Ecuador se ha convertido en uno de los mayores exportadores de drogas. El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio es una de las consecuencias previsibles del nuevo estado de cosas
Ecuador posee cuatro regiones geográficas: costa, sierra, Amazonía e islas Galápagos. La costa se encuentra bajo el dominio de las bandas criminales asociadas al narcotráfico. Estas bandas se han desplazado a la sierra y Amazonía, pero no han alcanzado todavía el control que ejercen en la franja costera. Transportan desde las fronteras la droga que llevan luego a alta mar o sacan del país en avionetas. Sus socios mexicanos y europeos reciben la droga en la mar, en pistas de Centro y Norteamérica o en los puertos de Europa. Es decir, Ecuador es un engranaje en la maquinaria de producción, transporte y venta de droga que se hace a escala mundial.
Antes de convertirse en uno de los eslabones del tráfico, Ecuador era ya un territorio en el que se lavaba el dinero del narcotráfico. El país usa dólares estadounidenses como moneda de circulación nacional, lo que hacía mucho más fácil la introducción de dólares en el sistema financiero y en todo tipo de inversiones. Ecuador lavaba dólares antes de convertirse en principal canal de salida de cocaína.
Durante estos últimos años la modernización del país ha sido vertiginosa. Incluso se ha llegado a dar el caso de que constructores privados financian ellos mismos las obras que se hacen para los gobiernos, como municipios y prefecturas. Había dinero, que circulaba discretamente, para financiar todo tipo de empresas, en condiciones incomprensibles si no fuera porque no se buscaba obtener un beneficio con el dinero, sino sencillamente hacerlo circular. Sin embargo, cuando una persona recibía dinero una vez, ya no podía negarse a recibir una segunda vez.
Durante los últimos veinte años los gobiernos construyeron y mejoraron las autopistas. Toda esa infraestructura la han aprovechado las bandas criminales
Ecuador es geográficamente pequeño, comparado con sus vecinos: tiene la cuarta parte del territorio de Perú o Colombia. Durante los últimos veinte años los gobiernos centrales y seccionales construyeron y mejoraron las autopistas, carreteras, aeropuertos y puertos, haciendo que el país sea mucho más transitable que antes. Toda esa infraestructura la han aprovechado las bandas criminales.
Los casos de narcotráfico no eran ajenos a la historia criminal de la República. Durante los años 90 del siglo pasado y a principios del milenio se detuvo y procesó a narcotraficantes locales que, sin embargo, eran todavía ejemplos pequeños de lo que significaba el narcotráfico. Aún así, el asesinato del diputado Jaime Hurtado, a fines de los años noventa, se vinculó con sus investigaciones en torno al lavado de dinero en el sistema financiero de aquellos años.
El actual sistema de cosas, el poder inaudito que han llegado a tener las bandas criminales, se estableció durante los últimos veinte años. Sin embargo, de la coexistencia pacífica con el gobierno revolucionario hemos pasado en los últimos tres años a una guerra total contra el narco. Antes de referirnos a esta guerra, cabe señalar cómo el gobierno revolucionario fue el que estableció el actual sistema de cosas.
El partido revolucionario fue acusado tempranamente de recibir financiamiento de las FARC para su primera campaña electoral. Poco después se desmontó la base norteamericana que existía en la costa del país, y que se había instalado allí para combatir a las FARC colombianas. Ahora se dice que esa base estaba allí para combatir el narcotráfico, lo que es parcialmente cierto, pues las FARC controlaban parte del negocio del narcotráfico. Por otro lado, durante los años de la Revolución se hicieron cada vez más comunes las denuncias de complicidad entre políticos y narcotraficantes. Se instalaron pistas y muelles clandestinos, en colaboración con los políticos de la región litoral. Un incidente nos puede dar una idea de la penetración del narco en el aparato estatal: en el año 2013 se envió una valija diplomática llena de droga a Italia. El escándalo terminó por afectar a la cancillería y por mostrar qué clase de relaciones se habían establecido entre los narcos y los políticos.
La coexistencia pacífica entre el narco y la política se acabó con la llegada al poder de Lenin Moreno
Sin embargo, la coexistencia pacífica entre el narco y la política se acabó con la llegada al poder de Lenin Moreno. Moreno fue vicepresidente de Rafael Correa entre 2007 y 2012; sin embargo, cuando llegó al poder en 2017 rompió totalmente con su pasado revolucionario y se dedicó a perseguir la corrupción de sus antiguos coidearios: Jorge Glas, su vicepresidente, fue investigado, juzgado y condenado por corrupción. Entre otras causas, Glas fue acusado de recibir coimas de la empresa brasileña Odebrecht. Ahora mismo, la justicia brasileña acaba de retirar las causas contra Glas.
Moreno, y su continuador, Guillermo Lasso rompieron las alianzas con Rusia y enfriaron su relación con China. Moreno entregó a Julian Assange y en muy poco tiempo Estados Unidos recobró a un antiguo aliado en la región. De tal suerte que el terreno estaba preparado para iniciar la guerra contra el narco, en donde los Estados Unidos son el principal aliado del país. La guerra contra el narco se inició con Moreno y ha continuado con Lasso. Esta guerra significa el ingreso de millones de dólares e ingentes cantidades de armas destinadas a la policía y al ejército. Como es de conocimiento general, la guerra contra el narco no ha funcionado en Colombia ni en México. ¿Por qué iba a funcionar en Ecuador?
Hace pocos meses el embajador de Estados Unidos acusó a varios generales de la policía de colaborar con el narcotráfico. La embajada norteamericana retiró la visa a los generales, pero el gobierno de Guillermo Lasso no separó a los generales, ni los investigó ni los juzgó. No hizo nada: ¿por qué nadie puede enfrentarse a la policía? Es una pregunta que se desdobla en otra: ¿por qué nadie puede enfrentarse a los narcos?
La acusación de que el Ecuador es gobernado por un narcoestado cobra total validez de cara al asesinato de Fernando Villavicencio. Resulta que quienes deben controlar el crimen en realidad colaboran con él. Las bandas criminales no sólo controlan ya totalmente ciudades como Daule, donde intentaron asesinar al alcalde, y otras como Manta, donde efectivamente lo mataron hace apenas un par de semanas. Dos ciudades de la costa. No existe todavía una razón evidente de cuál fue la causa del asesinato de Fernando Villavicencio. El periodista y político se empeñó en denunciar los casos de corrupción durante los años de la Revolución. Y durante las últimas semanas se enfrentó a las bandas criminales: incluso llegó a hacer un mitin político en una de las ciudades que son cuna de estas bandas. Familiares y conmilitones de Villavicencio señalan que la policía fue negligente respecto a la protección que debía brindarle.
La acusación de que el Ecuador es gobernado por un narcoestado cobra total validez de cara al asesinato de Fernando Villavicencio
En el momento en que Villavicencio fue asesinado era incierto que pudiera llegar a una segunda vuelta. La favorita es la candidata de la Revolución. Sin embargo, cualquiera que pase a segunda vuelta podría sacarle ventaja: los otros siete candidatos representan todos opciones distintas del correísmo. Sin embargo, el único que era verdaderamente opuesto a la Revolución era Fernando Villavicencio. Con matices, todos parecen tener alguna relación con los gobiernos revolucionarios. Incluso Guillermo Lasso, actual presidente, logró convivir pacíficamente con la Revolución durante los años que gobernó. El único que los atacó frontalmente y sufrió persecución fue Villavicencio.
Su asesinato ha sembrado el terror en la capital y ha profundizado el sentimiento de que no existe una forma de parar la violencia del narco contra el Estado y la sociedad. Pablo Cuvi, editorialista del portal Primicias, habla ya abiertamente de legalizar algunas drogas. El problema de fondo es que las mafias no quieren pasar a la legalidad, porque tendrían que pagar por los crímenes conexos al narcotráfico y porque les resulta más rentable que el negocio siga siendo clandestino. Como decía Clausewitz, la guerra es una continuación de la política: es preferible, para muchos actores, mantener la guerra, así ganan un poder que no podrían conquistar con la política.
¿Quiénes son, entonces, los responsables y culpables del asesinato de Fernando Villavicencio?. Cabe tener en cuenta que la bandas criminales tienen nexos con el correísmo e incluso con el actual gobierno: es reciente el descubrimiento de las relaciones entre narcotraficantes albaneses y altos funcionarios del gobierno encargados de las compras públicas. El asesinato de Rubén Chérrez, amigo y asesor del cuñado de Lasso, apunta en esa dirección.
Verónica Sarauz, viuda de Fernando Villavicencio, ha señalado al correísmo y al Gobierno como responsables. Es bastante atinado lo que dice la viuda del excandidato. Aunque carece de pruebas para hacer semejante señalamiento. Sin embargo, mientras Fernando Villavicencio sufrió persecución y exilio durante los años del correísmo, Lasso salió prácticamente indemne de la investigación que hicieron contra él por ser uno de los protagonistas del feriado bancario, es decir, por la quiebra del sistema financiero que significó la pérdida de sus ahorros para cientos de miles de clientes de los bancos. Sospecho que Correa y Lasso llegaron a un pacto de no agresión: Jorge Glas fue a prisión en el gobierno de Moreno, y salió libre en el de Lasso. Por otro lado, si algunos políticos buscaron apoyo del crimen organizado para asesinar al excandidato, sólo pudo suceder con complicidad de la policía. Lo que, según se alcanza a advertir, es totalmente posible: la policía no custodió como debía a Villavicencio y murió en manos de la policía uno de los pistoleros a los que debía llevar al hospital: en lugar de eso, lo llevó a una dependencia policial. Es decir, políticos y asesinos actuaron a ojos vistas de las fuerzas del orden, que les dejaron actuar. Es como lo que sucede en la película Z, de Costa Gavras.
Finalmente, cabe preguntarse si Fernando Villavicencio era agente de la CIA, como decía el expresidente Rafael Correa, y como reveló en su día la cadena de televisión Telesur. Si tal cosa llegara a demostrarse algún día, atrás de su asesinato no sólo estarían los políticos locales, sino los gobiernos de la región e incluso la potencia que libra una guerra en Europa.
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