Si el fundador de Wikileaks, Julian Assange, muere en prisión, el artista y coleccionista ruso Andrei Molodkin amenazó con destruir 16 obras de arte, incluidos cuadros de Picasso, Rembrandt, Warhol y otras obras contemporáneas –valuadas en conjunto en más de 45 millones de dólares–, resguardadas en una caja fuerte suiza instalada en su estudio, en el sur de Francia.
Se trata también de un proyecto artístico de Molodkin, conocido como Dead Man’s Switch (Dispositivo de hombre muerto), que ha llamado la atención de medios en todo el mundo, pues la caja fuerte también contiene piezas de artistas contemporáneos, como Andrés Serrano, Santiago Sierra y Sarah Lucas.
La bóveda es una caja metálica de origen suizo de 32 toneladas con cinco cerraduras diferentes. En su interior hay una diminuta bomba neumática que conecta dos barriles con sustancias químicas que al encenderse podría causar una reacción tan potente que todo el contenido quedará destruido en menos de dos horas.
El propósito del artista ruso, más que hacer activismo, es generar un debate sobre por qué “destruir la vida de las personas no significa nada, pero destruir el arte es un enorme tabú en el mundo”, según dijo Molodkin en entrevista con el diario británico The Guardian.
“Las obras de arte en el encierro son un símil de Julian Assange. El acto del artista puede verse como un ‘texto’ que traza relaciones metafóricas entre Assange preso y las obras. Ambos son rehenes. Uno por informar y el arte por expresar”, consideró en entrevista con La Jornada Erick Suaste, doctor en ciencias políticas y sociales y especialista en semiótica de la cultura.
“Al amenazar con destruir las piezas, se puede tener injerencia en la opinión pública con el propósito de presionar a las autoridades y resolver la situación de Assange, como forma de ejercer acción política”, agregó.
Molodkin posee 16 piezas que son representativas en la historia del arte y “una forma de interpretación de la realidad; además, se han vuelto referentes de varias etapas históricas, como el cubismo, la Edad de Oro neerlandesa y el pop art.
“Es importante ver esas obras como formas simbólicas con gran valor, pues no se trata de cualquier pintura. Fueron realizadas por autores que son representantes históricos de movimientos artísticos. Por eso el nombre del performance del artista ruso, Dead Man’s Switch, no es casualidad. Busca trazar una metáfora entre la espera por la muerte de Assange y las obras que también aguardan su fin en el encierro. Aunque no haya colocado las obras dentro de la caja, el acto genera incertidumbre y presión para evitar la destrucción de las mismas en una especie de intercambio entre una muerte y otra”, explicó Suaste.
La obra del ruso, ubicada en la categoría de arte conceptual, a menudo aborda cuestiones políticas y sociales, como la globalización, el capitalismo, la democracia o el medio ambiente. Como botón de muestra, su obra La copa más sucia consistía en una escultura en negativo del icónico trofeo de la Copa Mundial de la FIFA producida en acrílico y llena de petróleo crudo de Qatar.
El propósito de esa pieza fue mostrar “el torneo tal como era, construido sobre una base de corrupción del órgano rector y empañado por los continuos abusos a los derechos humanos en la nación anfitriona”, según informó la organización artística en su sitio web.
Actualmente, Julian Assange enfrenta un juicio en Londres, pues Estados Unidos reclama su extradición para enjuiciarlo por la publicación de más de 700 mil documentos confidenciales sobre las actividades militares y diplomáticas del país, en particular en Irak y Afganistán.
Martes 26 de marzo de 2024,
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