China y Japón frenan el dinamismo económico de Asia
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida ,y el presidente de China, Xi Jinping, en una foto de archivo. — Europa Press

El hasta ahora continente más vigoroso entra en una fase de incertidumbre, con la economía nipona de nuevo en números rojos, y la china enfrentándose a una década perdida, con un crecimiento cada vez más anémico.

Asia vivirá un 2024 de transición con un horizonte poco probable pero no imposible de aterrizaje suave. La doctrina económica no sale de su asombro. El continente con mayor dinamismo en el actual milenio parece abocado a morir de éxito. O, al menos, a experimentar un tratamiento de choque, porque sus dos mayores PIB (China, el mercado emergente, y Japón, la economía de rentas altas por excelencia) dejaron 2023 siendo un lastre.

No es de extrañar, pues, que el FMI admitiera este pasado febrero que la prosperidad asiática se apresta a bajar de la altitud y no descarte una aproximación a tierra; es decir, una maniobra controlada de estancamiento, según su director para Asia Pacífico, el indio Krishna Srinivasan.

La institución anticipa un alza del 4,7% del PIB regional en 2023, ritmo que se irá “gradualmente ajustando” hasta situarse en 2024 en una horquilla de entre el 4,2% y el 4,5%.

Asia, recuerda Srinivasan, seguirá aportando dos terceras partes al crecimiento global de un lado por el fulgurante tirón de India, convertida en el país más poblado, quinta economía del planeta y en cuarto enclave bursátil; y, de otro, por los beneficios y riqueza generada por sectores de la alta tecnología o las industrias de chips de Taiwán, Corea del Sur o Singapur.

Sin embargo, los expertos del FMI apuntan el doble estancamiento de China (con riesgos de deflación e intensa tensión en sus mercados de capital, en su sistema bancario y en su servicio de deuda) y de Japón.

El mercado también se apunta a esta tesis. Este será “un año de transición” en Asia, asegura JP Morgan, desde el punto de vista inversor. Después de un 2023 de alto voltaje geopolítico, alzas en los tipos de interés de la Fed, un decepcionante crecimiento en China y una intensa volatilidad de activos con debilidad de las divisas regionales frente al dólar, en 2024 habrá correcciones y un contraste entre repuntes bursátiles de dobles dígitos en Corea del Sur, Taiwán, India o Japón y episodios de ajustes puntuales o estructurales, en alusión a China. Con India como el principal beneficiario de este escenario.

Tanto la visión coyuntural y macroeconómica del FMI como la perspectiva bursátil de JP Morgan apuntan a una dinámica diferente a la que ha regido en Asia en los últimos decenios. Por primera vez, sus dos principales economías evidencian anemia.

China: el gigante asiático exhibe sus pies de barro

China coquetea con una “década perdida” de ralentización y deflación (es decir una japonización de su modelo productivo) si no acomete reformas de calado, explica Rory Green, de GlobalData.

Green observa que problemas de la economía nipona clonan ahora en el gigante asiático: la quiebra del gigante promotor Evergrande y la proliferación de activos tóxicos de la banca en el sector inmobiliario; la acumulación de deuda soberana, en especial por gobiernos locales, que llevaron el peso de los estímulos para hacer frente al parón inculcado por Pekín y su política de covid-cero hasta la primavera de 2023; y la caída libre del consumo por el galopante desempleo juvenil y el elevado endeudamiento de las familias para saldar sus obligaciones hipotecarias contratadas en el pasado reciente.

Sin embargo, la señal de alarma ha partido del mercado. Pekín ha intervenido en las bolsas para contener una masiva fuga de seis billones de dólares de capitales y estabilizar su divisa, a través de adquisiciones masivas de acciones chinas por un valor de 278.000 millones de dólares. Para más inri, la bolsa india, con sede en Mumbai, firmó hace unas semanas el sorpasso sobre la de otrora boyante bolsa de Hong Kong (la tercera ahora del país, por detrás de los parqués de Shanghái y Shenzhen).

Todo ello recuerda, dice el analista de GlobalData, al comienzo de los tres decenios perdidos de Japón, en los noventa, a raíz del estallido de la doble burbuja, de activos tecnológicos y crediticia, en un mercado sometido, además, a presiones demográficas.

“Parte de este maleficio surge del intento de Pekín de poner paños calientes a varios excesos; sobre todo, el sector inmobiliario y la deuda local”, pero de igual manera tiene que ver con una “cuestión ideológica” que apunta Green: “Desde 2016 los tecnócratas no han sabido reaccionar al intento de cambiar el sistema productivo del país”, en alusión al cambio de rumbo decretado por Xi Jinping para transformar a China de potencia exportadora (la factoría mundial) a un tejido productivo basado en la demanda interna, a imagen de las naciones industrializadas, y obtener así el estatus internacional -aún sin conseguir- de economía de mercado.

Este tránsito “ha sido el combustible idóneo para la gestación de este doble tumor, de deuda y de colapso del circuito inmobiliario” del que solo podrá salir con “penurias y dolor” a través de reformas estructurales dirigidas a corregir unos riesgos y desequilibrios que guardan parangón con los que Japón lleva tres decenios de intentos. Generalmente, vanos.

Con una salvedad. En China la tasa de paro juvenil alcanzó el 21,3% en verano y, pese a que no se han publicado datos oficiales en seis meses, parecen haberse corregido hasta el 14,9% en el mes de diciembre pasado. Nicole Goldin, analista de Atlantic Council, afirma que la rigidez del mercado laboral revela un embudo de contratación de talento joven que ha puesto el freno al consumo y paralizado la compraventa de viviendas y que, indirectamente, está propagando la idea de una generación pérdida que explica el desánimo individual a pedir créditos o las fugas de capitales.

El paro juvenil está siendo el inductor de esta tormenta económica, que también ha empujado al vacío la tasa de nacimientos ante la presión que las familias ejercen sobre sus jóvenes para encontrar trabajo. Además de airear, avisa Goldin, un déficit de productividad que “restará dinamismo” sin corregir a medio plazo “las rigideces de su mercado laboral”. Y sin bonanza bursátil, el retorno delgigante asiáticocomo motor del vigor global “será especialmente complejo”.

Japón vuelve a las andadas recesivas

La economía nipona, entretanto, ha vuelto a caer en su eterna encrucijada de un PIB en números rojos, con riesgos de deflación estructural y una anemia consumista e inversora casi sistémica a la que ni los milmillonarios programas de estímulo fiscal de Tokio ni su pertinaz política de tipos próximos a cero de su banco central son capaces de reanimar. El enfermo económico vuelve a la UCI. Nada más perder su tercer puesto en el pódium de mayores potencias globales en favor de Alemania; un pulso entre dos economías ennúmeros rojos.

El carrusel de viejos síntomas del pasado selló un último trimestre de caída de cuatro décimas en el PIB, que siguió a otra contracción del 3,3% en el periodo estival. El recorte de los gastos de hogares y de las inversiones empresariales en casi un tercio ha devuelto la demanda interna nipona a su cruda realidad, después de una primera mitad de 2023 en la que Japón parecía en condiciones de dejar atrás su parálisis permanente. Y lo que es peor; parece que retrasará el momento en el que su autoridad monetaria elevará tipos, próximos a cero desde hace lustros.

La contracción entre octubre y diciembre ha sido una sorpresa para el mercado que veían incluso un crecimiento del 1,1% y ahora retrasan sine die las opciones de un movimiento alcista de tipos para abril. “Ahora, los vientos sobre el Banco de Japón (BoJ) vienen en contra, por lo que, a buen seguro, mantendrá el precio del dinero en negativo varios meses más“, explica Takeshi Minami, economista en Norinchukin Research.

Para su colega del Dai-ichi Life Research Institute, Yoshiki Shinke, “lo que resulta especialmente preocupante es la congestión del consumo y la inversión, porque -advierte- retraerá la incipiente propensión al gasto de una sociedad que tiende al ahorro” y, en consecuencia, volverá a arreciar el espectro deflacionista. Solo el buen comportamiento del Nikkei emerge como dato positivo.

En JP Morgan unen ambas coyunturas. “El laberinto chino frena la dinámica de Asia” y la seguirá ralentizando mientras sus autoridades “no gestionen convenientemente la crisis inmobiliaria, evite su contagio hacia otros sectores y ordene su servicio de deuda, con reformas y, sobre todo, con recursos que inciten al despegue”. Mientras Japón, por contra, no tiene urgencias, ya que, lamentablemente, su dolor de cabeza es atraer inflación; algo inaudito, de forma que solo puede “mantener su política monetaria ultra laxa y esperar a que surja así algunas décimas de fiebre consumista”

09/03/2024.

Información adicional

Autor/a: Diego Herranz
País:
Región: Asia
Fuente: Público

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