La primera parte del siglo XXI está enmarcada en la desglobalización, el inicio del desacoplamiento económico, las nuevas formas de proteccionismo y el incremento de una guerra híbrida que conjuga las confrontaciones bélicas de tipo proxy, el intento de control regional de los recursos naturales, la disputa del ciberespacio y el control de grandes bases de datos, insumos imprescindibles para el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), utilizados para orientar las concepciones del mundo y disponer poderosas lógicas de manipulación cognitiva.
Semanas atrás, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley por la cual se exige a la plataforma Tik-tok, de la empresa china Bytedance, fundada por Zhang Yiming, el cierre o la venta de su paquete accionario a accionistas estadounidenses. La red social tiene en EE.UU. 170 millones de usuarios. En 2021 Tik-tok superó a Google en cantidad de visitas, hecho que alertó a los funcionarios de las agencias de inteligencia de ese país, que movilizaron a sus máximos referentes para convencer a los legisladores acerca de la necesidad de prohibir la plataforma china. Los informes recibidos por los legisladores coincidieron en que Tik-tok posee una significativa capacidad de imponer gustos, orientar los consumos y modelar las percepciones de la realidad –sobre todo–, en el segmento etario menor de 30 años.
En una audiencia celebrada dos días antes de la votación en el Capitolio, los directores del FBI y de la CIA, Christopher Wray y Avril Haines afirmaron ante los congresistas que las amenazas generadas por Bytedance incluyen una gran capacidad para almacenar información poblacional, identificar objetivos sensibles de inteligencia y contar con recursos para difundir campañas de desinformación, destinadas a intervenir en procesos electorales.
La prohibición de Washington de exportar a China componentes básicos para la producción de microprocesadores, decretada por Joe Biden en 2021, la ofensiva bipartidista contra las redes sociales, la apropiación de los datos agregados imprescindibles para la Inteligencia Artificial (IA), y los protocolos de transmisión de 5 G son la expresión de la actual ciberguerra con la que el Departamento de Estado busca sostener su endeble hegemonía global. Tres décadas después del pretendido “fin de la historia”, la Federación Rusa desafía a la OTAN y las innovaciones científico-tecnológicas chinas, en las áreas de biotecnología, robótica, conectividad e Inteligencia Artificial (IA) disputan el ciberespacio a quienes se consideran únicos depositarios de la capacidad de influir, orientar o modelar las concepciones del mundo. En síntesis, lo que está en juego es la capacidad para monetizar la información e influir de forma más o menos decisiva en la configuración del sentido común.
Existe un acuerdo acerca de la importancia de las redes sociales en la configuración de la IA. Los datos provistos por las plataformas y las redes sociales son el insumo básico para diseñar los algoritmos y avanzar en la carrera de fondo que supone hegemonizar la IA, útil no solo para el consumo y la comercialización, sino para orientar soluciones médicas y estratégicas. Las limitaciones y los obstáculos impuestos por Washington contribuyen al proceso de desacoplamiento que configura dos grandes bloques: por un lado, los BRICS asociados al sur Global, y por el otro, el G7, ligado a Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa Occidental.
En ese marco, America Latina y el Caribe (ALyC) se encuentran atravesadas por la disputa global. Esa es la razón de las continuas visitas de los funcionario estadounidenses a la región, intentando limitar o cortar los lazos de la región al sur del Río Bravo con los BRICS y el Sur Global. En la actualidad, China es el primer socio comercial y el que más proyectos de cooperación ejecuta en la región. Esos son los dos aspectos en los que Washington insiste en desacoplar para reconvertir a ALyC en su reservorio de materias primas, desindustrializado e incapacitado de ejercer su soberanía.
La reciente visita del titular de la CIA a Buenos Aires busca desmantelar las represas planificadas para ser construidas en colaboración con Beijing en la Patagonia y discontinuar los acuerdos realizados por el gobierno de Cristina Kirchner en relación con el observatorio astronómico instalado por China. Las coordenadas globales se articulan, en este marco, entre quienes defienden las perspectivas globalistas y quienes pretenden instaurar modelos de autonomía relativa, agrupados en torno a formatos soberanistas.
La disputa por las plataformas y las redes sociales se ahondará en el futuro. Y las sociedades y los Estados que pretendan contribuir a su independencia deberán abordar sus utilizaciones, orientaciones y externalidades. En ALyC existen suficiente infraestructura tecnológica y excelentes científicos capaces de asumir el desafío soberano del ciber-espacio. Solo se requiere la decisión y la voluntad política.
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