El destacado intelectual habló de su trabajo con el proyecto CyberSyn sobre las nacionalizaciones de Allende en Chile.
Evgeny Morozov aborda temas científicos complejos con capacidad analítica y erudición. Se propuso investigar el punto de encuentro entre la tecnología y las decisiones políticas, el omnipresente papel de las Big Tech en los estados nacionales y la gobernanza de esas gigantescas corporaciones en el entorno digital, pero desde la vereda opuesta a la usina de conocimiento de Silicon Valley. No en vano, este bielorruso nacido en 1984 y doctorado en Historia de la Ciencia por la Universidad de Harvard, eligió como objeto de estudio el proyecto CyberSyn. Un modelo cibernético para reunir información sobre las empresas públicas nacionalizadas que llevó adelante el gobierno de Salvador Allende a comienzos de la década del ‘70. La dictadura de Augusto Pinochet dejó trunca esa innovadora estrategia socialista que sedujo al autor de “El desencanto de Internet” (2011) y “La locura del solucionismo tecnológico” (2013). Por eso editó una serie de nueve podcasts a los que llamó Santiago Boys, que vino a presentar a Buenos Aires hace unos días.
-¿De qué se trata su trabajo sobre aquella experiencia chilena?
-Comencé el proyecto para saber un poco más sobre la historia de CyberSyn, que nació en la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), una agencia pública de Chile muy importante que quiso utilizar la tecnología, las computadoras, para compensar la ausencia de gerentes, de managers, durante el gobierno de Salvador Allende. Muchas empresas fueron nacionalizadas pero no tenían los recursos humanos adecuados. Hoy CyberSyn es una referencia global internacional muy fuerte, porque en Europa y en los Estados Unidos es presentado como uno de los pocos proyectos de izquierda que tuvo esta visión constructiva del mundo tecnológico digital. Quisieron crear algo nuevo usando la red télex y el software desarrollado por el inspirador del proyecto, Stafford Beer. Este fue el inicio de mi podcast.
– ¿Su investigación en qué consistió?
– En casi dos años hice doscientas entrevistas con más de 150 personas. Y el punto de partida fue CyberSyn. Entendí realizando esta investigación que el gobierno de Allende tenía una visión más amplia y más ambiciosa también, en el ámbito tecnológico. Sobre todo porque se vio en la lucha contra la ITT, la empresa tecnológica gigantesca que produjo muchos problemas para Allende antes de las elecciones y durante el mandato de la Unidad Popular. También descubrí un esfuerzo institucional de Allende para crear una organización dentro del Pacto Andino que facilitara el acceso a las tecnologías avanzadas en los países como Chile, que no podían pagar todos los cargos que ITT y otras empresas multinacionales pretendían. Entonces, esta teoría de la dependencia que influyó en muchos programas del gobierno socialista, para mí es muy relevante hoy, porque nos muestra cómo pensar y repensar la inteligencia artificial y otros proyectos digitales con una perspectiva más geopolítica que económica.
– ¿Quién fue Stafford Beer y quiénes llevaron adelante su modelo en el gobierno chileno?
-Cuando yo hablo de Santiago Boys es como un conjunto de personas técnicas. Algunos eran economistas, otros expertos en cibernética o ingenieros que tuvieron experiencia y una perspectiva de izquierda. Quisieron utilizar la tecnología para crear otro modo de gestionar la economía. Descubrí que en la Universidad Católica hubo un grupo en torno a Fernando Flores, un político chileno muy joven en esa época, que sabía mucho de cibernética. Había leído muchos libros y también uno del especialista inglés Stafford Beer. Un consultor y teórico de management que desarrolló su propio enfoque, su propia disciplina académica que se llamaba management cybernetics. No había tenido ningún contacto con América Latina, ni con Chile, ni con el mundo de izquierda. Pero un día recibió una carta escrita por Flores, que en ese período trabajaba en la CORFO, que gestionaba las empresas nacionalizadas.
– ¿Se puede considerar adelantado para la época el proyecto CyberSyn y sobre todo para un país de la periferia?
– Claro que fue muy adelantado, pero para entender el contexto un poco mejor, es importante considerar que hubo empresas privadas que utilizaban la cibernética, instrumentos muy similares a los promovidos por Beer. Él aprendió y desarrolló muchos de los métodos porque había trabajado en una empresa global, en Inglaterra. Una de las más grandes de la siderurgia. Pero lo que no existía era su utilización en el sector público. En Chile, para hacer algo de este tipo, los recursos informáticos eran limitados. Cuando los analistas desde Estados Unidos leían en 1973 sobre este proyecto, pensaban que era una noticia falsa, una fake news, porque era imposible que se creara eso en Chile.
-¿Es posible tener soberanía tecnológica sin soberanía política y viceversa?
– No, y en ese período de Chile era imposible porque los sistemas de comunicación, la telefonía, pertenecían a la ITT. Había aparatos electrónicos que permitían escuchar las conversaciones de Allende y del gobierno como hacía la CIA. Hoy es aún más problemático.
-Los chilenos que participaron de CyberSyn terminaron perseguidos por el régimen de Pinochet?
– Para Fernando Flores este proyecto fue un modo de avanzar en el gobierno. Allende lo designó ministro de Economía y más tarde de Hacienda. El día del golpe, fue uno de los funcionarios que estaba con el presidente en el ataque a La Moneda. Pasó tres años en campos de concentración (NdelaR: cambió 180 grados de ideas y terminó como funcionario de Sebastián Piñera. Hoy tiene 80 años). Otras personas claves emigraron a Europa y continuaron el trabajo en el ámbito cibernético con Stafford Beer.
-¿Qué significa Silicon Valley para usted?
– Es una combinación de fondos de riesgo capitalistas, de empresas pequeñas, pero también de multinacionales enormes. Una mezcla de ideologías muy extrañas. Tiene un lado muy neoliberal pero también otro casi humanitario, donde ellos hablan de la necesidad de resolver los problemas del mundo: el hambre, la lucha contra el cambio climático, y esta mezcla entre neoliberalismo feroz, clásico de Estados Unidos, y el discurso más humano produjo una ideología que yo llamo solucionismo. Ellos pueden ser de izquierda, de derecha, pero son todos solucionistas que presentan al mercado como la solución ideal a todos los problemas del mundo sin pensar en las respuestas colectivas, sociales, públicas. No hablan nunca del mercado. Hablan de la tecnología, porque para ellos es neutra.
– ¿Es posible contraponer a esto un socialismo digital?
-Pero, ¿cómo qué no? Yo escribí muchas páginas sobre socialismo digital, tengo también un ensayo muy largo que fue producido en español. Es necesario repensar los errores de la planificación soviética en este campo porque yo creo que ésta también es la relevancia del proyecto CyberSyn, que no fue a planificar la economía, fue a gestionar las empresas y los procesos socioeconómicos. Gestionar es algo diferente de planificar.
-¿Qué es el proyecto The Syllabus, de democratizar la información científica para personas que son legos, que no tienen conocimiento desarrollado?
– The Syllabus es un proyecto cuyo objetivo es mostrar al sector público está perdiendo tiempo. Porque si yo con un equipo muy pequeño puedo construir una plataforma para organizar el conocimiento de modo diferente a la estructura o visión de google, ellos también pueden hacer esto. Los gobiernos, los ministerios de la educación… Mi motivación inicial con este proyecto fue mostrar que otro mundo digital es posible.
-Dentro de las grandes corporaciones, ¿dónde ubica a las big techs?
– Ellas ofrecen infraestructuras claves para el resto de la economía. Entonces yo las describo como una meta infraestructura para la sociedad. Silicon Valley produce los medios de producción nuevos, digitales, pero el resto de la economía no puede continuar sin estos medios porque es el modo más eficiente de la producción. Los imperativos del capitalismo de la competencia imponen bajar los costos y entonces tenemos que introducir la inteligencia artificial, la computación en nube, el 5G, el microchips. El Pentágono, por ejemplo, no puede confrontar a China sin implicar a Silicon Valley. Hace un año que creó el cargo de chief technology officer o jefe de la Inteligencia artificial.
-¿Qué le explicaría a la gente común sobre la IA en perspectiva para la humanidad?
– Yo creo que es un error hablar de Inteligencia Artificial en general. Es como hablar de economía. Hay economía popular, economía monopólica, economía del mercado, y cada sector tiene sus lados positivos y negativos. Hoy la IA que tenemos es muy neoliberal, muy ligada a los imperativos capitalistas de Silicon Valley.
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