Responsable del ajuste del FMI y de una inflación descontrolada, el candidato del oficialismo peronista capitalizó gran parte del voto contra la derecha, recuperando terreno y logrando un 36,6 % con el 97.9 % de los votos escrutados en las elecciones argentinas.
El candidato de ultra derecha libertariano Javier Milei se mantuvo prácticamente en los mismos porcentajes de las PASO (elecciones primarias, abiertas y obligatorias que se realizaron el 13 de agosto), la candidata de la derecha Patricia Bullrich quedó tercera con 23,8 % y otro candidato peronista con perfil conservador, Juan Schiaretti cuarto con 6,8 %. En este escenario, la fórmula del Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad (FITU) integrada por Myriam Bregman y Nicolás del Caño obtuvo 2.69 %, conquistando una banca nacional en la Provincia de Buenos Aires y una banca legislativa de la propia CABA, con lo que amplían su representación parlamentaria.
El dato novedoso de este domingo lo constituyó la remontada lograda por Sergio Massa. A pesar del ajuste del FMI; de la inflación creciente que caotiza la economía y superó el 138 % anual; a pesar de una pobreza ubicada en el 40 % que hunde las condiciones de vida de millones; el candidato que es actual ministro oficialista terminó capitalizando el rechazo a la derecha que expresaron electoralmente Milei y la coalición de derecha Juntos por el Cambio que llevaba a Bullrich de candidata.
En ese resultado electoral converge, además, el temor a un mayor caos económico, algo que representa el mismo Milei con su programa económico. Lo cual quedó en evidencia cuando el candidato de libertariano celebró la dramática devaluación del peso como camino a una eventual dolarización de la economía argentina. Y también cuando alimentó las tendencias a una corrida bancaria, proponiendo no renovar depósitos en pesos. Ese tipo de declaraciones -que desnudan el carácter salvaje de su plan económico- deben haber constituido un potente disuasivo para una porción de votantes.
En este contexto, el enorme apoyo mediático y patronal que contó Patricia Bullrich no le permitió torcer la dinámica política general. La candidata de Juntos por el Cambio quedó tercera, con el 23.8 %, no logró reunir al conjunto de los votantes que habían participado en las PASO de esa coalición. Uno de los beneficiarios de esa situación parece haber sido el cordobés Juan Schiaretti, que se quedó con el 6.8 % y logró hacer realidad su objetivo central: fortalecer una bancada propia en el Congreso Nacional.
Con un escenario político esencialmente conservador, la izquierda obtuvo un porcentaje similar a las PASO. La fórmula del FITU encabezada por Myriam Bregman y Nicolás del Caño alcanzó el 2,69 % de los votos. Con este porcentaje está conquistando un nuevo diputado nacional y un nuevo legislador en la Ciudad de Buenos Aires, lo que le permite ampliar su representación parlamentaria general.
Christian Castillo, reconocido dirigente nacional del PTS-FITU, se suma a la bancada nacional de la izquierda, que ya cuenta cinco legisladores. Por su parte, Celeste Fierro, del MST, se suma a la bancada en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), que contabiliza 4 legisladores. Como viene ocurriendo desde el nacimiento del Frente entre varios partidos de la izquierda argentina, en 2011, esos serán nuevos puestos de lucha para enfrentar las políticas que ajuste que vendrán. Un ajuste que resulta inseparable de la continuidad del sometimiento y la subordinación que imponen el FMI, el poder económico concentrado y sus representantes políticos directos.
Una intensa campaña para atemorizar
El oficialismo arribó a este resultado luego de llevar adelante una sistemática campaña para aterrorizar a millones con las eventuales consecuencias de un triunfo de Milei. La misma se llevó a cabo con todos los recursos a su alcance y en todos los niveles. Desde el sistemático bombardeo en redes sociales hasta las campañas públicas, como aquella que “anunciaba” cuánto costaría el servicio de transporte en caso de eliminación de subsidios (algo que Milei viene agitando que va a imponer).
Esa amplia campaña política prescindió de dos hechos que contradicen el discurso oficial. El primero, la colaboración peronista en el armado de listas de candidatos de La Libertad Avanza, el partido de Milei, hacia las PASO, hecho nunca desmentido. El segundo, el llamado explícito de Sergio Massa al partido de Milei-Villarruel a formar parte de “un gobierno de unidad nacional”. Llamado público, hecho ante millones, durante los debates presidenciales.
Al resultado colaboró activamente la propia campaña de Milei, que no solo alentó las tendencias a un mayor caos económico con sus declaraciones y programa. A eso sumó, además, la activa defensa de posiciones negacionistas sobre la última dictadura, negando que hubiera 30.000 desaparecidos-asesinados por la dictadura. Esa posición completamente reaccionaria fue defendida en los debates presidenciales, ante millones de personas.
Milei y su llamado a la casta
Javier Milei habló poco después de las 22 h, desde el bunker de La Libertad Avanza, rodeado por la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel y los principales referentes de la fuerza derechista. Lo primero que hizo fue intentar presentar como un voto ideológico, de apoyo a la plataforma libertaria, el caudal electoral cosechado. La realidad no es esa.
En su discurso, eligió no nombrar a su futuro contrincante ni al peronismo. Nombró sí -y siete veces- al kirchnerismo, al estilo Patricia Bullrich. Justamente apeló a la coalición de la derecha Juntos por el Cambio en varias ocasiones, evidenciando por donde buscará votos para intentar ganar el balotaje. Habló, en el mismo sentido, de “trabajar juntos por un cambio”, felicitando a Jorge Macri y a Rogelio Frigerio, ex ministro de Macri y gobernador electo de Entre Ríos, algunos de los principales referentes de esa fuerza. Mostró, en los hechos, el verso del discurso “anti-casta”. Después de haber negociado el armado de listas con sectores del peronismo, ahora busca con desesperación el voto de la derecha macrista.
Massa y un nuevo llamado a un “gobierno de unidad nacional”
Sergio Massa eligió hablar después de Milei. Su primer mensaje estuvo en el escenario, al cual subió solo. Ese mismo tono marcó su discurso; en ningún momento nombró a la fuerza y el gobierno del que forma parte, como si intentara “resetear” la historia. Como si quisiera “olvidar” la realidad: el ajuste, la pobreza y las internas del peronismo que ayudaron el crecimiento de las alternativas de derecha.
Así como Milei, aprovechó su discurso para salir en búsqueda de los votos para el balotaje. De allí que insistió con “el fin de la grieta”, repitiendo el pedido de “más orden” con el que tanto insistió Patricia Bullrich. Volvió, también, a su propuesta de “convocar a los mejores”, tal como había planteado en los debates presidenciales, incluyendo a Juntos y La Libertad Avanza.
Fervoroso vocero de la Embajada de EE.UU., sorprendió al hablar de la “patria” en varios pasajes de su discurso. Algo que no se condice con su permanente alineamiento con el ajuste ordenado por el FMI. El relato massista, una vez más, volvió a presentar la grave situación social y económica de millones como ajena a su gestión.
Fragmentación política
La titularidad del Poder Ejecutivo quedará finalmente confirmada el domingo 19 de noviembre en una nueva votación. Sin embargo, los resultados ya conocidos permiten anticipar parte de la vida política nacional por venir.
Las elecciones parlamentarias consagraron un escenario de fragmentación política. Esa imagen atiende mejor a los contornos de la realidad que aquella que emerja del balotaje entre Massa y Milei. El nuevo Congreso estará signado por una multiplicidad de bloques e interbloques que simbolizarán ese fraccionamiento. La mecánica política -tanto del Senado como de la Cámara de Diputados- dependerá en gran medida de la trabajosa tarea de alcanzar acuerdos y consensos.
Sea quien sea el ganador del balotaje, estará obligado al intento de hallar coincidencias a la hora de impulsar proyectos legislativos. Esto, sin embargo, resulta más sencillo de enunciar que de llevar a la práctica. La misma fragmentación evidencia la crisis de representación que recorren a las coaliciones políticas mayoritarias. Cristaliza el limitado aval con que cuentan a la hora de la gestión política. Desde ese punto de vista, anticipan un escenario de más tensiones que consensos.
Las tres semanas restantes hasta el 19 de noviembre se adivinan tensas en el terreno social y económico. Las grandes mayorías trabajadoras continuarán padeciendo los golpes de una tormenta social y económica que tiene responsables y también ganadores. Entre los primeros, hay que enlistar al FMI y quienes avalaron o permitieron el acuerdo que legaliza el endeudamiento macrista. Entre los segundos, a las grandes patronales que sumaron millones de sus cuentas a costa del salario obrero y los ingresos populares.
Lunes 23 de octubre
Por, Eduardo Castilla@castillaeduardo
*Artículo publicado en La Izquierda Diario (Argentina). Adaptado para lectores extranjeros.
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