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Magdalena Medio, 13 años después

Magdalena Medio, 13 años después

Las inversiones de capital en la región del Magdalena Medio, en el contexto de una rigurosa crisis ambiental y social, con el control de estructuras neo-paramilitares enquistadas en el dominio de la tierra y el Estado local, amparado para ello en la complicidad del Estado nacional y los medios de comunicación, merecen una revisión constante. En efecto, el conflicto armado tiene intencionalidades económicas aún no esclarecidas, que en escenarios de diálogos entre el Estado y los grupos insurgentes, son un factor determinante.

 

En este contexto, la salida al conflicto armado, pasa, entre otros factores, por el esclarecimiento de las responsabilidades que tienen los grupos económicos y sus empresas en la reproducción de un modelo desarrollado en medio de la guerra y consolidado a partir de violaciones masivas a los derechos humanos y el desplazamiento forzado en extensos territorios del país.

 

El territorio

 

La región del Magdalena Medio1, es una zona de conexión entre el Caribe y el interior del país. Por allí transitan buena parte de las mercancías que circulan entre los centros urbanos del interior (Bogotá, Santander, Antioquia) y las rutas marítimas del comercio globalizado, para potenciar lo cual están en desarrollo varios proyectos de infraestructura: La ruta del Sol, la hidrovía del Magdalena, El puerto de Barrancabermeja, los puertos de Gamarra, y varias conexiones férreas entre las que está el proyecto del Ferrocarril del Carare.

 

En paralelo, están en proceso fuertes transformaciones en la estructura productiva de la región. La “agroindustria” se expande de manera notoria, sobresaliendo los cultivos de palma africana y ganadería. Por ejemplo, la palma ha pasado de 80.000 hectáreas en la primera década del dos mil a casi 140.000 en la actualidad, con perspectivas de aumentar a 300.000 hectáreas para la próxima década, lo que demanda profundizar las transformaciones de la estructura social, ambiental, económica y política regional.

 

Las notorias inversiones de capital dirigidas hacia esta región no son comprensibles si al margen quedan tres factores centrales: 1) la extracción de recursos naturales, 2) el control y transformación del uso de la tierra y, 3) la hegemonía del proyecto político paramilitar en la región.

 

1) La extracción de recursos naturales. En este aspecto hay que valorar la potencial expansión de la explotación de recursos naturales, como el carbón y otros minerales, en las montañas de la Cordillera Oriental (Cundinamarca, Boyacá, santanderes), cuyo principal obstáculo operativo son los altos costos de transporte desde los yacimientos hasta los buques de embarque en el Caribe (70 US/ton)2. También existe la actividad extractiva petrolera y los potenciales yacimientos de hidrocarburos, que con la tecnología del fracking, poseen la capacidad de seguir transformando la región3.

 

Este factor está sujeto a la coyuntura de precios internacionales de minerales y petróleo –materia prima esencial de los circuitos económicos globales–, cuyo precio por barril aumentó desde 40 dólares en el año 2004 a 140 en el año 2008, fluctuando alrededor de los 90 hasta mediados del 20144. En contraste, a finales del 2014 e inicios del 2015, se observa un notable descenso en el precio internacional de las materias primas, entre las que –por ejemplo el petróleo– cayó hasta los 49 dólares por barril en enero de 2015. A la par, los precios de la onza de oro, por ejemplo, descienden hasta 1.194 dólares, precios comparables con la crisis financiera del año 2008, desestimulando las inversiones en los proyectos extractivos. No obstante, la tendencia mundial de agotamiento de materias primas, más su creciente demanda (por el incremento de la población y su mayor demanda en Asia), permite pensar que los precios tendrán un crecimiento paulatino y sostenido en el tiempo.

 

2) Control y transformación del uso de la tierra. En Colombia, 8,6 millones de hectáreas de tierra fueron despojadas en los últimos veinte años. En este contexto, todos los departamentos con coordenadas en la región del Magdalena Medio registran un notable incremento del indicador de concentración de tierra (Gini)5. Se encuentran casos, como el de La Dorada (Caldas) donde el Gini de tierras pasó de 0,639 en 2000 a 0,740 en 2009 o en Yondó (Antioquia) aumentó de 0,641 a 0,696. La concentración de tierras se ha apalancado en proyectos agroindustriales, especialmente de palma africana y la ganadería extensiva.

 

3) La hegemonía del proyecto político paramilitar en la región. No es posible entender el mapa político de la región sin considerar la masiva ola de violaciones a los derechos humanos, en particular el desplazamiento forzado que azotó la región por décadas, una de cuyas consecuencias más notorias ha sido la concentración criminal de la tierra, el establecimiento de estructuras mafiosas en el Estado a nivel regional6, y el debilitamiento de los movimientos sociales7.

 

Estas expansiones se han llevado a cabo en el contexto de una grave conflictividad social, dominada por el control político paramilitar. Uno de los más claros indicadores de este hecho, descansa en las cifras de desplazamiento forzado en la región. Tomando como base la población censada en el 2005, y comparándola con el acumulado de desplazados entre los años 1999-2011 –población desplazada 1999-2011/población censada 2005–, es posible encontrar las dimensiones dramáticas del desplazamiento forzoso. Se encuentran casos entre el 2 por ciento de Puerto Salgar (Cundinamarca), hasta Cantagallo (Bolívar) en el que el equivalente al 119 por ciento de la población censada en el 2005 sufrió expulsión por desplazamiento forzado. En total, entre los años 1999 y 2011, fueron desplazadas 144.274 personas en los municipios de la región, es decir el 20 por ciento de la población censada en el 2005.

 

Por otro lado, los campesinos que quedan se encuentran acorralados entre cultivos de palma y ganadería, controlados por estructuras neo paramilitares que todavía ejercen control territorial de manera velada8. La pérdida de sus medios de vida, el deterioro de las condiciones ambientales que garantizaban su autonomía alimentaria (pesca, caza, leña, materiales de construcción, entre otros), está llevando a comunidades enteras a enfrentarse a la migración forzada por la pérdida de sus medios de vida.

 

Si bien el desplazamiento está determinado por la acción de actores armados, es necesario subrayar que muchas actividades extractivas se llevaron a cabo en estas regiones en medio del conflicto, es el caso de las exploraciones mineras y petroleras9, pero también la siembra de cultivos como palma africana y la potrerización para ganadería. La expansión de las inversiones extractivistas en medio del conflicto, refuerza la afirmación sobre la relación entre actores armados y grupos económicos. Acción violenta que persiste.

 

El narcoparamilitarismo en el año 2015 es una realidad. Indepaz señala en su VIII informe sobre grupos paramilitares 201210, que estas estructuras se han expandido en los últimos años a través de nuevas membresías. De 259 municipios con presencia de grupos paramilitares identificados en el 2008 se pasó a 409 en el año 2012. De los 32 municipios de la cuenca media del Magdalena, se reportan 23 municipios con presencia y actividad de Los Rastrojos, 14 municipios con actividad de Los Urabeños, 7 municipios con actividad de Las Águilas Negras y 3 municipios con actividad de Los Paisas.

 

Dimensiones del uso de la tierra

 

De las dimensiones del uso de la tierra, pueden cuantificarse de manera aproximada los conflictos territoriales. La cuenca media del Magdalena tiene 3,4 millones de hectáreas. Si se suman los actuales uso de la tierra arroja como resultado 3,8 millones. El aumento de la ganadería, la siembra de palma africana y la minería presionan de manera permanente a la cobertura de bosques, el área de ciénagas y a la agricultura minifundista.

 

Al revisar las perspectivas de crecimiento de las principales actividades extractivistas, es posible dimensionar las proporciones del conflicto. En la cuenca de 3,4 millones de hectáreas, los proyectos extractivistas suman 5,1 millones de hectáreas, entre solicitudes mineras (1,8 mill ha), bloques de exploración de hidrocarburos (1,4 mill ha), y aumento de área sembrada de palma africana (300.000 ha), cifras que revelan una clara conflictividad producto de la expansión de las inversiones extractivistas, de las que, seguramente, derivarán nuevos conflictos ambientales y por la apropiación de tierras.

 

Persistente presencia

 

El paramilitarismo no es una estructura militar desmantelada. Es un proyecto político-militar que sigue controlando varias regiones del país. El paramilitarismo, es un fenómeno que abarca no sólo estructuras militares, se relaciona de manera estrecha con las élites políticas regionales, coopta las rentas del Estado a nivel regional y encausa significativas sumas de dinero del narcotráfico para la financiación de grandes proyectos productivos. En el Magdalena Medio hay una coexistencia no suficientemente esclarecida de capitales del lavado, con grandes inversiones especulativas del extractivismo. Es posible pensar en la existencia de sinergias entre estos capitales, que quedarían a nivel de hipótesis ante el control efectivo que ejercen estructuras mafiosas en la región. Realzar, por ahora, que la evidencia más clara de los estragos causados por el modelo extractivista implementado, son las altas proporciones de desplazamiento forzado, desnutrición en la población regional, la concentración de la propiedad de la tierra, el control del Estado a nivel local y la angustiosa crisis ambiental.

 


 

* La investigación completa puede consultarse en cedins.org.
1 En este documento, se entiende la región del magdalena medio se entiende como la correspondiente a la cuenca hidrográfica del río, que empieza en Puerto Salgar Cundinamarca hasta La Gloria en el Cesar. Los límites se circunscriben a las líneas divisorias de aguas. Aunque no puede pasarse por alto que la región tiene fuertes conexiones con otros centros políticos y económicos del país, por lo que el análisis desde la cuenca puede tener claros limitantes.
2 El camino hacia la competitividad del carbón. Jorge Taboada, Gerente de la corporación para el Desarrollo del Ferrocarril del Carare.
3 Magdalena Medio, llamado a liderar producción con “Fracking”. Vanguardia.com, 7 de diciembre de 2014.
4 Información obtenida de: charts.kitco.com
5 Cesar: 0,75 (2000), 0,77 (2009); Caldas: 0,87 (2000), 0,88 (2009); Santander: 0,79 (2000), 0,80 (2009).
6 Y refundaron la patria… Claudia López (Editora). Edt. Debate, Bogotá 2010.
7 El lado oscuro del carbón. La violencia paramilitar en la zona minera del Cesar, Colombia. Marianne Moor y Jorls van de Sandt. PAX. Junio de 2014.
8 Y refundaron la patria… op. cit.
9 “¿Sólo coincidencias?”, periódico desdeabajo Nº 214, Junio 20 – Julio 20 de 2015. “AngloGold Ashanti y El Bloque Central Bolívar: ¿Sólo son coincidencias?” Equipo de investigación sobre territorio y extractivismo. Cedins. 2015.
10 VIII Informe sobre grupos paramilitares. Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz –Indepaz–. 2012.
11 Datos tomados de: Deterioro de humedales en el Magdalena Medio: un llamado para su conservación. Fundación Alma, Valentina Garzón y Juan Gutiérrez. Bogotá 2013.

Información adicional

Autor/a: EQUIPO INVESTIGACIÓN SOBRE TERRITORIO Y EXTRACTIVISMO. CED-INS*
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