En las últimas dos colaboraciones elaboramos dos conceptos sobresalientes para la comprensión de la República Popular China en la actualidad: la crítica relevancia de su “sector público” y un proceso de globalización con características chinas al menos desde 2013. Un último concepto, el de nuevas relaciones triangulares, será fundamental para múltiples análisis actuales y futuros de México en su relación con Estados Unidos y China.
La competencia sistémica entre EU y China en la actualidad –y reflejada a todos los niveles, de Institutos Confucio, al intercambio académico y cultural, ni hablar en el liderazgo tecnológico y de semiconductores y autos eléctricos, entre muchos otros rubros– tiene significativas implicaciones para regiones como América Latina y el Caribe (ALC) y países (de México a Vietnam, por ejemplo). Un efecto se refiere a que terceras regiones y países se enfrentan crecientemente a nuevas relaciones triangulares en los ámbitos arriba señalados. Si Estados Unidos prohíbe las inversiones de empresas como Huawei en su territorio desde hace más de un lustro y presiona a múltiples países a tomar medidas similares, regiones y países deberán en forma pragmática examinar las ofertas de 5G existentes, incluyendo las de Huawei. Ante la inexistencia de empresas con servicios y costos similares, Huawei ha logrado convertirse en el mayor proveedor de telecomunicaciones en el mundo y en ALC. Una visión dogmática y holística a favor o en contra de cualquiera de las dos naciones pareciera tener poco sentido. Las medidas en otros ámbitos pudieran ser a favor o en contra de empresas de China, EU y de otros países.
El concepto de nuevas relaciones triangulares, desde esta perspectiva, se distancia de otros como el de una (¿nueva?) guerra fría, haciendo referencia a la confrontación entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Estados Unidos en el siglo XX. La competencia y confrontación entre EU y China en el siglo XXI, sin embargo, poco tienen que ver con experiencias históricas entre la URSS y China y particularmente ante las diferencias socioeconómicas actuales.
Es relevante para ALC concretar ahora esta nueva relación triangular. En los últimos años a nivel internacional y en México se ha puesto de moda el concepto de nearshoring que se traduce como “relocalización” de procesos productivos. Ante la competencia entre EU y China, países como México, pero también otros en ALC y en Asia, pudieran verse favorecidos por esta reciente tendencia. Resalta, sin embargo, que este proceso de nearshoring pocas veces refiere a una explicación: la relocalización de procesos productivos se ha llevado a cabo masivamente desde las décadas de 1950 y 1960 –México ha sido un importante beneficiario– y no se distingue cualitativamente de los recientes acontecimientos y la confrontación entre EU y China. Es por ello que sugiero el concepto de security-shoring, es decir, desde 2022-2023 la administración Biden ha propuesto explícitamente (a través de la propia Casa Blanca, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, entre otros) que la seguridad nacional de Estados Unidos se convertirá en la máxima prioridad en su estrategia en contra de China. Es decir, el libre comercio, el multilateralismo e incluso la reciprocidad, además de la propia innovación y el desarrollo tecnológico, por ejemplo de semiconductores, se subordinan a la seguridad nacional.
En el marco de las nuevas relaciones triangulares, Estados Unidos crecientemente invita y exige a terceras regiones y países a sumarse a esta estrategia en contra de China. El security-shoring desde 2022-2023 destaca las diferencias con procesos históricos anteriores de relocalización y, como veremos en el futuro, exige a terceros países sumarse a su estrategia antichina. Así, EU, el fundador de la Organización Mundial del Comercio (OMC) cuestiona el orden internacional del comercio y de las inversiones creados mediante las instituciones generadas poco después de la Segunda Guerra Mundial, ante su estrategia en contra de China.
Las implicaciones de las nuevas relaciones triangulares en la última década y de una de sus expresiones, el security-shoring, tendrá enormes implicaciones globales en ALC y en México.
En general, terceras regiones y países deberán prepararse al máximo para la toma de decisiones particulares en los diversos rubros señalados: el intercambio cultural y académico, inversiones en telecomunicaciones y proyectos de infraestructura y financiamiento de EU y China, los cuales, en todos los casos, pueden tener implicaciones en la seguridad nacional.
La preparación en terceros países, institucional vía el sector público, organismos empresariales, organizaciones no gubernamentales y académicos, será fundamental para permitir la toma de decisión pragmática y no caer en simplismos holísticos y/o chantajes ante las presiones tanto de EU como de China.
Los retos son mayúsculos.
* Profesor del Posgrado en Economía y coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM
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