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Las vidas efímeras de la Guajira

Las vidas efímeras de la Guajira

Alarmante continúan siendo las muertes de niños por desnutrición en La Guajira. Una confluencia de factores políticos, económicos, ambientales y de planeación crearon las circunstancias propicias para que sobrevinieran acontecimientos tan lamentables. En el 2014 la Defensoría del Pueblo (1) encontró 2.065 niños sin atención alguna del Estado y otros 525 con problemas de nutrición que requerían atención urgente. 425 niños muertos por desnutrición en los ocho años anteriores es la cifra oficial, medios de comunicación hablan de 5.000. La oprobiosa problemática exige un plan de manejo en múltiples dimensiones, intervenciones estructurales y menos mediáticas. El país observa y su indignación crece.

 

Indignación colectiva han causado las muertes de niños por desnutrición en La Guajira. El problema no es nuevo, desde años atrás vienen extinguiéndose las vidas de infantes sin que para la opinión pública, funcionarios, políticos, ministros y el Presidente, esto tuviera mayor importancia. Solo importó cuando las defunciones fueron tan numerosas que no pudieron ocultarlas más y con ellas las difíciles condiciones de vida enfrentadas por los indígenas Wayuu en el desierto. Un ejemplo más de la extrema indolencia del Gobierno nacional frente a problemáticas que afectan a compatriotas; al igual que en cientos de oportunidades solo responde cuando los problemas se vuelven tan grandes que llegan a amenazar su credibilidad y estabilidad política.

¿Qué es lo que está ocurriendo en La Guajira?, este es el supremo interrogante formulado por quienes con preocupación observamos la terrible situación que tiene contra las cuerdas a la infancia de la región.

Intervienen expertos en salud

 

El pasado 4 y 5 de febrero del presente año, por solicitud del Secretario de Salud del Departamento de La Guajira, Stevenson Marulanda, tuvo lugar una visita a la región de un destacado grupo de expertos investigadores que pretendía analizar y dar las primeras luces en torno a la gravedad de las situaciones de salud y nutrición que enfrentan las comunidades indígenas. La comisión estuvo integrada por el profesor Mario Hernández quien ejerce como coordinador del Doctorado en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia, la profesora Ximena Pachon del Departamento de Antropología de la misma Universidad, los doctores Juan Mendoza Vega y Germán Gamarra en calidades de presidente y secretario de la Academia Nacional de Medicina.

La visita se desarrolló en dos momentos específicos: el primero de estos consistió en una presentación de informes de distinta instancias académicas y de gobierno sobre la situación en el departamento; el segundo momento consistió en una visita a una ranchería del municipio de Manaure. Los informes fueron presentados a los expertos por el Secretario de Planeación del Departamento, el director de la Asociación de Empresas Sociales del Estado de la Guajira, tres representantes de la Secretaría Departamental de Salud, el gerente del Banco de la República en Riohacha y el Secretario Departamental de Salud.

Según la comisión en su “Informe de la visita realizada al departamento de la Guajira entre los días 4 y 5 de febrero del 2016”: “Las presentaciones de estos funcionarios permitieron hacer un balance de la situación general del Departamento en materia de calidad de vida y salud, una reflexión sobre la causalidad profunda que la genera y una aproximación al estado actual del sistema de seguridad socialgringo, de una élite totalitaria y corrupta con pretensión perpetua de Gobierno. en salud para responder a esta crisis”. La visita de campo y el diálogo sostenido entre los expertos y líderes de la comunidad durante la visita también contribuyeron a robustecer sus consideraciones frente a la problemática.

Una de las primeras apreciaciones del informe evidencia que no se puede hablar de una afectación homogénea para todos los Wayuu que habitan la península. De acuerdo a lo consignado en el documento. “La estructura social de la etnia Wayuu es la de familias extensas que configuran clanes matrilineales, con jerarquías y diferencias muy profundas que se conservan en el tiempo. Las castas inferiores que tradicionalmente han accedido a pocos medios, hoy son las más golpeadas por la situación extrema de la sequía”. Esto quiere decir que al menos dos de los factores altamente incidentes en la configuración de las situaciones actuales, por un lado los cambios profundos en el clima de la región (padecen un verano de tres años en la media y alta Guajira), por el otro los efectos poco estudiados de la desviación del Río Ranchería (2), principal fuente hídrica del departamento, no han afectado de forma homogénea a toda la población indígena. Las afectaciones presentan una profunda dispersión entre la población.

Lecturas múltiples. Algunos analistas al intentar explicar la perdida de soberanía alimentaria sobrevenida en desnutrición han referido una perdida de los conocimientos ancestrales que permitían a los Wayuu sobrevivir en medio de la escasez de agua y alimentos, también a un supuesto rechazo cultural de los indígenas a las intervenciones del Estado y de organizaciones occidentales. La comisión se refiere a esto: “Es más por la conjunción de procesos que producen y reproducen la exclusión sistemática y la precariedad en el largo plazo, sin dejar oportunidad alguna para acudir a los saberes ancestrales para superarlas”.

Algunos de los procesos particulares relacionados directamente con la precaria situación alimentaria exigen ser ampliados en sus determinaciones, sin embargo configuran el primer insumo analítico creado por los expertos responsables de la visita y del informe.

El primero de estos procesos consiste en “el escaso reconocimiento de la población por parte del Estado y subregistro de los afectados en situaciones de máxima precariedad” (3). Poco reconocimiento que posibilita la ausencia de un censo fidedigno tanto de la población como de los casos de morbi-mortalidad que no alcanzan a llegar al servicio de salud. El segundo proceso se encuentra profundamente relacionado con el primero: consiste en “la ocupación del territorio en un modelo de alta dispersión de familias extensas y clanes”, solo en Manaure y en Uribia la Gobernación ha identificado 22.037 y 7.743 puntos poblados donde pueden encontrarse entre una y diez viviendas que conforman rancherias.

El tercero de los procesos está determinado por dificultades de movilidad propias de la ausencia de vías que faciliten el transporte de personas y niños en situación de emergencia. Una red de trochas de 26.528 kilómetros integran la única infraestructura de transporte disponible en la región. El cuarto de los factores son las dificultades habitacionales que enfrentan los indígenas ante el hecho de que sus casas, fabricadas en su mayoría con bareque, están siendo pulverizadas por el viento y la sequía. Un quinto proceso refiere a la escasez de agua y alimentos mencionada, escasez estacional extendida ante la inusual prolongación de una sequía sin precedentes en la región que logró hacer que pozos construidos en la década del cincuenta y jagüeyes de donde obtenían el aprovisionamiento se extinguieran. El sexto factor incidente tiene un origen económico y político. Se encuentra determinado por la profunda dependencia alimentaria y comercial de la alta Guajira respecto de la economía venezolana, dependencia que con el cambio de las condiciones de Venezuela (4), así como con el cierre de la frontera han agudizado los problemas que sobrevienen a la ausencia de trabajo, escasez de alimentos y la ausencia histórica del Estado colombiano.

El séptimo de los factores está relacionado con características propias de la etnia Wayuu ignoradas en las intervenciones desarrolladas por el Estado sobre la comunidad indígena. Una organización social y política descentralizada ausente de líderes que representen colectivamente a la totalidad o segmentos grandes de población, una forma de habitar el territorio basado en una lógica relacional y temporal que responde a criterios de precedencia, adyacencia de los recursos y subsistencia frente a la precaridad. Los anteriores sumados al hecho de la propiedad de los Wayuu del 60 por ciento del territorio de la Guajira, configuran rasgos culturales que deben ser tenidos en cuenta al momento de efectuar intervenciones orientadas a la superación de problemáticas en salud pública. Si no son tenidos en cuenta, los esfuerzos pueden disolverse en la antesala de las intervenciones, en búsquedas infructuosas de sujetos a intervenir, en estrategias de seguridad alimentaria desfasadas de la estructura de tenencia de la tierra, así como en estrategias de intervención focalizadas en exceso por pequeños liderazgos incapaces de dirigir las intervenciones sobre el grueso de la población indígena afectada.

 

Corrupción y debilidad institucional

 

A esta realidad se suman, según los expertos, las precariedades acumuladas y la debilidad del Estado para responder a la situación a través del sistema público de salud. En el departamento de la Guajira es evidente la obsolescencia de la red de hospitales, la inexistencia de articulaciones funcionales entre las redes de hospitales del Estado y las Eps que han sido denunciadas por aceptar pagos y no prestar servicios, además de los problemas generados por la tercerización de los servicios de salud. La ausencia de un enfoque de tratamiento diferencial hacia las comunidades indígenas, es otras de las dificultades que posibilita la inoperancia de quienes deberían ser los primeros respondientes en la atención de la población afectada por desnutrición.

¿Y la corrupción? En una columna de opinión (5) titulada “Absurdos” desarrollada por María Jimena Duzán, se expone otro de los factores con fuertes incidencias en el actual estado de cosas. La periodista expone. “Los niños wayúu en La Guajira se están muriendo porque la corrupción les quitó todo, hasta dejarlos en los huesos: no vieron ni un peso de las regalías, pese a que el departamento recibió entre 2002 y 2011 [SIC, valor correspondiente a los años 1990 y 2010] el equivalente a la plata que le falta a Bogotá para construir la primera línea del metro es decir cerca de 4 billones de pesos. Tampoco les llegaron los aportes destinados para las comunidades Wayúu porque gran parte de ese dinero se quedó embolatado en las cabeceras municipales. Y por si esto fuera poco, el dinero destinado en el ICBF, para la alimentación de los niños, terminó dilapidándose en contratos con fundaciones ficticias que en realidad eran mamparas para desviar dineros a campañas políticas a costa del hambre de los niños. ¿En dónde se quedó esa plata que hoy tiene en la pobreza absoluta a la comunidad Wayúu y que ha cobrado la vida de 7.000 niños? Pues en obras inconclusas, en elefantes blancos, en niños fantasmas, en contratosde ficticios, en fundaciones sin ánimo de lucro que servían de mampara para los intereses de los políticos corruptos”.

Indignante manejo de los recursos públicos en un departamento con altos índices de corrupción, donde la administración se encuentra en manos de Oneida Pinto, lideresa política cuestionada por vínculos con redes políticas locales manchadas de sangre, narcotráfico y paramilitarismo (ver: http://www.desdeabajo.info/colombia/item/27503-territorios-tomados-por-el-neoliberalismo-el-paramilitarismo-y-la-corrupcion.html). La indignante situación de los cientos o miles de vidas que siguen extinguiéndose, sin que el Estado sepa cuántos han sido exactamente los infantes que han perecido en los últimos tres años a causa de la misma hambre que el país en cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio debió extinguir hacia en el 2015 (Ver: https://www.desdeabajo.info/sociedad/item/26928-objetivos-del-desarrollo-sostenible-ods-relevan-desde-el-2015-a-objetivos-de-desarrollo-del-milenio-odm.html), no son más que los impactos generados sobre comunidades vulnerables de la confluencia del cambio climático, el oprobioso manejo de la política local, los recursos públicos y la ausencia de políticas de salud sensatas en un departamentos en peores condiciones sociales del país.


La Guajira en cifras

 

La población del departamento de La Guajira se distribuye de la siguiente manera: cabeceras municipales 45 por ciento y áreas rurales 55 por ciento. En el resto del país la distribución equivale al 75 por ciento para cabeceras municipales y 25 por ciento para áreas rurales.

 

 

De acuerdo a las proyecciones del Dane hacia el 2015 la Guajira debió contar con 957.814 pobladores de los cuales 440.594 (46 por ciento) pertenecen a comunidades indígenas. Según el Plan Departamental de Desarrollo 2012–2015, La Guajira Primero: “En la distribución poblacional por edad puede observarse que predomina la gente joven, donde los niños entre los 0 y 9 años son el 25,99 por ciento; los jóvenes y adolescentes en el rango de 10 a 29 años, el 38,50 por ciento, los adultos entre los 30 y 59 años, el 28,45 por ciento y los mayores de 60 años, el 7,06 por ciento” (5).

El informe La Guajira frente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio del PNUD Colombia consigna: “En 2010, la fecundidad de las mujeres alcanzó una tasa global4 (TGF) de 4,33 hijos por mujer, un 40% más que el promedio del país (3,1 hijos por mujer). Es decir la tasa de fecundidad no ha descendido como en el resto del país como consecuencia de los cambios socioeconómicos, […] La mortalidad infantil en el departamento muestra una tendencia a la baja, pasando de 47,1 por mil nacidos vivos en el año 1993 a 39,37 en el 2005 y a 37,66 en el año 2009. No obstante, el ritmo de descenso ha sido lento y sus niveles superan el total nacional [15,02 muertes/1.000 nacimientos, tres veces]”.

 

 

En el mismo informe del Pnud se destaca que La Guajira es un departamento rico en recursos, aporta 1.3 por ciento del valor agregado nacional (generado por el carbón), opera la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo. Entre los años de 1995 y 2010 el departamento de La Guajira recibió 3.91 billones de pesos en regalías, según el PNUD: “[…] el promedio de regalías per cápita en el periodo 1995 – 2010 para el departamento de La Guajira fue uno de los mayores a nivel nacional, alcanzando los 359 mil pesos (solo superado por los departamentos petroleros de Casanare, Arauca y Meta)”.

Las regalías y los recursos recibidos por este departamento, en absoluto se reflejan en indicadores socio demográficos de calidad de vida y pobreza. Según el Pnud: “Para el año 2010 se estimaba que el 64,33por ciento de los habitantes de La Guajira vivían en situación de pobreza. Esto quiere decir que 526.694 guajiros y guajiras viven con ingresos mensuales inferiores a $187.079 pesos, que es el valor de la línea de pobreza para el 2010 (DANE, 2010)”. Según el Dane en su Boletín Técnico del 9 de junio del 2015: “En 2014 el porcentaje de personas en situación de pobreza [monetaria] para el departamento de La Guajira fue 53,0%, mientras que en 2013 fue 55,8 por ciento, con una disminución de 2,8 puntos porcentuales”. Para el 2014 la pobreza monetaria a nivel nacional fue equivalente al 30.6 por ciento.

Para el 2014 la pobreza extrema fue equivalente al 24.8 por ciento. Estimaciones del Dnp atribuyen un indice de necesidades básicas insatisfechas para las cabeceras municipales del departamento equivalente al 40 por ciento y para las áreas rurales de 91.92 por ciento. El indice de pobreza multidimensional, según los últimos datos censales disponibles (2005) atribuyen a La Guajira un índice de pobreza multidimensional del 80 por ciento.

Según la “Evaluación y seguimiento morbi-mortalidad y bajo peso al nacer por desnutrición departamento de La Guajira”, de la Gobernación: “La Guajira está considerado uno de los Departamentos de Colombia con más alta tasa de morbi – mortalidad por desnutrición del país. En lo corrido del año 2013 se han registrado 19 niños fallecidos por esta causa, uno (1) en Albania, uno (1) en Dibulla, uno (1) en Maicao, siete (7) en Manaure, seis (6) en Riohacha, uno (1) en San Juan del Cesar y dos (2) en Uribía. […] Los casos identificados en su gran mayoría pertenecientes a la Comunidad Indígena Wayuu10 que habitan las zonas de la alta y media Guajira (ver anexo 1 mapas de municipios que presentan eventos de morbi – mortalidad y bajo peso al nacer en el Departamento de La Guajira)”.

 

(1) Crisis Humanitaria en la Guajira 2014. Acción integral de la Defensoría del Pueblo en el Departamento.

(2) http://www.elcolombiano.com/historico/proyecto_de_desviacion_del_rio_rancheria_les_duele_a_los_guajiros-DGEC_215024 

(3) “Desconocemos la geolocalización real de las comunidades indígenas y rurales del Departamento, y por lo tanto, resulta imposible planificar la actuación sobre las mismas. No existe un censo georeferenciado de comunidades indígenas y rurales en el Departamento, adicionalmente, se pudo determinas que la diferencia idiomática entre las comunidades indígenas y la población no indígena genera dificultades al momento de registrar el lugar de procedencia (nombre de la ranchería) donde reside los niños que son llevados a los centros de salud”. EVALUACIÓN Y SEGUIMIENTO MORBI – MORTALIDAD Y BAJO PESO AL NACER POR DESNUTRICIÓN DEPARTAMENTO DE LA GUAJIRA, Gobernación de la Guajira. Enero del 2014.

(4) La zona rural del municipio de Uribia, al norte de La Guajira, es la más afectada por la crisis causada por las restricciones en el comercio con Venezuela y otros factores subyacentes. No se visitaron los municipios de Maicao y Manaure pero, según indicaron representantes de lpapure (corregimiento de Maicao) que participaron en las reuniones organizadas durante la misión, la situación en algunas zonas de estos otros dos municipios sería similar. Los habitantes de los corregimientos y de sus comunidades más alejadas, en particular los menores de edad, madres gestantes y lactantes y los adultos mayores, son las poblaciones más afectadas por las dificultades de acceso a servicios básicos (principalmente agua y energía eléctrica), las grandes distancias, la dependencia de las economías locales casi exclusivamente con la moneda y el mercado del trabajo venezolanos, y por los altos costos (incremento de precios entre el 40% y el 200%) de bienes de producción colombiana. INFOME FINAL MIRA: ALTA GUAJIRA – URIBIA (LA GUAJIRA), COLOMBIA. OCHA. (18 AL 21 DE FEBRERO DEL 2014).

(5) http://www.semana.com/opinion/articulo/maria-jimena-duzan-desnutricion-en-la-guajira-es-responsabilidad-de-oneida-pinto/460444 . 2 de febrero del 2016

(6) Cita a la obra “Diagnostico del Mercado Laboral de La Guajira”. Bonilla, Edgar.


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Información adicional

Autor/a: Allan Enrique Bolívar Lobato
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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