Con grandes expectativas llegaron a Bogotá, localidad de Bosa, colegio Claretiano, 7.000 indígenas, entre ellos 781 delegados oficiales (hombres y mujeres con derecho a voz y voto), provenientes de los 102 pueblos indígenas que habitan Colombia. Su objetivo, sesionar en el IX Congreso de la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic), orientado por el objetivo de mandatar sobre lo que deben hacer en los próximos cuatro años a través de su Consejo de gobierno –integrado por 10 consejeros; 2 por macro región en que están organizados–. Temáticas como recomposición interna, experiencias de economía propia, autonomía y cómo resistir al capitalismo, estaban en el orden del día.
Provenientes de otros pueblos indígenas del Continente, llegaron delegaciones, como la Conaie (Ecuador), pero también de otros procesos y experiencias organizativas –como el Centro Martin Luther King (Cuba). Además de distintos movimientos sociales del país.
Por los salones y auditorios también se dejaron ver caras reconocidas del gobierno, como Juan Fernando Cristo, ministro del Interior, o como Gustavo Petro que al intervenir insistió en la necesidad de una Asamblea Constituyente como factor decisivo en la actual coyuntura del país; pero también el exmagistrado de la Corte Constitucional Eduardo Cifuentes, quien reafirmó la importancia de los cabildos abiertos como mecanismo de refrendación de los acuerdos de La Habana. Pablo Catatumbo expresaría posiciones vía virtual.
Opiniones
El domingo 9 empezaron las deliberaciones, antecedidas, claro está, de la Armonización (ver recuadro) y de la instalación del evento que corrió a cargo de Luis Fernando Arias, Consejero Mayor de la Onic. El llamado a la acción conjunta del actor social, a través de un Bloque Popular o Frente Amplio, quedó sobre la mesa para el debate.
Hasta el jueves 13 se extendieron los debates, con receso el día 12 para la deliberación, pues es día de memoria y lucha. Conscientes de ello, desde temprano alistaron instrumentos musicales, banderas, corotos, y movilizados, organizados, ubicados en más de cincuenta buses, fueron trasladados hasta la Universidad Nacional, para cruzar desde ahí a pie hasta el centro simbólico del poder (Plaza de Bolívar), donde se reunieron en una sola voz con campesinos, población en general, estudiantes, víctimas y otros actores de la actual coyuntura nacional, para demandar respeto a los Acuerdos de Paz.
En su memoria, sus antepasados. Todos aquellos que cayeron ante el fuego del arcabuz o el filo de la espada con que fueron atacados por los invasores provenientes desde el Imperio de España. Ataque y muerte: miles de miles cayeron a lo largo de décadas que sumaron siglos, para finalmente sumar el mayor genocidio cometido contra población alguna a lo largo y ancho de este planeta.
Este octubre, 524 años después, sobreponiéndose a todo tipo de violencia vivida en el pasado y en el presente, aquí están parte de los habitantes primeros del continente. Pero no sólo sobreviven, además siguen organizándose y luchando por permanecer en el mundo como actores de primer orden del presente y del futuro. Entre ellos no impera una sola visión ni manera de ver y entender el cosmos, ni el presente del país, como quedó patente el día 11 de octubre, cuando los Misak arribaron al Palacio de Nariño y se reunieron con Juan Manuel Santos, mostrándole apoyo irrestricto en la manera como conduce los diálogos de paz y los avances logrados en La Habana.
Hacia un Bloque Popular o un Frente Amplio
En la sesión de inauguración Luis Fernando Arias, Consejero Mayor, resaltó diferentes aspectos de la coyuntura nacional, de la situación actual del movimiento social-popular, retomando distintas propuestas para los pueblos indígenas, entre algunas de ellas: la importancia de empezar a consolidar un sistema económico propio alternativo al hegemónico. Además realizó un llamado de unidad a todos los sectores alternativos para consolidar un bloque popular o un frente amplio “Es tiempo de consolidar la unidad en medio de la diversidad, son tiempos de lucha indeclinable, son momentos de seguir globalizando la resistencia” sostuvo. Solo queda esperar y ver qué tanto de estas palabras se llevarán a la práctica.
Una vez instalado el evento, las delegaciones tomaron sus responsabilidades en todas y cada una de las 9 comisiones previamente definidas para el debate (ver recuadro), las cuales arrojaron mandatos como –mesa de salud– darle mayor dinamismo al Sistema indígena de salud propia (Sispi), y resaltar la labor de los médicos tradicionales en los territorios, con la búsqueda de recursos para su manutención y para su participación en eventos políticos. Así como, buscar fuentes de financiación, para el caso de la mesa de gestión administrativa con autonomía indígena, en la cual hubo consenso para sacar adelante proyectos de embotellamiento de agua mineral y manantial, congelamiento de frutas y certificación de semillas y productos propios.
Tensión al cierre
El día decisivo del Congreso fue el jueves 13, donde se llevó a cabo la conclusión y elección de la nueva Consejería de la Onic. Por una parte, cada una de las mesas entregó sus respectivos mandatos y conclusiones. Entre las propuestas más importantes leídas, destacan: consolidación de una guardia indígena nacional, que debe contar con una formación política vinculada a la Escuela de formación indígena nacional –Efin. La consolidación de autonomía y gobiernos propios estuvo en la mayoría de los mandatos, pero la propuesta que más causó debate fue la de realizar una reforma estructural a la Onic, que pretende transformar sus estatutos, descentralizar el poder, cambiar perspectiva política, consolidar mecanismos de control y rendición de cuentas, añadir o eliminar consejerías, y buscar nuevos mecanismos de participación e incidencia en las bases.
La decisión de esta propuesta se debatió en una asamblea de delegados por región, la que finalmente decidió abocar tal reto dentro de una asamblea nacional por realizar dentro de dos años. Lo así decidido que causó prevención en muchos de los asistentes, pues temen que la asamblea pueda ir “amañada”, sin incidencia real en las bases de la organización, reduciéndose a “una reunión de burócratas”. La reforma organizativa aprobada, en todo caso, puede ser decisiva para el rumbo y continuidad de este proceso social que ya suma 34 años, y que ahora acusa críticas por su excesiva concentración en Bogotá y en los Consejeros, y por el debilitamiento del proceso de toma de decisiones colectivas.
Contradicciones en medio de la diversidad
Las horas corrían y el tiempo atentaba contra la posibilidad de cerrar con éxito el Congreso. Con esa realidad en contra, las discusiones tomaron mayor ritmo. Ya era el amanecer del viernes y el ambiente se caldeó al momento de abrirse la elección de los Consejeros. Al así anunciarse, una vez más fue visible la tensión al interior del movimiento indígena, donde la disputa por hegemonía resalta entre el Cauca organizado (Cric), contra una mayoría que aún no define un bloque concreto. Algunas regiones iban por consejerías específicas, por ejemplo, la Orinoquia exigió la de territorio y planes de vida, también requerida por las delegaciones provenientes del Tolima. Al final, la Orinquía logra su propósito, con lo cual se evitó repetir lo acaecido en el Congreso del 2012 y su intento de ruptura. La importante Consejería de comunicaciones –que ha perdido protagonismo en los últimos años– quedó en manos del pueblo Koreguaje –Caquetá–.
Llegada la hora para la elección de la Consejería Mayor, la tensión creció. Los ánimos, a pesar del cansancio, estaban a flor de piel. Como candidatos/as: Aída Quilcue y Luis Fernando Arias (repitente). Por parte del Cric hicieron calle de honor para su candidata, lo que elevó ánimos y creó un ambiente de fuerza y triunfo. Por su parte, Luis Fernando fue presentado por su padre, vocero de la macro regional norte. Se escuchaban gritos del Cauca que decían “no a la reelección”, pero al momento de la decisión fue ganador absoluto el cancuamo. Uno de los cambios significativos fue el del secretario general, Juvenal Arrieta, quien fue reemplazado por Higinio Obispo.
Así, con la luz del sol casi despuntando en el oriente bogotano, las decenas de cuerpos cansados que aún aguantaban el debate y la tensión, levantaron sus humanidades para ir a buscar descanso, y tras un corto sueño tomar bus rumbo a sus respectivos destinos. Por mi parte, meditando en el bus con destino a la casa, ubicada en el opuesto de la localidad de Bosa, entre cabeceo y cabeceo, bostezo y bostezo, no me dejaba dormir la intensidad de la imagen que había visto: hablar de unidad es muy fácil, pero llevarla a la práctica es un proceso largo que necesita de verdadera disposición para lograrlo.
Recuadro 1
Recuadro 2
Recuadro 3
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