Arturo Alape, un artista comprometido

El intelectual autodidacta colombiano protagoniza la exposición “El río de la memoria” en la Biblioteca Nacional de Colombia

“Arturo Alape. El río de la memoria” es el título de la exposición que hasta septiembre de 2024 exhibe en Bogotá la Biblioteca Nacional de Colombia (BNC) como homenaje al artista e investigador caleño que estudió y narró la memoria de su país con una “mirada disidente y profunda”.

La exposición es una muestra del archivo de este cronista e historiador ‘aficionado’, como lo denominó el poeta y periodista Rogelio Echavarría, que se puede disfrutar con todos los sentidos, no solamente con la mirada. Los documentos, manuscritos, libros, audios, fotos, obras pictóricas, se pueden tocar, escuchar, oler y hasta saborear por todo lo que conllevan de la memoria del autor y del país que llevaba dentro.

Carlos Arturo Ruíz, más conocido por Arturo Alape, nació en Cali el 3 de noviembre de 1938 y falleció en Bogotá el 7 de octubre de 2006. A lo largo de su carrera profesional llevó a cabo investigaciones sobre la memoria colectiva de Colombia, abriendo “las heridas del olvido”, para construir un mapa a partir de escuchar las memorias individuales de sus gentes.

Alape fue un artista comprometido con todas las decisiones que asumió durante toda su vida. Una personalidad ecléctica que transitó por la pintura, la política, el periodismo militante y la literatura, “oficio profesional que requería todo el tiempo” y con el que construyó una obra literaria en la que “el devenir creativo de la palabra” estuvo acompañado siempre por la pintura “como un fantasma amigo, de absoluta fidelidad”.

Fue un escritor polifónico que creó universos narrativos con sentido ético y político y cuya tarea fluía como un río en el que navegaban los testimonios de la memoria histórica de las gentes del común a las que puso voz. Voces y memorias de las que dejó constancia en sus obras de ficción y no ficción, como: Diario de un guerrillero (1970), El cadáver de los hombres invisibles (1979), Un día de septiembre: testimonio del paro cívico 1977 (1980), El Bogotazo: memorias del olvido (1983), Noche de pájaros (1984), Las vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo (1989), Ciudad Bolívar: la hoguera de las ilusiones (1995), Yo soy un libro en prisión: crónicas (2002) y El cadáver insepulto (2005).

Imágenes y portadas sobre los sucesos del 9 de abril de 1948 y del paro cívico de 1977, hechos que formaron parte de los trabajos de Alape y que llenan la pared de la exposición dedicada a la memoria colectiva (foto: Iñaki Chaves).

Colaboró en la revista Alternativa (Atreverse a pensar es empezar a luchar) en la que firmaba la sección “Historia prohibida” y en la que dedicó trabajo y tiempo a contar, por ejemplo, la historia del bandolerismo en Colombia. Una crónica “producto de una cuidadosa investigación apoyada no sólo en la bibliografía existente, sino en entrevistas y el contacto directo con quienes vivieron esa experiencia”, que empezó con el capítulo “La geografía del miedo” publicado en el número 74 de marzo de 1976.

Con sus trabajos se conformó como uno de los mayores representantes de la literatura testimonial en el país y un defensor de las otras historias, de las otras memorias, las que casi no cuentan y menos aún se cuentan. En El Bogotazo: memorias del olvido, escribió: “había que voltear patas arriba esa historia, digamos ya oficializada, para ponerla a andar con los pies de un pueblo que también la ha escrito” (2016, pp. 24-25), con la intención de poder construir la otra memoria, esa que casi nadie guarda y mucho menos escuchan.

Entre los artículos que componen este libro se encuentra la transcripción de la entrevista que le hizo Alape a Fidel Castro en 1981 y en la que el entonces presidente cubano le cuenta de su encuentro con J. E. Gaitán pocos días antes de su asesinato y el consecuente Bogotazo. El propio Fidel le recuerda en su libro La paz en Colombia: “No tenía yo idea de cuán fanático de la historia era Alape, cuando a través de un encuentro que gestionó Gabriel García Márquez me interrogó durante largas horas una madrugada de septiembre de 1981. Por lo que conocí de lo ocurrido los días 9, 10 y 11 de abril de 1948 en Bogotá, no habría podido explicarme nunca determinados hechos que allí observé. Más de una vez Alape rompe la monotonía de su testimonio histórico. Tiene, sin embargo, el propósito de introducir en las mentes la época en que vivían las masas de campesinos que poblaron la región durante más de cien años reveladores de una espantosa realidad” (2008, pp.79-80).

Alape formó parte, junto al grupo teatral La Candelaria, de la investigación histórica, de los textos y el montaje de la creación colectiva Guadalupe, años sin cuenta, reconocida en Cuba con el premio de teatro Casa de las Américas en 1976; también obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1999 por la crónica “El ‘Borugo’ Hernando Rodríguez”, alías ‘doctor Gafas’, un criminal que trabajó para el servicio secreto colombiano, publicada en El Espectador y después incluida en Yo soy un libro en prisión. Crónicas (2002), y fue distinguido en 2003 con el doctorado honoris causa en literatura por la Universidad del Valle. Al recibirlo leyó un emotivo discurso titulado “Cali: razones de una escritura”, en el que narra su trayectoria vital mezclando con sabiduría el conocimiento de la historia de su país con su compromiso político:

“A mediados de 1960, tomé la dolorosa decisión: dejaría la pintura para dedicarme por completo a la agitación revolucionaria. Decisión influida por la visión inmediatista de pensar y creer que el sueño de una sociedad más justa se realizaría muy pronto. Ante nosotros, como fecunda montaña teníamos de frente el ejemplo de la Revolución Cubana. En América Latina los imposibles se habían vuelto posibles por la acción de los hombres. Ese reto histórico creaba en uno la voz impositiva de la conciencia: todo el tiempo debía involucrarse en la acción revolucionaria […]. En 1965, a mediados de año, de Bogotá salí para el campo a cumplir tareas políticas y ese viaje me convirtió en caminante de inmensas geografías del país: escuché historias de hombres a través de voces de ríos, conocí murmullos humanos en la selva y la montaña, vislumbré nuevas miradas de futuros. Intentaba dibujar la experiencia vivida pero el dibujo terco se ocultaba en la imaginación y apareció entonces la necesidad de la palabra escrita. Escribí un diario que con el correr del tiempo se hizo libro. La palabra se convirtió en exorcismo para mis contradicciones existenciales y caí en sus redes, me volví escritor”.

Cronista, historiador y narrador que “no sólo atornilla bien los datos, sino que es capaz de perfilar personajes, crear ambientes y ofrecer una visión global del tema que trabaja. Un pequeño suceso, un punto en el mapa o un individuo sin importancia aparente se convierten, con el lápiz de Alape, en crónicas deliciosas o conmovedoras, en pequeños mundos, en vivisecciones de nuestra sociedad y nuestro tiempo” (Samper Pizano).

Una muestra de los proyectos editoriales de Alape que se puede ver en la exposición (foto: Iñaki Chaves).
Montaje con uno de los artículos de Alape publicados en la revista Alternativa y uno de sus dibujos que sirvió de imagen de portada para la edición en Alfaguara, Bogotá 2024, de El cadáver insepulto (Iñaki Chaves).

Un autor de su tiempo y de los venideros que, como escribió en El hombre de la canoa, recibía los años “con la tranquilidad de un río hambriento, los disfruto o los padezco divididos en días y los meto en una caja de cartón, los clasifico según su color y palpitar y finalmente les escribo con membrete un nombre como si se trataran de historias para contar”.

En palabras de la que fuera su compañera, Katia González, Alape era “una persona a la que este país le importaba demasiado”. Con sus investigaciones y sus novelas construyó una historia de Colombia desde abajo y con la exposición “El río de la memoria”, una muestra artística, académica y política, se reconstruye una parte importante de su vida y de su quijotesca obra.

Visitar la exposición de la BNC es adentrarse en la variada y armónica obra de Arturo Alape, es conocer y reconocer el valor de sus trabajos y celebrar la vida de este notable pintor, escritor, político y activista para contribuir a su sueño de “no caer en el olvido”, como él hizo rescatando “para la escritura historias escuchadas en voces ajenas […] una confluencia de voces que debía sacar a la luz; era mi compromiso de escritor frente a aquella oscuridad del silencio aprisionado en el olvido” (2002, p. 13).

“Alape. El río de la memoria” es una gran oportunidad para recordar y conmemorar a una persona que no concebía la vida “sin la posibilidad de caminar por el mundo con dos pies: los pies cotidianos y los de la imaginación encendidos por la palabra y el color”.

‘Arturo Alape. El río de la memoria’, nueva exposición de la Biblioteca Nacional de Colombia https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Paginas/Arturo-alape-el-rio-de-la-memoria-exposicion-biblioteca-nacional-de-colombia.aspx

Alternativa. Atreverse a pensar es empezar a luchar https://mundoobrero.es/2024/02/17/alternativa-atreverse-a-pensar-es-empezar-a-luchar/

Discurso de Arturo Alape al recoger el doctorado honoris causa de la Universidad del Valle https://editorial.ucentral.edu.co/ojs_uc/index.php/hojasUniv/article/view/1049/978

El hombre de la canoa https://arturoalape.blogspot.com/2006/08/el-hombre-de-la-canoa-despedida-de.html

* Periodista y docente-investigador

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Información adicional

Autor/a: J. Ignacio ‘Iñaki’ Chaves G.
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Fuente: Periódico desdeabajo N°316, 20 de agosto - 20 de septiembre de 2024

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