Una lección de solidaridad y vida tomó forma en Bogotá hace pocos años, en medio de la hambruna potenciada por el covid-19, y el prolongado encierro a que fueron sometidos infinidad de hogares. Aquí la historia.
Cocinando sueños es el lema convertido en bandera por un proceso comunitario que funciona principalmente en el centro oriente de Bogotá. El proyecto es conocido como Sancocholab.
El proyecto surge, en lo fundamental, de la preocupación por hambruna padecida en la ciudad en medio de la pandemia por covid-19, que produjo escasez de alimentos en múltiples sectores de Bogotá, realidad que obligó a sus moradores a denunciar, por medio de banderas y trapos rojos, las circunstancias extremas que estaban atravesando. El prolongado encierro, con prohibición de rebuscarse, en una sociedad que vive mayoritariamente del rebusque, del día a día, ahondó la realidad de empobrecimiento que afecta a miles de familias de los sectores populares, donde también reina el desempleo e informalidad laboral.
Debido a la angustia generada por esta difícil situación, el señor Nicolaus Wyss, ciudadano suizo, se propuso escribir el libro que tituló Auf dem amakom: Ein lesebuch gengen den hunger –cuya traducción cercana es Sobre el Amakong: un libro contra el hambre, y con el cual pretendió visibilizar desde su perspectiva el crítico momento.
El libro, como su nombre lo indica, relata los esfuerzos para combatir el hambre. Wyss, además de retratar la vulnerabilidad de la sociedad durante estos cambios tan abruptos, decidió, tras la publicación de su obra, donar las regalías producidas por la venta del mismo a un proyecto que ofreciera combatir el serio problema de la inseguridad alimentaria en tantos hogares bogotanos.
Luego de haber cumplido su primer propósito, se encargó personalmente de recorrer la ciudad en busca de una receta, la cual debería encajar con sus ideales. Después de visitar varios lugares de preparación de comida, analizar los platos y los condimentos de cada proyecto, evaluar sus sabores, la firmeza de las texturas, la delicadeza de los olores y la forma de emplatar de cada uno de los colectivos, decidió establecer una alianza con la Fundación Casa B; un proyecto cultural y comunitario ubicado en el barrio Belén, en el cual se realizan diversas actividades en el marco de varios proyectos, generalmente de manera autogestionada, donde sus platillos están elaborados con mucha integración, imaginación y su toque secreto es el amor.
Así pues, dicha alianza empezó con la incorporación y búsqueda de los ingredientes principales en la Fundación, y aunque tenía un objetivo claro: distribuir 10.000 platos de alimento en comunidades a priorizar, aún tenía varios condimentos y especias por definir. Entonces, un colectivo de amigos, alrededor del fuego y la cerveza, con la meta definida y la guianza de Wyss, empezaron a formular y a preparar la receta de ejecución; a amasar la idea de forma más concreta. Después de muchas reuniones, definieron dos formas de trabajo: de un lado habría una escuela de formación financiera, económica y de emprendimiento, y del otro, habría que hacer parte del equipo de cocina para garantizar la entrega de las 10.000 porciones de comida; en este sentido llevarían alimento a algunos comensales vulnerables de esta gran ciudad, al fragor de olla comunitaria.
Gracias a las fortalezas de conocimiento del colectivo, se agruparon ciertos ingredientes imprescindibles, conjuntos que se asociaban por características similares, se establecieron los pasos de la receta, uno a uno para avanzar en el proceso. En algunos casos no se encontraron un par de sustancias importantes para la mezcla, entonces hubo que adaptarlos a los productos nacionales y otros pocos se importaron de otras tierras. También se adquirieron algunas vasijas, totumas, leña, calderos, entre otros, para la preparación de los platillos, dichas preparaciones se realizan en algunos casos en la cocina de Casa B, y en otros de manera itinerante; es decir, en otros fogones de organizaciones aliadas, incluso, en la calle.
Con el establecimiento del paso a paso de la preparación, habría que seleccionar un grupo de diez personas, cuya colaboración debía estar ceñida a algunos requisitos, entre otros, hacer parte de comunidades que tienen acceso restringido a oportunidades de vida digna o son excluidos de manera sistemática por condición de raza, género, orientación sexual o religión. Las personas seleccionadas recibirían, de un lado, formación útil para sus vidas, y de otro podían servir a otros en condiciones desfavorables, con todo ello empezar a generar un cambio cultural en la población.
Para la preparación de la receta imposible saltarse dos platos fundamentales. De un lado, el mise en place o el alistamiento, que concierne a la formación técnica y el contenido de habilidades duras en emprendimiento para los futuros empresarios, apasionados por sus ideas. Del otro la práctica, la preparación de las porciones de alimento, que implica ir al supermercado, organizar los ingredientes, por ejemplo, cortar, pelar o picar lo que se requiera para cada evento. También, mover los enceres necesarios, encender el fuego, cocinar todos los ingredientes, servir los platos, llevar a la mesa, recoger el reguero, fregar el menaje, además dejar todo limpio y ordenado.
Al final de la cocción de los platos fundamentales, los participantes deben conseguir dos metas: una, tener una idea clara de negocio según sus pasiones y talentos. Y la otra, certificarse como chefs solidarios, aunando esfuerzos para el cumplimiento del gran propósito del proyecto: producir y distribuir el número determinado de porciones. Para garantizar la permanencia de los entusiastas participantes, se les entrega un incentivo económico durante la cocción de la receta, cuya finalidad es que tengan para cubrir algunas necesidades básicas y para el transporte.
El tiempo de cocción de la receta general está estimado entre cuatro y seis meses; el proceso se cocina a fuego lento para acentuar los sabores y asegurar la debida cocción de los alimentos. Este platillo no se queda sin postre, consistente en un pequeño capital semilla para que echen a andar sus ideas de negocio. Esta es una receta colombo-suiza para la generación de oportunidades, de recomposición del tejido social, la inclusión de personas, la justicia y la esperanza. La lección resalta con luz propia: es posible soñar en medio de tanta incertidumbre.
Imágenes tomadas de instagram.
Instagram del proyecto: @sancholab
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