Recreando la educación

No se aprende bien
sino lo que se descubre.
José Martí

Las mutaciones y la necesidad de recrear la educación

En menos de un cuarto de siglo la humanidad fue catapultada a un escenario inédito en los escenarios de la información, la comunicación y el conocimiento. Tres procesos independientes convergieron para situarnos en los comienzos de una experiencia colectiva sin precedentes: la revolución de los computadores personales, el arribo de la internet y el fenómeno de la digitalización1. Las redes neuronales artificiales, más conocidas como deep learning, están revolucionando la relación de la humanidad con los datos, la información, el conocimiento y los saberes2.

De forma paradójica, al mismo tiempo que esta colosal revolución se desenvuelve, el lenguaje ha experimentado una degradación proveniente de la influencia de los medios masivos que realizan su labor modulados por la codicia, los intereses y el egoísmo connaturales al modelo económico que ha imperado en los últimos cinco siglos.

Así, y como parte de este proceso cambiante, el sentido de lo que comprendemos por educación está experimentando, a lo largo y ancho del mundo, una honda transformación. Por vez primera, quizás, tenemos más posibilidades de responder nuestras preguntas que tiempo para dedicar a estudiar las respuestas. De la escasez de información la humanidad ha transitado a una sobre abundancia de información. A lar par de todo esto, las mutaciones en el mundo laboral son enormes, vertiginosas y crecientes, de ahí que las instituciones educativas estén viviendo procesos de recreación de los campos de conocimiento en los que forman y de sus prácticas educativas.

Por otra parte, la potente marea de transformación, que denominaremos revolución digital, se ve acompañada la mutación en las fuentes energéticas de las que dependió la revolución industrial y sus diversas fases. Después de varios lustros de calentamiento global, la necesidad de transformar nuestra concepción del mundo y nuestra forma de habitar la tierra aparece como una necesidad global impostergable.

Por último, el mundo entero enfrenta las amenazas provenientes de un tránsito en la hegemonía del poder global, así como a las sombras de una crisis económica sin precedentes, y al horizonte de hambrunas devastadoras.


En marzo del 2020, viajé desde el barrio La Candelaria, en el centro de Bogotá, hasta la vereda Laguna Verde, cerca de Cachipay. Gracias a la capacidad de respuesta institucional pude continuar con mis cursos sobre lectura reflexiva, y escritura clara, precisa y argumentada. Al habitar en el nuevo entorno natural, sin tener que viajar a Bogotá, tuve el privilegio de disfrutar un tiempo precioso para investigar sobre educación y humanismo en la era digital, revisar la producción semanal de textos de los estudiantes y reflexionar sobre lo que estaba aconteciendo en la educación en los nuevos escenarios virtuales.

Una primera riqueza de la nueva experiencia fue la posibilidad de trabajar con estudiantes de diversas regiones del país. Las reuniones vía virtual, permitían la concurrencia de participantes de nuestra asombrosa diversidad territorial. Dediqué, entonces, más tiempo a través de la escritura, al conocimiento de cada una de las personas vinculadas a este ejercicio. Aparecieron documentos de extraordinario valor en su sencillez.

Al mismo tiempo y con satisfacción, la vinculación que ya tenía con la escuelita veredal de Laguna Verde se fortaleció. La educación en el mundo rural convocó mi estudio y reflexión. Primero, con la educación en casa y la revisión detallada de las guías que enviaba el maestro, y segundo, cuando se produjo el retorno a la presencialidad, con diversas actividades en torno a la capacidad de escucha, de observación, de lectura y reflexión y de expresión. Pude continuar observando de primera mano las complejidades de la educación institucional en escenarios rurales, y escuchando a diversos actores: entornos familiares, profesores y rectores.

Experiencia, tanto la de educación superior, como la vivida con el alumnado de primeros años, llena de satisfacciones.

En lo concerniente a la educación superior, el siguiente escrito fue uno de los primeros que recibí en el segundo semestre del 2020:

“Soy Gaby Alpala Cuastumal, tengo 17 años, vivo en el resguardo indígena del Gran Cumbal, vereda Cuaical, al pie de abuela Cumbal (volcán Cumbal), departamento de Nariño, a orillas del rio Guapul está ubicada mi casa, la que construyeron mis padres, allí vivo con mi papá, mamá, y hermanos. Desde hace 29 años que mis padres llegaron aquí. Las madrugadas son muy frías, por eso siempre utilizo mi ruana y mi sombrero, con mi familia criamos y cuidamos cuyes, conejos, gallinas, vacas, terneros, gansos, y una chola. También sembramos en la chagra nuestros propios alimentos como: ollucos, habas, lechugas, cilantros, rábanos y papas. A los alrededores de nuestra casa sembramos y tenemos muchas flores, porque esta hace que la casa se vea bonita, da alegría y genera mucha armonía, actualmente soy líder en mi comunidad, me he destacado por representar en varios espacios a los niños, niñas y adolescentes, principalmente en espacios de defensa y protección de derechos, soy quien conversa con la comunidad y siempre trata de ayudar en lo que pueda, lo que más nos destaca como vereda es que somos muy unidos siempre trabajamos en minga y es muy bonito, lo que anhelo ser es una gran abogada porque esta profesión hace mucha falta en mi comunidad, porque ahora se están presentado problemas en temas como violaciones, tráfico de drogas, situaciones que no se habían visto antes, y es difícil entender por qué está pasando esto, en mi resguardo hay un cabildo que está compuesto de los mayores que son la autoridad que desde su saber propio han aportado mucho al buen vivir de nuestra comunidad, pero estos problemas ya soy difíciles de abordar por nuestros mayores, y por eso quiero estudiar y aprender, ya que así entre los dos conocimientos, lo propio desde el territorio y lo académico impartido en la universidad, podremos dar mejor solución a estos problemas, por ahora estoy feliz pero también triste. Feliz porque mi comunidad y principalmente mi familia me apoya en este nuevo camino que estoy segura que estará lleno de muchos conocimientos, y triste, preocupada porque tendré que irme de mi territorio el que me vio crecer, el que me protegió, me reprendió, me aconsejó, me dio tranquilidad, el que me enseñó a jugar a ser feliz, extrañaré todo, la comida, los palabreos, las mingas, las risas entre amigos y vecinos, las anécdotas y vivencias de mi abuela, el sonido de la guitarra de papá, los consejos de mamá, las canciones que a cada momento compone mi sobrino que siempre me sacan sonrisas, en fin extrañare todo…todo, ya que ese todo es lo que soy, pero me consuela saber que me voy por aprender, y que por más lejos que este, no olvidare jamás cual es mi origen y de dónde vengo, sé que la energía del territorio siempre estará conmigo, mi abuela espiritual siempre me acompañara. Eh estado pensando mucho en cómo será mi vida en Bogotá, a dónde iré a llegar, porque es un contexto muy distinto, solo espero adaptarme fácil.

Tengo algo muy claro y que siempre va conmigo, que son mis apellidos que tienen mucho significado, yo vengo de la familia del agua, de la familia del fuego, y de la familia de la tierra, por eso siempre volveré a donde pertenezco”.

Atentamente:
Gaby Patricia Alpala Cuastumal
Estudiante de primer semestre
de Jurisprudencia

El texto de Gaby significó un aporte formidable a un curso integrado por jóvenes urbanos. No solo pudieron acercarse a un mundo desconocido para la mayor parte de ellos: el mundo rural, sino que se acercaron a un universo aún más desconocido: el nativo. Los errores ortográficos presentes en el texto de Gaby no significaban mayor cosa frente a la elocuencia y la fuerza de un escrito elaborado desde la autenticidad y desde la fortaleza cultural de una comunidad que ha logrado preservar, hasta ahora, su sabiduría.

El escrito de Gaby nos sensibilizó, permitiéndonos intuir las graves problemáticas que se estaban abalanzando en ese momento sobre las comunidades de diversas regiones del país.

El tiempo para que los estudiantes puedan ejercer la libertad frente a los saberes, y experimentar el deleite de aprender, tiene una importancia fundamental. Como lo tiene el tiempo para que los profesores puedan investigar y avanzar sin premuras sobre el trabajo singular de cada estudiante. Este tiempo conjunto es el que permite, de modo eventual, contribuir al descubrimiento de vocaciones y al reconocimiento temprano de diversas aptitudes. Es el tiempo que puede permitir suscitar amor al saber, pasión por la lectura, y práctica de la experiencia reflexiva que puede conducir al hábito reflexivo. Es el tiempo en el que, si las circunstancias son favorables, es posible estimular la autonomía frente al conocimiento. Una capacidad esencial en la era inédita a la que hemos ingresado.

Gracias a la Comunidad de Práctica sobre El arte de emprender3, a la que me vinculé, pude abrir un laboratorio de experimentación pedagógica y ampliar la libertad creadora con relación a la enseñanza de la escritura. La poesía y la práctica de la lectura en voz alta se convirtió en un espacio indispensable en cada sesión. Se trataba de despertar o avivar la posibilidad de la experiencia estética con la palabra. Aprender a apreciar en todo su valor una expresión certera, una línea reveladora de lo que habitaba en cada una de las personas que lo integran. Recuerdo bien nuestra visita a un hermoso poema de Walth Withman: Canto de mis alegrías. Lo leímos entre varias voces en una de las sesiones iniciales y algo del poema llamó poderosamente la atención de Gaby Alpala. Al final de la tarde de ese día, recibí un mensaje suyo por correo. Había buscado el texto íntegro del poema en la red, pero no lo había podido hallar. Solicitaba, si era posible, una ayuda. Logré encontrar una buena traducción del poema y se lo envié. El sábado siguiente, el día que los estudiantes enviaban sus reflexiones de cada semana, recibí este nuevo escrito de ella:

Mi tejer

Alegrías de mi vida
Que con el hilo se va tejiendo
Hilo de tantos años que guardan las memorias
Y que enseñasteis a mis manos desenvolverse en el espacio

Tejido que me sientes
Oscuros días, negros, cafés y grises
Iluminados días, rosados, morados, amarillos y anaranjados
La Pureza de mis días con los blancos y azulados
Amados días con los verdes de la vida
¡Así es! como se van tejiendo mis sentimientos

Me enseñasteis tus colores
¡Yo! era solo un espíritu blanco
Ahora soy wiphalla, soy kueche ¡soy danzante!
Con tu teñido que me impregnaste

Me enredo y tengo ganas de llorar
Lloro pero me calmo, y sigo, no me quedo
Al final lo logro, pero sigue…
Encontrar el patrón perfecto no es fácil
Ni tampoco después aprenderlo

Así es en todo
Mi tejer bonito
Mi gran maestro de perseverancia
Como no agradecerte por tan bonito legado
Pay, por la enseñanza
De tejer la palabra
De tejer mis sentimientos
De tejer memorias
No me abandones.

“Un poema en el que intento expresar como es mí tejer, los colores son esenciales. Recordaré siempre lo que me dijo mi mamá, uno teje según como se sienta, si estoy feliz tejo con colores llamativos, si estoy triste tejo con colores oscuros, todo depende del cómo te sientas, cuando te sientes inspirada, feliz, amada, hasta dibujas en el tejido, cuando te sientes fuerte tejes duro, y cuando estas sensible tejes suave, pero va todo bien. Y no solo hablo del tejer en lana, también del tejer la palabra, del tejer y dibujar en el danzar. También nos enredamos muchas veces; en el tejido es igual, a veces el cururo, la madeja se enreda que te da desesperación y hasta lloras, que se nos daña y tenemos que desbaratar todo eso, paro volver a tejer nuevamente; que me causa tristeza cuando me pasa esto, por supuesto que sí; pero me toca seguir, porque si no lo haces tú, nadie lo terminara por ti.

El tejido nos enseña la vida.

Gaby Alpala”

No pude evitar conmoverme al leer el escrito de Gaby. Otro tanto sucedió con líneas de diversos estudiantes del curso. Consideré que mi deber era, en ese momento, alentar la autoconsciencia de Gaby sobre el don poético que le habitaba. Quienes aman el oficio de la educación saben bien de la experiencia de satisfacción profunda que se tiene cuando un estudiante descubre una vocación, se hace consciente de una aptitud, eleva la confianza en su ser y se entrega con pasión al estudio y a la obra creadora. La nota o calificación desaparece como sanción o motivo final del esfuerzo de estudio.
Para el curso en el cual estaba Gaby fue fascinante experimentar su amor por el territorio en el que nació y habita. Considero que elevar los sentimientos que nos habitan es parte de un proceso educativo guiado por un nuevo humanismo a la altura de los tiempos que vivimos. Se habla mucho del amor pero poco reflexionamos sobre lo que ese sentimiento significa y sobre cómo podemos aprender a amar.

Fotografía 2015. Primer plano, con un zice con la lana de oveja que estaba hilando. Segundo plano, junto a mi padre.

Unos días más tarde, Gaby nos compartió su expedición por la palabra poética.

“Un poema que despertó mis ganas de escribirle a mi territorio, que es lo más querido que tengo. Fue el poema de Walt Whitman, titulado Un canto de sus alegrías. Ahora quiero compartirles los sentimientos que tengo de mi territorio. Eh querido componer un poema, que nunca lo he intentado, pero lo quiero intentar.

Dedicado a ese territorio que tanto amo, por sus enseñanzas. Por su amor y por su compañía.

Vengo del Sur
Vengo del sur
Entre volcanes y lagunas eh crecido
Caminado el territorio eh aprendido
El abuelo, con la enseñanza del pensar bonito
Hablándome y yo escuchando a la piedra junto al rio
Escuchando al pájaro, al árbol, a la flor y al viento su silbido
Y abrigando la palabra en las tulpas al calor fuego.

Soy agua, soy fuego y energía
Soy tierra, soy trabajo, soy fuerza
Seres que son, dadores de mi vida
Junto con la fuerza de mi ruana
Y el cururo que ¡me teje!
Soy colorido refajo que me envuelve, al danzar al ritmo de mi bombo

Abuelos, abuelas, taitas y mamitas
Aquí estoy, llevando su legado
Siguiendo con la lucha y resistencia
Guardando en la memoria, todo aquel pasado
Pasado que me hace fuerte y es la esencia de mí vivir
Llevando la voz en ¡alto! soy Pastos
Al danzar, al cantar, al tejer y al conversar.

Seguiré con ese espíritu de niña que me dejaste
Me dijiste que sea curiosa, que explore y que jamás deje de preguntar
Y que cuando me vaya, no me dejaras sola
Y que siempre me estarás esperando en tu dulce abrigo de frailejón

Siempre admiración y agradecida a ustedes:
Abuela Cumbal, que me alimentas
Abuelo chiles, a mi salud, tu medicina
Mamita Gabriela, madre y guardiana del territorio

Pay mamitas, pay taiticos

1 The Game. Alejandro Baricco.
2 Redes neuronales y Deep Learning. Fernando Berza
3 Las Comunidades de Práctica son grupos de profesores y estudiantes de grados superiores que se reúnen periódicamente a deliberar y compartir ideas, interrogantes e intuiciones sobre temas puntales que convocan su atención.

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Información adicional

Autor/a: Héctor Arenas Amorocho
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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