El cambio está en las reformas

Gustavo Petro puede ser el primer presidente de una era progresista en Colombia o el primero y el último, eso depende de cómo sea su gobierno. Él ha dicho que el cambio no está en las formas –quienes ocupen el poder– sino en las reformas. Es importante analizar las razones de los nombramientos y movidas políticas hechas hasta el momento.

Una sociedad entra en crisis cuando lo viejo no termina de morir ni lo nuevo termina de nacer.
Gramsci.

Gobernar no es igual a hacer oposición y el gobierno no es todo el poder. La victoria electoral de Gustavo Petro y Francia Márquez fue histórica, pero hay dos tramos importantes por recorrer para entender si será una victoria única en la historia de Colombia o el inicio de una nueva época, como en su tiempo lo fueron la llamada República Liberal o la Hegemonía Conservadora.

El primero de estos tramos, de aquí al 7 de agosto que será el momento de la posesión. El segundo, su primer año de gobierno, ejecución que será escrutada al detalle por las fuerzas que perdieron la contienda, pero también por quienes acompañaron desde diversos sectores populares para concretarla. Avanzaremos con el primer tramo y daremos puntadas sobre el segundo para entender por qué el cambio no está en las formas sino, en palabras del Presidente electo, en las reformas que se adelanten durante estos 4 años con el capital político conquistado.

Preámbulo

Desde su discurso en el Coliseo Movistar, Gustavo Petro delineo lo que será el gobierno del Pacto Histórico (PH) en estos 4 años alrededor de la construcción de paz, la justicia social y ambiental. Un gobierno que por primera vez –casi desde los tiempos de Simon Bolívar– tendrá una política exterior articulada de manera coherente con su política interna, por lo cual es importante destacar no solo el nombramiento de Álvaro Leyva como su Canciller, un conservador que ha dedicado los últimos 40 años de su vida a hacer la paz en Colombia, sino también la intención expresa de reconstruir la integración latinoamericana alrededor de la transición ecológica y la paz continental. Intención en la que serán claves los gobiernos de Chile y México y sus coincidencias ideológicas con el colombiano.

Senda en la cual será importante el espacio de acción conjunta y cooperación que abrirá el probable gobierno de Lula en Brasil a partir del 2023, y la cooperación del cubano en la necesidad de retomar los diálogos con el Eln en la isla, de la mano de un cese bilateral inmediato al fuego entre el Estado y esta agrupación, medida que ya fue anunciada como una intención por parte del presidente electo.

Acuerdo Nacional y
el abandono de la violencia

Claramente el cambio de tono también tiene que ver con el objetivo de convertirse en un proyecto hegemónico a largo plazo. Eso significa, más allá de ganar electoralmente hacerlo en términos culturales. Es evidente que hay un país que todavía se involucra en la conversación pública en las claves que llevaron a Álvaro Uribe Vélez al poder en el 2002 como las de creer que ser exguerrillero te inhabilita para ser presidente o suponer que existe “gente de bien” y “vándalos” o ciudadanía de segunda categoría. En esto el Presidente electo a manifestado en repetidas ocasiones ser consciente del papel simbólico de su liderazgo y la responsabilidad que esto conlleva a la hora de expresar las ideas que busca se impriman en la conversación pública cotidiana del país.

En este marco resalta que el Acuerdo Nacional propuesto por el PH no es un Frente Nacional y, realmente significa construir modernidad en Colombia y abandonar la violencia como instrumento legitimo para tramitar las diferencias políticas. Es por esto por lo que Petro ha cambiado el tono confrontativo, mostrándose dispuesto en este primer tramo a reunirse con todos, entre otros con Álvaro Uribe Vélez, Rodolfo Hernández y German Vargas Lleras, sin temas vetados, mientras que sus congresistas han conversado con personajes como José Félix Lafaurie ya que la principal clave de este acuerdo es que el dialogo sustituya a la violencia como vía de tramitación de las diferencias políticas en Colombia.

Es también la intención de obligar a los enemigos del proyecto del PH a jugar a la política con las reglas que ponga el mismo Pacto. Es entender que entre esos enemigos también existen intereses que desde los poderes mediáticos seguirán intentando imponer sus agendas de odio.

También hace parte de ese tejer de manera abierta en este primer tramo la definición de Roy Barreras como el presidente del Congreso de la República. Una decisión polémica pero alimentada por el hecho real que es el congresista electo con la mayor experiencia parlamentaria, además de haber demostrado una clara habilidad política en las discusiones en el Congreso para imponerse o llegar a acuerdos entre sectores diversos con intereses clientelistas o defensores de las elites tradicionales. El cambio se hará con sectores del orden viejo que se busca desmontar, quien no lo quiera entender es porque no ha pensado seriamente ese cambio. El compromiso urgente que hizo explícito Roy fue recuperar el tiempo perdido en estos últimos 4 años en la implementación legislativa del Acuerdo de La Habana.

La elección pudo ser ética, eligiendo a senadores como Iván Cepeda, un luchador histórico por la paz o Gustavo Bolívar que ha demostrado su compromiso anticorrupción, pero fue pragmática pues como señaló el propio Petro en su primer entrevista como presidente electo “el cambio esta en las reformas” y Roy como político ha demostrado no solo su compromiso con el PH y su programa de gobierno sino también la habilidad para dirigir la discusión en un Congreso en donde el Pacto no tiene la mayoría absoluta y deberá construirla nuevamente con cada discusión que se dé.

Los ministerios clave y las voces polifónicas en ellos

La primera discusión será la de la reforma tributaria estructural y eso explica la elección de José Antonio Ocampo como su Ministro de Hacienda. El elegido es el colombiano que más alto ha llegado en el sistema de Naciones Unidas. No solo es necesario llegar y ocupar el poder sino cambiar todo lo que deba ser cambiado en función de hacer real el principio constitucional de la democracia participativa, pero además, como le ha tocado a la izquierda en diversos lugares del mundo, corregir los errores de administración de sectores de derecha ultraconservadores y Ocampo fue la elección para adelantar lo referente a lo económico, empezando por el presupuesto. Para asegurar el pago de la deuda pública y al mismo tiempo el financiamiento de los planes, programas y proyectos que el Pacto quiere adelantar en estos 4 años. En esto el compromiso es progresividad tributaria y eliminación de beneficios –exenciones– a sectores privilegiados de la sociedad, un primer paso para garantizar esa justicia social. Solo concretar este primer paso seria histórico.

Otra de las ministras designadas es Susana Muhammad, encargada de la cartera de Ambiente. Siendo ya secretaria de Ambiente de la Bogotá Humana demostró su capacidad de gestión. Ha pasado los últimos 3 años defendiendo en el Concejo de Bogotá las banderas del movimiento ambientalista de la ciudad, siendo vicepresidenta de la junta nacional de la Colombia Humana. Su nombramiento es una demostración del carácter angular que tiene para Gustavo Petro y Francia Márquez el desarrollo de esa justicia ambiental.

En sus primeras declaraciones, entendiendo también que estamos en el momento del empalme con el gobierno Duque, la ministra declaró con contundencia que el fracking y el glifosato no iban más. Además fue clara en la necesidad de avanzar en la transición ecológica en un dialogo con Minas y Energía y particularmente –creería que– también con Ecopetrol. Si el apoyo legislativo se mantiene más allá del primer año y se articula esa política nacional con la política exterior este será un ministerio clave en la intención del gobierno del PH por reconstruir la integración latinoamericana alrededor de su bandera de la justicia ambiental.

Una más. Cecilia López Montaño es una socialdemócrata transparente que ya ha sido ministra de gobierno y también directora de Planeación Nacional. Es lo que dirían algunos “una técnica” prestigiosa. Desde sus primeras declaraciones se hizo explicita que su objetivo fundamental será la reforma agraria integral a la que se comprometió el PH en campaña. Una reforma que pasa no solo por hacer real el Acuerdo de La Habana sino también modernizar el campo para que Colombia se transforme en un mediano plazo en un país exportador de alimentos, al tiempo que garantice su soberanía alimentaria para que nadie más muera en el país de hambre. Con su nombramiento el PH le arrebata al Partido Conservador el botín burocrático en que había convertido ese ministerio.

En consonancia con la disputa por el liderazgo social, fue designada Patricia Ariza como Ministra de Cultura. No fue solo un homenaje al genocidio sufrido por la Unión Patriótica como sobreviviente sino también uno de los primeros reconocimientos al movimiento social y popular colombiano, de la mano del nombramiento de Carolina Corcho como Ministra de Salud. Ambas, Patricia y Carolina han luchado como lideresas por los y las trabajadoras de la cultura y la salud, se han peleado los problemas de esos sectores desde un enfoque de derechos popular, negándose a la simple mercantilización. Son mujeres berracas. Son también un giño a la igualdad de género que se demostró eficaz al generar una fuerte reacción de muchísimos hombres líderes de la opinión pública en Colombia que las cuestionaron con una vara muy diferente a si hubieran sido hombres las ministras nombradas.

En el caso de Patricia como Ministra de Cultura está la intención adicional, expresada por el Presidente, de que la cultura haga el proceso de sanación transformadora del sentido común contemplado por ese acuerdo nacional para conquistar posiciones en clave hegemónica para las próximas décadas de Colombia. Falta ver como puede funcionar esa intención en un Ministerio que históricamente ha sido relegado al folclorismo racista, que observa con condescendencia la riqueza patrimonial, étnica y cultural de nuestros territorios diversos.

Finalmente, y hasta el día que se escribe este artículo, está el nombramiento de Alejandro Gaviria como Ministro de Educación. Otro funcionario que, como Cecilia y José Antonio, tiene una larga experiencia en la administración pública y también privada ya que antes de lanzarse como precandidato presidencial era rector de la Universidad de los Andes. Es cierto que ha defendido acercamientos de lo público que son muy cercanos a lo que sin matices se denomina en la opinión neoliberalismo. Es cierto también que hace parte de la elite tradicional de este país, aunque tenga cierta imagen autoconstruida de intelectual de la misma.

También es cierto que, aunque ha demostrado públicamente sus diferencias con Gustavo Petro es lo que debería hacer desde el gobierno nacional para sacar adelante este país, es que fue el único, entre los precandidaturas presidenciales de lo que fue la llamada Coalición de la Esperanza, que con coherencia demostró su apoyo publico a Gustavo Petro en segunda vuelta bajo unas razones muy propias de un socialdemócrata. Se esperaría, al igual que con Roy en la presidencia del Congreso, que demuestre su compromiso con el programa del PH en su gestión como Ministro.

El cambio está en las reformas

Para que no le explote en la cara su victoria electoral, como presidente Gustavo Petro debe alcanzar un equilibrio imposible entre lo viejo que se niega a morir y lo nuevo que no termina de nacer. Reto inmenso, mucho más si se tiene en cuenta que el gobierno del Pacto lo es de una sola oportunidad, nadando en un contexto que no se la pudo poner más difícil a los sectores populares para hacerse con el gobierno.

Con ese propósito, se cuenta a favor que el gobierno nacional en el sistema político colombiano tiene muchísimo poder por el carácter presidencialista del mismo, pero al mismo tiempo debido a equilibrios complejos con los poderes militares, financieros y mediáticos que si no se tienen en cuenta fácilmente pueden desestabilizar cualquier proceso político.

En ese escenario el escenario no estaba cerrado para Petro, quien tuvo la opción de hacer un gobierno radical, nombrar en cada ministerio a un representante popular de ese sector, pero no lo hizo, entre otras cosas porque los sectores populares, con contadas excepciones –precisamente por la desigualdad estructural–, no tienen experiencia en la gestión administrativa de lo público. Este es un gobierno de una sola oportunidad.

Claramente, con lo que hemos podido evidenciar en este primer tramo, será un gobierno comprometido con los cambios que ha planteado debe adelantar el PH en por lo menos los próximos 12 años, preocupado porque lo suceda un gobierno del PH para que continúe y profundice, pero al mismo tiempo un gobierno con la difícil tarea de no equivocarse, construir mayor confianza y apoyo social y, sobre todo, mantener el poder y las conquistas ganadas para ampliarlas.

* Politólogo y Magíster en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Estudios Políticos de la Universidad Externado. Docente universitario. Twitter: @ShameelThahir

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Información adicional

Autor/a: Shameel Thahir Silva
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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