Home » Romper el cerco mediático

Romper el cerco mediático

Romper el cerco mediático

25 años es un tiempo vital significativo. desdeabajo ha sido en estos años un incasable espíritu dinamizador para la comunicación alternativa y para la democratización de las comunicaciones. Sin duda, ha sido el proyecto más persistente y ambicioso en este campo, extendiendo la mano a otras apuestas de los sectores populares que han caminado por la misma senda. El presente plantea nuevos retos
¡Pa’lante!

 

Al igual que la tierra, en Colombia los medios de comunicación están concentrados en unas pocas manos. El país vive un tiempo convulso, con la oportunidad abierta para que lleguen a buen término los diálogos de paz con las dos más grandes insurgencias. El proceso con el Ejército de Liberación Nacional recién arranca, mientras que el proceso con las Farc, a pesar de los tropiezos, se encuentra próximo a su cierre.

 

Precisamente, en este proceso de transformación de las formas de ejercicio de la política, la comunicación y su democratización son elementos neurálgicos. Los movimientos sociales, con sus distintos repertorios de acción, deberían adquirir mayor centralidad. En este marco, y desde hace unos años, la comunicación ha tomado, paulatinamente, mayor protagonismo en las luchas sociales: la explosión de las nuevas tecnologías digitales como el internet y los teléfonos celulares, abrieron la puerta a múltiples posibilidades y nuevos escenarios desafiantes para las acciones colectivas.

 

En los últimos años vivimos experiencias que han demostrado la manera como podría desenvolverse la dinámica de los movimientos sociales en el país, en particular en un ambiente de posacuerdos. Con mucha fuerza e impacto, en los últimos cuatro años hemos vivido tres grandes paros agrarios (2013, 2014 y 2016), con dinámicas regionales y presencia en campos y ciudades. Estas coyunturas, junto con otras movilizaciones recientes, en el campo de la comunicación alternativa se tornaron en ejemplos de cómo romper el cerco mediático; acción comunicativa mediante la cual se logró posicionar agendas y problemáticas de sectores populares, al igual que legitimar sujetos excluidos y potenciar las movilizaciones mediante diferentes mecanismos. El caso particular del Paro Nacional Agrario del 2013 trasluce los límites y posibilidades de los movimientos sociales en articulación con las plataformas de comunicación alternativa, en el intento por democratizar las comunicaciones.

 

Paro Nacional Agrario

 

Aún lo recordamos. El 19 de agosto de 2013, en respuesta a la crisis agraria, diferentes organizaciones, movimientos y trabajadores rurales iniciaron el Paro Nacional Agrario, protestando por los altos costos de los insumos, por la prohibición sobre el uso de semillas nacionales –incluida en el TLC con los Estados Unidos– y otra serie de factores que golpean de manera coyuntural y estructural al campo colombiano. Creciendo en fuerza e impacto rápidamente, en el curso de pocos días se convirtió en la movilización social más importante vivida en Colombia en los últimos tiempos, construyendo un puente particular entre el mundo rural y urbano, e involucrando a diferentes sectores sociales.

 

Además de los factores estructurales y coyunturales generales, como el TLC con Estados Unidos, la estructura del campo colombiano, las movilizaciones precedentes y el proceso de paz que explican el momento histórico en el que surgió el paro, sugiero tres mecanismos particulares que incidieron directamente en la potencia de la movilización: 1) la represión y estigmatización por parte de las fuerzas represivas del Estado, 2) la identificación simbólica-afectiva con el campesinado, en particular con el boyacense, y 3) la comunicación alternativa permitida por las nuevas tecnologías. Dichos mecanismos se articulan entre sí y confluyen particularmente en el último, permitiendo romper dicho cerco.

 

Cerco mediático

 

El cerco mediático del que hablo está caracterizado por barreras a la circulación, producción y consumo de la información y la comunicación, construidas por determinados actores en su ejercicio de poder y exclusión de otros, mediante diferentes dispositivos; que en este caso abarcan desde el control económico corporativo de los medios hegemónicos, y hasta el control político en determinadas coyunturas. Éste es reproducido constantemente por medios y periodistas, en muchas ocasiones de manera inconsciente o automática. Para los movimientos sociales significa la invisibilización de sus luchas y problemáticas, o presentarlas como ilegitimas, estigmatizar sus mecanismos de acción, excluir a sus actores, sus anhelos y perspectivas, entre otros.

 

Según la investigación realizada por Fecolper, Reporteros Sin Frontera y la Flip: “Monitoreo de la propiedad de los medios (MOM)”, unas pocas familias y grupos económicos controlan la mayor parte de los medios de comunicación dominantes en los distintos formatos (tv, radio, prensa, revista y medios digitales): la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo, la Organización Ardila Lulle y el Grupo empresarial Santo Domingo –Valorem, son los más representativos y poderosos. La Organización Ardila Lülle, con 28,7 por ciento, y el Grupo Santo Domingo, con 19,5 por ciento, concentran la mayor parte de la audiencia y los medios. Dichos grupos extienden sus tentáculos a múltiples sectores de la economía y la política, configurando un bloque de poder de grandes magnitudes.

 

Aunque este es el panorama del campo comunicativo colombiano, mal haríamos en echar en un mismo saco a todos los medios y periodistas. Al interior de este bloque hay diferentes apuestas y diversidades políticas, el carácter de RCN –con su apuesta de derecha y de oposición al proceso de paz– contrasta con el de Caracol –en este aspecto con un carácter moderado–; igual acontece con las diferencias entre Semana, El Tiempo o El Espectador.

 

Por esto, es preciso expandir la lectura dicotómica entre medios buenos y malos, dominantes y alternativos, hegemónicos y contrahegémonicos. Captarlos como apuestas de grupos sociales, sectores y clases, con diferentes intereses en choque. Los medios dominantes no son la mera expresión mecánica del modo de producción, no son solo instrumento de los poderosos; su ejercicio en la construcción de hegemonía, en el entretenimiento, en el posicionamiento de concepciones del mundo y percepciones de la realidad, es más complejo.

 

Dentro de esta lógica, podemos, analíticamente, construir cuatro grandes categorías de medios en el panorama colombiano: a) Dominantes o hegemónicos: aquí están ubicados los medios masivos propiedad de grandes grupos corporativos (Rcn, Caracol, El Tiempo, El Espectador, entre otros), b) Institucionales (Señal Colombia, Canales regionales) c) Independientes –por su contenido o propiedad: Las Dos Orillas, La Silla Vacía, Noticas Uno, entre otros– y d) Los medios alternativos y comunitarios.

 

Estos últimos con diferentes concepciones sobre lo que es la comunicación alternativa o popular, integran un amplio espectro de medios en diferentes formatos. Contagio Radio, Prensa Rural, Colombia Informa, El Turbión, Periferia, El Rebelde Medios Alternativos, Noticiero Barrio Adentro y, por supuesto, desdeabajo, son algunos de sus cientos de expresiones. Tienen en común, entre otras cosas, su estrecha relación con movimientos sociales y organizaciones políticas, una apuesta por transformar el orden existente, legitimar interlocutores y sujetos excluidos, y practicar otra forma de comunicación en oposición a la dominante, desde sus formas de organización hasta su financiamiento.

 

Romper el cerco

 

En el paro del 2013, dichos medios hicieron posible romper el cerco. No puede leerse esta dinámica como algo anexo o subsidiario de las movilizaciones en las calles, de los bloqueos, los mecanismos de negociación y las demás formas que el paro adoptó en su transcurso, sino como una acción intrínseca, la comunicación es movimiento, los movimientos sociales son comunicación viva. A la vez que fueron un canal para la transmisión de información de muy variadas personas, fueron una apuesta política que permitió la generación de una dinámica comunicativa que llegó a extensos grupos sociales colombianos. Dicho proceso se vio fortalecido por el uso de las nuevas tecnologías, en particular la internet y los teléfonos móviles, logrando una ruptura con el modelo clásico de emisor–receptor, promoviendo la producción y distribución descentralizada de información, generando también impactos en los medios hegemónicos.

 

Dicho salto, en la práctica, se materializó en el posicionamiento de un sujeto con exigencias legítimas (el campesinado), la visibilización de la problemática rural, la expansión y potenciación de las manifestaciones, y la construcción de redes de solidaridad, permitiendo un proceso de organización como es la Cumbre Agraria, aunque en la práctica haya sido reiterativo el incumplimiento del Gobierno a los acuerdos pactados.

 

Límites y posibilidades

 

En este sentido, el potencial democratizante de los medios de comunicación alternativos es gigante. Por sus dimensiones y características, frecuentemente son calificados como insignificantes, con poco impacto real, con excepción de contadas coyunturas luego de las cuáles pasan a su condición natural vegetativa. Ahora bien, es cierto que su fuerza e impacto en grandes círculos de la sociedad se genera en coyunturas concretas, como la del paro, pero detrás de esto hay dinámicas permanentes, tejidos sociales y fortalecimientos orgánicos de los movimientos y grupos que los componen.

 

El reto consiste en que esta dinámica ocasional pueda ser consolidada como permanente, que se impulse un espacio alternativo de discusión y comunicación. Que se construya una esfera pública alternativa, o contra esfera pública, que logre dotar de contenido el ejercicio democrático con sujetos diversos, en general excluidos. Que puede percibirse en tiempos de mediana duración y consolidarse orgánicamente.

 

Medios con posibilidades pero con muchas limitantes, pues su práctica ha quedado reducida, en general, a la denuncia, dirigida, por demás, a públicos pequeños de simpatizantes. De ahí que sea preciso transformar sus lenguajes, formatos y proporcionar comunicaciones de calidad y análisis, que no se estanquen en la política formal sino que aborden otras esferas culturales. Su propósito no es antagónico con la masividad. La revolución en la técnica y la tecnología proporciona múltiples ventajas y retos en el mundo digital, hay que incursionar con fuerza en las redes sociales y en nuevos formatos.

 

Colombia necesita una democratización en sus comunicaciones. Además de una Ley de medios o una política pública en esta dirección, los medios de comunicación alternativa son una de sus principales expresiones. Para no sólo ser referente sino agentes, deben asumir la tarea de disputa del sentido social en las calles y el mundo digital.

 

* Grupo de investigación Comunicación y Cultura de la Universidad Nacional de Colombia. El Rebelde Medios Alternativos. http://elrebeldemediosalternativos.blogspot.com.co/

Información adicional

Autor/a: DANIEL ORTEGA*
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.