Sistemas de vigilancia y control en toda la línea
Foto tomada de Freeppik.es

Una temática polémica, pero de total interés y actualidad para la población mundial, y en particular de las organizaciones y procesos sociales, radica en el papel y forma que toman las tecnologías de la información desde hace varias décadas. Una realidad que está a la vista de la población pero que no parece conmover al gran público, y que se traduce del control y disciplinamiento social. Una realidad para el debate y acción propositiva que siempre deben liderar los actores sociales como parte de sus propósitos de libertad, autonomía, justicia, dignidad y mucho más.

¿Exageración? ¿Conspiradores? ¿Mal informados? Cada uno podrá sacar sus conclusiones: Las aplicaciones de los celulares y las tabletas, las actualizaciones periódicas de los computadores, ya sean Pc o Mac; la simple navegación en internet, los videojuegos de cualquier formato, las redes sociales o los videos de YouTube, por ejemplo: todo consiste en un sistema de control de las personas, del cual la gente no es consciente o sencillamente, por ignorancia, parece no importarle. Se trata, básicamente, de los meta-datos. La información se acumula, originariamente está orientada hacia el consumo y el control y manipulación de los gustos y los deseos. Pero también, cuando llega a ser necesario, se trata de control social, económico, financiero y político. Esto es, el control de las ideas y creencias y de los comportamientos y relaciones y movimientos de la gente.


Control de la información

La libertad, la autonomía, la independencia, son cada vez más artificios e ideas de ciencia ficción. Lo cierto es que los seres humanos están bajo control de la manera más elemental de todas las formas posibles de manipulación y vigilancia: las redes sociales, la navegación por internet, y el uso de las antiguamente llamadas tecnologías TIC –una expresión de los años 1970–, pero hoy, mucho mejor, las tecnologías convergentes –NBIC+S– hacen que sean las personas mismas las que suministren los mecanismos de su control, y vigilancia. Es lo que hace la gente –a propósito, por ejemplo, de las festividades navideñas–, navegando, usando herramientas como WhatsApp, subiendo videos y fotos, expresando sus gustos e inapetencias, divirtiéndose con las pequeñas pantallas de computadores, tabletas y celulares.

En el caso de los juegos, por ejemplo, dependiendo de su tipo, el tiempo que le dedica alguien a jugar, la frecuencia y los niveles del mismo, permiten, sin la menor duda, elaborar un perfil psicológico de alguien: sus temores, sus niveles intelectuales, sus limitaciones y capacidades, sus más profundos temores, en fin: todos sus puntos fuertes y sus debilidades. Esto se puede traslapar sin dificultad a las páginas web que visita alguien, y demás. Los tipos de redes sociales que visita, y así sucesivamente. Meta, YouTube, Twitter, WhatsApp, Tik Tok, Google, Amazon, y demás saben infinitamente más de la gente de lo que las propias personas creen saber de sí mismas.

Es así como el control y la manipulación de la sociedad tiene lugar hoy por hoy como control y vigilancia de la información; esto es, a través de los múltiples sistemas de información. La tarea no es difícil para los centros del poder: se trata, simple y llanamente de crear sistemas unificados de información –en la escala y contexto de que se trate–, e integrar y cruzar los diferentes planos, sistemas, subsistemas de información. Al fin y al cabo, la información no pesa nada, se la puede acumular indefinidamente, se la puede compartimentar, compartir y demás.

Hay incluso algunas marcas de televisores que, así estén apagados, graban conversaciones, registran personas y rostros y los remiten a las fuentes interesadas; no precisamente los fabricantes. Por lo demás, como es sabido, los celulares registran conversaciones y al cabo de un rato en las redes o en internet ofrecen productos o hacen referencias a libros, o a sitios, por ejemplo, de lo escuchado y grabado minutos antes. Vivimos en un sistema eminentemente panóptico.

Realidad de la cual no estamos ajenos en el país. Para nuestro caso, los principales sistemas de información son: el financiero –los grandes bancos en el país hace un tiempo que trabajan con fantásticas bases de datos, analítica de datos, inteligencia artificial y demás–; los sistemas de fiscalización, notablemente de la Dian; las bases de sistemas del Ministerio de Protección y seguridad social –que son verdaderamente impresionantes y sin embargo, al interior del Ministerio nadie sabe qué hacer exactamente con ellas–; los sistemas policivos, militares y de seguridad nacional; las bases de datos del Dane –Departamento Nacional de Estadística. Para bien o para mal (= en realidad, para bien de los ciudadanos–, varias de estas mega bases de datos todavía no se encuentran integradas entre sí. Sin embargo, el Estado lo sabe y se encuentra en proceso de unificarlas.

Gracias a estos sistemas de información, es posible saber con exactitud los movimientos, consumos, relaciones, desplazamientos, gustos, preferencias, actitudes, e incluso las creencias de los individuos y de grandes conjuntos sociales. Notablemente, de los estratos socio-económicos: Colombia, un país esencialmente estratificado. Pero, más importante aún, con base en estos sistemas de información es perfectamente predecible cualquier comportamiento de un individuo, un grupo, y demás. En toda la línea de la palabra. Este es el verdadero núcleo mitocondrial de los sistemas analógicos o digitales.


Fenomenología de la manipulación y la vigilancia

Los sistemas de vigilancia y control –no es difícil recordar en el trasfondo a toda la obra de Foucault; notablemente, de manera puntual, Vigilar y castigar–, operan en realidad con una lógica muy elemental. De un lado, conducen a los usuarios (¡ojo al concepto!; ya volveré inmediatamente sobre ello) a compartir voluntariamente, sin que sean forzados a ello, toda la información posible. Y, de otra parte, al mismo tiempo, con base en sistemas de aprendizaje (Machine Learning) y aprendizaje profundo (Deep Learning), los sistemas informacionales desarrollan algoritmos –individualizados, personalizados, mediante los cuales recuerdan y van guiando a la vez, con base en los actos y movimientos anteriores, hacia horizontes, comportamientos, relaciones y demás semejantes, de suerte que se establezcan gradualmente patrones de comportamiento perfectamente predecibles.


En esa línea, los videos juegos –en celulares, tabletas y en cualquier plataforma–, las aplicaciones que usan los sistemas de comunicaciones, la navegación en internet, incluso independientemente del motor de búsqueda que se use, las actualizaciones de los computadores, el uso de cualquier red social permite acumular información sobre los clientes y usuarios, y desarrollar sofisticados sistemas de control y vigilancia.

En primer lugar, estos sistemas de control y manipulación están orientados al consumo. Literalmente, convierten a los seres humanos en máquinas deseantes. “Si a usted le gusta x, entonces también le puede gustar y”; más o menos. De esta forma, la libertad humana se convierte en un objeto de consumo, de deuda y de manipulación en toda la línea de la palabra.

Pero, en segundo término, existen y son posibles mecanismos, al mismo tiempo, de control social y de control político, que para el caso de Colombia toman cuerpo, entre otros espacios, en los estadios de fútbol, bajo el supuesto de controlar a las llamadas “barras bravas”; dentro, fuera y en los alrededores de los estadios.

Pero mucho más. Social y políticamente, se trabaja de diversas maneras: mediante identificación de voces, registro de rostros, elaboración de mapas de relaciones, movimientos, llamadas y demás. De esta forma se elaboran mapas de patrones que permiten anticipar movimientos, acciones, llamadas, viajes y toda clase de movimientos.

La verdad es que la inmensa mayoría de la gente confía al 100 por ciento para sus sistemas de comunicación e información en los sistemas digitales. Algo que debería entrar en cuarentana y tomar distancias; acordar citas verbalmente; usar máquinas de escribir para determinados trabajos antes que computadores; usar computadores que no estén (nunca) conectados a internet; imprimir en distintos lugares y no solamente en casa o en el trabajo, y otra clase de planes, acciones y comportamientos semejantes.

Dicho de manera elemental se trata de evitar la adicción y dependencia de los sistemas informacionales; cualesquiera que sean.


De la red Eschelon a la vida cotidiana

El núcleo duro del uso y destino de los sistemas informacionales es conocido como la red Eschelon, cuyos propósitos son específicamente políticos, económicos, militares y diplomáticos. Este, podemos decir, es el nivel macro de los sistemas de control y vigilancia digital.

Sin embargo, en la escala micro, es decir, en la vida cotidiana, operan exactamente los mismos principios. Sólo que la expresión más neutral está orientada hacia el consumo. El capitalismo ha encontrado en estos sistemas la mejor de las maneras de controlar a amplias capas sociales, todo, aunado a los cruces de información con otros sistemas de información, como el bancario o financiero, y demás.

En este marco, la idea de G. Orwell, del Gran Hermano, en su novela de 1984 está lejos de ser ciencia ficción. El arte siempre se anticipa a la ciencia en general; las ciencias naturales o las ciencias sociales. Y sin embargo, las artes no tienen absolutamente ninguna preocupación por entender o reflejar la realidad. No es lo suyo. Así, por ejemplo, el metaverso fue originalmente concebido por un escritor, Neal Stephenson, en 1992, en la novela de ciencia ficción Snow Crash (no traducida hasta la fecha al español). Hoy varias plataformas, entre ellas Meta (antes Facebook) se erigen como adalides del metaverso.


Una particularidad en este proceso: La mejor forma de control social y político de los individuos y de la sociedad consiste en el sistema bancario; esto es, el sistema de deudas. Préstamos, refinanciación, créditos de distinto tipo, tarjetas de crédito y demás. Con la consiguiente clasificación en distintas bases de datos, centrales y organismos. A mayor endeudamiento, menor capacidad de reflexión y de acción autónomas. Inversamente, a menor capacidad de endeudamiento, mayor autonomía, libertad y sentido de crítica, teórico y práctico.

En otras palabras, los sistemas de control y vigilancia de los organismos de seguridad aparecen como la cara invisible cuya faz visible es el sistema de bancarización, de consumo y de deuda. La verdad es que ambos se encuentran perfectamente entrelazados, aunque pretendan no estarlo.


De la política a la biopolítica y a la necropolítica

Dicho de manera rápida, la política consiste en temas, asuntos y problemas de gobernabilidad y gobernanza. Remite, por tanto, inmediatamente a los temas de institucionalidad. La política en la vida cotidiana se denomina biopolítica, cuyos referentes teóricos más importantes son Foucault, Agamben, Negri, Hardt, Esposito, y en otro nivel, H. Arendt. La biopolítica estudia, principalmente, los sistemas de control sobre el cuerpo, todos los mecanismos y dispositivos de micropoder, en fin, el control del movimiento, en toda la extensión de la palabra.

Sin embargo, de otra parte, al mismo tiempo, la necropolítica –desarrollada originalmente por A. Mbembe–, establece que las decisiones sobre el cuerpo y la vida no son simple y llanamente de acción, sino, además y principalmente, de omisión. Ya no se mata a la gente; sencillamente se la deja morir. Y para ello, todos los mecanismos de administración son válidos y necesarios. La administración es necropolítica como política de muerte. En otras palabras, los sistemas de vigilancia y control se condensan del control, del cuerpo al control de comportamientos, hasta el control de las creencias y los contenidos y estructuras mentales.

Dicho de manera clara y directa: los sistemas de vigilancia y control son al mismo tiempo de cuatro tipos: financieros, políticos, biopolíticos y necropolíticos. Mbembe define al sujeto que es objeto de la necropolítica como clientes, zombies o esclavos. Tres maneras diferentes de denominar a un solo y mismo tipo de seres humanos.

En cualquier caso, emergen poderes explícitos o tácitos (= administrativos, en sentido amplio pero fuerte) cuya finalidad es conocer a los ciudadanos, predecirlos, manipularlos: tenerlos vigilados incesantemente. Una ilustración reciente es lo sucedido desde hace ya varias semanas con las denuncias de acuerdo con las cuales Twitter trabaja para el F.B.I. y, presumiblemente, también para la CIA1. No hay absolutamente ninguna red social que no sea objeto de los grandes centros de poder para controlar, manipular, predecir, vigilar cada mínimo detalle de los seres humanos.

Identificación de voz, de rostro, rastreo de lugares y movimientos, memoria de acciones pasadas –esto se denomina exactamente la huella digital– y, sobre todo, predicción y vigilancia de futuros movimientos, acciones y contenidos mentales.

Precisemos. Todo el lenguaje de la salud pública, de la educación, de la publicidad y la propaganda, de las religiones, los sistemas financieros y la política son manifiestamente conductistas. Jurídicamente se impone la figura del contrato vinculante; es decir, si no acepta las condiciones –eufemísticamente llamadas: “términos y condiciones”–, no se presta el servicio, no se tiene acceso al programa y demás. Es un acuerdo de obligado cumplimiento que va en un solo sentido, nunca en doble sentido: del usuario a la plataforma.
Alternativas

De la digitalización a la analogización de la vida. Saber tomar distancia de las redes y los sistemas informacionales. Por ejemplo, dejar de usar al máximo posible e, idealmente, de manera radical, cualquier tarjeta: de débito o de crédito. Salirse del sistema bancario, si es posible. Usar los menos posible las redes sociales, o bien usarlas con inteligencia. Por ejemplo, darle “me gusta” a cosas que no nos gustan, aceptar como “amigos” a gente que no nos interesa, y así sucesivamente. Es posible engañar a las redes digitales, a internet. A los sistemas de Machine Learning y de Deep Learning; y se los engaña llenándolos de información que no es relevante, despistar a los sistemas de información. En esto, en la escala cotidiana consiste lo que, más técnicamente, son los ataques DDoS: ataques de denegación distribuida de servicio, que llevan a cabo distintos grupos de hackers alrededor del mundo.

Ante esta realidad y retos es que emerge como fundamental, políticamente hablando, un proceso de alfabetización digital. Que los individuos, los grupos, las comunidades y demás, conozcan los mundos de la información, qué hacer con ellos, y cómo actuar en, contra y con ellos. Los procesos de educación política pasan, hoy por hoy, medularmente, por procesos de educación digital. En el sentido señalado por este texto, por ejemplo. Los movimientos sociales, los movimientos políticos, los movimientos y proceso educativos.

Este tema conduce inmediatamente a la importancia de una inteligencia digital que implica desplazarse hacia otros motores de búsqueda, navegación anónima y otros mecanismos que serían, por su extensión, el objeto de otro texto aparte2.

1 https://edition.cnn.com/2022/12/20/media/elon-musk-fbi-twitter-reliable-sources/index.html.
2 Cfr. Maldonado, C. E., (2019) Sociedad de la información, políticas de información y resistencias. Complejidad, internet, la red Eschelon, la ciencia de la información. Bogotá: Ed. Desde Abajo, Colección Primeros Pasos.

Información adicional

Autor/a: Carlos E. Maldonado
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº298

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