Con su capitalización bursátil capaz de eclipsar a un producto interno bruto, su dominio en la difusión de información y su omnipresencia en las interacciones sociales, los gigantes estadounidenses del sector digital llegaron a parecer más poderosos que los Estados. Emitir moneda (virtual) o conquistar el espacio, su apetito regaliano parecía no tener límites.
Sin embargo, la espectacular sumisión de los líderes tecnológicos a Donald Trump revela a unos reyes desnudos, dependientes del poder político. Jeff Bezos, jefe de Amazon, recibe decenas de miles de millones de dólares gracias a sus múltiples contratos con el Estado federal. Zuckerberg, fundador de Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), depende de la Casa Blanca para escapar de las colosales multas que podrían imponerle, tanto en Europa como en Estados Unidos, por violaciones a las normas antimonopolio. Ambos temen la ira de Trump. En junio de 2018, durante su primer mandato, un simple tuit del multimillonario dirigido a Harley-Davidson provocó que las acciones del fabricante de motos cayeran un 10 por ciento (1).
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