Bolívar, Arismendi, Piar…/Petion, Brion. De la reconquista a la defensa activa

Bolívar, Arismendi, Piar…/Petion, Brion. De la reconquista a la defensa activa

Por esos días, Simón Bolívar era un joven delgado, de mirada profunda y discurso apasionado y convincente, con amplia cultura universal y valiosa información sobre los sucesos en curso en el mundo, y portador de un llamativo pero quimérico proyecto para liberar del dominio español las provincias de las Américas.

No improvisaba. Quienes oían a Bolívar comprobaban que en ese cuerpo delgado, portador de intensas experiencias acumuladas en apenas cinco años (1810-1815), había sustancia y razones de peso, y planes posibles de realizar. Razones, sueños y proyectos que elaboró con las luces desprendidas de la Revolución Francesa, de la norteamericana y de la inglesa, pero también con la ayuda de la experiencia de griegos y romanos, que a lo largo de sus años de formación académica había podido leer y debatir con sus maestros.

En busca del pueblo y los esclavos para la guerra social

De sus muchas reflexiones en la vía de comprender el porqué de los fracasos con la primera y la segunda repúblicas, Bolívar llegó a la certera conclusión de que “la Independencia sólo sería posible en la medida en que su causa y su filosofía política pudieran recoger las aspiraciones de las clases populares y ofrecer adecuadas soluciones a la rebeldía de los esclavos, a la inconformidad de los indios y al malestar social causado por la distribución injusta de la tierra y las desigualdades de raza que habían venido sedimentándose durante la Colonia” (1). A esta conclusión cual llega, con seguridad, por alimento de las enseñanzas de la revolución de los esclavos haitianos, que enfrentó a profundidad parte del dominio imperial y su base productiva de entonces.

Recuérdese que aquellos que derrotan a Bolívar en su tierra, instigados por los españoles, fueron los esclavos y los pardos (mestizos,) excluidos de la tierra y de la libertad. Negados y oprimidos, precisamente, por esa casta que les ofrecía liberarse del dominio español pero sin acceder a tierra ni libertad.

Ofrecimiento imposible de encontrar un buen recibo, a no ser, que además de independencia, cumpliera con los deseos de los desposeídos. Un revestimiento más imperioso de realizar, pues Venezuela era a todas luces una sociedad cerrada y excluyente en cuyos relacionamientos sociales se erigía una barrera, un paso insuperable para la solidaridad colectiva. Era una conclusión evidente por su estructura demográfica en 1810: 900.000 pobladores, de los cuales 493.000 eran esclavos y le daban soporte a una economía mercantil de plantación (2).

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