sin ninguna capacitación, se están enfrentando a riesgos inmensos, haciendo levantamientos en línea viva […]. Los contratistas estamos condenados a que no haya una capacitación clara sobre cómo pueden hacerse las actividades; aquí no hay un centro claro donde se diga cómo debemos hacer las cosas, las condiciones seguras, las condiciones de riesgo; somos parte de los ensayos de cómo hacer cada cosa”.
La mayoría de estos mismos trabajadores, a los que no se les brinda el entrenamiento necesario, ni el acceso a los equipos, son víctimas de engaños y de manejos poco éticos a través del esquema de tercerización laboral. Según Piñeros: “La empresa tiene el control total de los trabajadores tercerizados, es la que dice quién entra, quién sale, dice a quién investigan, pone el sueldo, incluye a los trabajadores en listas negras, direcciona el control, las investigaciones disciplinarias, todo lo hace Codensa, pero a la hora de responder, dice que no los conoce. Tenemos cartas donde han dicho esto, también las imágenes en los medios de comunicación donde han salido a decir que esos sí son sus trabajadores, que los quiere mucho, pero a la hora de responder y pagar las acreencias laborales siempre se niega […] cada día es más agresiva la empresa, tanto con los empleados directos como con los contratistas”. Descarada manipulación y engaño.
Las denuncias no paran. Félix Pachón, ex operario de Codensa, despedido hace pocos meses y miembro de Sindiredes, se refirió a las problemáticas laborales vividas en la empresa. En cuanto a la parte laboral, nos dice que “Codensa tenía alrededor de 4.500 empleos directos, hoy no tiene sino 1.200, el resto, unos 10.000 o 12.000 son tercerizados. Entonces, ¿a qué se llegó con la privatización? Eliminaron una cantidad de contratos directos, dándole paso a la tercerización a través de contratos de dos y cuatro meses; la estabilidad laboral está crítica, en decadencia. Hay una cantidad de personas que sin la formación y experiencia requerida, les toca asumir roles que no les permiten responder de forma adecuada, todo lo cual desmejora el servicio”.
Pachón hace una pausa y continúa describiendo la situación de la empresa: “Optaron por contratar personal del Sena y de entidades técnicas donde brindan una instrucción de dos y tres meses, y los mandan a campo donde no tienen la experticia, entonces se dispara la accidentalidad, la capacitación de los trabajadores es pésima, hasta han llegado a contratar a personas que colocan tv cable para ponerlos a desarrollar un trabajo más especializado y peligroso”. Juegan con la vida de los obreros, concluimos nosotros.
Falta de experticia y de capacidad de gestión técnica es atribuida por Luis Piñeros al hecho de que altos directivos de la empresa no estén capacitados para serlo, comenta: “El cambio de personal es inmenso, en este momento hay muy pocos ingenieros […] quien maneja la operación eléctrica de Codensa en Bogotá no es un ingeniero eléctrico, es una persona profesional en relaciones internacionales […] una empresa de estas no es un banco, acá traen mentes brillantes para administrar, pero esto se maneja en ambas vías, administrativa y técnicamente; hace pocos días sacaron a unos 120 ingenieros con experiencias laborales entre 15 y 28 años en el sector eléctrico […]”.
Gran irrespeto viven los empleados con sus sueldos. Piñeros lo explica: “Las empresas contratistas hacen trabajar a algunos hasta 300 horas extras en un mes y se las roban. Cuando necesitan el servicio llegan con chantajes morales: muchachos, colaboren… y al fin de mes: muchachos, es que no hay plata, miren, si colaboran […], porque es que también no quieren es hacer nada, hay que darse valor agregado, hay que venderse, toda la filosofía barata que le meten a los trabajadores […]”.
Manejos vergonzosos. Pero cuando el oprobio llega al extremo y las empresas contratistas que tercerizan para Codensa sienten que han traspasado los límites y que las escuetas leyes pueden significar algún riesgo, ejecutan maniobras legales y administrativas para evitarlo. Noel Santos proporcionó un ejemplo de estas maniobras: “[…] trasladaron a todo el personal a una nueva empresa, los mismos carros, la misma gente, los mismos equipos, la mismas instalaciones, pero que no, que ellos ya no eran Deltec, sino que ahora se llaman Andel; el mismo personal administrativo, la que antes era la gerente de compras, la que manejaba casi toda la empresa ahorita resultó ser la representante legal de la otra empresa […]”
De mal en peor: envejece la infraestructura
La conversación continúa. Los obreros se hacen chanzas y ríen, se sienten seguros de lo que están comentando. La palabra la retoma Luis Piñeros, refiriéndose a los efectos del proceso de privatización: “El sector eléctrico dejó de ser un servicio publico esencial para convertirse en un negocio, los usuarios pasaron a ser clientes […]. Comenzaron a desmontar subsidios, lo que encarece las tarifas […] hay que recordar que el servicio de energía se pagaba cada dos meses, después de la llamada “capitalización” hay que pagarlo cada mes, los atropellos contra los usuarios se multiplican y el deterioro en la calidad del servicio queda palpable”. Es la realidad de esta empresa y del servicio prestado.
A pesar de las anunciadas inversiones en infraestructura que llevarían a cabo una vez privatizada la empresa, con las que harían trizas los temores despertados por la crisis energética del 92, nunca llegaron. No es casual ni desvirtuado lo que relata Luis Piñeros sobre la infraestructura actual con que prestan el servicio: “Las redes son las mismas construidas a mediados de la década del 50 y 60, por lo cual ahora comienzan a verse las fallas gigantescas del sistema, como la explosión de subestaciones alrededor de Bogotá, Concordia, Cerro Suba, Carrera Quinta, Usme, Chicalá, El Charquito1, varias subestaciones que son supremamente importantes, son como los órganos principales del cuerpo (hígado, corazón, pulmón) […]”.
Es evidente que la calidad del servicio se deteriora a pasos agigantados. Mejorar implicaría desarrollar grandes inversiones y ello no compagina con el interés de lucro de consorcios empresariales europeos que operan en el contexto de un país que nunca les ha jalado las orejas, regulado su proceder, y con un Estado débil en abierta connivencia y permisividad con el capital foráneo. Piñeros se refiere a casos puntuales producto de esta situación: “Ahora hay un plan para reforzar la red de media tensión, pero qué es lo que se hace con ese reforzamiento: sitios donde cambian la cruceta pero dejan el mismo cable; hay que cambiar la cruceta, el cable, el poste, los aisladores, todo el sistema y rediseñar el sistema acorde a la expansión de la ciudad […] Supuestamente Bogotá ya debería tener toda la red subterránea y no es así, en unos barrios la instalaron y no quedó bien hecha, no se hizo una planeación estratégica, lo hicieron solo para mostrar resultados”.
Improvisaciones, ausencia de equipos en óptimas condiciones, falta de conocimiento técnico por parte de los responsables de impartir las órdenes. Es así como quedan al descubierto algunos de los motivos por los cuales proliferan interrupciones en el servicio. Rafael Mayorga, habló sobre este particular: “A diario se apagan 120.000 clientes”, y amplia Piñeros: “Si usted junta todos los pequeños apagones que hay en la ciudad en un mes, equivale a un día completo de suministro de electricidad en toda la ciudad”. Miles de capitalinos han presenciado las peligrosas explosiones de subestaciones en toda la ciudad, poniendo en riesgo la vida de las comunidades, Cerro Suba2, La Concordia3 y Chicalá4, son algunas de las subestaciones que han resultado incineradas, casos representativos de falta de planificación técnica, ausencia de medidas de prevención y seguridad, como también evidencia de la negligencia con que la empresa está funcionando.
Es imperativo invertir en el mejoramiento de la red de distribución de electricidad. Luis Piñeros se cuestiona: “Lo que se necesita es modernizar la red, ¿cómo es posible que una ciudad de estas, que va en vía de desarrollo, sigue con una red tan antigua y sigue instalándole equipos que salen por una millonada de dólares?, ¿Cómo no se hace una inversión para modernizar la red eléctrica si se pretende construir un metro?”. Bastante cuestionable la competitividad eléctrica de Colombia en el contexto de los tratados de libre comercio pactados con países asiáticos y latinoamericanos, ya que uno de los principales motores de la competitividad industrial viene asegurado por una adecuada y eficiente gestión de los recursos eléctricos del país.
Tiene razón Luis Piñeros, la pésima calidad del servicio ha comenzado por afectar hasta a las vacas sagradas del capital nacional: los empresarios criollos. El Ingeniero Rafael Mayorga recordó uno de los casos más recientes: “Lafayette compró una serie de equipos en Europa, tuvieron que meterle dos circuitos de dos subestaciones y además de esto tuvieron que adquirir una planta eléctrica para que les funcionaran […]; acá trajeron los equipos y tenían cualquier cantidad de problemas”. Equipos sofisticados que requieren rangos específicos de voltaje, no tan amplios como los electrodomésticos, tienen muchas dificultades para funcionar bajo las condiciones técnicas de suministro de Codensa.
El problema amenaza la estabilidad en otras esferas, hasta el punto quede sus fuertes impactos ya nadie se encuentra a salvo. El Gobierno y las entidades de control siguen dando la espalda al problema, incapaces de poner en cintura a estas empresas que amenazan la vida de sus trabajadores, la estabilidad de un servicio básico,requeridopor miles de usuarios, a diario afectados, en uno u otro barrio, por interrupciones, expuestos a riesgos vinculados con el mal estado de la infraestructura para la operación. Mientras esto sucede aquí,a pesar de todo lo denunciado, jugosas ganancias siguen viajando hacia Europa, exportadas hace bastante tiempo bajo el ardid neoliberal de la privatización.
1 El incendio de la subestación El Charquito pudo ser nefasta pues se encuentra conectada a la red nacional de distribución. Al producirse la sobrecarga e incendio de la subestación, un daño de mayores proporciones pudo presentarse con afectaciones al sistema de distribución mayoritaria de el país.
4 https://energiacolombia.wordpress.com/category/pensamiento-implicito/
Saquear, quebrar y luego vender
A principios de los ochenta la EEB era una empresa comercial e industrial del Estado encargada de las labores de generación, trasmisión y distribución de energía en la ciudad de Bogotá y algunos municipios aledaños. Esta fue una de las empresas que de acuerdo a Aurelio Suarez Montoya1, accedieron a enormes créditos de la banca internacional en la década de los ochenta para financiar proyectos de infraestructura, impulsadas por especulaciones sobre variables económicas que parecían vislumbrar un crecimiento desbordado de la demanda de electricidad. Los préstamos de las cuatro compañías colombianas más importantes del sector eléctrico (EEB, EPM, ICEl e ISA) llevaron a que las relaciones deuda/capital pasaran de una proporción de 6/1 en los años 78-80 a una proporción de 53/1 para el periodo 81-90. Terrible endeudamiento. La crisis energética de los años 92 y 93, sin precedentes en Colombia, y el enorme desfalco a la nación propiciado a través de proyectos de generación como el Guabio A, fueron motivos adicionales suficientes para que el Gobierno transara parte importante de sus acciones en la EEB con el capital privado. La corrupción les sirvió de mampara para justificar la venta de los activos de la empresa que los mismos funcionarios del Distrito y del Gobierno habían contribuido a desfalcar. Saquear, quebrar y luego vender sería la ecuación que impuesta en las décadas en las empresas que fueron vendiendo. La corrupción sería entonces la consecuencia de la gula privatizadora y no la causa de todo proceso de enajenación. Supuestamente llegaría la eficiencia, la que aún continuamos esperando. Las condiciones para los trabajadores cambiaron radicalmente desde el proceso de “capitalización”: vinieron los despidos masivos, el proyecto de flexibilización laboral que trajo consigo la tercerización y con ella la precarización de las condiciones laborales de los empleados a los que en adelante les serían negados todos los derechos de asociación, las condiciones mínimas de seguridad en el trabajo. No solo sobre los trabajadores, el proceso también tendría fuertes incidencias sobre la infraestructura eléctrica, sobre las tarifas cobradas a los usuarios. El deterioro de las condiciones del servicio y de trabajo se agudizó aún más desde el año 2009 cuando la italiana En el adquirió el 92.06 por ciento de las acciones de la española Endesa2, con lo que controlaría todas la producción de electricidad que el consorcio español desarrollaba en Latinoamérica. Entonces el negocio de la electricidad pasó a ser controlado por la voracidad amplificada de la multinacional italiana. 1 Aurelio Suarez Montoya. “Los atropellos del capital transnacional europeo en el sector eléctrico colombiano. El caso de la Empresa de Energía de Bogotá”. Los atropellos del capital transnacional europeo en el sector eléctrico colombiano. Recalca, 2009. 2 Para ampliar visitar http://elpais.com/diario/2009/02/21/economia/1235170802_850215.html.
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Reporte oficial
A continuación un ejemplo del tipo de reportes técnicos, médico y carta de despido, que evidencian el manejo amañado que la empresa da a este tipo de accidentes, tergiversándolos para no asumir las responsabilidades que les corresponde. El accidente ocurrió en la maniobra por la práctica de actos inseguros tales como trabajar en línea viva sin estar autorizado para ello por cuanto USTED pertenece a línea muerta, realizar un procedimiento no autorizado en horas de la noche y sin agotar los protocolos de seguridad. […] … no atendió las instrucciones impartidas por su Jefe inmediato, no tuvo en cuenta los protocolos de seguridad y realizó una maniobra en línea viva no autorizada para su cargo toda vez que correspondía a línea muerta. EA: Paciente masculino de 49 años quien se encontraba en su jornada laboral Fecha 29/11/15 19/30 que se encontraba restableciendo la energía cuando recibió una descarga eléctrica de 11400 con miembro superior izquierdo y salida descarga en antebrazo izquierdo. […] Operario línea muerta. Fecha 29/11/2015 11:30:00 pm Enfermedad actual. Paciente quien se encontraba realizando labor con cables de electricidad, refiere presenta quemadura eléctrica en rostro y mano izquierda, niega pérdida de conocimiento, niega otras lesiones, en el momento leve malestar general, dolor en rostro, niega dolor toráxico, no disnea.
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Una historia que continúa repitiéndose
El Estado firmó en junio 24 de 1981 el contrato Nº. 3554 con el consorcio español Vianini-Entrecanales, además de contratar al consorcio francés Campenón Bernard Spie Batignoles para que instalaran los equipos de la central hidroeléctrica del Guavio que pretendía agregar 1.150 MW adicionales a la capacidad instalada en el país. El proyecto se estimó en un costo de 1.350 millones de dólares, para ser ejecutado en el término de cinco años y cuatro meses. El proyecto demoró más de once años en su realización y costó alrededor de 3.000 millones de dólares, más del doble de la cantidad de dinero estimada inicialmente. Suarez Montoya se refiere al caso de la siguiente manera: “El proyecto de la central hidroeléctrica de El Guavio ha sido, si no el mayor, uno de los más grandes atentados contra el patrimonio y las finanzas públicas de Colombia […]. De inicio, la relación contractual entre los consorcios europeos y la EEB, que aparecía con el liderazgo en la iniciativa al ser la dueña del 60 por ciento de la misma, se formó de manera irregular lo cual favorecía todo tipo de laxitudes y disparates en el desarrollo de los contratos[…].Carecían de objeto, no se estipulaban ni los plazos ni la forma de pago, no se exigía ninguna garantía para el cumplimiento y la seriedad de la actividad, y, por el contrario, se les extendían extravagantes gabelas en contra de la Empresa de Bogotá como la fijación de antemano de los intereses a pagar cuando luego de la presentación de cuentas corrieran más 45 días sin recibirse el pago correspondiente. En efecto, puede señalarse que en claro contubernio –entre contratistas e inescrupulosos funcionarios de la entidad contratante– se dio lugar, en aprovechamiento ventajoso de cada una de las dificultades que en el curso de la construcción se fueron presentando, a la generación de cuantiosísimos ingresos adicionales, algunos de los cuales fueron a parar en forma de enriquecimiento ilícito a los bolsillos de los delincuentes de cuello blanco, cómplices en el lucro desmesurado a favor de Vianini–Entrecanales y Campenón Bernard SpieBatignoles”. Algunos de los mecanismos con que se fraguo la estafa incluyeron: “Prestación irregular de servicios, pagos duplicados, subcontratos efectuados por los contratistas, adiciones de equipos y materiales no contemplados en el contrato inicial, intereses por demora de obras cobrados por contratistas al Estado, pago por imprevistos, entre otros”. Decenas de vida de colombianos cobró este proyecto, 137 trabajadores fueron sepultados por malos manejos técnicos del agua represada. Para ampliar consultar |
O nos defendemos o morimos…
En palabras de Luis Piñeros: “Este sindicato surge por la misma necesidad que tenemos los trabajadores de defendernos frente a la agresividad de las multinacionales del sector eléctrico. Digamos, es tanta la presión a la que estamos sometidos quienes aquí laboramos, que a pesar del miedo que nos infunden no tenemos más opción que organizarnos. Aquí vivimos una violación constante a nuestros derechos, tanto humanos como laborales, así como a las reglas internacionales de seguridad industrial. Por ello, o nos defendemos de esto o, al fin y al cabo, nos morimos en la regla misma: si no hacemos nos echan, si lo hacemos no nos pagan, pues hagámosle […]”. Este es un sindicato en el que sus directivos trabajan como cualquier otro obrero, cuentan con una asignación salarial igual a la de sus compañeros y afrontan grandes dificultades que impiden tener sede u oficina propia. |
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