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El Museo de la Memoria. La versión de los negados

El Museo de la Memoria. La versión de los negados

Con el objetivo de construir una estrategia de participación nacional sobre la percepción de las víctimas en la función social, articulaciones y vinculación con las dinámicas territoriales del Museo Nacional de la Memoria, elementos relacionados con el artículo 146 de la Ley 1448/2011 y el Decreto Presidencial 4803/2011, durante los día 2 – 4 de abril, se celebró en la ciudad de Cali el V Encuento de la Red Nacional de Bancos de Datos de Derechos Humanos y Violencia Política.

 

La Red es un espacio de interlocución de organizaciones sociales, que entre otros ha servido para que las víctimas, en especial las que han sido objeto de la violación sistemática de los derechos humanos por parte del Estado, tengan la posibilidad de presentar su voz. Uno de los pocos procesos que ante la estrategia institucional de construcción de una “Memoria histórica” oficial, permite disputar una historia desde abajo, necesaria en los caminos de la construcción de la verdad, la justicia integral, la reparación y las garantías de no repetición.

 

Si bien todas las víctimas son respetables por su condición, hay unas que están escondidas, ocultadas, las que por más de 50 años no solo fueron objeto de la persecución por las acciones del Estado (no sin ello significar que no hubiese víctimas bajo la responsabilidad del polo insurgente), sino que son recurrentemente revictimizadas con la difusión de una versión oficial de la historia, cuya finalidad principal es la negación de su existencia.

 

En ese ejercicio de ocultamiento, se colonizó el imaginario social, dejando en el lenguaje conceptos como “víctimas de la violencia” o “víctimas del conflicto armado” los que encierran una niebla que no permite ver las dimensiones reales de lo ocurrido y se muestran como dos ejemplos diferenciadores de las narrativas del periodo de las violencias que estamos atravesando en Colombia entre la versión oficial de la historia y una versión propia desde los negados.

 

El debate conceptual abordado, que pareciera no corresponder con el dolor de las víctimas y a veces innecesario, termina siendo lamentablemente parte de la diferencia entre quienes quieren reproducir la versión oficial y quienes como la Red en mención, desean erigirse o ser partícipes de una voz contrahegemónica en la dialéctica propia de la historia. En palabras más simples, una cosa es anhelar que el conflicto armado en Colombia cierre ese capítulo de la historia, y otro muy distinto es que el Estado pretenda decretar su versión de la historia. Una cosa es la “paz” y otra es ocultar las prácticas sistemáticas, exterminadoras y genocidas contra opositores, o contra quien por paranoia victimizaba, o por intereses de entregar resultados se realizaron prácticas contrarias a los DD.HH, caso “falsos positivos”.

 

Por ello y ante esos hechos, las organizaciones sociales presentes en el V Encuentro no solo dieron su debate sobre los conceptos en mención y la versión de la historia a la cual continúan apostándole, sino que encuentran que si bien no hay que perder de vista las posibilidades que abre la misma norma, más allá, demanda la construcción de una estrategia entre los negados, la que posiblemente encontrará en momentos y lugares específicos, oportunidades de intersección con la versión oficial, pero al igual, distantes en algunos casos insalvables. Porque a la par que el Estado y las insurgencias están negociando el fin del conflicto armado, el Estado y las elites, tratan de encubrir su responsabilidad.

 

No hay que olvidar. Ya esa mentira de la historia oficial nos la vendieron hace medio siglo y la reproducimos en los textos escolares y académicos, lo que se conoció nefastamente como “época de la violencia” o el periodo de la guerra entre “liberales y conservadores”. No más ocultamiento de la verdad. Las elites y el estado que construyeron a su medida, nos negaron esa verdad y salieron sin responsabilidad alguna. Hoy igual que ayer, quieren volver a dejar el mismo imaginario: “los pobres se matan entre ellos y el narcotráfico fue el combustible”. Nunca Más se puede repetir.

 

Con lo anterior, en este momento de la historia, estamos ante la posibilidad de que la versión oficial siga siendo de negación y la estrategia que se implementada hace medio siglo se repita, pero a diferencia de ese momento, las víctimas negadas si tienen la posibilidad de hacer escuchar su voz, de construir nuestra estrategia para la versión de la historia de los negados, y tenemos la oportunidad no por la fuerza de las normas del tirano, sino por las condiciones comunicacionales de la época y la dignidad de sectores populares en seguir construyendo la historia no oficial que en pequeñas experiencia se reúne. Dignidad que no se vende ni se presta, se disputa o se dialoga cuando se puede.

 

Eso, nos lo enseñaron con su palabra y con su testimonio, las Madres de la Plaza de Mayo y nos lo enseñan las Madres de Soacha. Eso nos lo enseñaron Eduardo Umaña Mendoza, Jesús María Valle Jaramillo, Josué Giraldo, Alfredo Correa de Andaréis, la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), y miles y miles de negados y negadas por la oficialidad, que levantan en la memoria sus voces silenciadas.

 

El cofre de la memoria

 

En esa dirección, uno de los puntos de intersección entre la verdad oficial y la verdad de las víctimas es el Museo de la Memoria. Una historia oficial puede desear un Museo centrado en Bogotá, o en cualquier otra municipalidad o territorio, el que entre otros pabellones, se les asigne uno a las víctimas del terrorismo de Estado, con la que el victimario saque pecho, se presente como garante de derechos y demócrata, y en donde al igual que en la guerra y en su sistemática violación a los DD.HH, se presente como víctima entre guerrilleros y paramilitares.

 

Un Museo que pueda representar las diferentes formas de violencia y que en la “diversidad”, la violencia del Estado se diluya. Un Museo que sea una construcción ostentosa, con un precio de entrada tal, que condicione el acceso a los mismos colombianos y colombianas del común y se concentre como público objetivo en los turistas nacionales e internacionales, que sin saberlo necesariamente y desde el morbo de tomarse una foto, pose sonriente al lado de una de las imágenes de nuestras víctimas.

Un Museo que en sus alrededores, si no ahí mismo, estén las grandes cadenas de marcas de zapatos, vestidos, comidas. Que sea parte del circuito turístico ofertado y administrado por las agencias de viajes y utilicen como slogan “las rutas de la violencia”.

 

Nuestro museo nos debe distanciar, no solo por ser otra historia sino porque son nuestras víctimas. Nuestro Museo, debe ser resignificado desde los imaginarios y sentires de los negados y negadas, que a la par pueda aportar a fortalecer no solo su palabra y su difusión, sino sus procesos. Con lo que pensarse en un “Museo” diferente –contrahegemónico, a lo que convencionalmente se conoce; un espacio, un territorio, un escenario, una estrategia, una política popular, una red de iniciativas intercomunicadas, en el que la posibilidad de la voz de los negados y negadas sea escuchada, sostenida, difundida y rompa esa relación asimétrica de construir la historia. Lugares, espacios u otros que guarden sigilosa y respetuosamente el “cofre de la memoria histórica”.

 

Desde esa historia no oficial de los negados, se abre el panorama de lo que debe ser el Museo de la Memoria, es decir algo o algos, que nos permita desde nuestras experiencias pequeñas, ser grandes y estratégicos; algo o algos, que a la par nos permita comunicar indiferente del lugar y el tiempo y disputar la historia.

 

Por lo anterior el V Encuentro de la Red, si bien concluye reconociendo la importancia de presentar la versión de los negados en la historia en la Construcción del Museo de la Memoria, éste es solo un eslabón de encuentro o disputa táctica de la versión de los negados con la de los negadores, intersección que hoy no sabemos si sea la única o puedan ser más, respuesta que la brindará la fuerza de los hechos.

 

Estación de memoria, devela una necesidad imperiosa de construir una estrategia concertada entre los negados que no responda a la agenda de los negadores, pero que permita su diálogo cuando sea posible. Estrategia que debe fortalecer y visibilizar masivamente nuestra versión de la historia, en la que el Museo es una oportunidad, siempre y cuando nuestra creatividad emerja.

 

No es suficiente con que se garantice que no se volverán a repetir los hechos, se requiere también que el engaño de la historia no vuelva a ocurrir.

Información adicional

Autor/a: MAURICIO E. GIRALDO M.
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