Zelenski afirma que pondrá fin a la guerra en otoño, pero pide que sea Occidente el que presione a Moscú y no detalla cómo recuperará la Ucrania anexionada por Rusia.
07/09/2024. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sigue confiando más en sus mensajes grandilocuentes que en la fuerza bélica para imponerse a Moscú y lograr un acuerdo que ponga fin a la guerra que comenzó Rusia en febrero de 2022 con su invasión de Ucrania.
Ahora pone este otoño como plazo máximo para lograr el fin del conflicto, sin especificar qué carta se guarda en la manga para conseguirlo ni cómo obligará a Rusia a retirarse de esa quinta parte de Ucrania que se ha anexionado.
Y no lo lleva fácil Zelenski, porque este viernes Estados Unidos volvió a negarle a Ucrania la potestad de usar contra territorio ruso los misiles de largo alcance donados por Washington y otros aliados de la OTAN.
Este sábado, Zelenski se reunió en Cernobbio, norte de Italia, con líderes políticos y económicos mundial en el marco del Foro Ambrosetti y allí habló de su plan para concluir la guerra, que, afirmó, quiere compartir en noviembre con el presidente estadounidense, Joe Biden, y los candidatos presidenciales Kamala Harris (demócrata) y Donald Trump (republicano).
También presentará el plan, que en un principio llamó “de la victoria” y ahora “de la paz”, a los líderes del G7 (Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y los propios EEUU). Sin embargo, como dijo en Cernobbio, el cumplimiento de buena parte del plan-fórmula depende totalmente de Washington, como principal aliado militar de Ucrania.
“Estamos más cerca del final de la guerra”, afirmó en todo caso Zelenski en una entrevista con la televisión italiana Rai.
Zelenski quiere que Occidente le saque las castañas del fuego
Las palabras de Zelenski reafirman que el tiempo se acaba y las elecciones presidenciales en EEUU están a la vuelta de la esquina, el 5 de noviembre. El líder ucraniano no sabe si el próximo inquilino de la Casa Blanca prolongará el dispendio en armas que ha mantenido hasta ahora Biden, quien quiere asegurar en ayuda a Kiev otros 6.000 millones de dólares antes de dejar el Despacho Oval.
Zelenski pretende, como dijo en Cernobbio este sábado y ayer en Ramstein, Alemania, que sea Occidente, con Washington en la proa, el que le saque las castañas del fuego a Ucrania y asesté un golpe contundente a Moscú. Claro, tampoco ha especificado hasta ahora cómo hacerlo sin provocar la Tercera Guerra Mundial.
Por ejemplo, el líder ucraniano no ha indicado cómo conseguirá que las tropas rusas se retiren totalmente de la quinta parte de Ucrania ocupada por el Kremlin y tampoco cómo doblegará a Rusia, que no ha cesado de avanzar, lenta pero sin pausa, en la región de Donetsk, en el este ucraniano.
Este sábado, mientras Zelenski decía sin mucha credibilidad que la guerra en Donetsk se había estabilizado, los rusos afirman que acaban de capturar otra localidad, Kalionove, en su camino hacia el bastión de Pokrovsk, cuya caída sería una debacle para el ejército ucraniano.
Kiev confía en unos misiles de largo alcance que quizá no pueda usar
Zelenski, quien tiene la ilusión de ver centenares de misiles balísticos de largo alcance occidentales disparados desde Ucrania alcanzando Moscú y los principales centros militares rusos, parece poner en este tipo de armamento todas sus esperanzas para darle la vuelta a la guerra.
Y eso para el Kremlin equivaldría a un ataque ordenado por Bruselas contra la Rusia. Su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, lo reiteró esta semana y advirtió a Washington de que está jugando con fuego y que no se le ocurra “cruzar la línea roja” de permitir el uso por los ucranianos de sus misiles de largo alcance ATACMS tierra-tierra o los JASSM aire-tierra contra posiciones en territorio ruso. Algunos de esos misiles tienen un rango de hasta 500 kilómetros.
Para dominar la estrategia del mensaje sin que se vea que flojea en su contenido y no evidenciar que la retórica belicista no es suficiente para doblegar a los rusos, ni siquiera ocupando una ínfima parte de la región rusa de Kursk, Zelenski dio esta semana un golpe en la mesa de su despacho y remodeló su Gabinete.
El cambio más importante fue el del hasta ahora ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, a quien sustituyó por Andrii Sibiga, con menos posibilidades de hacerle sombra a Zelenski, ahora a Sibiga le exige que tenga éxito allí donde fracasó Kuleba: hacer llegar a los aliados de Ucrania, y sobre todo a EEUU, el aviso de que es necesario dar ese golpe de timón a la guerra o la perderá Kiev.
En esta enigmática hoja de ruta militar ucraniana, los misiles capaces de atacar bases aéreas, rutas de suministro y arsenales en suelo ruso son indispensables.
Ucrania reclama en Ramstein misiles capaces de “convencer” a Rusia
Zelenski anunció por primera vez ese “plan de la victoria” a fines de agosto. Una fórmula que, al margen de su contenido específico, pasa por dotar a Ucrania de armas adecuadas y de establecer objetivos militares prefijados en Rusia.
Como pilar de ese plan, Zelenski insistió ante el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania reunido este viernes en la base estadounidense de Ramstein, que necesita que sus aliados occidentales ejerzan “una presión decisiva” sobre Moscú para forzar al Kremlin que ponga fin a la guerra este otoño. Una de esas formas de presión sería levantar el veto al uso de misiles de largo alcance para poder golpear territorio ruso.
La reunión en Ramstein concluyó con la promesa de nuevos paquetes de ayuda que ayudarán a Kiev a aguantar la guerra contra Rusia bastantes meses más, a pesar de que Zelenski reitera que el conflicto podría estar finiquitado en los próximos meses, con su mirada puesta en una nueva cumbre de la paz en Suiza en noviembre, esta vez con presencia rusa.
Este otoño, un momento clave para la guerra
“Hagamos de este otoño el momento en que caiga la agresión rusa, de una forma que ponga fin a la guerra y restablezca un orden internacional de seguridad fiable“, afirmó Zelenski en la apertura de la reunión de Ramstein.
El mandatario insistió en que el peso de esa presión sobre Rusia debe caer sobre Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia, los países que pueden levantar precisamente las restricciones sobre el uso de armas de largo alcance.
Y mientras se mostraba confiado en acabar la guerra pronto, Zelenski se quejaba de que “es significativo” el número de sistemas antiaéreos prometidos a Ucrania que aún no habían llegado a ese país. La contundencia de los últimos bombardeos rusos, con misiles y drones, contra el sistema energético ucraniano es el ejemplo de esa carencia.
El propio Gobierno ucraniano señaló hace unos días que los ataques rusos a la infraestructura crítica ucraniana podrían llevar este invierno a que la mayor parte de Ucrania sufra cortes de luz diarios y problemas con la calefacción, los más graves de la guerra. Tampoco las brechas en la cobertura antiaérea ucraniana apoyan la idea del presidente Zelenski sobre un horizonte de paz a la vista.
No habrá permiso para los misiles, pero sí tanques, munición y HIMARS
Aunque Estados Unidos no quiso dar luz verde al uso de los misiles de largo alcance, sí que prometió en Ramstein la entrega de un nuevo paquete de ayuda por 250 millones de dólares “en asistencia de seguridad para Ucrania”, según indicó el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin en esa base militar de su país en Alemania.
También en Ramstein, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, anunció que su país apoyará a Ucrania con otro paquete de armamento y asistencia militar por valor de 150 millones de euros y que incluye la entrega de doce sistemas de artillería Panzerhaubitze 2000.
El ministro alemán refirió también que se está preparando un nuevo envío de 77 carros de combate Leopard en colaboración con Dinamarca, que se añaden a los 58 ya transferidos.
Austin y sus colegas europeos subrayaron en Ramstein la necesidad de acelerar la entrega de armamento, dando la razón a las demandas de Zelenski y a la carrera contrarreloj para evitar el colapso militar.
“Hay que apresurarse, en especial con el invierno en camino“, pero es preciso “garantizar la seguridad ucraniana a largo plazo”, dijo Austin. Para ello, el secretario de Defensa apostó por la industria armamentística ucraniana y su desarrollo de sistemas como las lanzaderas de misiles S-300, los drones de combate y la guerra electrónica.
Ucrania podrá usar drones lanzallamas, pero no los misiles de largo alcance
Pero en Ramstein no se avanzó en el levantamiento de las restricciones para permitir el uso de los misiles de largo alcance por el ejército ucraniano contra territorio ruso.
Las objeciones las puso EEUU, que ni siquiera escuchó las recomendaciones que un día antes hizo en Oslo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien defiende que Ucrania, en virtud de su “derecho a la autodefensa”, utilice las armas occidentales como mejor le convenga.
Según Austin, no hay ningún arma capaz de garantizar la victoria en el campo de batalla. Tampoco los misiles de mucho rango. Así, los 250 millones de dólares ahora comprometidos incluyen armas variadas: munición de artillería para piezas de 155 y 150 milímetros, munición para los sistemas móviles de misiles HIMARS, armamento antitanque y armas antiaéreas.
De momento, Ucrania tendrá así que olvidarse de atacar con misiles de gran potencial destructivo ciudades rusas lejanas de la línea del frente ni instalaciones militares fuera del alcance de sus actuales proyectiles.
Sí podrá, en cambio, seguir recurriendo a sus “drones-dragones”, que arrojan chorros de metal hirviendo sobre las posiciones rusas e incinera soldados y los bosques en los que están sus trincheras, al peor estilo del napalm utilizado por Estados Unidos en tantos puntos del planeta por sus tropas o alguno de sus aliados desde mediados del siglo XX.
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