La civilización unidimensional

La civilización unidimensional

El capitalismo actual, cuya eclosión se debe a la aplicación del conocimiento a los procesos productivos y, como lo afirma Manuel Castells, a la información, ha creado un mundo totalmente cerrado, donde el individuo se mueve dentro del sistema con gran parte de su vida y sus aspiraciones prefabricadas, un mundo cerrado donde la igualdad de oportunidades y la igualdad material son sólo espejismos. Sin embargo, y es lo paradójico, el crecimiento de la producción a nivel mundial no ha eliminado las desigualdades sociales producto del sistema, lo cual nos lleva a pensar que el capitalismo en su forma actual no soluciona los problemas básicos de la sociedad, sino que los acrecienta. Los mass-media, por su parte, cumplen cada día un papel más ideológico al promover los valores de una civilización donde la vida humana debe dedicarse a producir y consumir. Los medios de comunicación convierten lo verdadero en falso y lo falso en verdadero, distorsionando la verdad de las realidades políticas y sociales, así han creado una sociedad del espectáculo, irreal, como dice Baudrillard.

Esta civilización unidimensional, aquí brevemente caracterizada, está totalmente descrita en la obra del pensador alemán Herbert Marcuse, quien en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta realizó profundos estudios sobre lo que él denominó la Sociedad Industrial Avanzada, en adelante SIA. Marcuse prefiguró en esos años el rumbo que seguirían las sociedades capitalistas y los mecanismos que utilizaría para auto-reproducirse. Si bien escribió en el contexto de la Guerra Fría y apostó por la realización del socialismo, sus estudios son bastante actuales, pues posibilitan comprender la genealogía del mundo en el cual vivimos hoy.
Herbert Marcuse fue un intelectual alemán miembro de la Escuela de Frankfurt que se fundó en pleno ascenso del nazismo. Su vida intelectual en su país fue fructífera rodeándose de los pensadores más notables de la época, entre ellos, Husserl y Heidegger. En la Escuela compartió trabajo con Theodor Adorno y Max Horkheimer, quienes se convirtieron en promotores de la teoría crítica de la sociedad, una teoría con un gran componente emancipatorio y que dejó un legado intelectual sin precedentes, entre ellos, estudios sobre la familia, el estado autoritario, el totalitarismo, el capitalismo, la crítica de la ilustración. Estos pensadores reflexionaron igualmente sobre el arte, tal como puede apreciarse en la obra de Adorno y de Herbert Marcuse.

La civilización unidimensional es vaticinada por Marcuse gracias, especialmente, a su estadía en Norteamérica, donde permaneció gran parte de su vida junto con sus amigos de la Escuela de Frankfurt, Adorno y Horkheimer. Fue la realidad norteamericana la que lo llevó a emprender una crítica sin precedentes de la SIA. Marcuse descubrió cómo la SIA invalidaba el arte, la filosofía; cómo funcionalizaba el lenguaje y utilizaba la ciencia y la técnica para manipular instintivamente a la población. Mostró, así mismo, cómo la sociedad capitalista lograba mantener el status quo.

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