El 21 de septiembre del año en curso la señora Débora Lipstadt, embajadora de los EEUU contra el antisemitismo –tal aberración aún existe–, acusó al presidente Gustavo Petro de tener “una retórica antisemita”. Posteriormente, el 23 de septiembre, el periódico El Tiempo –pro sionista–, entrevistó al señor Fernando Lottenberg, Comisionado de la ONU contra el antisemitismo –esta otra aberración también todavía existe–, en la que afirmó que la comunidad judía en Colombia tiene “incomodidad y preocupación” por las opiniones de Petro sobre Israel. El Consejo Mundial Judío tacha las declaraciones de Petro de “vergüenza” e “insulto a las seis millones de víctimas judías”.
El 7 de noviembre pasado, una horda de criminales sionistas-fascistas, seguidores del equipo Maccabi de Israel, que jugaba contra el Ajax, sembraron el terror y desorden en Ámsterdam, Países Bajos, desatando su furia contra la comunidad árabe, lanzando insultos contra Palestina; los árabes se defendieron. La reacción-defensa árabe fue catalogada por los poderes establecidos como “acciones antisemitas”.
La historia nos dice que después de la Segunda Guerra Mundial, como parte de crear un nuevo “orden mundial basado en reglas” –impuestas por EEUU, el país-imperio vencedor– el gobierno de ese país creó la embajada de los EEUU contra el antisemitismo, y la ONU, que se suponía mantendría la paz mundial, creó a su vez el “Comisionado contra el antisemitismo” porque, se suponía, debían proteger a los judíos perseguidos y condenar ataques directos o supuestos en contra de los judíos. Desde siempre se confundió “antisemitismo” con ser antijudío.
Es una confusión que no cesa. En sus discursos en los EEUU. el presidente Gustavo Petro, comparó el genocidio en Gaza con el holocausto a los judíos en la Segunda Guerra Mundial; cuando le dijeron que visitara a Auschwitz en Polonia, Petro respondió que ya había ido y que “ahora lo veo calcado en Gaza”. El Consejo Mundial Judío hizo referencia a que Petro dijo que había estudiado el caso de Israel y Palestina y por tanto sabe de “la inmensa injusticia que ha sufrido el pueblo palestino desde 1948. Igual que se dé la inmensa injusticia que ha sufrido el pueblo judío en Europa por los nazis desde 1933”, y agregó: “ahora los neonazis quieren la destrucción del pueblo, de la libertad y la cultura palestina. Ahora los demócratas y progresistas queremos que se imponga la paz y sean libres los pueblos israelíes y palestino”. Cuando hace un año el ministro de defensa israelí dijo que harían bloqueo total a Gaza, sin electricidad, agua, alimentos, combustible, enfatizando, con odio, que: “estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia”, Petro comentó en su cuenta de X, “eso decían los nazis de los judíos”. No hay duda, en lo dicho, que el Presidente tuvo y tiene la razón. Porque la banalidad en que se han convertido esas dos palabras, “antisemita” y “holocausto”, no es por culpa de las posiciones de Gustavo Petro y, de todas y todos los que estamos con el pueblo palestino y en contra del genocidio en Gaza, sino de los criminales sionistas-fascistas que gobiernan Israel. Siguen usando esos términos para echarles la culpa a los demás, para victimizarse, para esconder sus crímenes.
Lo que sucedió el día 7 de noviembre en Ámsterdam, es bien elocuente respecto de lo que significa el uso del término “antisemita”. Se jugaba el partido de fútbol de la Europa League entre Ajax de Países Bajos y el Maccabi de Israel. A ese evento llegó una horda de criminales seguidores del equipo israelí, entre otras cosas con Mosad incluida. Israel no es un país europeo, pertenece a Asia suroccidental, pero es tanto la genuflexión que los europeos le hacen al sionismo que incluyen impúdicamente equipos de Israel en competiciones europeas.
Los seguidores criminales del equipo israelí comenzaron a silbar cuando se pidió un minuto de silencio por los fallecidos en Valencia por la Dana. El pretexto para los silbidos: “es que los españoles son antisemitas”, porque el gobierno español reconoció a Palestina como Estado (aunque esa es una parte de la verdad con el gobierno de Pedro Sánchez). Rompieron y quemaron banderas palestinas, vociferando “jódanse árabes, muerte a los árabes”, y más aún cantando: “deja que las FDI jodan a los árabes”, “No hay escuelas en Gaza porque ya no quedan niños”, y golpearon a un taxista porque era árabe. Los ciudadanos de la comunidad, incluyendo árabes, hartos de los ultrajes respondieron enfrentándose a los hordas de criminales sionistas controlados por la Mosad. Una vez se supo que los criminales sionistas estaban siendo golpeados, se desató la furia sionista fascista, llamando “antisemitas” a los que se defendieron. Un periodista amarillista escribió: “la violencia y el terror han vuelto al fútbol europeo. Los aficionados del Maccabi Tel Aviv fueron emboscados y agredidos esta noche en Ámsterdam”.
Ese relato comenzó a ponerse en primer plano y desde los reyes de Países Bajos, pasando por Borrel, Macron, Von Der Leyen, Blinken, todos a una “condenaron los hechos de violencia antisemita”, “no se permitirá el antisemitismo en Europa”, “no podemos introducir el odio en nuestras sociedades”, “esos ataques contra ciudadanos israelíes recuerdan las horas más oscuras de la historia”. Todo esto dicho por los mismos que esparcen odio contra el pueblo palestino, que apoyan el genocidio en Gaza, los mismos que arman a Netanyahu y a Zelenski, los mismos que promueven la rusofobia. Las clases dominantes europeas son sionistas hasta los tuétanos, porque representan sus intereses y porque para ellos Israel es parte de sus entrañas… sionistas y fascistas. Deliberadamente dicen que se los persiguió “por ser judíos”, lo cual es una patraña, ya que los persiguieron por ser criminales sionistas fascistas, promotores del odio racista. Además, no es posible decir que es “antisemitismo” cuando los judíos actuales, y que viven en Israel, no son semitas, son europeos jasaros.
Conclusión, la policía persiguió y detuvo a ciudadanos de origen árabe o de Ámsterdam, pero no a los criminales sionistas arropados por la policía, la Mosad y los gobiernos vergonzantes de Europa occidental. Una persecución que se extiende por el mundo: a Petro lo condenan por decir la verdad y ser consecuente con el pueblo palestino y denunciar al fascismo en Israel.
Hoy, en medio de la creciente polarización que gana cada vez más espacio en el mundo, hay que recuperar el valor de la historia, disputar la memoria de los pueblos, de todos, pero en especial de aquellos que han luchado por el derecho a ser y existir. Sin la historia, sin memoria, el terror, la injusticia, la violencia contra los pueblos, ganará cada día más espacio, y pasará de manera impune sobre el derechos de millones de personas a contar con un territorio propio y vivir en dignidad, de manera soberana.
Suscríbase
https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=179&search=susc
Leave a Reply