Palabra de niebla
Convocatoria reunión inicio de obra por parte del GEB el 18 de febrero de este año.

Una historia de vida tiene pulso en la actualidad en Cundinamarca, municipio de Cachipay, vereda El Retiro, comunidad Monte Samai, en medio del llamado progreso, noción que sigue alimentando a las grandes empresas, en este caso al Grupo de Energía de Bogotá –GEB– en su propósito de incrementar el potencial eléctrico del país, en cuya misión la naturaleza es un ser inerte. Aquí esta vivencia.

Consulta interna realizada en el plantón que tuvo el resultado de: 111 personas en contra vs. 0 a favor de la instalación de las torres.

Monte Samai es una comunidad de vocación ecológica situada en zona alta de la vereda El Retiro y a 150 metros aproximadamente de una de las 9 torres que el proyecto Unidad de Planeación Minero Energética –Upme– 01 de 2013 instalaría en Cachipay. Esta amenaza que se cierne en torno a esta comunidad no es exclusiva. Se repite a lo largo de todo el trazado que afecta a 180 veredas, 37 municipios y 3 departamentos. Tras una reunión de Junta y tras una asamblea veredal, sus pobladores decidieron manifestar su inconformidad con respecto al proyecto y para ello se movilizaron el 18 de febrero pasado para bloquear o eludir una convocatoria de reunión inicio de obra por parte del Grupo de Energía de Bogotá –GEB–.

En contra del agua pertinaz de la lluvia, y con el concurso no sólo de pobladores de Cachipay sino de residentes de las poblaciones vecinas de Anolaima, Zipacón y La Mesa, el colectivo, firme y pacífico, se tomó la palabra en el evento, la coordinó, la delegó y entorpeció el propósito de la multilatina: para ello se usaron arengas, se tocaron instrumentos; los niños, muy activos, se enmascararon con motivos alusivos a las especies en peligro y, al igual que los adultos, esgrimieron pancartas contrarias al propósito crematístico del GEB.

Se realizó un círculo de palabra en el que todos los que escuchaban podían mirar directamente el rostro de aquel que hablaba o se manifestaba. Juan, artista de la madera, muy atento, salió de un silencio ancestral en el que estaba sumido, parecido al de algunos de los rostros que él mismo talla, para recordar que nosotros, los de Samai, como parte de un acuerdo inexorable, no defecábamos en el agua, que no es elemento que la deba recibir, sino que la transformábamos en abono para nuestros cultivos en tierra; Melisa, parte de la JAC de la vereda, al igual que quien escribe, se atrevió a decir taxativamente que si había qué optar por el agua y la luz, optaba por la primera; José, carpintero y constructor, trabajador si es que los hay, apoyaba con frases contundentes y espaciadas el testimonio de su mujer, entonces en estado de esos que llaman interesante; Ana, también en estado de gravidez, dejó escapar un par de lágrimas cuando se nos acusó de egoístas por oponernos a un proyecto nacional: pero cuál es el egoísmo, preguntó, si estamos cuidando el agua de cientos de miles de personas; Adrián, con su hijita de 5 años sobre hombros, ponía el dedo en la llaga con palabras sentidas y compungidas; Carolina, haciendo malabares sobre una mesa para tomar el registro del plantón, se me acercó y me dijo al oído que los argumentos de los técnicos del GEB eran verdaderamente endebles; Leslie, enmascarada como colibrí, intentaba libar, sostenida por un raudo movimiento de sus manos, la compasión de funcionarios y empleados de la corporación.

A sabiendas del modus operandi de estas empresas, no se firmó ninguna planilla, y cuando se enfocaban las cámaras por parte de ellos se mostraban o volantes o pancartas que dieran testimonio de nuestra insumisión. Se evitó, entonces, la reunión inicio de obra, y así fue reconocido por la gestora social a cargo, y se radicó una carta, firmada por el presidente de la JAC veredal, en la que se revocaba cualquier intención aprobatoria de cualquier firma por él signada. Se logró el objetivo.

Por lo tanto, la estrategia por la que hemos optado, y que ha sido difícil de sostener, es dar la voz a la comunidad y no sustraernos de la misma ni dejar que nos sea usurpada por político alguno. Anhelamos no una política de partido, no una política desde las instituciones sino una política ciudadana que encarne un poder popular. El pueblo tiene necesidad de ser escuchado y si tiene que alzar la voz, por encima de los micrófonos y afuera de los auditorios, tendrá que ser atendido. Inevitablemente. La ciudadanía puede y debe desajustarse del yugo de la política ejercida desde los partidos y desde las instituciones que implican, la mayoría de las veces, no necesariamente la participación sino ese tono decadente y falaz de lo delegatario y de lo representativo. Un actuar abierto y colectivo para evitar la imposición del “desarrollo mediocre”1 que el presidente del GEB, Juan Ricardo Ortega, tiene entre ojos.


Canto al agua el 22 de marzo en el que promocionamos la problemática. Este es el río Bahamón, situado en Monte Samai, en otros tramos parte del AID.

Grupo de Energía de Bogotá –GEB–


La cadena, que no ciclo, de la energía abarca la producción, la transmisión y la distribución. Para el caso del Upme 01 de 2013 la producción está a cargo de ISA, la transmisión a cargo del GEB, y la distribución a cargo de EPM. Los tres, de consuno, abarcan toda la cadena: ISA tiene la propiedad de la subestación Sogamoso, en Betulia, Santander; en el otro extremo, en el de la distribución, en Soacha y propiedad de EPM, se encuentra la subestación Nueva Esperanza, terraza donde se han removido vestigios arqueológicos de una ciudad muisca cuya existencia abarca varios períodos y revela un intercambio comercial importante entre esa y otras poblaciones indígenas. De estos hallazgos se ha nutrido tanto el Museo Arqueológico del agro-parque Sabio Mutis, en la vereda Escalante, entre Tena y La Mesa, como el Museo Arqueológico de Soacha.

Ambas subestaciones van a ser repotenciadas, quizá ya lo son, de 230 kv a 500 kv. Estamos hablando de medio millón de voltios; la alta tensión comienza a ser catalogada como tal cuando transporta más de 36 kv. Ambas subestaciones tienen que ser unidas por una subestación central, la subestación Norte, que garantiza la transmisión, una subestación que, por razones jurídicas y de resistencia territorial, ya no será edificada en Gachancipá, como se había planeado, y tendrá que ser trasladada a Sesquilé o a Nemocón. Es decir, el corazón del proyecto, que en las instituciones se conoce como 0033 002016 y se presenta como el Primer Refuerzo de la Red del Área Oriental, no se ha construido y ni siquiera se ha determinado su ubicación.

A través de las subestaciones, y gracias a los transformadores, o se eleva o se reduce el nivel de tensión. La idea es que la electricidad se produzca en los valles o en los cañones y se transmita a través de las cordilleras, que serán invadidas, paulatinamente, por estos tendidos de cables y sus respectivas torres. El trazado de aproximadamente 380 kms, propuesto por el GEB y aprobado por la Agencia nacional de licencias ambientales –Anla–, fue escogido entre varias alternativas, todas ellas con unos costos ambientales altos, presentadas en un Diagnóstico Ambiental de Alternativas (DAA). No obstante ni el DAA ni el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por el GEB cumplen cabalmente con los términos de referencia estipulados en la normatividad que rige ambientalmente la transmisión eléctrica en el país.

Bosque de niebla

No se entiende cómo hasta llegar a Gachancipá, el tendido eléctrico va, de acuerdo al trazado aprobado, por el valle del Magdalena y entre las cordilleras, por donde ya hay una evidente afectación ambiental y por donde ya existen líneas eléctricas, y no entra con la misma tendencia a la Sabana de Bogotá sino que sufre un desvío de 30 kilómetros para ingresar al complejo y ya damnificado ecosistema del bosque de niebla, a pesar de estar protegido ambientalmente por la declaratoria del Distrito Regional de Manejo Integrado Tequendama-Manjui.

Algo increíble. Bastó una solicitud de sustracción del GEB a la Corporación Autónoma Regional –CAR– y ésta, ni corta ni perezosa y quién sabe mediando qué estímulos o qué reconocimientos, dio el permiso respectivo. Todo el corredor de 100 kms, pleno de interrupciones y que concierne a los municipios de Albán, Anolaima, Zipacón, Cachipay, Facatativá. Bojacá, San Antonio del Tequendama, Tena y Soacha, ya está fragmentado, como lo ha reconocido la profesora Dolors Armenteras del Departamento de Biología de la Universidad Nacional; en realidad, sólo quedan unos relictos o remanentes de este ecosistema.

Ya un artículo de Alfredo Molano Jimeno, titulado precisamente Bosque de niebla, llamó la atención sobre esta condición. La contaminación derivada del tendido pone en riesgo no sólo la flora de este ecosistema que sirve de fuente hídrica a los municipios en mención, suministrando el agua de más de 200.000 personas, sino también su fauna. Al menos tres especies se encuentran en peligro: el tigrillo lanudo, que tiene aquí su corredor natural; el perezoso de dos garras y el colibrí inca negro. Desde el punto de vista de la flora no son pocas las especies endémicas: varios helechos arbóreos, el tuno aguanoso, el amarillo comino, entre otros, así como la orquídea Masdevallia caudata y alguna otra del género Anguloa.

Dentro del ciclo del agua, que no cadena como la energética, los escarpes de los bosques de niebla se encargan de recogen el vapor de agua que asciende desde los valles del Magdalena y del Cauca. Es Imprescindible su protección para el mundo que intentamos conservar, representativo ecológicamente y a nivel de especies, amén de ser proveedor de beneficios ambientales, todas ellas características que tendrían que haber impedido su sustracción, ya que con tal permiso se atenta contra la integridad del ecosistema (tal como se deriva del artículo 30 del Decreto 2372 de 2010). A nivel planetario, el bosque de niebla ocupa aproximadamente 380.000 kms cuadrados, de los cuales algo más de 25.000 están en Colombia, tanto en los valles mencionados como en el Macizo Colombiano.

Sustracción de áreas en zonas protegidas


¿Cuál es la lógica perversa y mojigata que permite que luego de declarar protegido un ecosistema se sustraigan ciertas áreas del mismo a solicitud de grandes multilatinas y en aras de un futuro presuntamente promisorio, según energéticas, mineras y petroleras? ¿Qué tipo de fueros privilegiados sobre la vida y el destino de los demás tienen los gerentes y presidentes de estas multilatinas? Para este proyecto, que no es el único (por Cundinamarca, por ejemplo, pasan tres trazados, 2 de ellos por Cachipay), también se han sustraído áreas de otras zonas protegidas como la Serranía de los Yariguíes (pueblo indígena que sufrió su extinción al oponerse a las petroleras), la Reserva Forestal (de Ley 2da) del Río Magdalena, la Reserva Forestal de la Cuenca Alta del río Bogotá, y los Páramos de Guargua y de Laguna Verde, entre otros.

¿Todo para dar más plenitud lumínica y energética a megaciudades, como Bogotá, que ya, francamente, están padeciendo el vértigo de la decadencia? ¿para seguir acabando el país con proyectos mineros? Es que nosotros, la mayoría de la comunidad de Monte Samai, y no parte despreciable de la de El Retiro, que por algo se llama como se llama, hemos huido de ese caos, que es el desgobierno de la inercia, en que se han convertido las metrópolis.

Defendamos el bosque de Niebla, NO a la instalación de torres de alta tensión.

La fase, a hoy no resuelta, de la construcción


Las leyes de la naturaleza son evidentes a la luz pero también a la sombra porque se expresan según unos ciclos, según unos ritmos, según unas regularidades, de acuerdo a unos períodos que incesantemente se repiten. Tal vez es preciso citar al ecofilósofo Skolimowski: “Necesitamos una forma de fervor religioso que una nuestras energías y voluntades en el extraordinario proyecto de salvar la Tierra y de salvarnos con ello a nosotros mismos”2. Como humanidad globalizada no hemos dejado de seguir el precepto de Francis Bacon, a saber, “torturar a la naturaleza para sacarle sus secretos” (Ver recuadro, Crítica a la noción de progreso). El misterio de lo natural nos sigue amedrentando y obramos con cobardía y con temeridad frente a ella.

“[…] la estrategia por la que hemos optado, y que ha sido difícil de sostener, es dar la voz a la comunidad y no sustraernos de la misma ni dejar que nos sea usurpada por político alguno.”

Es temeraria, digo yo, la división que hacen los profesionales del GEB acerca del Área de Influencia Directa (en adelante AID) que abarca 30 metros a lado y lado del eje de la torre y el cableado. La eliminación sistemática de la vegetación bajo el cableado (Ver recuadro Campos biomagnéticos) puede incrementar la probabilidad de los incendios en este corredor de la muerte y la devastación. Esta área también equivale al paso de servidumbre que el GEB adquiere, no como propiedad sino como posesión pero con una vocación, como dicen los abogados, de perpetuidad.

El dueño del predio renuncia a todo derecho sobre esa franja. Pero el problema se ahonda si se tiene en cuenta que la afectación no se da exclusivamente sobre el ADD sino también sobre un Área de Influencia Indirecta (en adelante AII) que supone ya no 30 metros sino un polígono, que llaman buffer, cuya extensión es de 3 kms a lado y lado del eje del cableado, abarcando muchas veces si no la totalidad de la vereda, gran parte de la misma. En el AII, el GEB tiene derecho a instalar unos sitios de uso temporal para la construcción de las torres, las cuales no bajan precisamente desde arriba sino que son construidas, como incluso la Babel, desde abajo. En algunas veredas, como Petaluma Alta, la vereda contigua a El Retiro, pletórica de distritos de riego y acueductos, se instalarán, para efectos de esta impresionante obra de ingeniería, torres que oscilan entre 30 y 100 ms, se construirá un centro de acopio de más de 1.23 hectáreas que contiene, a su vez, un campamento para albergar entre 30 y 60 personas y un helipuerto; adicionalmente, una plaza de tendido que ocupa algo más de media hectárea que exige, para su desenvolvimiento, unas vías de acceso que soporten un peso de 12 toneladas.

A lo largo del AII, el GEB tiene derecho a franja de captación de agua, a zona de vertimiento de residuos sólidos (porque aseguran, paradójicamente, que no verterán residuos líquidos), a la extracción de arena (aseveran que también necesitan piedras pero que las traerán desde más allá de las áreas de influencia). La mayestática obra de ingeniería supone un inmenso montaje y luego un desmantelamiento. Nos dejan su basura, su contaminación, su electromagnetismo casi perpetuo ( cuyas consecuencias habrá que medirlas casi perpetuamente), y se van.
Afectación electromagnética

En una reunión que tuvimos con el GEB, agendada por Margarita Gómez, veedora ambiental que lleva casi una década al frente de la problemática de este proyecto y de otros más, Ortega dijo que en Estados Unidos y en Europa hay 150 millones de kms de transmisión energética; según Bloomberg, un planeta idealmente electrificado, y ya sabemos que el ideal es tendencioso, requeriría para 2050, una extensión de cables equivalente a 152 millones de kms, más del doble de la red actual3. Cada país tiene su normativa: mientras para Colombia se ordena el aislamiento de 30 metros de distancia con respecto al cable de alta tensión, y de ahí el AID, en Suecia el aislamiento sugerido es de 180 metros4.

Ortega ha dicho, a su vez, que las torres son altas para protección del suelo porque el electromagnetismo no cae; el ingeniero Arturo Torres, parte de la Veeduría Ciudadana, le desmiente: el electromagnetismo se va en todas direcciones. La afectación de este electromagnetismo sobre los humanos tiene su estudio pionero en Wertheimer y Leeper5; luego los mismos investigadores establecieron una correlación ya no con adultos sino con niños6.

Se sabe además que las aves y los insectos, polinizadores fundamentales, provistos de magnetita en su vientre y en su cabeza que les permite orientarse según las líneas electromagnéticas del planeta, se desorientan ante la presencia de este manto artificial de la alta tensión, y entonces o colisionan con las torres o se electrocutan o, simplemente y en el caso de los insectos, se achicharran.

Campos biomagnéticos

Este electromagnetismo artificial genera un efecto ionizante en la atmósfera, cuyas micropartículas transformadas en agentes nocivos (como el gas radón) pueden penetrar en la piel y en los pulmones de la población. Así lo ratifica un estudio del profesor Henshaw, de la Universidad de Bristol, financiado por el ministerio de sanidad inglés. La ionización derivada de una torre de 500 kv pone en peligro la vida en un radio mínimo de 1km.
Es preciso recordar que los dos campos biomagnéticos, fundamentales en el humano, son el cerebro y el corazón. Mientras el 1ero emite 10 femtoteslas y es el soporte de este tejido de elucubraciones mentales prodigiosas con las que pretendemos sojuzgar todo lo que la Madre Tierra y el Padre Cielo nos ha dado, el corazón emite 500.000 femtoteslas. Tal vez no debamos definirnos como Homo Sapiens, pues nuestra insuficiente racionalidad no nos ha permitido entender el mundo; a diferencia del corazón, que tiene la capacidad de comprehenderlo. No sobra precisar que el electromagnetismo de las torres y el cableado conlleva, evidentemente, problemas cardíacos y neurológicos, lo cual es reseñado en varios papers y journals.

Afectación al suelo y al subsuelo


Vivimos todavía inmersos en el largo sopor científico de la Edad Media. En 1600, el italiano Giordano Bruno fue condenado por la autocracia de la Santa Inquisición, entre otras razones, por afirmar que nuestro planeta estaba vivo. Contemporáneamente, Lovelock y su teoría de Gaia plantean algo similar. Los profesionales del GEB, aparentemente tan dogmáticos como los inquisidores del medioevo y quizá más insensibles, afirman que el suelo y el subsuelo, es decir, el substrato y el medio y la condición para que se geste toda vida, de un lado y el agua, del otro, elemento imprescindible de lo vivo, hacen parte de un componente categórico de estudio al que denominan Medio abiótico. El academicismo, pero sobre todo la especialización, ha doblegado el sentido común de los peritos y expertos que llaman muerto a aquello que hace viable lo vivo. ¿No está el suelo y el agua, por ejemplo, lleno de microorganismos?

Dentro de este componente, el EIA menciona el río Bahamón, frontera natural entre Cachipay y Anolaima, y se dice que hace parte del AID; también se menciona el río Apulo, dándose algunas de sus características y, en alguna ocasión, el río Curí. En realidad, tal como lo reconoció la Anla en el momento de darles las licencias –las cuales no son consideradas documentos muertos–, no hay un estudio hidrológico serio, y por eso fueron conminados a hacerlo; dicen los del GEB que en teoría lo tienen casi hecho: estos ríos que se van a ver afectados, a los que habría que sumar la Quebrada El Salitre, nutren gran parte de la población circundante. De hecho la normativa reconoce, aunque laxamente, el daño: las torres deberían estar distanciadas por lo menos 30 metros de las aguas superficiales y 100 metros de las aguas subterráneas. El suelo, de otro lado se puede fragmentar y secar, lo que es palpable en el AID, y afectar tanto cultivos como bosques.

Licencia ambiental pero también licencia social


Las gestoras sociales hablan de “relacionamientos constantes y permanentes” pero no con las comunidades, ocupadas en sus supervivencias, trabajos y oficios; las relaciones constantes y permanentes son con los presidentes de las juntas comunales –en algún caso rayana con la complicidad– y con ciertos presidentes de los acueductos veredales. A una gestora en particular le pregunté por la diferencia entre el AID y el AII, y me dijo que la directa es el área de la vereda y la indirecta es la del municipio. Cuando le corregí diciéndole que el AID son treinta metros a lado y lado del trazado y el AII son tres kilómetros, me dijo que esos términos eran de pertinencia para la Gestión Ambiental pero no para la Gestión Social. Y eso que uno de los valores del GEB es la transparencia.

Aquí, en las multilatinas, aparentemente se compartimenta la información aunque unos y otros tengan la misma metodología: confundir con el uso de términos técnicos y con una oratoria basada básicamente en la persuasión, es decir, en ganarse (atrevámonos a decir que a cualquier costa) el favor de aquel o aquellos que le están escuchando. Ese es el sentido de frases tales como “es que ustedes no pueden ser egoístas porque este proyecto es de interés nacional”, como si el bosque de niebla y las otras zonas protegidas ambientalmente no lo fueran.

En mi familia se dice que el cuerpo es el primer territorio; el hogar, el segundo; la comunidad, el tercero. Vamos a defender nuestros diversos territorios. La reparación con obras sociales y la compensación suponen el escenario de la derrota, un escenario de los tantos futuribles. Si bien una parte ínfima de la comunidad ha sido persuadida, el grueso de la comunidad no ha sido todavía vencida. Es urgente la adopción, como quiere implantarlo el Plan Nacional de Desarrollo, no sólo de un ordenamiento territorial con base en el agua sino también de un ordenamiento espiritual sustentado en este elemento vital.

Crítica a la noción de progreso

En uno de sus textos, Mellonta tauta (que desde el griego podría ser traducido como “esas cosas que están por suceder”), Poe escribió que el progreso había impedido que la humanidad siguiera considerando la guerra y la enfermedad como una calamidad. Autores como Ruskin, Whitman, Baudelaire, Dickens criticaron fuertemente la noción de progreso que Dale Carnegie, al utilizar el acero, sintetizó de esta manera “hacia adelante” (construía ferrocarriles) y “hacia arriba” (construía rascacielos). Hoy el cuestionamiento al progreso no es prosopopéyico; es una necesaria realidad: sabemos cómo ponerle freno pero no lo hacemos.

Estamos ávidos de luz y nos encontramos ausentes de nosotros mismos cuando la luz se va, cuando dejamos de enrostrar la luz azul del celular, como si la obscuridad y el inmenso mundo del adentro que todos llevamos, necesaria y obscuramente, no fuera un mundo por explorar y no constituyera, en realidad, nuestra luz más auténtica.

El poeta y pintor Blake señalaba que el progreso es el castigo de Dios. La catástrofe ambiental en la que estamos inmersos en este instante supone un matricidio, ni más ni menos. Y ay de aquel, de todos nosotros, que hemos osado, en aras del consumo o en aras de la comodidad, levantar la mano contra nuestra madre. Estamos atentando contra nuestra propia espacio-temporalidad, concepto recogido por la tradición indígena de la Pacha Mama, y contra nuestro propio territorio, concepto que la tradición ya mencionada sintetiza en Jallpa Mama. Y ¿qué le queda a la humanidad sin la madre y sin el territorio? No vinimos de la costilla de Adán; vinimos, como humanidad, del útero de la tierra. Seguimos ávidos de una energía del afuera, y la consumimos a borbotones y en ella también nos consumamos, en desdén, en desprecio, en franco soslayo de la energía propia.

Juan Ricardo Ortega se aventuró a decir que sólo luego de la revolución industrial puede considerarse digna la existencia humana. De un tajo acabó con la historia de la humanidad. Los economistas suelen transpolar su doctrina a temas en los que son legos; habrá que recordarle el pensamiento de Pico della Mirandola que, en el quattrocento, reconocía la dignidad en la capacidad para hallar la verdad y practicar el bien. El smog y el ruido contaminante del progreso nos impide ver lo que está al frente y escuchar lo que está en torno. En la niebla, cortina natural y no ideológica ni cibernética como el progreso, se tiene que andar en calma, se tiene que recorrer el camino a un ritmo que nace del instante, del momento específico, del merodeo necesario, de las características del camino mismo, porque cada avance es un descubrimiento, un develamiento.

1 Entrevista medianamente reciente con Hassam Nassar en la revista Alternativa.
2 En su libro Filosofía viva, La eco-filosofía como un árbol de la vida.
3 https://elperiodicodelaenergia.com/el-mundo-necesita-una-red-electrica-de-152-millones-de-kilometros-la-misma-distancia-que-hay-entre-la-tierra-y-el-sol/
4 Rafael Hernández Moscoso y Julián Adrián Karca, Tecnologías que enferman, Penguin Random House Grupo Editorial SAS, 2016.
5 Wertheimer y Leeper, “Electrical Wiring Configurations and Childhood Cancer”. En: revista American Journal of Epidemiology.
6 Nancy Wertheimer et al, “Adult Cancer Related to Electrical Wires Near the Home”. En: International Journal of Epidemiology, 1982.

*Monte Samai. Defensores Bosque de Niebla
Vicepresidente Vereda El Retiro.

Información adicional

Proyecto eléctrico Sogamoso-Nueva Esperanza
Autor/a: Cato Tafur Ocampo*
País: Colombia
Región:
Fuente: Periódico Desde Abajo N° 302 mayo 18-junio 18

Leave a Reply

Your email address will not be published.