Una mirada desprevenida a la complejidad del mundo

Para quien las siga con algún detenimiento, las noticias del mundo parecen cruzar los ritmos de la vida con los fenómenos de la vida cotidiana. Lo mismo sucede cuando se cruzan las noticias sobre el continente o el país con otros planos. Hay un exceso de información, sin duda. Sin embargo, el problema que emerge es la calidad de la misma: ¿cuál es información confiable y cuál, espuria? Más ampliamente, ¿en dónde sucede el mundo?

Diferentes escalas, dinámicas y procesos

La información le llega a la gente por distintas fuentes: por las redes sociales mientras se dirigen a algún lugar o hacen algunas cosas; la buscan, ocasionalmente, en distintas fuentes de información incluyendo radio, televisión y demás; se la cruzan en forma de titulares y tweets y otras presentaciones o formatos, aquí y allá. La información es ubicua.

Sin embargo, no contamos con un procesamiento de la misma. Está suficientemente estudiado que existe una infodemia, que el uso exagerado de redes sociales genera perturbaciones mentales y que el exceso de información genera, mal apropiada, serios problemas de salud mental (cfr. https://www.apa.org/monitor/2022/11/strain-media-overload)1. Se habla incluso de los peligros de una sobrecarga cognitiva (cfr. https://www.mayoclinichealthsystem.org/hometown-health/speaking-of-health/cognitive-overload).

De manera rápida, digamos, está la guerra en Ucrania y entre Israel y sus vecino0 –en algún caso un genocidio más que una guerra en estricto–, siendo la potencialmente más grande entre Israel e Irán; sin ambages, el destino de la humanidad podría depender del decurso de los acontecimientos. Si así son las cosas, ¿de quién o quiénes depende?

Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando las responsabilidades caían sobre un político, militar o empresario, con nombre propio; por ejemplo. Hoy las cosas se han vuelto borrosas y móviles; todo parece indicar que las dinámicas del mundo dependen de poderes, élites, complejos industrial-militares, corporaciones. Los presidentes no son quienes detentan el verdadero poder; aquí o allá; en el mejor de los casos, alcanzan a dirigir el gobierno.

De otra parte, hay fenómenos perfectamente identificados que arrojan motivos de dudas y de preocupaciones cuando se los ve a mediano o largo plazo –hacia el futuro. La destrucción de la biosfera es evidente (véase: los límites planetarios, cfr. https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html). Asimismo, cabe señalar al reloj atómico, llamado más exactamente como el reloj del fin del mundo que señala que la humanidad se encuentra a noventa segundos de la destrucción del planeta y el fin de la vida como la conocemos (cfr. https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html). Simultáneamente, los ambientalistas constituyen objetivos militares alrededor del mundo (cfr. https://ejatlas.org), muy por encima de opositores políticos. La destrucción del planeta no admite defensores; los ambientalistas y ecologistas de todo tipo deben ser eliminados al precio que sea. La impunidad rampa por todas partes.

En América Latina, mientras que la destrucción del Amazonas –literalmente, el pulmón del mundo– no se detiene, a pesar de las voces de los Lula o los Petro o los-que-sean, algún presidente, llamado en su propio país como “el loco” arrasa con la educación, las universidades, la ciencia y los sistemas de seguridad social; y se llama a sí mismo como “un libertario”. (Siempre son, todo, palabras).

La situación de Cuba, con la delicada crisis que ahoga a su población, no disminuye para nada, el bloqueo se mantiene y se suma la corrupción interna sobre la cual se anatematiza a propios y a extraños. Otros ejemplos podrían mencionarse, desde la imposición de bloqueos semejantes a Venezuela o Nicaragua hasta la muy delicada situación en Perú, o la crisis de agua y energía en Ecuador y en Ciudad de México.

A nivel nacional, la más preocupante de todas las noticias son los planes de élites, narcotráfico, mafias y guerrillas –como si fueran totalmente distintas– para asesinar al primer Presidente de origen no liberal ni conservador en toda la historia del país. Y desde luego, los huracanes de noticias falsas, mentiras y embustes vehiculados por periodistas llamados pre-pago. Enfermando a la gente, llenándola de zozobra, o volviéndola sencillamente insensible e indolente, pues terminan refugiados en sus propias pequeñas cosas. “Que se incendie el mundo mientras cuido mi jardín”.

Recurrentemente hay noticias sobre próximas pandemias, el ébola no termina de ser controlado, el virus de Marburgo llega ya a Hamburgo, Alemania, abandonando su lugar natural: en el África profunda.

Mientras tanto, en la vida cotidiana, en las ciudades o en el campo, la gente batalla contra la inflación, la inequidad, la corrupción, la impunidad jurídica, y por mantener un puesto de trabajo, hacer posible alguna relación afectiva, tratar de mantener su familia a flote, y mil cosas más.

La fenomenología de la crisis es amplia y profunda. Sin pesimismos, ningún plano es indiferente a otro, ningún contexto es ajeno a los demás. La política es hoy en día geopolítica; las más importantes decisiones no se toman a nivel local, regional o nacional; se toman siempre, más allá de las fronteras.

En visos, cromatismos, franjas como éstas (y otras más) consiste la complejidad del mundo actual.

La mariposa de Lorenz

E. Lorenz fue un meteorólogo que introdujo una idea fantástica en la historia, la cultura y la ciencia: es imposible predecir a mediano y a largo plazo. La buena predicción sucede a corto plazo, y cuanto a más a corto plazo, tanto mejor. La ciencia que creó se llama: el caos. La meteorología es la ciencia que se ocupa de la predicción del clima, cuya contra fase es la climatología que describe las condiciones climáticas: pluviosidad, presión atmosférica y otros aspectos. Las ciencias sociales en general perseveran en la creencia de la importancia de la predicción. Un capítulo suyo se denomina (eufemísticamente): planeación estratégica, un término que encuentra sus orígenes y motivos, su racionalidad y métodos, en la guerra; para nada en la paz.

Los trabajos sobre el caos y el problema que comporta la imposibilidad de hacer predicciones no cesan y se extienden a numerosos otros campos (Hamidouche et al., 2024; Palmer, 2022).

Ningún fenómeno, en la naturaleza ni en la historia, recorre dos veces la misma trayectoria. Las cosas son siempre distintas, jamás son iguales. Así sea a título metafórico, es falso creer que la historia se escribe dos veces, primero como tragedia y luego como comedia. La ciencia del caos es una de las ciencias de la complejidad, cuyo motivo central es el de comprender cuándo, cómo y por qué las cosas se vuelven o se hacen complejas; esto es, notablemente, imprevisibles.

Debemos poder aprender, adicionalmente, la importancia de la impredectibilidad. Reducir todo a planes, programas estrategias y demás es pensar con el deseo (wishful thinking).

Los decursos del mundo, de la vida en general, y de la naturaleza están siempre marcados por una pizca, por así decirlo, de indeterminación. Esto no quiere decir, en absoluto, que el mundo, la historia y la vida sean aleatorias o contingentes. Pero sí que no todas las cosas se pueden prever, anticipar, planear, predecir.

Y es entonces cuando las cosas dan qué pensar.

Vivimos una profunda, estructural y muy grave crisis sistémica y sistemática. Esto es una situación en la que una crisis es perfectamente inseparable, en grados o modos, a otras crisis, más cercanas o lejanas. La economía acuña un concepto preciso para ello: vivimos en un mundo diferente de suma cero. Esto es, un mundo altamente sensible e integrado de múltiples maneras en el que si hay un problema en un plano existe también otro problema, así sea con una envergadura distinta, en otro plano; y si hay una solución a una situación en un contexto, también la hay en otro contexto, así sea con diferencias.

Reducir el manejo del mundo a asuntos tales como programas, estrategias y políticas públicas equivale a manejar muy mal los asuntos si al mismo tiempo, y sobre todo, no se destaca la importancia del aprendizaje del momento, la observación de la ocasión, el papel de tal o cual agente, en fin, la sorpresa y la incertidumbre. Sin editorializar, las ciencias de la complejidad son ciencias de la sorpresa y tienen un amplio y sólido arsenal o caja de herramientas para trabajar, explicar los asuntos y comprende y actuar convenientemente.

Mientras tanto, a la gente en general, legos y conocedores, las noticias los agobian, y todo parce ser un marasmo que da la impresión de determinismo y/o buena voluntad. Así no se entiende nada ni se resuelve nada, verdaderamente.

¿En dónde sucede el mundo?

Es imposible prever y controlar los acontecimientos que no dependen de nosotros, pero sí podemos controlar nuestras propias reacciones ante nuestras propias situaciones. En otras palabras, el mundo n sucede desde cualquier parte (from nowhere). El mundo tiene lugar en paralelo, de manera distribuida, localmente y ciertamente en términos jerárquicos, pero también sucede en términos de no-localidad, esto es, sin que haya contigüidad o necesidad o causalidad alguna.

El mundo sucede en todas partes al mismo tiempo; sin un centro, más importante o destacado que otro, sin unos factores más determinantes sobre los demás. El mundo carece hoy por hoy de un centro único; sin ambages, su centro se encuentra en todas partes.

Es esto lo que significa combinar estudios sobre causalidad –incluyendo multivariados, multifactoriales– y fenómenos emergentes. La emergencia es el concepto que se emplea para designar que no existe ninguna proporcionalidad entre el input y el output. Lo que sale no se corresponde, en modo alguno, con lo que entra: información, insumos, gente, productos, y demás.

La inmensa mayoría de la información –estratégicamente diseñada y manipulada– quiere hacer creer que las cosas del mundo dependen de un centro único, o de un par de factores, a lo sumo. Hay una mezcla peligrosa entre simplicidad y ausencia de claridad. Es con base en esto que se manipulan la sensibilidad, la emocionalidad y ulteriormente la salud mental de la gente, a gran escala.

Sin la menor duda, para cada quien el mundo sucede según donde estén sus afectos e intereses; lo demás son referentes lejanos, posibilidades remotas, o acaso también ficciones, todo lo cual puede tener un radio más o menos amplio. Pero es igualmente verdadero que muchas de las cosas que suceden en distintos planos –económico, financiero, militar o político, notablemente–, son el resultado de traslapamientos, cruces, superposiciones, evidentes en unas ocasiones y en otras sutiles e indirectas. 

Es el objeto de la buena información –el buen periodismo–, la buena educación y cultura, o también de la buena ciencia y filosofía poner de manifiesto estas complejidades, hacer investigación sobre las mismas y hacerlas evidentes ante la sociedad.

Por ejemplo, el complot y el juego contra la humanidad entera que fue la pandemia del covid-19 y los planes de encierro de vacunación. Hay mucha y muy buena información al respecto. Por ejemplo, que en política mundial puede decirse una cosa y hacer otra, que es lo que usualmente acontece; por ejemplo, con anuncios como la no entrega de armas a Israel, o la neutralidad en el conflicto Irán e Israel. Los casos y ejemplos se pueden multiplicar a voluntad.

En Colombia hay mucho y muy buen periodismo independiente, crítico y defensor de los más elementales valores de la humanidad: verdad, transparencia, denuncia, democracia, paz y otros más. Periodismo como el de Gonzalo Guillén y Julián Martínez; como los sitios: La Vorágine, Desde Abajo, Le Monde diplomatique, Tercer Canal, La Nueva Prensa, Cerosetenta, las emisoras comunitarias y una buena parte de las emisoras universitarias, numerosos portales web en YouTube. Naturalmente Wikileaks, siempre las muchas denuncias de Anonymous, por mencionar tan sólo algunos y los más destacados.

En cualquier caso, la complejidad del mundo no se revela jamás con un solo medio o con un solo pool de medios, usualmente institucionalizados y privados. Todo lo contrario.

Una de las ciencias de la complejidad, las lógicas no-clásicas –este es un rasgo importante: haber demostrado que y cómo las no-clásicas forman parte de las ciencias de la complejidad es un rasgo distintivamente latinoamericano– ponen de manifiesto que la complejidad del mundo estriba en el hecho de que no hay una sola verdad. El pluralismo de sistema de verdad va en contravía de toda la historia de la civilización occidental según la cual siempre, en cada caso, había una verdad, una sola: la de la Iglesia o el Estado, la del Partido o la Empresa, la del Jefe, Líder o la Corporación, y demás, usualmente escritos con mayúsculas, como les gusta a todos ellos.

Sin embargo, un pluralismo de sistemas de verdad no implica, en absoluto, relativismo o eclecticismo. Mucho mejor: en la vida, verdad no es jamás un punto de partida. Muy por el contrario, es un punto de llegada, lo cual comporta mucha discusión, mucha democracia, mucha participación, en fin, mucha reflexión, con luces diversas.

Una tarea en la formación política de una sociedad consiste en el señalamiento de diversos sistemas de información, contra los habidos, contra los dominantes. En numerosas ocasiones, estos sistemas de información se conectan, rizomáticamente, digamos, con movimientos sociales, con dinámicas políticas, con epistemologías y ciencias alternativas, por ejemplo.

Pero, al mismo tiempo, una tarea política es la de permitirles a individuos y comunidades a conectarse inteligentemente con internet y con lecturas alternativas, complementarias, críticas de mucha y muy buena información que no ocupa los grandes titulares de la gran prensa. Al fin y al cabo, el mundo, lo que sea verdad, y la complejidad misma de la vida no se hayan jamás en los grandes titulares de esos grande medios de comunicación.

Basta con recordar que, como enseñan las facultades de periodismo y comunicación social, las noticias son: editadas, producidas, post-producidas, y en muchas ocasiones censuradas y autocensuradas por parte de la Gran Prensa. Es exactamente por eso que, oportunamente, fue reconocida como el Cuarto Poder (al lado del poder ejecutivo, legislativo y judicial).

El mundo es información. Y en la mayoría de las ocasiones, efectivamente: el medio es el mensaje; esto es, algo es importante o relevante, no por el mensaje mismo, sino por el medio que lo divulga o transmite. Es por ello por lo que existe, evidentemente, un interés estratégico por la comunicación social en toda la extensión de la palabra. Y sí: buena parte de los grandes periodistas son pagados por fuerzas oscuras, cuyos nombres son justamente reconocidos gracias al periodismo alternativo.

En el contrapunteo entre Gran Prensa –que es información diseñada– y el periodismo alternativo, que es verdad investigada y compartida, se dirime la complejidad del mundo; que pasa por el conocimiento, el manejo y el control de la información.  

1 Li W, Khan AN. “Investigating the Impacts of Information Overload on Psychological Well-being of Healthcare Professionals: Role of COVID-19 Stressor”, en: Inquiry. 2022 Jan-Dec;59:469580221109677. doi: 10.1177/00469580221109677. PMID: 35912469; PMCID: PMC9340904.

Referencias

Hamidouche, B., Guesmi, K., Essounbouli, N., (2024). “Mastering chaos: A review”, en: Annual Reviews in Control, Volume 58, 100966. https://doi.org/10.1016/j.arcontrol.2024.100966

Palmer, T., (2022). The Primacy of Doubt. From Quantum Physics to Climate Change, How The Science of Uncertainty Can Help Us Understand Our Chaotic World. New York: Basic Books

Información adicional

Autor/a: Carlos Eduardo Maldonado
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº318, octubre 18 - noviembre 18 de 2024

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