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Tanto va el cántaro al agua hasta… sólo 200 mil votos de ventaja

Tanto va el cántaro al agua hasta… sólo 200 mil votos de ventaja

Una victoria numérica hubo en la elección presidencial. Pero…, con índices de inconformidad social y crisis política aledaña con una situación económica en alta devaluación e inflación, sin el amortiguador de Hugo Chávez y su habilidad. En las cifras, continúa el estancamiento y el descenso en el respaldo electoral de la Revolución. Así, Nicolás Maduro ganó pero rebajó en la votación que en octubre obtuvo el presidente Chávez. La representatividad y el cuadro político ya no son los mismos, en la circunstancia de sociedad y «pueblo fraccionado» que ponen marco a las próximas elecciones de alcaldes y concejales. Un recuento de votos que refleje inconsistencias en algún orden, abriría un capítulo de repeticiones locales de la elección.


En el discurso y las filas «duras» del PSUV, proliferaban los cálculos para alcanzar con facilidad los 12 millones de votos, aunque algunos con mesura, sólo agitaban por los 10 millones, un diagnóstico que hacían bajo el efecto de: a) El dolor por el fallecimiento del presidente Chávez y las escenas de su funeral, con su derivado de apoyo emocional y ventaja en la imagen mítica del líder, b) dado el impacto de la Gran Misión Vivienda, y, de la Misión Mercal en el subsidio de miles de toneladas de alimentos, c) el galope por la victoria en diciembre en 20 gobernaciones, que arrojó solo tres para la oposición, d) el efecto inmediato de un alto volumen de gasto público. Todo a favor, de un resultado mejor.

 

A contravía, “la oposición tuvo un avance sustantivo”, según palabras de Oscar Figuera, secretario general del partido comunista. En la realidad, contrario a la directriz de legitimar y dar poder a una vanguardia o “partido único del líder”, una vez más, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con solo 6.170.285 votantes, tuvo menos votos que la tarjeta opositora con 7.270.403. Entonces, los partidos aliados: Partido Comunista (PCV), Tupamaros, Podemos, Partido Patria para Todos (PPT), Nuevo Camino Revolucionario y otros seis más, fueron quienes sumaron 1.428.064 de votos para alcanzar el triunfo.

 

En un reflejo de la situación, en la parroquia Petare del municipio Sucre (una barriada extensa y humilde como en Caracas, como Ciudad Bolívar en Bogotá o Aguablanca en Cali), el apoyo por el chavismo disminuyó entre octubre y febrero de 46,23 por ciento a 43,44. Por otra parte, en el municipio Caracas (Libertador) la oposición ascendió a 48,19 por ciento, cuando en la elección pasada sólo obtuvo el 44,52 en el porcentaje de votos, y con sorpresa, en las parroquias Caricuao y San Juan de tradicional carácter popular, el candidato chavista perdió por primera vez.

 

También resultó en contraste, una comparación con el cercano resultado de las elecciones de diciembre para gobernadores. En efecto, en el estado Bolívar donde funciona el principal conglomerado obrero de Venezuela, las industrias estatales básicas como el acero, el aluminio, etcétera, que reeligió por tercera vez como gobernador al general Rangel Gómez, en esta ocasión y por primera vez desde los gobiernos de Hugo Chávez, la oposición obtuvo mayoría con un 51, 9 por ciento. En el caso de la gobernación de Mérida, que el PSUV recuperó en diciembre, la tarjeta del candidato opositor subió a 57 por ciento. Nueva Esparta, estado que gobierna el general Carlos Mata Figueroa, quien ocupó dos años atrás el Ministerio de Defensa, perdió por 52,3 por ciento; en Táchira, que recuperó para el PSUV, el coronel José Vielma Mora, ahora, la cifra volvió a subir nada menos que a 62.9 por ciento, y en Zulia, cuya gobernación obtuvo el coronel Arias Cárdenas –segundo hombre al mando en la rebelión del 4 de febrero de 1992–, fue 52.1 por ciento.

 

La campaña presidencial que terminó sacó a flote un trasfondo contradictorio de la situación social y económica de Venezuela, con fórmulas de devaluación de varias decenas y de un neoliberal impuesto del IVA del 12 por ciento. Aún en contradicción con intereses del sector privado, el discurso del candidato opositor trajo a cuento y por primera vez, el ofrecimiento inmediato, una vez elegido, de un aumento general de salarios, en un solo tajo, de 40 por ciento. Al mismo tiempo, mencionó un aumento a 3.000 bolívares del salario mínimo, y ofreció que los adultos mayores al cumplir 60 años, recibirían automáticamente su pensión y el tiquete mensual para alimentación.

 

 

 

Un interrogante con repercusión en el continente

 

¿Por qué razón, aún con el goce y uso de una base social y una maquinaria electoral, de gobierno y poder construida durante catorce años; sin embargo, resulta en duda la mayoría simbólica y real de la causa del socialismo sobre el capitalismo?

 

Hoy, el lenguaje de la polarización –que a todas luces solo tiene eco en las franjas duras– pasó al camino de confrontaciones puntuales, diferentes a una humana, estructural y antisistémica del capitalismo “radicalización de la Revolución”. Independiente de hechos posteriores, acciones bajo la manga de la oposición, demora en el “reconocimiento” del triunfo de Nicolás Maduro por parte de los Estados Unidos, hay un debate que el discurso del poder en su inercia puede impedir o aplazar en los estilos capitalistas de estado del “socialismo real” o “realmente inexistente”: ¿Cuáles son los defectos, los errores y las equivocaciones de la Revolución Bolivariana?

 

 

 

Información adicional

VENEZUELA, ELECCIONES PRESIDENCIALES
Autor/a: Omar Roberto Rodríguez
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