Estoy orgulloso de haber denunciado los crímenes de Putin en Ucrania
Kara-Murza- Fuente: Michał Siergiejevic

El 3 de abril, el Tribunal Supremo de Rusia examinará un recurso de casación contra la condena de Vladimir Kara-Murza, que fue condenado a 25 años de prisión en una colonia de régimen estricto por cinco declaraciones públicas que hizo contra la guerra en Ucrania y el régimen de Vladimir Putin. Kara-Murza, que está detenido en la colonia penitenciaria nº 7 en Omsk, no pudo participar en la audiencia por vídeoconferencia.

En su lugar, envió al tribunal la siguiente declaración escrita:

Por primera vez en mi vida, me dirijo al Tribunal Supremo. Este órgano desempeñó diferentes funciones en diferentes épocas de la historia de nuestro país: hubo un tiempo en que aprobó las condenas de innumerables víctimas inocentes, enviándolas a campos de concentración y pelotones de ejecución; más tarde anuló estas mismas condenas por falta de motivos y tomó decisiones de rehabilitación. Hoy nos encontramos en la primera de estas dos fases, pero no debemos dudar de que la segunda no tardará en llegar.

La casación es en esencia un procedimiento puramente legal, y nuestro recurso de casación invoca una serie de irregularidades jurídicas indiscutibles, cada una de las cuales sería suficiente por sí sola para anular mi condena. Podría escribir mucho más sobre estas irregularidades. Podría abordar la cuestión de la falta de fundamento o de crimen específico en todo este caso, porque fui condenado sólo por expresar públicamente mi oposición al régimen de Putin y a la guerra en Ucrania, es decir, por ejercer mi derecho constitucional a la libertad de expresión. También podría argumentar que el texto de los mismos artículos del Código Penal en virtud de los cuales fui condenado a 25 años de prisión está en contradicción directa con las obligaciones internacionales de Rusia en materia de derechos humanos, lo que hace que mi condena sea inválida en virtud de la sección 4 del artículo 15 de la Constitución. No es simplemente mi opinión, sino una observación oficial del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

También podría escribir sobre el hecho de que mi sentencia ha sido impuesta por un tribunal de composición ilegal, ya que el juez que lo presidió se enfrentó a un conflicto de intereses obvio: estaba personalmente sujeto a sanciones internacionales en virtud de la Ley Magnitsky, que yo mismo ayudé a implementar. Esto, por supuesto, se organizó de forma deliberada y demostrativa. Podría escribir muchas otras cosas.

Pero no gastaré papel y su tiempo con este argumento. En primer lugar, porque ustedes, juristas profesionales, entienden perfectamente todo esto, y no tendrá ningún efecto en la decisión que van a firmar. Luego, porque es extraño y bastante ridículo proporcionar ejemplos de ilegalidad en un caso que es ilegal de principio a fin, al igual que los casos de todas y todos los ciudadanos rusos arrestados por hablar en contra de la guerra, que son ilegales de principio a fin. Finalmente, porque cualquier argumento basado en el derecho no tiene nada que ver con la realidad de Rusia bajo el régimen de Vladimir Putin.

Esta realidad fue descrita con una precisión sorprendente y aterradora por George Orwell en su gran novela “1984”: “La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es el poder”. Este eslogan que aparece en la fachada del Ministerio de la Verdad de Orwell refleja muy exactamente el principio de funcionamiento del actual gobierno ruso.

Desde hace ya tres años, mi país, o, más precisamente, un dictador envejecido, inamovible e ilegítimo que se ha arrogado el derecho a hablar y actuar en nombre de mi país, está librando una guerra brutal, injusta e invasora contra un Estado independiente vecino. En el curso de esta agresión, el invasor ha cometido verdaderos crímenes de guerra. En dos años, decenas de miles de civiles, incluidos niños y niñas, han muerto y han sido heridos en Ucrania; miles de viviendas, así como cientos de hospitales y escuelas han sido destruidas. Estos hechos son conocidos por todo el mundo y han sido documentados en detalle en los informes de las organizaciones internacionales. Fue sobre la base de sospechas de crímenes de guerra que la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el ciudadano Vladimir Vladimirovich Putin.

Pero en nuestra realidad orwelliana, las fuerzas del orden y el sistema judicial no se interesan por quienes cometen crímenes de guerra, sino por quienes hablan de ellos, por quienes intentan pararlos. Hoy en día hay decenas de personas en las cárceles y colonias penitenciarias rusas que se han expresado abiertamente en contra de la guerra en Ucrania. Se trata de personas muy diferentes: artistas y sacerdotes, políticos y periodistas, abogados y oficiales de policía, académicos y empresarios, estudiantes y jubilados, personas,hombres y mujeres, de diferentes opiniones, edades y profesiones que no han querido convertirse en cómplices silenciosas de los crímenes de las actuales autoridades rusas. Hoy es común en el mundo reprender y condenar a todos los ciudadanos rusos, sin distinción, y decir que todos y todas somos responsables de esta guerra. Pero estoy orgulloso de que en este período oscuro, despreciable y terrible de Rusia, haya habido tantas personas que no han tenido miedo y no han guardado silencio, incluso a costa de su propia libertad.

Todo este caso se basa en la negación de los propios conceptos de derecho, justicia y legalidad. Pero también se basa en una falsificación grosera y cínica, un intento de asimilar la crítica de las autoridades a un daño para el país; de presentar la actividad de la oposición como una “traición”. Pero tampoco hay nada nuevo en eso; es lo que hacen todas las dictaduras. En la Alemania nazi, las y los estudiantes antifascistas del movimiento de la Rosa Blanca fueron juzgados por “traición”; en el apartheid del sur de África, las y los activistas de los derechos civiles fueron procesados por el mismo crimen. En la Unión Soviética, uno de nuestros mayores compatriotas, el premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, también fue acusado de “traición”.

La historia lo ha arreglado todo ¿no es cierto?

13/Abr/2024

Publicado en:

https://www.washingtonpost.com/opinions/2024/04/03/vladimir-kara-murza-statement-court-russia

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Información adicional

Autor/a: Vladimir Kara-Murza
País: Rusia
Región: Euroasia
Fuente: Viento Sur

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