Existe un estrecho vínculo entre la biodiversidad y la sociedad, el cual tiene lugar en la medida en que se desarrolla la vida social y los seres humanos en un grado cada vez mayor utilizan y transforman los objetos, procesos y fenómenos de la naturaleza para la creación de medios de trabajo y de producción.
Sin embargo, la posibilidad de utilizar las riquezas naturales está determinada por el régimen económico-social, que en las condiciones de la sociedad capitalista –basada en la apropiación privada de los medios de producción y fuente de toda clase de antagonismos y conflictos sociales– resulta cada vez más difícil de realizar, en tanto que la actitud rapaz hacia la naturaleza y la utilización de los recursos naturales ha traído consigo su agotamiento y deterioro sistemáticos, derivados de la producción anárquica y de la competencia destructiva y el empleo irracional de toda clase de tecnologías, generando con ello la denominada crisis ecológica, que en algunos casos ha producido un daño irreparable y en otros de difícil reparación, convirtiéndose en una amenaza para la salud y la sostenibilidad alimenticia de la población, constituyendo una realidad extensiva a todos los seres humanos del planeta.
La tarea de protección del medio ambiente natural biodiverso es un asunto de carácter global cuya solución es imposible sin la multifacética cooperación internacional, al tiempo que la crisis ecológica demanda del desarrollo de una política planificada estructurada en un cambio y utilización racionales de los recursos naturales existentes, lo cual debe combinarse con la lucha social y política para profundizar las transformaciones sociales de los recursos económicos materiales en los que se fundamenta el régimen capitalista complementada con la aprobación de varias propuestas que se discutieron en la cumbre de la COP16 y sin que se determinara el monto del fondo de cooperación de ayuda para la biodiversidad, a través de la cual se crean las condiciones para que de una forma velada se apropien de ella.
Una COP que sirvió para hacer realidad la política de economía popular consagrada en el programa de gobierno y en el Plan de Desarrollo del gobierno del presidente Gustavo Petro, impulsando y desarrollando su programa con los negocios para esas economías para lo que se destinó la llamada zona verde en el centro histórico de Cali, en tanto los grandes negocios internacionales se realizaron en la zona azul.
A pesar de la pobreza argumentativa de las intervenciones de los representantes de los países miembros, incluidos los presidentes que asistieron, se puso de presente el desinterés por profundizar en las causas reales que conducen a la pérdida de la biodiversidad y la urgencia de su recuperación mediante políticas sostenibles en el tiempo, que trasciendan los gobiernos de turno y que en el concepto de biodiversidad se incluyan como parte de la naturaleza a todas las especies animales y vegetales y a los seres humanos sin excepción ni discriminaciones éticas, sociales, económicas, culturales, de género y religiosas.
La protección de la biodiversidad ha llevado a varios de los países a desarrollar políticas basadas en diversos acuerdos, convenios internacionales y protocolos que en la mayoría de los casos no se cumplen, generándose con ello una mayor dispersión y aplazamiento de las medidas urgentes que deben tomarse para evitar el deterioro de las relaciones entre la sociedad y la biodiversidad, lo cual tiende a profundizarse con graves consecuencias para la tierra y quienes la habitan.
Para tal efecto es necesario remontarse a los orígenes de la COP a fin de lograr comprender el repetitivo discurso sobre la biodiversidad cuya protección no se podrá lograr sino con la acción consciente del pueblo mediante su unidad, organización y movilización en defensa del interés superior de conservar la vida y el manejo racional de los recursos del medio ambiente natural biodiverso. En este sentido tiene especial importancia el Convenio de Diversidad Biológica –CDB– suscrito en Río de Janeiro en 1992 el cual contiene tres objetivos a saber: a) conservación de la biodiversidad; b) desarrollo del uso sostenible de la biodiversidad y c) participación justa y equitativa de los beneficios destinados a la biodiversidad, el cual entró en vigencia en Colombia el 24 de febrero de 1995.
Además de este convenio, el país ha firmado el Protocolo de Cartagena sobre la seguridad de la biotecnología, entrando a regir el 11 de septiembre de 2003. Igualmente se suscribió un convenio sobre maderas tropicales, cuyo objetivo es promover la expansión y diversificación sostenible del comercio internacional de maderas tropicales de bosques, del cual hace parte el país desde 1998. Así mismo, el convenio internacional sobre comercio de especies de fauna y flora amenazadas, ratificado en 1981. Por otro lado, en 1997 ratificó la Convención sobre humedales Ramsar, cuyo objetivo es la conservación y uso de los humedales y de sus recursos y en el que según la clasificación, aparece la laguna de Sonso en el Valle del Cauca.
Junto con este material normativo de carácter internacional, Colombia expidió una serie de normas internas en cuanto a la explotación y uso de la biodiversidad, que no se cumple, generándose con ello graves daños al medioambiente natural, tal como sucede, por ejemplo con la pérdida de la capa vegetal de los suelos expuestos a la explotación de cultivos como la caña de azúcar, como consecuencia de las quemas permanentes de los vástagos que quedan luego de su corte.
La inexistencia de políticas al respecto, que prohiban esta clase de prácticas agrarias, condujo a que la recuperación de las tierras se prolongue en el tiempo, incrementándose los costos de su tratamiento y recuperación.
Las normas de carácter nacional e internacional no dejan de ser más que declaraciones formales que poco o nada tienen aplicación práctica en el tiempo, en tanto que las cumbres sobre la biodiversidad se convierten en una especie de vitrinas para exhibir la riqueza natural que poseen los países y que luego se negocia a través de las denominadas secuencias digitales de información genética, en la cual están interesados varios de los monopolios transnacionales sean farmacéuticos, de producción de alimentos, cosméticos, etc. La COP16 con Cali a la cabeza no constituyó una excepción a esta constante de la cual da cuenta la creación de un gran fondo bajo la consigna de la sostenibilidad de la biodiversidad que alimentará los negocios que se realizarán en el inmediato futuro.
Por otra parte, la COP16 no realizó un balance sobre el trabajo y los resultados de los acuerdos adoptados durante la COP15 en Montreal.
En medio de la celebración de la COP16 con “bombos y platillos”, tampoco hubo tiempo para analizar el Estado de las relaciones atinentes a los cambios producidos en torno al ambiente natural biodiverso, objeto de un profundo y preocupante deterioro, por ejemplo, de sus fuentes hídricas en grado creciente, además de la polución atmosférica generada con el incremento inusitado del transporte público y privado y, de los procesos urbanísticos que acabaron o disminuyeron bosques, fauna y flora.
Entretanto, y como algo mágico que se volvió moda para “proteger” la biodiversidad en Cali, sus autoridades acudieron a la siembra de árboles, jardines con plantas y flores de la región, sin profundizar en lo que realmente representa y constituye la biodiversidad en su conjunto y su importancia para la vida de los seres humanos. Lo cual no debe limitarse a la simple contemplación sino al análisis de una serie de aspectos complementarios relacionados, por ejemplo, con las compensaciones por pérdida de la biodiversidad y la financiación de programas y proyectos encaminados a enriquecer y transformar la biodiversidad.
En este sentido el evento fue aprovechado para lograr uno de los fines de la COP desde su constitución: que las multinacionales –farmacéuticas, laboratorios, etc– paguen por el uso y aprovechamiento de la información genética de la biodiversidad, lo cual procede mediante la adopción de reglas de operación de un organismo multilateral para que estas compañías y otras compartan los beneficios obtenidos por el uso de secuencias genéticas para lograr las moléculas que sirven de base para la producción de medicamentos, alimentos, cosméticos, etc., material genético perteneciente a países con mayor biodiversidad y a comunidades locales, que en el caso de Colombia pueden ser las indígenas y afrodescendientes. En tanto, como “propietarios” de la información genética, comercializan y venden a precios de monopolio diversos productos para la salud, alimentación y belleza.
En relación con este asunto, es necesario señalar que Colombia mostró poco o ningún interés en promover la investigación científica tendiente a obtener productos a partir de la información genética que le pertenece procedente de su biodiversidad lo cual se refleja en el escaso presupuesto destinado para el desarrollo de la ciencia y de la investigación en estos asuntos.
No hay duda de que la COP16 realizada en Cali fue utilizada para hacer política partidista mientras pocos caleños se conectaron realmente con el verdadero contenido y examen de nuestra riqueza natural biodiversa y cuya propuesta sirvió para estimular el turismo, quedando expósitos temas tan importantes relacionados con el presente y futuro de nuestra biodiversidad y de los fenómenos atinentes a los impactos en el clima producidos por la pérdida y alteración de la biodiversidad.
Por otra parte, es necesario señalar que los negocios en torno a la biodiversidad predominaron por encima del tiempo destinado a examinar sus problemas.
Los balances sobre la COP16 realizados por el gobierno nacional, el local, los empresarios y medios de comunicación, siguen esa tónica y el presidente Petro y parte de su gabinete desde la Plaza de Armas resaltó e hizo énfasis en las cifras económicas que según el gobierno le dejaron al país 122 mil millones de pesos, la creación de 5.400 empleos y crecimiento del 400% en las ventas, guarismos importantes que transitoriamente ayudaron a los caleños a resolver sus necesidades inmediatas. En tanto que las donaciones anunciadas por parte de algunos gobiernos de los países intervinientes, equivalentes a 100 millones de dólares no son suficientes para impedir el agotamiento de los recursos naturales y protección de la compleja biodiversidad planetaria, local y regional.
La realización de la COP16 o Cumbre de las Partes por la Biodiversidad no constituyó más que un espacio para concretar negocios sobre la biodiversidad, de lo cual se benefician los grandes monopolios transnacionales en que se fundamenta el gran capital financiero nacional e internacional desde el puno de vista económico, político y social, al tiempo que el evento propiamente dicho, en el caso de la ciudad de Cali, fue aprovechado para promocionar el turismo y el consumismo basados en la biodiversidad y “sostenibilidad ambiental” con los cuales está comprometida la actual administración del alcalde Eder, para quien dicha cumbre permitió la reconciliación de los caleños y el poder de lograr lo que se propone en materia turística y de la economía basada en los servicios.
Es necesario abrir la discusión del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial que debe recoger las directrices del Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Petro, el cual gira alrededor de la protección del agua y de la biodiversidad en general como un aporte significativo a la Paz con la Naturaleza con la participación amplia de los ciudadanos como expresión de la soberanía del pueblo caleño y vallecaucano.
A pesar de la euforia desatada en Cali con ocasión de la realización de la Cumbre para la biodiversidad COP16, y de la creación transitoria de cientos de empleos y reactivación parcial en el sector de servicios turísticos de la ciudad, no debe olvidarse que este acontecimiento aprovechado para promover la biodiversidad
local y regional, no dejó de ser más que un campanazo de alerta a las autoridades locales y regionales para que adopten las recomendaciones que se discutieron en los sitios destinados para este evento, dirigidas a privilegiar nuestro medio ambiente natural biodiverso que se pierde, si antes no se toman las medidas del caso para conjurar dicha situación, en tanto que nuestro suelo, especies vegetales y animales y con ellos nuestro paisaje y clima que hacen parte de nuestro patrimonio biológico y natural deberá ser enriquecido y transformado para bien de toda la comunidad en procura de salvaguardar el conjunto de la vida natural y social.
“El control ciudadano sobre la gestión pública es condición indispensable para el ejercicio de la democracia y la convivencia social”
* Veeduría ciudadana por la democracia y la convivencia social Cali, 8 de noviembre de 2024.
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